Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

lunes, 17 de junio de 2013

La crisis y sus palabras


Hoy quería hablar del lenguaje. Ya sabéis que en este blog abordamos muchas veces las distintas clases de lenguaje que existe. La riqueza que guarda.

Tenía pendiente con vosotros hablar de nuestro lenguaje actual. Más exactamente de la cantidad de palabras que utilizamos ahora que no usábamos hace cinco, ni diez años. Vamos, ni dos. Eran términos completamente desconocidos para nosotros, pero que nos dejado esta crisis.

Porque sí, la crisis, la maldita crisis, nos ha quitado muchas cosas pero resulta que nos dado muchas palabras nuevas.

En mayo, hace un mes, tuvo lugar un seminario que ha tratado sobre este tema. Me estoy refiriendo al Seminario Internacional de Lengua y Periodismo, que organizó la Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA) y la Fundación San Millán los días 16 y 17 de mayo.

Fue un seminario inaugurado por la princesa de Asturias y cuya lección inaugural corrió a cargo del catedrático de Metafísica y exministro de Educación Ángel Gabilondo.

En él se habló de todas estas palabras que quería yo dejaros aquí. Pero para no alargar demasiado esta entrada, solo me gustaría compartir con vosotros una muestra de ellas:

Términos directamente llegado desde la economía:

Prima de riesgo, deuda soberana, rating, recesión…

Otros creados en la actualidad como:

Mileurista, precariado, austericidio...

"Austericidio": Normalmente mal empleado porque se emplea para hacer referencia a la ‘muerte por austeridad’, cuando en realidad significa ‘muerte de la austeridad’.

Otros han ampliado su significado como:

- Deshaucio. Antes solo se aplicaba a los inquilinos y ahora también a los propietarios.
- Indignados: Como nombre de un colectivo
- Marea: Como un tipo de protesta.
- Acampada : Otro tipo de protesta

Y luego están los eufemismos, que se han hecho los Reyes del lenguaje de los políticos:

- Reformas o ajustes en lugar de recortes;
- Crecimiento negativo  en lugar de recesión.
- Devaluación competitiva de los salarios en lugar de bajadas salariales.
- Novedad tributaria o cambios en la ponderación fiscal en lugar de subida de impuestos.

Hay muchas más, ya lo sé. Pero son demasiadas para una entrada en el blog. Solo se trataba de recoger una muestra de ellas para tomar de nuevo conciencia de cómo cambia constantemente el lenguaje. De lo permeable que es. Es un tema interesante ¿verdad?


sábado, 15 de junio de 2013

"Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea" de Annabel Pitcher





"Mi hermana Rose vive sobre la repisa de la chimenea. bueno, al menos parte de ella- Tres de sus dedos, su codo derecho y su rótula están enterrados en una tumba de Londres. Mamá y papá tuvieron una discusión de las gordas cuando la policía encontró diez pedazos de su cuerpo. Mamá quería una tumba que pudiera visitar. Papá quería incinerarlos y esparcir las cenizas en el mar. en todo caso, es lo que me ha contado Jasmine. Ella se acuerda más que yo. Yo sólo tenía cinco años cuando ocurrió aquello. Jasmine tenía diez. Era la gemela de Rose. Y para mamá y papá, lo sigue siendo."


¿Cómo no leer un libro que comienza con éste párrafo?

Pues sí. El último libro que me he leído ha sido "Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea" de Annabel Pitcher.

Lo descubrí hace dos años en la Feria del Libro de Madrid. Sin embargo en esa ocasión no me lo compré. Ya llevaba yo preparadita mi lista de libros que quería, y no me dejé seducir por el título tan sugerente que tenía, por esa portada llamativa ni por la recomendación de una librera que le hacía mucha publicidad.

Sin embargo pasado un año en una ocasión en que iba a comprar unos libros para uno de mis hermanos le ví y me dije: ¡Anda si es éste libro! y entonces sí, entonces me quise hacer un regalo. Porque la verdad es que me ha gustado tanto, que ha sido un regalo.

Y eso que tuve que hacer dos intentos para leerlo. Está claro que hay un momento para cada libro. Y la primera vez que comencé a leerlo, no acabó de engancharme lo suficiente porque de pronto apareció otro en apariencia más entretenido y le abandoné para otra ocasión. Peeeero la segunda vez que lo cogí y seguí leyendo por dónde lo había dejado, recuerdo que era el capítulo 4, ya me robó totalmente la voluntad y no pude parar de leerlo hasta que lo devoré.

Cuánto me ha gustado, la verdad. Me ha gustado mucho. Qué agradables me han resultado los trayectos del metro en su compañía. Incluso había veces que hasta me molestaba haber llegado a mi estación porque tenía que dejar de leerlo y no podía seguir sabiendo de la vida de Jamie...

Pero bueno que me lío y ni os cuento de qué va. El argumento es el siguiente: Poco antes de cumplir diez años, el pequeño Jamie se va a vivir al norte de Londres con su padre separado, su hermana adolescente Jasmine y su gato Roger, para empezar desde cero. Han pasado cinco años desde la muerte de Rose, la gemela de Jasmine, en un atentado terrorista islámico en Londres. Sus padres no han conseguido superar el dolor y parece que Jasmine tampoco: se ha teñido el pelo de rosa, se ha hecho piercings y ha optado por no comer. La familia se ha venido abajo. Pero en todo ese tiempo Jamie no ha derramado una sola lágrima. Para él Rose, cuyas cenizas reposan en la repisa de la chimenea, no es más que un recuerdo lejano. Le interesan mucho más su gato Roger, la camiseta de Spiderman que le han regalado por su cumpleaños o que su padre no se entere de que se ha hecho amigo de una niña musulmana paquistaní.

El tema es la pérdida, ya veis. O mejor dicho, cómo se enfrenta una familia a esa pérdida de alguien querido por un atentado.

Los personas están muy bien perfilados. Los padres, la hermana Jasmine, Jamie, Sunya... Todos los personajes son absolutamente creíbles. Tanto los adultos como los niños están muy bien caracterizados.

La historia está ambientada en la actualidad, y en el norte de Londres.

Y está contada por el niño Jaime. Contada en primera persona desde su punto de vista infantil que está muy bien reflejado. La autora ha sabido ponerse muy bien en la piel de ese niño que te cuenta su vida con humor y pena. Sí, como la vida misma. Qué bien, creo, ha sabido reflejar la autora los sentimientos de ese niño.

Hay diálogos, pero todos escritos en estilo indirecto, desde su voz infantil.

¿Que más os puedo decir? Que es una novela que yo he leído con una sonrisa en los labios casi todo el tiempo. Una historia que te conmueve. Una historia emotiva y triste. Porque es el resultado en todos los miembros de una familia de un atentado brutal. Pero la autora consigue que te encariñes con su personaje principial, que quieras ir con él de la mano viviendo en su persona cómo va discurriendo su vida. Cómo ya os he dicho es una historia muy creíble, porque están muy bien perfilados todos los personajes: el niño, la adolescente y ambos padres que reaccionan de forma muy diferente.

Es una historia, desde mi opinión, muy bien llevada por la autora. No es un tema fácil el que propone, ni tampoco un narrador fácil, y sin embargo creo que sale de lo más airosa del doble reto. Es una historia original y emotiva. Y el final está muy bien, imaginado con mucha coherencia con respecto al resto del argumento y muy logrado.

Vamos, que desde luego yo os la recomiendo. Y si en el primer intento no os llena, dejadla, pero por favor, haced como yo, volver a ella, porque merece mucho la pena.


miércoles, 12 de junio de 2013

Javier Díaz Gil en la Televisión Educativa y Cultural Iberoamericana


07/06/2013. "El poema de la semana". 
Microespacio de TV dedicado a Javier Díaz Gil

 No os perdáis este pequeño vídeo que han hecho a mi maestro en literatura, y amigo en la vida, Javier Díaz Gil. 

La Televisión Educativa y Cultural Iberoamericana, que emite por Internet, le ha publicado un poema en su espacio "El poema de la semana". Se emitió el pasado 7 de junio de 2013.

Es muy cortito y está muy bien. Os dejo el enlace:

http://www.nciwebtv.tv/H5/index_video.php?i=9037



Hallazgo de la visión. 2000

XII.

Debería contarte
que amaneció
un día azul,
que los primeros
espejos
de la mañana
aún reflejaban tu imagen,
que en los charcos la lluvia
dejó olvidados
anoche
nuestros últimos besos,
o contarte que el viento
–perdida su inocencia–
se estremeció ligero
en tu cabello.
Pero el día gris no te trajo,
ni el viento,
ni siquiera la lluvia.




lunes, 10 de junio de 2013

"Entra en mi vida" de Clara Sánchez



Vamos a por otra reseña de libros que se me acumulan...

Hoy le toca el turno a "Entra en mi vida" de Clara Sánchez.

Éste es el segundo libro que leo de esta autora. El primero fue "Lo que esconde tu nombre" Premio Nadal de Novela en 2010, que me gustó más que éste de ahora, aunque ambos son bastante entretenidos. Del primero, de "Lo que esconde tu nombre" también tenéis reseña en este blog.

"Entra en mi vida" me ha gustado también, pero no tanto como aquel. Bien es cierto que ambos abordan temas que me interesan mucho. El primero, "Lo que esconde tu nombre", trata de la existencia de antiguos nazis en la costa del sur de España. Y éste tiene por tema la triste cuestión de los niños robados. La verdad es que Clara Sánchez elige temas importantes que suscitan bastante interés.

El argumento de esta novela es el siguiente: Cuando Verónica tiene diez años, descubre en la vieja cartera de su padre la fotografía de una niña que jamás ha visto antes, una foto escondida sobre la que se imagina que no debe preguntar. Al mismo tiempo intuye, por la tristeza que reflejan en ocasiones sus padres, que en su familia en algún momento ha ocurrido un triste episodio. De este modo llega hasta su adolescencia, cuando la enfermedad de la madre, le hace reaccionar y querer saber cual es el misterio que esconde la foto. Por otra parte, Laura siempre ha sentido que algo no encajaba en su familia.

La novela está ambientada en Madrid,en los años noventa. Es bastante actual.

La autora tiene un estilo pulcro, sencillo, directo. No se entretiene demasiado en explorar el lenguaje, o en decorarlo con figuras literarias, sino que es bastante sobrio y escueto. La forma de abordar el argumento es con la primera persona del singular, pero con dos voces. Se van alternando Verónica y Laura para contar sus vidas. Pero no hay posible pérdida para el lector porque, además de que son dos personajes muy bien perfilados cuyas características son muy diferentes, la autora titula cada capítulo incluyendo el nombre de la protagonista del mismo. Esta técnica narrativa de las dos voces ya la había utilizado en su novela anterior. En este caso, llega un momento en que los dos hilos argumentales, como es lógico por el tema, confluyen y entonces vemos algo de multiperspectivismo porque las dos protagonistas cuentan algunos incidentes comunes cada una desde su propia visión, desde su propia perspectiva, enriqueciendo mucho la narración.

La novela a mí me ha resultado entretenida, aunque creo que el final es predecible. No tiene intriga o tensión narrativa, porque se ve rápido por dónde van a ir los hilos argumentales de cada una de las protagonistas principales. Aunque también es cierto que es lo suficientemente entretenida, te engancha lo bastante, cómo para querer saber cómo se resolverá. Aunque yo creo que está más lograda la primera parte de la novela. Creo que el final es un poco precipitado, creo que las circunstancias que rodean al personaje de Laura cambian muy rápido. En esta segunda parte ha incluído más acción que en la primera, y parece que se embala un poco. La primera parte es más lenta, más reflexiva, tiene otro ritmo más pausado.

A mí es una novela que en general me ha gustado. No me ha encantado, pero está bien. Es una novela donde priman los personajes, los sentimientos, sobre la acción. Es entretenida y muy actual. Y desde luego invita a poner de nuevo sobre la mesa este tema tan espinoso y tremendo de los niños robados.


   
Título: Entra en mi vida
Autora: Clara Sánchez
Fecha de publicación: 20/03/2012
480 páginas
ISBN: 978-84-233-2517-7

sábado, 8 de junio de 2013

"Tengo que hablarte de las leyes de Newton..." Un relato de Rocío Díaz




Quería contaros que hoy me están dando un premio en Lérida, un premio por una carta de amor "El acantilado de tu ausencia". No he podido asistir, qué pena... lo he sentido un montón porque han sido bien majos conmigo los organizadores. Ya os dejaré este relato aquí cualquier día.

Peeero hoy os voy a dejar otro. Se trata de otra carta de amor, que no tiene nada que ver con la anterior, pero con la que me dieron el mes pasado el tercer premio en el XIII Certamen de Declaraciones de amor "Díme que me quieres" de Málaga.

Aquí os la dejo. A ver qué os parece:


Tengo que hablarte de las leyes de Newton…

 Rocío Díaz Gómez

Tengo que hablarte de las leyes de la dinámica. Tengo que hablarte de Newton. De por qué giran los planetas alrededor del sol. Tengo que hablarte de los principios matemáticos de la filosofía natural. De ti y de mí. De nuestra historia.

Pero ya ves que no sé ni cómo empezar…

Porque si yo fuera alguno de esos tíos de clase que babean tras tu paso, que tienen el cerebro entre las piernas... ¿Neuronas? ¿Qué es eso? Esos bichos aún no deben estar en su cuerpo... Si yo fuera uno de ellos, los que sí tendría, y muy revolucionados serían otros bichitos, muy distintos... Si yo fuera uno de esos tíos, no me andaría con explicaciones, ni te hablaría de Newton ni de nada parecido, sino que me haría pajas, eso es lo que haría... mientras pienso en ti. Que fuerte ¿verdad? Y te va a sonar ridículo, o más ridículo “si cabe” como diría la pija de Lengua, pero les pondría hasta tu nombre. Por supuesto, a las pajas. Ya sabes de esta fijación que tengo yo con las palabras. “Carolinas”. ¿Suena bien? ¿Qué no? Sí, sí, ríete. Porque seguro que ya estás riéndote. Siempre con esa alegría contagiosa que termina por hacerme reír a mí. Pero es cierto que me haría unas cuántas “Carolinas”, cientos, miles... que sé yo, sería incansable. ¿Qué quieres? Puestos a ser uno de ellos, sería tan básica como lo son ellos. No tendría más que imaginarte para, entre las sabanas, comenzar el ritual. Se lo he visto hacer más de mil veces a mi hermano. Te imaginaría en los vestuarios, después de gimnasia, cuando antes de ducharnos te quitas la cinta que llevas en el pelo, y se desparrama en un segundo tu melena sobre tus hombros… Imaginarte quitándote la camiseta, cuando te quedas en sujetador y tu piel húmeda brilla de sudor y sin querer y sin remedio llega hasta mí a oleadas tu perfume, tu olor… Si fuera uno de esos tíos de clase me bastaría solo eso para empezar a salivar como el perro de Pavlov, el del libro de filosofía… ¡Déjate de campanitas! Verte sudando, moviéndote, sonriendo, medio desnuda, eso sí que sería un buen reflejo condicionado… El mejor.

Pero yo no soy uno de esos tíos de clase, hartos de hacerse “Carolinas” a tu salud. No hay más que ver cómo te miran, y como se dan codazos cuando pasas corriendo. Para que veas, si son básicos. No soy uno de ellos, ni tampoco quiero hablar de filosofía, ni de Pavlov, ni de reflejos condicionados. No los necesito. Y porque no lo soy, yo de lo que tengo que hablarte es de Newton y sus leyes fundamentales de la dinámica. Esas, que entraron ayer en el examen y que yo, sin haberlas estudiado, he entendido tan bien, gracias a ti.

Déjame anda, déjame que te hable de la primera ley de Newton porque así empezó todo, así comenzó nuestra historia. Un objeto en reposo permanece en reposo y un objeto en movimiento, continuará en movimiento con una velocidad constante (constante en línea recta) a menos que experimente una fuerza externa neta. Esta es la ley de la inercia.

No es tan difícil de entender ¿verdad? Porque si tú no hubieras llegado nueva a nuestro Instituto. Tan cortada. A primera vista tan frágil. Si tú no hubieras entrado en clase aquella mañana. Sonriendo. Si mi apellido no empezara por la letra “z” y la tutora de este año no tuviera esa manía tan absurda de colocarnos por orden alfabético. Si a mi lado no hubiera quedado un hueco vacío en el último banco, que casualidad, tú no te habrías sentado cerca de mí. No hubiéramos empezado a hablar. Si los primeros exámenes no hubieran estado a la vuelta de la esquina y a ti no te hubieran entrado los agobios por tener los apuntes atrasados. Si no fueras tan buena estudiante. Si yo no hubiera ganado en la competición, entre los que te rodeaban, a tener la letra más clara. Si el camino a tu casa, no hubiera sido pasando por la mía, no habríamos empezado a marcharnos a la vez. A encontrarnos de camino. Si… si… si.

Si todas esas fuerzas extrañas no hubieran actuado sobre mí. Si no hubieran existido cada una de esas premisas que hizo que tu y yo coincidiéramos y nos empezáramos a tratar más, a hacernos casi inseparables, a pesar de la “z” de mi primer apellido y la “d” del tuyo, si la ley de la inercia no se cumpliera. 

Entonces mi cuerpo permanecería en reposo, o moviéndose a una velocidad constante siempre en línea paralela a ti. Sin juntarnos nunca. Porque se supone que además, así debe de ser. Porque ¿No has pensado alguna vez que quizá sea eso la amistad? Dos rectas, contenidas en un plano, que van en la misma dirección, dos rectas que no se cortan y cuyas parejas de puntos más próximos de ellas siempre guardan la misma distancia. Yo sí lo he pensado. No hago más que pensarlo últimamente. La amistad. Dos líneas paralelas. Eso tiene que ser. Piénsalo… te estoy hablando de rectas, y de parejas de puntos, y de distancias. ¿No es eso la amistad? ¿No somos así?

Pero estoy mezclando la matemática con la mecánica, empiezo a parecerme cada vez más a mi abuela que para contarte algo se remonta al origen del hombre… Pero créeme si te digo que aunque te dé esa sensación leyéndome, y empieces a pensar que el verano y los exámenes me están reblandeciendo el cerebro, todo tiene una explicación. Hasta que hable ahora de mi abuela, fíjate, por mucho que te extrañe… 

Porque créeme, si es que a estas alturas no piensas ya que me ha dado algo a la cabeza, o que me he dado un homenaje fin de curso a base de pirulas de colores... No. Te juro que no lo he hecho. Créeme si te cuento que nuestra historia comenzó por eso, porque la ley de la inercia nunca falla. Porque yo ya no tengo reposo, ni sigo un movimiento constante en línea recta, que yo lo que tengo es una agitación interna superior a la que se debe sentir en el océano minutos antes de producirse un maremoto. Porque he experimentado muchas fuerzas, muchas casualidades que te han traído hasta mí. Pero sobre todo porque he experimentado una fuerza distinta a todas, mejor que todas, la tuya.

Por eso nuestra historia ha evolucionado cómo ha evolucionado. Y por eso también, ahora tengo que hablarte de la segunda ley de Newton, o ley de la interacción y la fuerza. Decía el amigo Isaac, porque a estas alturas de la vida, seguro que no le importará que le tuteemos allá donde esté, puesto que le hemos convertido en improvisado narrador de esta historia, que “el cambio de movimiento es proporcional a la fuerza motriz impresa y ocurre según la línea recta a lo largo de la cual aquella fuerza se imprime”. 

¿No te das cuenta? Esta es la ley que cuenta nuestra interacción y tu fuerza. 

Este curso voy a sacar las mejores notas de mi vida. Ya lo sabes. Lo sabe toda la humanidad, bien que me he encargado yo de que lo sepan, solo me ha faltado decirlo por la megafonía del instituto, no lo vas a saber tú… Y cuando te digo esto te ríes, pero es la verdad más absoluta que existe. No me lo creo ni yo. Pero así es. Aunque también sé que el mérito no es solo mío. 

Ha sido muy fácil estudiar contigo. Compartir las clases, los apuntes, la vida en el instituto. Los madrugones y los agobios. Cualquier cosa te hace reír, y con tus risas aplastas mi pesimismo. Siempre ahí. Gracias a ti intento ver las cosas desde el otro lado, el lado en el que siempre salen bien. Sobre mi cabeza siempre amenaza tormenta, mientras sobre la tuya brilla un sol enorme que me calienta. Y eso hace que me sienta capaz, que me lo crea, que no solo voy a aprobar sino además lo haré con nota. Déjate de palabras mágicas como “mierda”. Somos mujeres ¿no? así que con un par de ovarios. Como hemos dicho tantas veces antes de entrar al examen. Y lo mejor de todo, es que luego me salía que te cagas de bien, de lujo. Qué pasada.  

Ha sido muy fácil estudiar contigo. Ha sido muy fácil subrayar, hacer los resúmenes, intentar comprender, y hasta memorizar. Ha sido muy fácil aprender compartiendo el sueño y las coca colas. Los bostezos se mezclaban con tus bromas, y esa forma extraña que tienes de buscar asociaciones donde no las hay para hacer que en el examen nos acordáramos… ¿No te das cuenta? Este curso voy a sacar las mejores notas de mi vida. Tu fuerza ha hecho posible este milagro, como ya predijo Newton hace muchísimos años. Que no sé que hacía este hombre mirando manzanas si hubiera ganado un pastón prediciendo el futuro...

Es cierto, aunque disimule, se ve que me estoy poniendo moña, hoy no hago más que decirte moñadas. Y si se las oyéramos a otra, inmediatamente las dos nos meteríamos los dedos en la boca y doblado el cuerpo y entre risas, simularíamos que esto es de vomitar de bien ridículo que parece todo lo que estoy diciendo. Lo sé. Claro que lo sé. Nunca había dicho tanto, hoy tengo incontinencia verbal. Y he dormido poco. Y sí, tengo muy frescos todos los temas del último examen, el de física. Física ¿No lo ves? Todo coincide... Y es cierto también, viene el verano, y nos iremos de vacaciones cada una por su lado, y te echaré de menos. Sí, todo eso es cierto, tan cierto como cada uno de los principios matemáticos de la filosofía natural. Y como más cierto aún es, que ellos cuentan nuestra historia. Esta historia que ya no sé si es de amistad o de qué es.


Y déjame que te hable ahora de la tercera ley de Newton, también conocida como Principio de acción y reacción. Si un cuerpo A ejerce una acción sobre otro cuerpo B, éste realiza sobre A otra acción igual y de sentido contrario.

Tú me has empujado a estudiar, a aprender, a sentirme mejor conmigo misma. Con tu compañía, con nuestra amistad. Pero nadie me advirtió lo que iba a pasar también. Lo pronto que me iba a acostumbrar a tí y a tus risas. Lo mucho que iba a disfrutar con ellas. Tanto, que no puedo evitar pensar desde donde me llegan. Desde tu piel, desde tu boca.

¿No ves lo que intento explicarte desde hace ya rato? Esta noche, la primera que después de muchos meses estudiando juntas, no estas aquí, te echo mucho de menos. Me faltan tus risas, claro. Pero también, y lo que es peor, me falta tu olor, el roce de tu piel pegada a la mía mientras me corregías los problemas de física, tu calor, tu boca cerca de mí.

¿No entiendes aún lo que trato de decirte? Me duele que no estés aquí. Pero me duele físicamente. Me duele dentro de la nariz, en las yemas de los dedos, en la superficie de toda mi piel. Me dueles en los labios y en la lengua, en la boca del estómago y entre las piernas. Y no lo soporto, no aguanto que se hayan acabado ya los exámenes y las clases y que tú no estés. Que cada vez vayamos a estar menos tiempo juntas.

Porque si yo fuera alguno de esos tíos de clase que babean tras tu paso, tras tu dulce y alegre paso... mientras pienso en ti, me haría “Carolinas”. Una, dos, tres, cientos, miles... No tendría más que imaginarte para, entre las sabanas, comenzar el ritual. Imaginarte sin camiseta, en sujetador, tu piel húmeda brillando de sudor, y sentir como, sin querer y sin remedio, llega hasta mí a oleadas tu perfume… Imaginarte a mi lado, al lado de tu amiga, estudiando. Tú alegre. Tú confiada. Y yo salivando como el perro de Pavlov.

¿Qué me ha pasado Carolina? ¿Qué me está pasando? ¿Qué mierda es ésta que siento? Que no entiendo, que me aturde, que palpita dentro de mí, que hierve. Y no sé cómo dominar.

Tantas veces hemos hablado de tíos. De cuánto nos gustaban. De lo que sentíamos. De hasta dónde llegábamos con ellos. Hasta donde querríamos llegar. Y me doy cuenta que ya no podría hacerlo. No podría escucharte tan tranquila, mientras me hablas del cachas de gimnasia o del gilipollas del Dani, el de cuarto de bachiller. No quiero oírte más. No podría hacerlo.

Tampoco puedo contarle esto a nadie. No sé que hacer con esto que siento que me puede, pero no puede ser. Tía que mi abuela diría que soy “libiana”... Ya te he dicho antes que te hablaría de ella... Este curso voy a sacar las mejores notas de mi vida, este curso que mi vida se ha vuelto un caos y un asco.

Y por eso, por todo eso, déjame que vuelva a la tercera ley de Newton. Principio de acción y reacción. Déjame que te cuente cuánto tenemos nosotras que ver con ella. Si un cuerpo A ejerce una acción sobre otro cuerpo B, éste realiza sobre A otra acción igual y de sentido contrario.

Cuando queremos dar un salto hacia arriba, empujamos el suelo para impulsarnos. Cuando estamos en una piscina y empujamos a alguien, nosotros también nos movemos en sentido contrario, aunque esa persona no nos empuje a nosotros. Cuando tu cuerpo A ejerce esa acción que he intentado explicarte sobre mi indefenso cuerpo B, mi frágil cuerpo B ejerce sobre el tuyo otra acción igual pero de sentido contrario. Tu cuerpo reacciona sobre el mío, y yo tengo que separarme de ti. Distanciarme. Y no lo digo yo. Lo dice la tercera ley de la dinámica de Newton.

Creo que por ahora es lo mejor. Y no solo lo creo, sino que sé que es lo peor. Porque quizás no te estés dando cuenta, pero además de ofrecerte mi confianza, te estoy ofreciendo mi miedo. Y eso es lo peor. Mi miedo. Que me puede y no sé qué hacer con él. Porque ya no seré capaz de ser tu amiga. Porque ya no es como debe ser una amistad: Dos rectas, contenidas en un plano, que van en la misma dirección, dos rectas que no se cortan y cuyas parejas de puntos más próximos de ellas siempre guardan la misma distancia. Yo ya no soy ni recta, ni contenida, ni estoy segura de poder guardar las distancias. ¿No lo ves? Creo que por mi parte esto ya no es solo una amistad.


Carolina. Mi Carolina. Mi alegre amiga. Por eso yo tenía que hablarte de la leyes de la dinámica. Tenía que hablarte de Newton. Y de por qué giran los planetas alrededor del sol. Porque el objeto más liviano está en órbita alrededor del más pesado, y el sol es el más pesado. Soy yo quién está girando a tu alrededor, soy yo la “libiana” y tú el sol, Carolina, aunque no lo sepas.

©Rocío Díaz Gómez


 


"Hiperrealismo 1967-2012" en el Thyssen - Bornemisza




Este fin de semana, el día 9 de junio, termina la exposición del Hiperrealismo 1967 - 2012 del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid.

Una exposición que por primera vez plantea una genealogía del Hiperrealismo desde los grandes maestros norteamericanos de la primera generación, como Richard Estes, John Baeder, Robert Bechtle, Tom Blackwell, Chuck Close o Robert Cottingham, a su continuidad en Europa y al impacto en pintores de generaciones posteriores, hasta la actualidad.

Si no habéis ido ya, y os interesa el tema, no os la perdáis.

A mí me gustó bastante.

Son 66 obras procedentes de diversos museos y colecciones particulares, y reúne a tres generaciones de artistas.

Os dejo aquí algunos de los cuadros que más me gustaron.