Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

miércoles, 2 de septiembre de 2015

"A flor de piel" de Javier Moro


He terminado de leer "A flor de piel" de Javier Moro.

Dos razones me inclinaron a leer esta novela. Por una lado nunca había leído ningún libro de Javier Moro, y me apetecía saber cómo escribía puesto que había oído hablar mucho de sus libros. Además había escuchado una entrevista con el autor en rne en el programa de Pepa Fernández "No es un día cualquiera" y me había interesado mucho el argumento de la novela: una expedición filantrópica de principios del 1800 tan importante y sin embargo tan desconocida. 

Una vez leída ha cumplido mis expectativas en cuanto a las dos razones que me empujaron a leerla, aunque se me ha hecho un poco larga. Pero creo que ha sido por el momento vital que estoy atravesando.

El argumento: En 1803, parte de La Coruña La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, financiada por Carlos IV. Su propósito: llevar el remedio contra la viruela a Canarias, Puerto Rico, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, México, Filipinas y China. En dicha Expedición, llamada también Expedición Balmis, iban dos médicos que se encariñan con la misma mujer. La única que viaja en esa corbeta para cuidar a los 22 niños huérfanos de entre tres y ocho años que son inoculados con el virus para servir de transporte de la misma.

El tema por supuesto es contar la epopeya que duró varios años de llevar la vacuna de la viruela a América. La superación, el logro de aquella empresa, poniendo hincapié en el método original de hacerlo:  “Inoculó a unos niños el virus de la viruela; cuando les aparecía un granito con pus, se les extraía el virus y lo volvían a inocular en otro niño y así hasta que se realizaba el periplo”, aclara el novelista.

Los personajes principales son el cirujano alicantino Javier Balmis (un tipo brillante solo preocupado por su trabajo pero un tanto egocéntrico y con dificultades para sociabilizarse) e Isabel Zendal una mujer valiente, trabajadora, fuerte, entregada al cuidado de los demás; la joven coruñesa que ha sido considerada por la OMS como la primera enfermera de la historia en misión internacional. De ellos sabremos toda su vida. Más tarde aparecerá la tercera persona que complementará el trío el catalán José Salvany, que se dejó la vida en la expedición pues siempre fue frágil aunque mucho más agradable que el cirujano. Después no dejarán de aparecer principalmente dos niños: Benito, el hijo de Isabel, y Cándido de la Caridad uno de los niños inoculados con el virus de la viruela. Aunque habrá muchos más niños.

Los personajes principales están muy, muy bien caracterizados. No nos falta detalle de ellos. Os recuerdo que son personas reales que participaron en aquella epopeya y que el autor ha recuperado del olvido. Pero aunque los personajes principales son reales, apenas existía documentación de ellos así que hay buena parte de ficción en su creación. El resto de los personajes: varios niños de los doscientos que fueron en la expedición, el Rey Carlos IV, el Virrey... apenas con varias pinceladas el autor nos deja con su perfil inequívoco.

La historia está bien ambientada en aquella España de finales del siglo XVIII y principios del XIX. De España pasarán a Canarias, Puerto Rico, México y demás países que hemos dicho antes. El autor nos los va describiendo con el detalle necesario para hacernos bien una idea de cada geografía, cada sociedad y cada cultura. Se nota el proceso de documentación histórica que hay detrás.

El autor hace un manejo del tiempo al contar la historia de forma lineal, pues comienza en julio de 1788 en una pedanía del municipio de Ordes en tierras gallegas. Con solo trece años la pequeña Isabel Zendal acaba de perder a su madre enferma de viruela. Son muy pobres y las condiciones en que viven miserables. A partir de aquí progresará paralelamente la historia y el tiempo. En una primera parte habrá dos hilos narrativos progresando a la vez, por un lado la historia de Isabel Zendal y por otro la historia del cirujano alicantino Balmis. Hasta que llega un punto que ambos hilos convergen, y a apartir de aquí habrá un solo hilo.

La prosa con la que se nos cuenta la historia es fluida y amena. El autor es un buen contador de historias, y nos regala una novela entretenida. Quizás el ritmo no siempre sea igual sino que a veces el excesivo detalle detenía un poco la historia. Pero ya os decía que seguramente habrá influído que yo necesitaba algo más trepidante. 


La novela merece mucho la pena, sobre todo porque nos muestra un pedazo de nuestra historia, la de la ilustración a la que no se le ha dado toda la importancia que tiene. Surgió a finales del reinado de Carlos IV, cuando el Imperio estaba de capa caída por la guerra contra Napoleón y más tarde las guerras de independencia de América. Aquella expedición fue memorable, se vacunaron a 500.000 personas de forma totalmente altruista y yo no había oído hablar de ello nunca. Parece ser que el autor se encontró con la historia un poco por casualidad: “Me la contó la responsable de comunicación del Jardín Botánico de Madrid, donde hay una biblioteca en la que se guarda la documentación de las expediciones científicas españolas”, explica el autor en entrevista con EL MUNDO. Le interesó mucho, no era para menos, y se decidió a contarla.



Javier Moro, autor de A flor de piel, colabora desde muy joven en medios de prensa nacionales y extranjeros. Ha trabajado como investigador en varios libros de Dominique Lapierre y Larry Collins. Coproductor y guionista de las películas Valentina y Crónica del alba, ambas basadas en la obra de Ramón J. Sender, estuvo seis años en Estados Unidos desarrollando proyectos de cine y televisión, donde colaboró con directores como Ridley Scott. Es autor, entre otras obras, de Senderos de libertad (Seix Barral, 1992), El pie de Jaipur (Seix Barral, 1995) y El sari rojo (Seix Barral, 2008). Su novela Pasión india (Seix Barral, 2005), la historia de la bailarina española que se casó con el maharajá de Kapurthala, ha sido uno de los grandes éxitos de crítica y ventas de los últimos años en España. En 2011 obtuvo el Premio Planeta con la novela El imperio eres tú.

lunes, 31 de agosto de 2015

Ruta Machadiana de Alvargonzález por tierras de Soria

Cidones (Soria)

Late corazón... No todo se lo ha tragado la tierra. (Campos de Castilla – CXVII)


Ahondando como siempre en la Literatura, como todavía algunos tienen tiempo de vacaciones y un poco como continuación a la entrada anterior donde hablábamos de un pueblo sumergido (La Muedra), hoy quería hablaros de una ruta cultural. 

Quería hablaros de la ruta literaria machadiana Alvargonzález por tierras de Soria. No es la primera vez, ni será la última, que hablamos en el blog de Antonio Machado. Tenemos algunas entradas dedicadas a su paso por las tierras de Baeza y Úbeda donde fue profesor y visitamos su aula, también de una obra de teatro muy especial que vi sobre su madre, un Museo dedicado a los Poetas en Soria... En fín hemos hablado del autor en varias ocasiones, os dejo los enlaces por si queréis recordarlas.



Pero hoy nos vamos a centrar en la provincia de Soria, donde estuvo antes que en Baeza, pues llegó en mayo de 1907. El poeta sería profesor en la ciudad, pues venía a ocupar la cátedra de francés del Insituto. Aquí conocería a Leonor Izquierdo, la hija de su patrona, y se casaría con ella. Fue una época corta, pues Leonor se moriría de tuberculosis muy pronto, pero muy feliz para el poeta. Aquí permanecería hasta el año 1912 cuando se fue a Baeza para refugiarse de su dolor de quedarse viudo.

En Soria elaboró una parte importante de su poesía, como lo demuestran su romance “La Tierra de Alvargonzález” y el poemario Campos de Castilla, que lo consagró definitivamente.
En la ruta Alvargonzález se recrea una excursión que hizo el poeta en septiembre del año 1910 por tierra de Pinares. En la ruta se pasa por Cidones, Vinuesa, La Laguna Negra, Picos de Urbión, Covaleda. Parece ser que de Soria a Cidones lo hizo en coche correo, después hasta Vinuesa andando y por último a callo hasta Covaleda. Allí estalla una tormenta y deciden bajar hasta La Laguna Negra.

 "Una mañana de los primeros días de octubre decidí visitar la fuente del Duero y tomé en Soria el coche de Burgos que había de llevarme hasta Cidones. Me acomodé en la delantera del mayoral y entre dos viajeros: un indiano que tornaba de Méjico a su aldea natal, escondida en tierra de pinares, y un viajero campesino que venía de Barcelona donde embarcara a dos de sus hijos para el Plata. No cruzaréis la alta estepa de Castilla sin encontrar gentes que os hablen de Ultramar...


Embalse La Cuerda del Pozo (Soria) dentro sumergida la aldea de La Muedra
"Después de cabalgar dos horas, llegamos a la Muedra, una aldea a medio camino entre Cidones y Vinuesa, y a pocos pasos cruzamos un puente de madera sobre el Duero.
-Por aquel sendero -me dijo el campesino, señalando a su diestra- se va a las tierras de Alvargonzález; campos malditos hoy; los mejores, antaño, de esta comarca..."






Vinuesa (Soria)
La Laguna Negra


 "-¿Va usted muy lejos? -pregunté al campesino. 
-A Covaleda, señor -me respondió-. ¿Y usted? 
-El mismo camino llevo, porque pienso subir a Urbión y tomaré el valle del Duero. A la vuelta bajaré a Vinuesa por el puerto de Santa Inés. 

Llegados a Cidones, nos apeamos el campesino y yo, despidiéndonos del indiano, que continuaba su viaje en la diligencia hasta San Leonardo, y emprendimos en sendas caballerías el camino de Vinuesa. -Mal tiempo para subir a Urbión. Dios le libre de una tormenta en aquella sierra. 

Siempre que trato con hombres del campo, pienso en lo mucho que ellos saben y nosotros ignoramos, y en lo poco que a ellos importa conocer cuanto nosotros sabemos..."



"
Camino de los Picos de Urbión y el Nacimiento del río Duero

Todas las fotos las he tomado yo en la citada ruta. Es un paseo muy agradable por tierras sorianas, os animo a que lo hagáis si tenéis la oportunidad y os interesa la literatura, y en concreto la figura de Antonio Machado.



http://www.caminosoria.com/patrimonio/rutas-culturales/63-patrimonio/rutas-culturales/923-ruta-machadiana-de-alvargonzalez.html

domingo, 30 de agosto de 2015

Embalse de La cuerda de el Pozo, pueblo sumergido de La Muedra. Ruta machadiana Alvargonzalez

Embalse La cuerda del pozo (Soria)


En este blog tenemos una etiqueta para atesorar esos "lugares y objetos sugerentes literariamente hablando". Dentro de ese apartado tenemos a los faros y a las veletas, que ahora mismo recuerde, porque al verlos tan lejanos, tan altos, tan inaccesibles pero con tanta antiguedad, invitan a inventar, a imaginar, a escribir. 

Hoy quería que dentro de esa categoría metiéramos a esos pueblos que permanecen sumergidos dentro de algunos embalses. 

Fijaos en la foto ¿No es sugerente? Se trata del Embalse de La cuerda del pozo. Cómo asoma la torre del campanario de la antigua Iglesia, qué inquietante, qué curioso. La de historias que permanecen ahí sumergidas a la espera de que las saquemos a la superficie. 

Pero además de por ser un lugar sugerente para la literatura, este embalse tiene otra particularidad que para nosotros, amantes de la literatura, tiene su importancia. Este embalse pertenece a lo que se denomina la ruta machadiana de Alvargonzález, porque el poeta pasó por aquí en un viaje que hizo en el año 1910 y que ya contamos en otra entrada.

Hoy hablamos en concreto de este embalse, La cuerda del pozo, situado a 45 km. de Soria, en el término municipal de Vinuesa. Se llama también de La Muedra, porque así se llamaba el pueblo que tiene sumergido en su interior. Se terminó de construir en 1941. 

"Fue en 1923 cuando se aprobó la construcción de un pantano en la cabecera del río Duero. El 9 de septiembre de 1941, 18 años después, se inauguró la presa de La Cuerda del Pozo, que tapó el pueblo de La Muedra, nombre por el que muchos conocen el embalse regulador de la cuenca alta. La obra fue proyectada por Pedro Pérez de los Cobos y construida por las empresas Granero y Córdoba.
Los vecinos de La Muedra -un pueblo pequeño con 341 habitantes y unos 90 hogares en 1931, ubicado entre Vinuesa y El Royo- emigraron en su mayoría a la localidad visontina, a cinco kilómetros de la población. También, parte de las familias se trasladaron a Molinos de Duero, Salduero, El Royo, Abejar y El Burgo de Osma, entre otros núcleos cercanos. “¿Ya han pasado 60 años?”, pregunta Marisol. “No creo”, dice ella a sus 78 años. Cuando su familia dejó La Muedra tendría tres o cuatro años. El desalojo y las obras provocaron que La Muedra se quedara despoblada unos años antes. Por aquí pasó el poeta Antonio Machado en 1910 en el viaje de autobús que le llevó a Urbión, en un recorrido en el que recogió la leyenda de La Tierra de Alvargonzález, de cuya publicación se cumple el próximo año el centenario. “Allí se vivía bien”, coinciden en señalar José Luis, Dolores, Marisol, algunos de quienes recuerdan historias que sus padres les contaban de la población. Era un pueblo de labranza, con la economía doméstica de la que se vivía en muchos otros núcleos, y en los que no se pasaba hambre. “La gente vivía con unas gallinas, el cerdo, unas cabras, y lo que traía del monte”."

La foto la hice yo al pasar por Soria.

jueves, 27 de agosto de 2015

De Veletas

En Covaleda (Soria) la veleta más colorida de esta entrega: Por ellos, por los caídos

Desde siempre me gustan mucho las veletas. Literariamente me parece un objeto muy, muy sugerente. Normalmente las elegimos siguiendo nuestro espíritu. Ojalá lleváramos una veleta siempre incorporada en nuestro interior indicándonos el norte ¿verdad?

La veleta es uno de los instrumentos meteorológicos más sencillos y también más antiguos. Parece ser que la veleta conocida más antigua adornó la Torre de los Vientos en Atenas, contruída en el año 48 a.C por un astrónomo llamado Andronicus.


Cómo a nosotros lo que principalmente nos interesa son las palabras, he buscado su etimología, pero resulta que he encontrado dos diferentes.

Por un lado he leído que "veleta" proviene de la palabra anglosajona "fané" y significa "Bandera". Pues originariamente los banderines de tejido les mostrarían la dirección del viento a los arqueros de la Edad Media.

Pero sin embargo, también he encontrado que proviene de vela, y ésta de velar, que a su vez vendría del latin vigilare. En este sentido apunta el Diccionario de la Real Academia de la Lengua.

Le he dedicado tiempo a buscar el por qué de esta dualidad en etimologías pero no lo he encontrado. Si alguno de vosotros sabéis más sobre ello encantada de escucharos.

Por otra parte hay dos acepciones principales de su significado que conocemos muy bien pero que no está de mas recordarlas. Una es la del objeto en sí como indicador de la dirección de viento, y la otra es la de "persona veleta" como alguien inconstante que cambia a menudo de parecer.


En Cidones (Soria)
Como hacemos habitualmente buscamos en el diccionario de la Real Academia el significado de Veleta:

veleta.
(De vela2).
1. f. Pieza de metal, ordinariamente en forma de saeta, que se coloca en lo alto de un edificio, de modo que pueda girar alrededor de un eje vertical impulsada por el viento, y que sirve para señalar la dirección del mismo.
2. f. Pluma u otra cosa de poco peso que los pescadores de caña ponen sobre el corcho para conocer por su movimiento de sumersión cuándo pica el pez.
3. f. Cinta o banderola de la lanza de los lanceros de caballería.
4. com. Persona inconstante y mudable.

 vela2.
(Del lat. vela, pl. de velum).
1. f. Conjunto o unión de paños o piezas de lona o lienzo fuerte, que, cortados de diversos modos y cosidos, se amarran a las vergas para recibir el viento que impele la nave.
2. f. toldo.
3. f. Deporte náutico que consiste en recorrer determinados trayectos con veleros.
4. f. Barco de vela.
5. f. Oreja del caballo, mula y otros animales cuando la ponen erguida por recelo u otro motivo.

En Amaiur (Navarra) una de las veletas más clásicas: el gallo

Como curiosidad os cuento que la veleta más utilizada ha sido la que lleva la figura de un gallo. Muy, muy usual es verlo en las Iglesias, como en nuestro caso que me la encontré en Navarra. 

He encontrado en internet, en la web de "El listo que todo lo sabe" una recopilación de explicaciones a esta costumbre. Os la copio a continuación:

http://blogs.20minutos.es/yaestaellistoquetodolosabe/por-que-hay-un-gallo-en-las-veletas/http://blogs.20minutos.es/yaestaellistoquetodolosabe/por-que-hay-un-gallo-en-las-veletas/

¿Por qué hay un gallo en las veletas?

En muchos campanarios de iglesias, incluso en el tejado de casas particulares podemos observar que hay instaladas unas veletas, las cuales tienen colocadas un gallo en lo más alto de ellas ¿pero cuál es el significado y origen de la costumbre de coronar las veletas con un gallo?
Referente al tema lo que he ido encontrando por la red suele ser muy disperso y aquí os traigo un resumen de las diferentes explicaciones.
En la Wikipedia nos dan la explicación que está más extendida por la red:
Muchas de las veletas tienen forma de gallo. El origen se debe al papa Nicolás I, que ordenó que colocaran un gallo en la parte más alta de los templos, para simbolizar las tres negaciones que San Pedro hizo de Jesús después de la Última Cena. Como los campanarios ya se adornaban con una veleta, hubo de situarse el “gallo” en el punto más alto; encima mismo de éstas.
La web gibralfaro tiene esta explicación:
(…)Su ubicación en la parte más elevada de la veleta de los cimborrios de catedrales y las torres de las iglesias, por «el oficio que tiene de despertar y convidar a las divinas alabanzas desde el punto de la medianoche». Ese uso simbólico parece hallar también su justificación en el hecho de que, cuando alguien se iba a vivir una casa nueva, era habitual el sacrificio de un gallo, con cuya sangre se regaban las estancias que iban a habitar las personas y los animales para invocar la protección sobre ellas. Por contra, tener en casa un gallo completamente blanco era de mal agüero.(…)
La web de Meteored  en un artículo sobre las veletas dice lo siguiente:
(…) Parece que la veleta ya aparecía como signo cristiano sobre iglesias y monasterios en el siglo IX y solía acompañarse de otros adornos simbólicos, entre los que el gallo era uno de los más utilizados. Por tradición, en la parte más alta del templo o en su campanario, la cruz se colocaba sobre una bola, como representación alegórica de la redención del mundo por Cristo. El gallo aportaría un signo de vigilancia y también -según algunos autores- era emblema de San Pedro, por haber negado a Jesús tres veces. (…)
En la web Fuera de Clase he encontrado la siguiente explicación:
(…) El gallo es el símbolo de la luz porque su canto anuncia la salida del sol. Pero también simboliza la custodia y vigilancia.
Desde el siglo IX las iglesias y monasterios se remataban con una veleta, símbolo cristiano, que a su vez solía acompañarse de otros adornos simbólicos. Uno de los más utilizados es el gallo (uno de los tres animales emblema de Cristo, junto con el águila y el cordero), que pronto pasó a representar la supremacía de lo espiritual sobre lo material… (…)
Según el blog Blade_runner nos cuenta que la historiadora Margarita Torres comenta que:
(…)el gallo es «como poco coetáneo o incluso anterior a Mahoma (580-632)», es decir, que es fácilmente anterior al Islam o se encuadraría en los primeros momentos de su nacimiento.En ese momento, los dos imperios más importantes son Bizancio y Persia. El origen del gallo como símbolo religioso se encaja mejor, históricamente, en el mundo persa y en concreto en la conquista de los Santos Lugares por Corroes II. Este rey de la monarquía sasánida ordena que «todas las cruces que remataban los lugares asociados a Cristo sean sustituidas por gallos dorados». El gallo dorado era el emblema personal del rey de Persia, conocido como «rey de reyes».
Este episodio que relatan las crónicas bizantinas da nuevas pistas sobre el uso y la simbología del gallo. Este animal es el «adelantado» de la luz en el mazdeismo, el culto de Zoroastro y esta concepción pasaría al islamismo colocándolo en lo más alto del cielo; su canto aparece en los hadices del viaje de Mahoma al mundo de ultratumba.
Estos símbolos se «traducen» al mundo cristiano: el gallo anunciador de la resurrección, y adquiere un carácter de defensa frente al diablo. Las veletas ya eran usadas en la antigüedad -torre octogonal de Atenas- pero la figura del gallo se incorpora a ellas en época románica. Entre las referencias encontradas por las restauradoras figura, en primer luhar, un ejemplo en Italia en el año 820.






En Albarracin (Teruel) un San Jorge matando al dragón

En Lanuza (Huesca) un esquiador en la veleta, muy típico de Los Pirineos

Bueno y ya no vamos a hablar más de veletas porque al final nos está saliendo una entrada bien larga. Solo apuntaros que las fotos las he tomado todas yo en diferentes lugares del norte de España.


Fuentes:
http://www.oni.escuelas.edu.ar/2008/CORDOBA/1324/trabajo/veleta.html
http://www.laanunciataikerketa.com/trabajos/eguraldia/veleta.pdf
http://buscon.rae.es/drae/srv/search?id=L8u6e7NF2DXX2FoX9gfJ

martes, 25 de agosto de 2015

Museo de las Brujas de Zugarramurdi



En Zugarramurdi está el Museo de las Brujas. Muy, muy interesante.

Este Museo, que está en una casona de piedra que fue hospital de la localidad, muestra las cuestiones relacionadas con el mundo de la brujería, los aquelarres, la inquisición... Y más concretamente con la sociedad navarra del siglo XVII que dió lugar a la mayor cacería de brujas de España.

Nada más entrar se puede ver el audiovisual "La caza de las brujas" sobre los procesos inquisidores de 1610. Aunque en el museo más tarde se podrán ver algún que otro audiovisual más muy interesantes.




 En la primera planta ya asistimos al nacimiento del mito con María Ximilegui, que aunque tras su llegada a Zugarramurdi participó en los aquelarres, más tarde se arrepintió y avisó de lo que cada noche allí ocurría. Así comenzó la mayor cacería de brujas de España.

Entre 1609 y 1614 fue el proceso. El trabajo de los inquisidores trasladados al lugar culminó en el Auto de Fe de Logroño de 1610 donde hubo 11 personas enviadas a la Hoguera y castigos a otras 42 personas. Pero a partir de aquí comenzó una histeria general que originó que otras inquisidores se fueran otra vez hasta allí y volvieran con 8.000 confesiones de brujeria y 5.000 nombres. A partir de aquí comenzó durante tres años el mayor proceso de brujería que se conoce en la historia. Y aquí te lo cuentan.








Ya en la segunda planta nos muestran los mitos, la sociedad matriarcal y la figura de la herbolera.

Todos esos mitos de la tradición vasco-navarra de los que habla la trilogía de "El guardian invisible" de Dolores Redondo te lo explican aquí con detalle: Mari, Basajaun...

Además hay muchos paneles que hablan de la sabiduría de las mujeres de antes. Ese vivir alrededor de la chimenea, el mundo doméstico, las labores y por supuesto ayudándose del poder de la naturaleza para los males o las enfermedades.









A mí me ha gustado mucho este Museo. Me ha parecido muy didáctico con tantos paneles alternándose con varios audiovisuales. Un Museo muy entretenido, ampliamente documentado y bien ambientado. Os lo recomiendo si pasais por esa zona.


viernes, 21 de agosto de 2015

De la palabra "Pésame" y su significado



Hoy quería hablar de la palabra "Pésame" porque es una de esas palabras en las que yo creo que no nos detenemos a pensar y es una palabra especial.

pésame.
1. m. Expresión con que se hace saber a alguien el sentimiento que se tiene de su pena o aflicción.

Todos sabemos lo que significa la palabra pésame pero ¿Cuántos nos hemos detenido a pensar cómo está construída? 

Pésame: esa palabra construída con esa forma verbal en desuso de colocar el complemento indirecto detrás del verbo. Pésame o pesa-me o "Me pesa". Eso es lo que queremos decir cuando le damos a otra persona el pésame: Me pesa. A la persona que te lo dice le pesa también esa muerte, le pesa tu dolor. 

Buscamos en el Diccionario de la Real Academia la palabra pesar. Y fijaros en la 8ª acepción:


pesar1.
(Del lat. pensāre).
1. tr. Determinar el peso, o más propiamente, la masa de algo por medio de la balanza o de otro instrumento equivalente.
2. tr. Examinar con atención o considerar con prudencia las razones de algo para hacer juicio de ello.
3. tr. Mat. ponderar.
4. intr. Tener gravedad o peso.
5. intr. Tener determinado peso. La máquina pesa ochenta kilos.
6. intr. Tener mucho peso.
7. intr. Dicho de una persona o de una cosa: Tener estimación o valor, ser digna de mucho aprecio.
8. intr. Tratándose de un hecho o de un dicho: Causar arrepentimiento o dolor.
MORF. U. solo en 3.ª pers. con los pronombres me, te, se, le, etc.
9. intr. Dicho de la razón o el motivo de algo: Hacer fuerza en el ánimo.
mal que me, te, etc., pese.
no ~le a alguien de haber nacido.
1. loc. verb. Presumir de gentileza, hermosura y otras prendas.
pese a.
1. loc. conjunt. a pesar.
pese a quien pese.
1. loc. adv. A todo trance, a pesar de todos los obstáculos o daños resultantes.


 Por tanto vemos que la palabra "Pésame" es una palabra compuesta (dos palabras con pleno significado que han dado lugar a una tercera) que se ha lexicalizado y ya no nos paramos a pensar en su origen sino que sentimos como una sola palabra. 

Me gustaba detenernos en ese significado tan especial que encierra.

jueves, 13 de agosto de 2015

"Significado del libro" Artículo de Manuel Mateo Pérez publicado en ELMUNDO el día 2 de agosto 2015






Me ha gustado este artículo, a ver qué os parece.





EL MUNDO, 2 de agosto de 2015
Significado del libro
MANUEL MATEO PÉREZ | ILUSTRACIÓN DE DAVID PADILLA


Como la piel de la iguana, como un pólipo, como uno de esos seres abisales y desconocidos que habitan en las profundidades de las fosas, el libro es ese objeto que con independencia de todo debate sobrevivirá en el formato que conocemos desde que fue inventado hace cinco siglos. Es un superviviente. Han intentado darle forma de pantalla táctil, que es otra piel a la que nos hemos acostumbrado en pocos años, pero perdura su textura y su peso, las dimensiones que lo redujeron en el Diecinueve y su acomodo en las palmas de las manos. Su supervivencia no está solo en su materialidad, en el papel que junto a la cama, el retrete, el agua caliente en los días fríos de invierno es uno de los inventos más felices del hombre. Es fascinante la relación que se establece con ese objeto que se diría envejecido frente al aluminio y el plástico que ahora lo envuelve todo. Un papel impreso con la misma tinta que se conoce desde tiempos de China es capaz de sublevar nuestro estado de ánimo con el ímpetu con que lo hace la cercanía de las personas a las que amamos.
Pero su supervivencia, ante todo, está en su contenido que es una respuesta a nuestras preguntas, a nuestros miedos, a nuestras metas. Si un autor es alguien que necesita expresar lo que lleva dentro, un lector es quien necesita la vida de los otros para responderse a sí mismo. El autor impone su alma, sus miedos, su historia. Tratará de convencerse de que todo cuanto sale de su cabeza es una invención, pero eso no es cierto del todo porque cuanto escribe es una consecuencia de lo que anida y ha entendido de su vida. Picasso decía que después de Altamira todo es decadencia. ¿Lo es también después de la Odisea? De todos los axiomas que tanto gustan vociferar los escritores quizá el más atinado es aquel que nos asegura que todo autor escribe al final el mismo libro. Eso lo dijo no hace mucho Eco, pero ya nos había prevenido de esa certeza Flaubert y antes que él Teresa de Jesús en su Libro de la Vida. 
¿Y el lector? ¿En qué papel queda? En la cómoda situación de inmiscuirse en la vida del autor que es una forma sutil de vouyerismo al que el escritor se presta sin pudor alguno. En el acto de la lectura interviene la soledad y la concentración, el silencio, el aislamiento, y esas palabras se traducen en un hervidero donde imaginamos primero los rasgos físicos de las personas que protagonizan el libro, luego la personalidad y las circunstancias que le rodean, más tarde la conmiseración por el drama que padecen o la feliz participación en su dicha. Luego se crea en el lector algo hermoso: El autor nos sitúa a sus personajes en una ciudad, y esas calles por donde andan, aún sin conocerlas nosotros, las imaginamos como si hubiéramos crecido en ellas. ¿Coincide nuestra imaginación con la del escritor? Pocas veces. Pero eso es algo que nos da igual porque esas líneas dejaron de pertenecerle en el momento en que puso el punto y final a su manuscrito y los personajes cobraron independencia, se hicieron mayores de edad, se emanciparon y no han vuelto a dar señales de vida ni en días de cumpleaños. Esos protagonistas con los que epatamos, sus dramas, el paisaje donde viven, festejan o padecen, son ahora propiedad nuestra, de los lectores. Es una multipropiedad que se amplifica paradójicamente conforme el volumen crece en ventas. 
Llevo varios libros a la vez, los leo por momentos, unos por la mañana, otros por la noche. Me ha dado ahora por los clásicos. Pero es cuestión de ánimo. Hay algo seguro en ellos, un estado prístino y original que no ha variado por muchos siglos que hayan pasado desde que su autor los diera a imprenta. Y eso me convence de que no hay un acto más moderno que contar la historia de uno mismo -o de otros- y frente a eso leer lo que alguien al que no conocemos ha escrito sobre seres imaginarios que solo viven entre líneas. Es como cerrar el círculo, como concluir una tarea, como acabar por comprender un problema. Y eso me gusta. Y me hace sentirme bien en mi dualidad de autor y de lector a la vez.