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martes, 4 de abril de 2023

La Estación de metro de Chamberí de Madrid

 


A veces ocurren carambolas y, de pronto, ves fila en un lugar donde intentaste entrar otras veces. No es raro, en Madrid hay muuuuuuchas filas, pero es lunes y tú habías visto que solo se abría los fines de semana, así que, como eres carne de "visita guiada", preguntas si se puede entrar... Y te responden con otra pregunta: "¿Teneis entrada?" "Pues no". Y piensas "Nada que esta vez tampoco entramos". Sin embargo te contestan. "Esperad cinco minutos ahí". "¡Toma!". Y al cabo de los cinco minutos prometidos nos permiten entrar y unirnos a una visita guiada que no sabes ni de dónde vinieron pero ¡ay! qué oportunamente cayeron del cielo éstos un lunes. Total que os quedais tan contentos porque a veces ocurren carambolas. Y ¡habemus visita guiada! de la Estación de Metro de Chamberí.

La primera línea de metro de España fue la de Sol-Cuatro Caminos, la línea 1, y la inauguró el Rey Alfonso XIII en el año 1919. Entonces tenía solo 8 estaciónes, los trenes eran de cuatro vagones y no llegaba a cuatro kilómetros su recorrido.  Claro, en metro tardabas diez minutos en el mismo trayecto que en tranvía era casi media hora, con lo cual dió comienzo el principio del fin del tranvía. 

Pasados cuarenta años, en los años 60 había subido mucho la afluencia al metro. La línea 1 se quedaba pequeña, y ampliaron el número de estaciones. También se plantearon la reforma de las estaciones para que pudieran caber metros de seis vagones, en vez de cuatro. Pero, por otra parte la estación de Chamberí estaba muy cerca de las de sus lados, la de Iglesia y la de Bilbao. Y si se hacían más grandes, todavía más cerca iban a estar. Así que se decidió que no merecía la pena tanta inversión, cuando se hacía en un paseíto el recorrido. Y la pobre sacrificada fue la estación de Chamberí que se decidió clausurar. 

Era el mes de mayo de 1966 y así se quedó.

Visitarla ahora, pasado el tiempo, es volver al metro de los 60, volver a ver el diseño que hizo Antonio Palacios (el mismo que diseñó el edificio de Correos o Ayuntamiento de Madrid, el del Instituto Cervantes, o Círculo de Bellas Artes). Es contemplar esas estaciones recubiertas de azulejos blancos, y azulejos sevillanos alrededor de los grandes carteles publicitarios también de cerámica. Esos carteles grandes que se crearon en los años 20 y ahí continúan. El lucernario para que entrara la luz en el techo, las taquillas de entonces, los planos del metro en las paredes, las papeleras donde había que tirar los billetes usados, la manta del jefe de estación para cuando alguien se cayera a la vía...

Yo ya había estado, pero mis sobrinas no, aunque lo habíamos intentado varias veces. 

Qué bien sienta cuando la vida te tiene reservadas estas gratas sorpresas.