Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

domingo, 31 de enero de 2010

El Quesuismo...

El otro día Javier Díaz ( http://www.javierdiazgil.blogspot.com/) me regaló una nueva palabrota para mi colección. Una de esas que me gustan a mí:

Quesuismo
¿Sabéis lo que es el quesuismo?

No, no es una enfermedad producida por una ingesta excesiva de queso, ni ninguna otra acepción "peregrina" como decía una antigua profesora mía de lengua en mis tiempos del BUP...

No.

El quesuismo es un error muy común cuando hablamos. Consiste en sustituir el adjetivo relativo "cuyo" por la secuencia "que su".

Pero mejor que yo os lo va a explicar Leonardo Gómez Torrego (Doctor en Filología Románica, científico titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y colaborador de la Real Academia de la Lengua) en un artículo publicado en el Centro Virtual Cervantes.


Quesuismo


Miércoles
, 7 de abril de 1999


Por Leonardo Gómez Torrego

Una anomalía sintáctica cada vez más frecuente (no es rara en la lengua de los medios tanto escritos como orales) es la de desglosar el determinativo relativo-posesivo cuyo (con sus variantes) en la secuencia que su(s). Es decir, el valor «relativo» lo recogería que, y el «posesivo» su. Estos son algunos ejemplos:

*Este es un periódico que su sede está en Madrid.

*Aquellas palabras que es tónica su última sílaba se llaman agudas.

Como se ve en el segundo ejemplo, la secuencia que + su puede ser discontinua.

Escribir (y hablar) de esta guisa supone un claro desaliño y posiblemente un desconocimiento de una regla gramatical fundamental de nuestra lengua, y es que todo pronombre, por el hecho de serlo, debe desempeñar una función nominal (sujeto, complemento directo, etc.), y es evidente que en los ejemplos mencionados el pronombre que aparece desfuncionalizado: no es ni sujeto, ni c. directo... En ellos, debería haber aparecido la forma cuya, que sí desempeña función: la de actualizador del sustantivo correspondiente: cuya sede, cuya última sílaba.

En ocasiones, en lugar del posesivo su(s) aparece el artículo, pero siempre con valor posesivo:

*Compré un libro que estaban las hojas como descoloridas.

Parece, pues, que se hace necesario ejercitarse en el uso del determinativo cuyo, que parece ir quedándose relegado al lenguaje exclusivamente culto.

"Cuyo ha entrado en decadencia en la lengua actual. ¿Quién diría hoy un sábado por la tarde tomando unas cañas algo así?: “No ha venido el chico ese cuya novia estudia empresariales”.

Los hablantes, aunque sea inconscientemente, intuyen la dualidad de cuyo: es relativo y, al mismo tiempo, posesivo. Por eso lo rompen para sacar las piezas.

¿Y qué es lo correcto? Pues depende. En situaciones formales, tanto orales como escritas, hay que evitar el quesuismo. En cambio, en situaciones informales (en casa, con los amigos…) cuyo seguiría siendo correcto pero probablemente poco adecuado.

Esto es lo mismo que preguntar: “¿Un hombre va bien vestido con traje?”. En la oficina sí, pero en la playa seguramente no."

Extraído de: http://blog.lengua-e.com/2007/el-quesuismo/


viernes, 29 de enero de 2010

"María Zambrano y los gatos" Jesus Marchamalo



Y como una cosa lleva a otra, una entrada lleva hasta la siguiente.

Os dejo con un "retrato" escrito en su día por Jesús Marchamalo en la sección "Rinconete" del Centro Virtual Cervantes. Este retrato y varios más, junto a las ilustraciones de Damián Flores, conforman el libro "39 escritores y medio", editado por Siruela.

Un libro que a mí me gusta mucho, donde se hace un recorrido por las biografías de algunos escritores, de forma muy curiosa, anécdotica y amena.


Zambrano y los gatos

"Parece que fue un antiguo juez togado, un ex militar, un diputado jubilado, no sé, un hombre de orden, de esos de batín de franela, gomina y bigotito recortado, el que la denunció. Contó a una pareja de fornidos carabienieri, con la desgana del ciudadano ejemplar, que aquella mujer menuda, que fumaba exóticos cigarrillos turcos con boquilla de nácar, albergaba en su casa un plácido, apacible y abrigador ejército de casi veinte gatos que, a diario, maullaban, y arañaban los muebles, y dormitaban al sol romano en la terraza, impregnando la escalera vecinal, escalón a escalón, de un acre olor a orines y excrementos. Así que tuvo que irse, dejar su casa en Roma y huir al campo con aquella prole felina de hocicos afilados y ojos zalameros, cuyos bufidos y arañazos provocaron el único retraso ferroviario que se recuerda en Suiza.

Siempre he tenido curiosidad por saber cómo se pone nombre a veinte gatos, qué santorales hay que consultar, qué listado profano de adjetivos y adverbios y palabras sonoras y acolchadas. Sé que tuvo una gata que se llamaba Rita, y que años más tarde, aquí en España, pidió un amigo que enterrara en el jardín de su casa de Galapagar, bajo un cedro a otras dos que habían venido con ella del exilio; primero a Tigra, que murió con diecinueve años y después a Blanquita, de quince. Sé también que otro amigo, amante de los gatos, le regaló dos hermanas, grises, a las que llamó Lucia y Pelusa, y que vivieron con ella hasta su muerte.

Cuentan las biografías que siempre tuvo una salud muy frágil de hierro, y que con tres años sufrió un colapso que la colocó al borde de la muerte. Cuentan que cuando se matriculó en bachillerato, eran sólo dos niñas en todo el instituto. Y cuentan que cuando, con doce, publicó su primer artículo en la revista del colegio, su padre comentó seco y tajante: "Aquí no hay niños prodigio". Fueron, al parecer, las vendedoras del mercado de San Miguel, más la lectura de Spinoza, quienes la convencieron de que debía seguir estudiando, hasta que se hizo profesora de metafísica.

Amiga de Bergamín, Dieste, Maruja Mallo, Chacel, Lorca... La guerra convirtió su vida en un listado de lugares, de casas alquiladas y habitaciones de hotel que se dejaban a mediodía: Puerto Rico, México, La Habana, Nueva York, París, Roma y sus gatos, que eran como su país. ¿Cuántas cartas escribiría a diario? ¿Cuántas en su buzón? Inseparable de Camús, en francés, y de Lezama, con acento habanero; amiga también de Gaya, el pintor, quién la acompañaba en sus paseos por la Via Apia a visitar a su amante de piedra, una tumba romana cuyo perfil gastado acariciaba mientras se hacía un pitillo. No dejó nunca de fumar. A última hora, contaba, sólo para ver el baile del humo.

Está enterrada en Vélez-Malaga, en un lugar que a diario visitan decenas de gatos de todos los colores, sin nombre, porque allí les echan de comer."




martes, 26 de enero de 2010

"Escribir..."



"Escribir es defender la soledad en que se está"


María Zambrano
Por qué se escribe



http://www.babab.com/no10/maria_zambrano.htm



sábado, 23 de enero de 2010

"Viaje alrededor de Carlos Berlanga" Exposición en Madrid hasta marzo


Hace ya días aterricé un poco por casualidad en una exposición que me gustó mucho.

"Viaje alrededor de Carlos Berlanga" en la antigua fabrica de cervezas El Águila.

Iba a ver otra exposición y me encontré con ésta, de la que no tenía noticia. Ahora si tuviera que elegir, me quedaría con la que encontré sin buscar. Con ésta.

Carlos Berlanga hubiera cumplido el año pasado 50 años (murió en el año 2002 a los 42 años).

“Viaje alrededor de Carlos Berlanga" nos muestra su faceta de pintor, de dibujante, de diseñador, de sus comics. Varias plantas de la sala de exposiciones de este recinto están dedicadas a esta exposición. Allí está también el cartel de la película Matador de Pedro Almodovar que hizo él, y también muchas portadas de sus discos que fueron famosas y de las que fue responsable. Podemos ver un video con extractos de algunas entrevistas que hizo en su día, videos de algunas de sus canciones (Terror en el Hipermercado, Perlas ensangrentadas...) y algunas de sus actuaciones. También podemos ver sus cuadernos y varias fotos suyas.


“Me gusta mucho dibujar y pintar. Todas las tragedias que me pasan las sublimo creando.” Carlos Berlanga.


Yo no conocía todas estas facetas de Carlos Berlanga. Ahora pienso que, vaya ignorancia la mía. Yo me sabía muchas canciones de Alaska y Dinarama de su disco "Deseo Carnal", la de "A quién le importa" o "Ni tu ni nadie". Me gustaban mucho. Debía ser el año 84 o 85... Y antes de eso, tarareaba la de "Terror en el Hipermercado" de Alaska y Los pegamoides, la de "Quiero ser un bote de colón..." o "Bailando"... Todas esas canciones, pertenecen a la banda sonora de una época de mi vida, la de mis dieciseis o diecisiete... y comienzan a sonar en mi cabeza en cuánto algún recuerdo de aquel entonces se cuela por el sumidero de la memoria y llega hasta el hoy.


«Movida ha habido siempre y siempre la habrá porque la cuestión es llevar la contraria a la generación anterior», escribió el músico en 1993 en Abc. «Cuando cogíamos la guitarra sin saber tocar y le arrancábamos algunas notas, nos decían que cómo íbamos a hacer música.... Cuando tienes 20 años, lo que quieres es divertirte» Carlos Berlanga


Me gustó mucho esta exposición. Está ordenada cronológicamente y parece que obedece a influencias distintas. Dicen que muchas de sus obras son de dibujo automático, de hecho muchas están hechas sobre cualquier papel. Quizá por eso parecen muy naturales, atrevidas, algunas tipo collage. Sus cuadros, no demasiado grandes, y sus dibujos tienen unos colores radiantes, tonos pastel sobre todo, que llaman tu atención. Y mientras los contemplas, gracias al hilo musical, escuchas de fondo sus canciones, y parece que todo se completa.

"Sin un éxito tan temprano y rotundo en el ámbito musical como el que tuvo como compositor e intérprete de las canciones más populares de Alaska y los Pegamoides o Alaska y Dinarama -e incluso el prólogo de de Kaka de luxe y el epílogo de su carrera en solitario- la trayectoria vital y artística de Carlos Berlanga hubiera sido bien distinta de la que fue y conocemos. Y su proyección pública estaría hoy, cuánto menos, tan vinculada a las artes plásticas como a la música..."Pablo Sycet. Comisario de la exposición.


http://www.viajealrededordecarlosberlanga.es/inicio.html


Qué: Viaje alrededor de Carlos Berlanga
Dónde: Calle Ramirez de Prado,3. Complejo El Águila
Cuándo: del 12 de Diciembre al 7 de Marzo de 2010
Cuánto: by the face

"Asuntos propios" de José Morella



Entre mis tareas pendientes para con el blog, estaba el hacer una reseña del último libro que terminé de leer:

"Asuntos propios" de José Morella.

Yo no había oído hablar de este libro. Llegó a mis manos como parte del premio que me dieron el verano pasado en "El ojo crítico" por un microrelato sobre "quemaduras solares": http://rociodiazgomez.blogspot.com/2009/08/microrelato-de-verano-de-rocio-diaz.html

No había oído hablar de este libro, pero la verdad es que me impresionó. Y volví a alegrarme de aquel premio, que me permitió hacer algunos descubrimientos importantes en lecturas.

José Morella (España) es uno de los tres finalistas del Premio Herralde de Novela 2008 a los que la Editorial Anagrama ha publicado su obra aunque no se hayan alzado con el premio. Los otros dos son Carlos Busqued (Argentina) con Bajo este sol tremendo y Tryno Maldonado (México) con Temporada de caza para el león negro. Tres autores de menos de cuarenta años de tres países diferentes que presentan su primera o segunda novela.


Asuntos Propios es la segunda novela de José Morella que también cuenta con un Poemario.

Se trata de una historia sencilla. Roberto, un señor de setenta y un años, jubilado, pero que aún sigue trabajando en casa como traductor, contrata a una empleada para la limpieza de su casa. Él no quería hacerlo, pero tanto insistió su hija que al final cedió. Cuando se presenta en su casa Jacinta, una inmigrante envíada por la agencia, él ni siquiera se acordaba de que tenía que llegar. Sin embargo, se descubren, se hacen amigos y terminan enamorándose. Hasta aquí la historia es romántica.

Pero esta historia, como tantas otras, suscita comentarios, odios y prejucios, y les lleva a un lugar, sobre todo a Roberto, que no hubiera podido imaginar nunca...

Una historia sencilla pero está muy bien contada.

A mi me gustó desde la primera frase: "Cualquiera puede usar el siguiente método para entender a su propia familia: preguntarse qué cosas querría hacer pero reprime, y qué cosas no haría pero hace. ..."

Es una lectura que no tiene divisiones en capítulos, es todo seguido. Pero tiene mucho ritmo. Y según vas leyendo lo que era optimista, dulce, sin ser en ningún momento cursi, se va tornando en agrio. O por lo menos para mí lo fue. Es increíble lo que podemos llegar a hacer con nuestros familiares, amparándonos en nuestras ideas sobre lo que se debe hacer o no a determinades edades. Esta novela, creo que está bien escrita, porque es una historia que va creciendo, y creciendo, hasta un final, quizás para mí un poco rápido, pero que en el fondo estaba deseando que llegara, porque me había atrapado ya en un argumento, algo angustioso.

Trata temas muy actuales, cotidianos: La familia, la vejez, el amor, los convencionalismos, los lugares comunes, los errores de los hijos con los padres, los prejuicios contra el que es diferente, la inmigración, los juicios que hacemos de los demás, sin conocerles. En definitiva habla sobre la lucidez, sobre el sentido común.

http://www.anagrama-ed.es/titulo/NH_448

Asuntos Propios, está editado en Anagrama. Tiene 168 pág. 15 € aprox.

Almudena Grandes "Las estaciones de un tren eléctrico"

Os dejo con un artículo-cuento que salió hace dos domingos en el suplemento de El País. Quizás ya lo habréis leído. Yo no. Un amigo me había hablado de él, y no había podido leerlo. Ahora que lo he hecho me ha gustado mucho, por eso quiero dejároslo aquí. Por si acaso.

Es de Almudena Grandes, otra de mis escritoras preferidas. Siempre me ha gustado mucho cómo cuenta los sentimientos. Cómo sabe plasmarlos, deshacerlos en palabras, de tal forma que al leerlos parece que hasta los puedes sentir.




ALMUDENA GRANDES ESCALERA INTERIOR

Las estaciones de un tren eléctrico

ALMUDENA GRANDES 17/01/2010

Primero tuvo que encontrarlo. Eso fue lo más arduo, lo más difícil de todo. Tanto, que aplazó el proyecto un año entero.

Desde que se quedó viudo, sólo había una cosa que le doliera tanto como mirar hacia los maleteros de los armarios, y era subir al trastero para enfrentarse con una prodigiosa arquitectura de cajas y más cajas de todos los tamaños, perfectamente precintadas y etiquetadas con aquella letra elegante y picuda que su mujer había aprendido de pequeña, en el colegio, para no perderla jamás. Por eso, y aunque sabía más o menos dónde estaba, el año anterior había renunciado a buscar su tren eléctrico, pretextando ante sí mismo que su nieto mayor aún era demasiado pequeño para apreciarlo.

Este año, sin embargo, se armó de valor y bajó con él a mediados de septiembre, antes de que aflojara el calor. Nunca podría decir que fue fácil, y sin embargo, al depositarlo sobre la mesa del comedor, se felicitó a sí mismo por aquella hazaña. Mientras iba sacando de la caja los vagones, las vías, las estaciones, sintió una misteriosa sensación de convalecencia, la contraseña física de una melancolía templada y diferente, y las yemas del niño que había sido en las puntas de los dedos.

No existía otro tren como aquél en el mundo. Su madre nunca habría logrado reunir el dinero suficiente para comprárselo, pero su padre, en la cárcel, tenía mucho tiempo. Él fue quien le hizo aquel tren poco a poco, pieza a pieza, con retales de hojalata que iba llevándose del taller ferroviario donde redimía pena por haber cumplido con su deber. Capitán de Ingenieros, muy buen dibujante y muy habilidoso, fue copiando los vagones del natural y nunca estuvo solo. Sus compañeros se dieron cuenta enseguida de lo que se traía entre manos, y todos colaboraron, haciendo cada uno lo que sabía. Así, durante años, su madre le fue trayendo de la cárcel las primeras piezas de aquel tren, vías, puentes, locomotoras primorosas, hechas, montadas y pintadas a mano, cada una con sus imperfecciones, y unas admirables estaciones de madera, obra de quien había sido el mejor carpintero de la provincia de Segovia antes de convertirse en un preso más.

Después, cuando su padre cumplió su condena, se reunía los domingos por la tarde con los coautores de aquel prodigio, y entre todos lo electrificaron, pegaron las vías sobre un tablero plegable de madera y le pusieron pasos a nivel, túneles, montañas. Disfrutaban igual que él, tal vez más, y por eso el dueño del tren, tan desordenado y destrozón como cualquier niño, fue siempre muy cuidadoso con aquel juguete. Tanto que cuando su propio hijo tuvo nueve años, lo quitó de en medio porque tuvo la sensación de que no lo apreciaba. Su mujer se lo reprochó, no seas así, hombre, si no es más que un niño, pero él fue inflexible. Cuando quieras jugar con él, le dijo, lo sacamos y jugamos juntos, pero mientras tanto prefiero guardarlo…

Ahora, aquel niño que había llorado tanto por el destierro de aquel tren exiliado en el trastero era el padre de otro niño, y su abuelo, con esa blandura inexplicable de su condición, había decidido convertirle en el propietario de aquel extraño y precioso juguete. Después estuvo más de dos meses arreglándolo, reparando los desperfectos, pintando los desconchones, comprando, y probando, y ajustando nuevos mecanismos para aquellas viejas y maravillosas locomotoras. Y el día de Reyes volvió a meterlo todo en su caja de madera, lo envolvió con papel de regalo, le puso un lazo y se fue con él, a la hora de comer, a casa de su nuevo propietario.

Lo que ocurrió después no fue en absoluto lo que había calculado, pero en cierta manera fue mucho mejor. Al verle llegar con aquella caja tan grande, su nieto se puso como loco, y cedió el turno a sus hermanos, a sus primos, antes de cogerla entre las manos. Su abuelo no había comprado ninguno de los regalos que hizo aquel día. De eso se había encargado su hija pequeña, que le dio dos bolsas muy grandes al llegar, para que las repartiera. Y todos sus regalos tuvieron mucho éxito, porque la compradora se había encargado de que respondieran a peticiones expresas, escritas en sus cartas. Todos, menos aquél, su tren eléctrico, que por el tamaño parecía una videoconsola, pero no lo era.

Y sin embargo, la decepción de su nieto, que le dio las gracias con desgana, obligado por los pellizcos que le propinaba su madre desde atrás, no le afectó tanto como la alegría de su padre, aquel niño que no había sabido apreciarlo cuando tenía la edad del frustrado videojugador, y que le miró con los ojos húmedos, las manos temblando y un silencio más elocuente que cualquier palabra, antes de darle un abrazo tan fuerte que le hizo daño.

El resto de la tarde lo pasaron los dos jugando con el tren, en el comedor, y él pensó que a su padre no le habría disgustado el final de esta historia.

viernes, 22 de enero de 2010

Las casualidades de la vida

La vida es increíble. Os tengo que contar una cosa muy curiosa.


¿Os acordais de cuando colgué esta foto en el blog?


Pues resulta que el otro día me escribió una amiga y antigua compañera de trabajo y me envío este correo:

"Hola Rocío:
Te mando este enlace:

http://bibloranca-biblos.blogspot.com/2010/01/asi-se-fomenta-la-lectura.html

Tiene mucha gracia porque uno de los autores, José Luis Prado Nogueira, Premio Nacional de Poesía, es el padre de Javier, y mira dónde han acabado tantas horas y desvelos de poeta. Aunque, por lo que Javier me ha dicho, seguro que su padre no podría imaginar un futuro mejor para su posteridad que estar entre tales prendas!!!
Sic transit gloria mundi...."


Recuerdo que entonces, cuando yo colgué la foto titulándola "Fomento en la lectura", en los comentarios nos preguntábamos qué libros serían, pues mira por donde al cabo de los meses, por esas casualidades de la vida, otra vez me llega la foto pero ahora ya con la autoría verdadera de los libros. ¡¡Nada menos que un Premio Nacional de Poesía!!

Como dice el novio de mi amiga, con todo el humor del mundo, ¿Qué autor masculino podría imaginar un futuro mejor?

Contesté a su correo diciéndole que qué casualidad, que además yo había colgado esa foto en mi blog, porque un día me había hecho mucha gracia... Y mira por dónde ahora me enteraba de quién era el escritor, y no solo era el padre de alguien conocido, sino que además era Premio Nacional... Y ella entonces me contestó con éste otro correo, os lo pego tal cual, porque creo que merece la pena leerlo como ella lo dice:
...
"Vaya con la casualidad. La foto la recibió ayer Javier de una de sus hermanas, la que se preocupa por hacer el seguimiento de la obra de su padre, organizar conferencias y procurar que la memoria no se pierda, aunque su padre les decía en un verso "dadme más gloria cuanto más olvido" (ya sabes, los hijos siempre desobedeciendo). El otro autor que aparece en la foto era muy amigo de él. Lo que Javier no se explica es de dónde han salido tantos ejemplares. Me imagino a los dos amigos muertos por segunda vez de risa viendo desde el otro mundo donde han terminado, juntitas, sus obras. Y qué decir de la sensibilidad de esa gitana que regenta el puesto de bragas!! Desde luego que la vida es increíble."

Después la pobre rectificó porque parece ser, que el otro poeta, el amigo del padre, es mayorcito pero aún no ha muerto. Y claro enseguida me escribió para rectificar, que es de sabios.


No me digais... Tú ahí esforzándote al escribir, invirtiendo un montón de horas y pensamientos y dándole mil vueltas para ya veis... De "fomento de lectura", de "Biblioteca Púbica" o de cómo queráis llamarlo...

SIC TRANSIT GLORIA MUNDI. (Expr. lat.) Locución pronunciada durante la investidura de un nuevo papa. Literalmente, significa «así pasa la gloria de este mundo».