“Algo pasa en esta novela que hace imposible escribir otro libro, aunque Wallander no morirá”
Estas palabras las dijo Henning Mankell, autor sueco conocido en España sobre todo por su serie de novelas policíacas protagonizadas por el comisario Wallander, a propósito del último libro de la serie “El hombre inquieto”.
Confieso que soy una seguidora de Wallander. Me gusta devorar sus libros, sobre todo en verano, no se muy bien por qué, siempre me han parecido muy apropiadas para ese tiempo. Desde el primero que me leí me parecen muy entretenidos y me los acabo en un suspiro.
Me gusta además el personaje de Wallander. No llega a la altura de Lisbeth Salander, la heroína de “Los hombres que no amaban a las mujeres”, que al menos a mí me pareció mucho más profunda e interesante. Pero tiene un poso melancólico y entrañable al mismo tiempo que reflexivo que le vuelve muy humano. Es un inspector de policía en una pequeña población del sur de Suecia y mientras va resolviendo crímenes aparentemente sin explicación, se pasa la vida pensando que debería adelgazar, que debería tener unos horarios más regulares, que le gustaría trasladarse al campo, y está siempre preocupado por su relación con su hija, su exmujer y sus compañeros de trabajo, con los que apenas intima, además de tener un padre huraño y pintor que siempre hace cuadros con un mismo motivo: un urogallo.
Últimamente además he podido ver las minipelículas que se han hecho de este personaje, y creo que están bastante ajustadas a la historia original, además el actor escogido para ser Wallander, el actor Kenneth Branagh me parece un acierto porque sabe representar muy bien esa contención que tiene el personaje en todo momento, tanto en sus palabras como en sus emociones.
En este último de Henning Mankell, por fin Wallander se ha trasladado a vivir a una casita en el campo. Linda, su hija, tiene ya pareja y va a ser madre y él se pasa todo el libro dándole vueltas a la idea de que ya es mayor y está cercana su jubilación. Pero desaparece el suegro de su hija, un oficial de alto rango de la Marina sueca. Y aunque no es él el encargado de su investigación puesto que lo lleva la policía de Estocolmo, no puede evitar implicarse. Todo apunta a la época de la guerra fría, cuando varios submarinos soviéticos fueron acusados de violar territorio sueco.
Como todos las anteriores libros que me he leído de Henning Mankell “Un hombre inquieto” es muy ágil de leer. Y aunque el tema en sí, el de la guerra fría, no es uno de mis preferidos, me parecía tan entretenido como los demás. La novela empieza en 1983 cuando Olof Palme lee un informe acerca de la invasión del país por parte de un submarino soviético dos años antes…
Claro, ahora ya sé por qué probablemente esta será la última novela de Wallander. Y no es porque muera, porque no es así, ni porque se jubile… es por otra razón que se va dejando a ráfagas a lo largo del libro y que termina por definirse al final de éste. Es difícil terminar con un personaje al que has hecho protagonista de varias historias. Pero supongo que es cierto que el tiempo igual que pasa para los estamos al otro lado del libro, pasa también para los que viven dentro de él… Debe ser así.
Pobre Kurt… Fue lo que pensé cuando terminé la novela.
Estas palabras las dijo Henning Mankell, autor sueco conocido en España sobre todo por su serie de novelas policíacas protagonizadas por el comisario Wallander, a propósito del último libro de la serie “El hombre inquieto”.
Confieso que soy una seguidora de Wallander. Me gusta devorar sus libros, sobre todo en verano, no se muy bien por qué, siempre me han parecido muy apropiadas para ese tiempo. Desde el primero que me leí me parecen muy entretenidos y me los acabo en un suspiro.
Me gusta además el personaje de Wallander. No llega a la altura de Lisbeth Salander, la heroína de “Los hombres que no amaban a las mujeres”, que al menos a mí me pareció mucho más profunda e interesante. Pero tiene un poso melancólico y entrañable al mismo tiempo que reflexivo que le vuelve muy humano. Es un inspector de policía en una pequeña población del sur de Suecia y mientras va resolviendo crímenes aparentemente sin explicación, se pasa la vida pensando que debería adelgazar, que debería tener unos horarios más regulares, que le gustaría trasladarse al campo, y está siempre preocupado por su relación con su hija, su exmujer y sus compañeros de trabajo, con los que apenas intima, además de tener un padre huraño y pintor que siempre hace cuadros con un mismo motivo: un urogallo.
Últimamente además he podido ver las minipelículas que se han hecho de este personaje, y creo que están bastante ajustadas a la historia original, además el actor escogido para ser Wallander, el actor Kenneth Branagh me parece un acierto porque sabe representar muy bien esa contención que tiene el personaje en todo momento, tanto en sus palabras como en sus emociones.
En este último de Henning Mankell, por fin Wallander se ha trasladado a vivir a una casita en el campo. Linda, su hija, tiene ya pareja y va a ser madre y él se pasa todo el libro dándole vueltas a la idea de que ya es mayor y está cercana su jubilación. Pero desaparece el suegro de su hija, un oficial de alto rango de la Marina sueca. Y aunque no es él el encargado de su investigación puesto que lo lleva la policía de Estocolmo, no puede evitar implicarse. Todo apunta a la época de la guerra fría, cuando varios submarinos soviéticos fueron acusados de violar territorio sueco.
Como todos las anteriores libros que me he leído de Henning Mankell “Un hombre inquieto” es muy ágil de leer. Y aunque el tema en sí, el de la guerra fría, no es uno de mis preferidos, me parecía tan entretenido como los demás. La novela empieza en 1983 cuando Olof Palme lee un informe acerca de la invasión del país por parte de un submarino soviético dos años antes…
Claro, ahora ya sé por qué probablemente esta será la última novela de Wallander. Y no es porque muera, porque no es así, ni porque se jubile… es por otra razón que se va dejando a ráfagas a lo largo del libro y que termina por definirse al final de éste. Es difícil terminar con un personaje al que has hecho protagonista de varias historias. Pero supongo que es cierto que el tiempo igual que pasa para los estamos al otro lado del libro, pasa también para los que viven dentro de él… Debe ser así.
Pobre Kurt… Fue lo que pensé cuando terminé la novela.