Ya sabéis que de vez en cuando yo vuelvo a mis novelas de detectives. Me gustan mucho. Es la mejor forma de evadirse, a veces es tan necesario que te tengan ahí pilladas para volar lejos de lo cotidiano...
Entre ellas está la serie de Alicia Giménez Barlett de Petra Delicado. Ya me he leído unas cuántas, cuatro para ser exactos. Y en esta ocasión me dejé llevar por la quinta entrega de la saga: "Serpientes en el paraíso".
Bueno pues ahí he estado "viviendo" con Petra y con Fermín unos días. Aunque he de reconocer que no es de los libros suyos que más me han gustado...
En este caso el argumento es la resolución del asesinato de un abogado que aparece muerto en su piscina. Un crimen en una zona residencial. En esta ocasión ese es el espacio donde se desarrolla la acción a investigar: Una zona acomodada de casas unifamiliares con piscina y personal de servicio. Una urbanización tranquila, de anchas calles y apenas tiendas o bares con lo que necesitan estos detectives un buen café... Una zona donde aparentemente se respira sosiego y felicidad. Pero cómo dice el título: Hay serpientes en el paraíso... Por otra parte está la visita del Papa a Barcelona que se desarrolla casi al mismo tiempo y afecta al trabajo de nuestra inspectora, que por otra parte es atea.
El tema por tanto es que en todas partes puede haber infelicidad tras la aparente fachada de la felicidad. También en este caso se toca la soledad de las personas mayores, necesitadas de conversación, de compañía, de afecto... Casi de pasada se toca la cuestión de la raza gitana y sus tradiciones, o la tristeza de la enfermedad del alzheimer.
En este caso el argumento es la resolución del asesinato de un abogado que aparece muerto en su piscina. Un crimen en una zona residencial. En esta ocasión ese es el espacio donde se desarrolla la acción a investigar: Una zona acomodada de casas unifamiliares con piscina y personal de servicio. Una urbanización tranquila, de anchas calles y apenas tiendas o bares con lo que necesitan estos detectives un buen café... Una zona donde aparentemente se respira sosiego y felicidad. Pero cómo dice el título: Hay serpientes en el paraíso... Por otra parte está la visita del Papa a Barcelona que se desarrolla casi al mismo tiempo y afecta al trabajo de nuestra inspectora, que por otra parte es atea.
El tema por tanto es que en todas partes puede haber infelicidad tras la aparente fachada de la felicidad. También en este caso se toca la soledad de las personas mayores, necesitadas de conversación, de compañía, de afecto... Casi de pasada se toca la cuestión de la raza gitana y sus tradiciones, o la tristeza de la enfermedad del alzheimer.
Lo que más me gusta, por supuesto, son esos personajes protagonistas. Petra Delicado, la inspectora de policía de Barcelona, de cuarenta y pico años, descreída y "antitodo", con dos divorcios a cuestas, su casita en Poblenou y un carácter contradictorio, unas veces más dura y otras más blanda (Petra Delicado, cómo su propio nombre indica).
"Las mujeres no tenemos remedio, pensé, al final caemos en tópicos más mugrientos: la desdichada que se enamora del hombre casado al que nunca podrá tener. ¡Demonios, puede que hubiésemos conseguido la liberación, pero no habíamos avanzado nada en nuestra vida sentimental! Rosa había fundado una fábrica, la había hecho cotizar en bolsa, ¿No podría complementar la decadencia de su matrimonio con algún que otro ligue intrascendente? Pues no, ahí se encontraba, empantanada en una tragedia del corazón que a nuestras tatarabuelas ya les habría resultado familiar. ¡Al carajo! Esperaba ser hombre en mi próxima reencarnación, o mejor serpiente o mandril, cualquier bicho antes que otra mala copia de la Regenta, Ana Karenina o Madame Bovary. ...
Y con ella trabajando el subinspector Fermín Garzón, su contrapunto. Policía más tradicional, viudo, al que no le gusta tanto la soledad como a Petra, con mucho sentido común y de buena pasta.
La verdad es que me gustan mucho éstos personajes y cómo se relacionan, es de lo que más me gusta de sus aventuras. Tienen diálogos de lo más entretenido, alternándolos con el humor que gasten ese día.
Me gusta la forma de narrar de esta autora en ésta serie, imprimiendo a la narración un tono distendido, a menudo irónico e incluso sarcástico. Tanto en los diálogos, que me parecen muy conseguidos, esa "esgrima verbal" que utilizan los personajes, como cuando usa el monólogo interior de Petra. Es un lenguaje ágil, que imprime ritmo a la narración.
Esos ratos de cervezas y raciones en La Jarra de Oro que traen el género detectivesco a casa, me hace gracia. Es una prosa sencilla, efectiva.
Normalmente también me parecen interesantes sus casos. Aunque cómo ya os comentaba en ésta ocasión quizás me ha gustado algo menos, "el asesino" me parecía un poco evidente y sentía que era un poco lento en la resolución. Aún así, lo he disfrutado, la verdad. Solo por asomarse a las vidas de los personajes principales merece la pena su lectura.