A mí me gustan mucho los principios.
Los principios de cualquier historia, cualquier momento, cualquier cosa. Porque entonces es cuando todo puede ocurrir, todo, absolutamente todo.
Un universo está por inventar.
Un universo está por inventar.
Y después, mucho tiempo después, con solo evocar ese principio sonreirás.
¿Recordais estos principios?
El amor en los tiempos del cólera de Gabriel García Márquez
Era inevitable: El olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados.
Don Quijote de la Mancha, de Cervantes.
“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha
mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga
antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que
carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados,
lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos,
consumían las tres partes de su hacienda..."
Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez.
“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel
Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre
lo llevó a conocer el hielo.”
La metamorfosis, de Franz Kafka.
“Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño
intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso
insecto.”
Lolita, de Vladimir Nabokov.
“Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía.
Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar
abajo hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.
Li. Ta.”
Historia de dos ciudades, de Charles Dickens.
“Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de
la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la
incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la
esperanza y el invierno de la desesperación.
La regenta, de Leopoldo Alas Clarín.
“La heroica ciudad dormía la siesta. El viento sur, caliente y
perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr
hacia el Norte.”
Moby Dick, de Herman Melville.
“Llamadme Ismael. Hace unos años -no importa cuánto hace
exactamente-, teniendo poco o ningún dinero en el bolsillo, y nada en
particular que me interesara en tierra, pensé que me iría a navegar un
poco por ahí, para ver la parte acuática del mundo.”
Rayuela, de Julio Cortázar.
¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme,
viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas
la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las
formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces
andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro,
inclinada sobre el agua.
El extranjero, de Camus
Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del
asilo: “Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias”. Pero
no quiere decir nada. Quizá haya sido ayer.
La familia de Pascual Duarte, de Cela
Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo.
El pájaro espino de Collen Mcullough
Hay una leyendo sobre un pájaro que canta solo una vez en su vida, y lo hace más dulcemente que cualquier otra criatura sobre la faz de la tierra.
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