Yo solo sé que cada vez que iba a la frutería luego me costaba una semana de enfado. Y mira que yo todo el camino me iba diciendo a mi misma: no voy a pedir peras, no voy a pedir peras, no voy a pedir peras... Pues yo no sé que me pasaba que luego me veía ahí delante del mostrador y tras pedir los albaricoques y las picotas, tras guardar los pepinos y los tomates, que era lo que yo llevaba apuntado porque me faltaba y necesitaba, casi sin darme cuenta, al final justo cuando el frutero me decía: "¿Nada más?" Y yo tenía que contestar: "Nada más gracias". En vez de eso mi voz, la mía, ese traidor pedazo de mí, contestaba deprisa y corriendo: "Ah y peras, peras Conferencia. Dos kilos por favor. Me encantan las peras Conferencia..." Además apostillaba.
Sería cínica... Y encima dos kilos que pedía, dos por si no era bastante uno. Dos kilos que me costaría Dios y ayuda comerme, dos kilos que me mirarían cada día desde el frutero para recordarme que era tonta, tonta de remate. ¿Para qué compraba yo peras? ¿Para qué? Si a mi no me gustaban nada, pero nada de nada. Si no me sobraba el dinero. Si verlas ahí, quietecitas en el frutero de casa, no hacía más que hundirme en la misería, disminuir mi autoestima, castigarme ¿Tonta, más qué tonta por qué haces eso? ¿Por qué? me decía mientras cogía una y sin ganas, sin ganas ninguna me la iba pelando despacio, y más despacio aún me la comía, sin apetecerme ni pizca. ¿Por qué?
Al final me tenía que contestar a mi misma, que era su apellido, eso era, me gustaba escucharme diciendo en voz alta: Peras Conferencia. Conferencia. ¿Qué absurdo no? Me gustaba decirlo: Peras Conferencia. Y no sabía por qué, por qué aquel apellido de la pera a mí me había robado la autoestima, la autoestima, la voluntad y el raciocinio.
Para al final irme siempre de la frutería, además de con los dos kilos de peras que no me gustaban, con la pregunta aún atragantándoseme, aún clavada en la garganta, esa pregunta que nunca me atrevía a formular al frutero, esa pregunta que yo quería hacerle para ver si él la sabía contestar, porque yo tenía esa curiosidad tan tonta, que podía haber preguntado a cualquiera, podía haber consultado en internet. Pero no, yo quería que fuera el frutero, ese frutero tan sabihondo y redicho, ese frutero quién me contestara. "Oiga frutero ¿Y usted sabe porque se les llama a estas peras: "Conferencia"?.
Pero sábado tras sábado no me atrevía, solo me atrevía a pedírselas, a decir su nombre en voz alta, a llevármelas a casa. "Ah y peras, peras Conferencia. Dos kilos por favor. Me encantan las peras Conferencia..." Y me llevaba un par de kilos, dos por si no fuera bastante uno, de peras Conferencia y la misma pregunta atravesándome la gárganta. Porque el frutero era un sabihondo redicho, pero yo era tonta, tonta de remate.
Sí lo confieso yo también, como la protagonista de la historia que quizás algún día continúe, quiero saber por qué se le llama a ese tipo de pera, el nombre de Conferencia.
¿Vosotros lo sabéis?
Pues por si acaso no es así, aquí os lo copio:
La pera Conferencia es con mucho la que más se cultiva en el noroeste de
Europa. Esta variedad se encontró en 1884. Se había convertido planta
de semillero por casualidad, a partir de la variedad Léon Leclerc de
Laval. El cultivador de esta variedad es Thomas Rivers, del pueblo
inglés de Sawbridgeworth. Esta variedad no recibió un nombre hasta 1895,
y se le puso finalmente el nombre de "Conferencia" con ocasión de la
Conferencia Nacional de Peras Británicas. La variedad obtuvo rápidamente
una posición importante en el cultivo de peras europeo.
¿Qué os parece? Se llama Conferencia porque la bautizaron en una conferencia... ¡Claro! Qué cosas...
¿Y os habéis fijado alguna vez en la cantidad de frases hechas que tenemos en español con las peras?
- Pedir peras al olmo: que se usa para explicar que en vano
se esperará de uno lo que naturalmente no puede provenir de su
educación, de su carácter o de su conducta.
-Poner a uno las peras a cuarto: estrecharle, obligándole a ejecutar o conceder lo que no quería.
- Partir Peras: Expresión confusa. Porque algunas personas opinan (entre ellas yo) que partir peras es romper una relación o enfadarse. Sin embargo la RAE opina que:
«Partir peras» es tratar a alguien con familiaridad y llaneza.
¿Vosotros qué opinais?
Pero ahí más expresiones hechas con la palabra pera:
- Ser la pera:
La expresión alude a la quinta acepción en el RAE del término pera. Dice así: renta o destino lucrativo o descansado.
Antiguamente se llamaba pera a la renta vitalicia, al puesto de trabajo asegurado y, en general, a la posición aventajada que permitía tener la vida resuelta. Algo realmente atractivo y deseable.
- Ser una perita en dulce
Una situación ventajosa, un rival débil, un chollo, una ganga, una mujer joven y hermosa… todo ello puede ser calificado de perita en dulce.
Desde antiguo, la pera confitada era considerada la más importante y característica de este tipo de golosinas.
Por el escarchado de azúcar que le confiere un aspecto cristalizado a su piel verde claro y que a algunos se les antoja una joya. Y por su rabillo embadurnado de cera roja que contrasta y llama la atención. La pera en dulce era la reina de las frutas confitadas: un objeto de deseo.
- Ser un pollo pera:
Se le llamaba al jovencito atildado, de futuro resuelto. Un tanto pretencioso y ridículo. Que llevaba loden y castellanos. Lo que hoy llamaríamos un "pijo".
Bueno ¿Alguno os acordais de alguna frase hecha que no hayamos recordado con la palabra "pera"?
Fuentes: