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lunes, 21 de marzo de 2022

21 de marzo. Día de la Poesía

 


No soy yo mucho de poemas, lo confieso. 

Pero gracias a mi querido amigo Javier Díaz Gil y a mis compañeros poetas de tertulia he aprendido a degustarla despacio en raros momentos, y hay algunas que son tan especiales que cómo no vas después a recordarlas.

Os dejo tres de mis imprescindibles de tres de mis poetas preferidas: 

Gloria Fuertes, Begoña Abad y Amalia Bautista.

No me digais que no son buenas.






viernes, 16 de julio de 2021

Poemas narrativos: Amalia Bautista, Begoña Abad y Ana Martín Puigpelat

 


 

¿No hay días que te tomarías un poema?

Pero uno de esos narrativos que me gustan a mí...


 

 

Vamos a hacer limpieza general
y vamos a tirar todas las cosas
que no nos sirven para nada, esas
cosas que ya no utilizamos, esas
otras que no hacen más que coger polvo,
las que evitamos encontrarnos porque
nos traen los recuerdos más amargos,
las que nos hacen daño, ocupan sitio
o no quisimos nunca tener cerca.
Vamos a hacer limpieza general
o, mejor todavía, una mudanza
que nos permita abandonar las cosas
sin tocarlas siquiera, sin mancharnos,
dejándolas donde han estado siempre;
vamos a irnos nosotros, vida mía,
para empezar a acumular de nuevo.
O vamos a prenderle fuego a todo
y a quedarnos en paz, con esa imagen
de las brasas del mundo ante los ojos
y con el corazón deshabitado.

AMALIA BAUTISTA

 

 

 No sé si te lo he dicho:
mi madre es pequeña
y tiene que ponerse de puntillas
para besarme.
Hace años yo me empinaba,
supongo, para robarle un beso.
Nos hemos pasado la vida
estirándonos y agachándonos
para buscar la medida exacta 
donde poder querernos.

BEGOÑA ABAD

 

 

A veces me desprendo de un recuerdo.

Luego sale la costra.
Tarda cien madrugadas en caer.

Después el cielo sabe a sangre seca.

Pag. 98 de Pan Duro
de ANA MARTÍN PUIGPELAT


miércoles, 13 de junio de 2018

Begoña Abad - Poemas






A los cincuenta me nacieron alas.
Dejaron de pesarme los senos
y los pensamientos que cargaba desde niña.
A las alas les enseñé a volar
desde mi mente que había volado siempre,
y comprobé desde el aire
que mientras yo anduve dormida tantos años
alguien trabajaba afanosamente
recogiendo plumas para hacer esas alas.
Tuve suerte de que cuando estuvieron hechas
me encontraron despierta en el reparto.





Podría haberme emborrachado
de ansiolíticos potentes
o de vodka barato.
Podría haberme enganchado
a la coca, a las telenovelas
o al chocolate.
Podría haberme hecho adicta
a tus ausencias
a tu malquerer, a tu dolor,
a tu lista de contraindicaciones,
pero preferí averiguar
qué eran los dos bultos
que me nacían en la espalda
y echarme a volar.





Yo fui una niña mujer
y ahora soy una mujer niña.
Cuando debía jugar a las muñecas
ya sostenía niños de verdad en brazos
y me perdí el asombro de descubrir
que la vida es un infinito modo de caminar.
Ahora que debería sentir los brazos
cansados,
como me nacieron alas,
ando volando por encima del mundo que
me fue negado
y desde el aire puedo ver los atajos
que, ahora sé, llevan al mismo lugar.