Cuando yo era pequeña solo teníamos una televisión en el comedor. Una tele no muy grande que tenía dos canales. Cada tarde yo llegaba vestida con mi uniforme azul marino y gris de las monjas, me quitaba de un tirón el verdugo blanco bien apretado que mi madre se empeñaba que llevara siempre para que no me dolieran tanto los oídos y con la coleta medio despeinada pero con el bocadillo en la mano, me hacía sitio como podía entre mis hermanos delante de la primera cadena de la tele para no perderme a los payasos. ¡Los payasos de la tele!
Había una vez... Y entraba Gaby, y luego todos los demás: Fofó, Miliki, Fofito y hasta ¡Milikito! con su cencerro (quién lo diría ahora...).
¿Cómo están ustedeeeeeessss?
Más fuerte que no les oigo ¿Cómo están ustedeeees?
Y entonces entraba Don Pepito y Don José, nos picaba la nariz, la gallina Turuleca ponía un huevo, el chinito se declaraba de amol a la chinita y Manuela, era tan buena cocinera que le cantábamos Porrompompón Maanueeelaaaaaaaa...
Nosotros no teníamos radiador como Susanita, teníamos una estufa de butano que nos seguía por la casa calentando justo donde estábamos y dejando helado todo lo demás. El auto de Papá era un Seat 850 rojo, y aún faltaría mucho tiempo para que la barba de mis hermanos tuviera más de tres pelos. Pero que no nos faltaran los payasos, los payasos de la tele.
Hoy, 18 de noviembre de 2012, que cumple años Micky Mouse, también hemos sabido que se ha muerto Emilio Aragón, Miliki. Y qué penilla me ha dado, aunque haga ya muchos años que no vengo del colegio con el verdugo blanco apretándome la cabeza...
En fín.
Pasa el tiempo y nunca me han gustado los gorros. Pasa el tiempo y se ha muerto Emilio Aragón sí. Qué lástima. Pero Miliki no, Miliki no se va a morir nunca.
"Y nuestro amol así será: siempre, siempre igual..."
Es la historia de toda una generación. Muy bonito.
ResponderEliminarMe quedo con tu última frase, Rocío: Se ha muerto Emilio Aragón, pero Miliki no, Miliki no se va a morir nunca.
ResponderEliminarMi peque se sabe un montón de canciones de los payasos de la tele, aunque nunca los haya visto actuar. Y en los viajes largos con el coche me pide que se las ponga, una y otra vez, y allá va toda la familia con Susanita y la gallina Turuleca (aunque yo siempre decía Turuleta) y don Pepito y don José y el barquito de cáscara de nuez y dale Ramón chuta más fuerte para ver si metes gol...
No, Miliki no se morirá nunca, como todo lo que merece la pena ser vivido, y recordado.
Un beso, Rocío.
Rocío que bonito homenaje a nuestro Miliki, porque él era como de nuestra familia, se coló en nuestras casas y en nuestros corazones.
ResponderEliminarPor eso no morirá nunca, y además está comprobado, sus canciones no solo las sabemos todos los de aquella generación, sino que las siguen cantando nuestros niños.
Hasta siempre Miliki.
Un beso para ti Rocío.
Rocío, cada tarde con el bocadillo de chorizo, frente al televisor en blanco y negro, quería ser uno de esos niños que tenían la suerte de estar en lo que yo pensaba que era de verdad un circo, gritando Bieeeeeeeeeeennnnn!. Ahora cada vez que veo esas imágenes me entra la misma envidia y sigo queriendo ser uno de ellos para tener muy muy cerquita a Gabi, Fofó y Miliki, cantar sus canciones que no he olvidado y que aún canto con mis hijos y que espero enseñar algún día a mis nietos. Un beso.
ResponderEliminarRocío, qué bonito lo has escrito!!! Me ha encantado. La próxima semana llevo a mi pequeño mayor a ver el Musical Había una vez, de los payasos de la tele, ahora son los hijos de los de entonces, pero las canciones supongo que serán las mismas, y lo pasaremos bien. Un beso!
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