Y en la entrada pasada os hablaba de mi último premio y en ésta os quería hablar del penúltimo. Porque se me ha ido pasando todo el verano y yo se lo debía a la Asociación Vecinal de Pardinyes en Lleida que consideraron en junio que el premio a la carta de amor en castellano de la 21 edición del premio literario Cartas de Desamor debía ser para mi carta titulada "El acantilado de tu ausencia".
En este certamen hay dos modalidades de premio, para una carta en catalán y otra en castellano.
Fue una lástima que yo no pudiera asistir a la entrega de premios porque justo salía de viaje. Pero quería decir que fueron muy amables conmigo, mucho. Y aún no asistiendo no tuve ningún problema para recibir no solo el premio, sino también los recortes de los periódicos, el diploma y varios libros donde se han recopilado cartas ganadoras de otros años. Quería agradecérselo especialmente a Maite Alarcón.
Ha pasado todo el verano y todavía no había colgado la carta premiada. Aquí la tenéis.
El acantilado de tu ausencia
Querido,
Otra vez te he visto esta mañana. Lo que
hubiera dado por acercar mi nariz hasta ti, y llenarme de tu olor, lo que
hubiera dado por pasear mi lengua por tu conocida piel, lo que hubiera dado por
degustarte despacio, como tú te mereces, muy despacio.
Pero una vez más, te he rechazado. He
obligado a mi mirada a volverse a otro lado, ignorando tu presencia, he
escogido frutas que pretendían ser dulces, queriendo sustituirte, y hasta he intentado
disfrutar con ansia de su zumo y su lisa piel, queriendo olvidar la tuya,
rugosa y entrañable. Todo ello como tributo a mi firme determinación de
alejarme de ti.
Verdugo y víctima soy de tu sabor. Porque
tengo que confesarte, que mientras te negaba mi mirada, mi voz, mi boca,
mientras mi cuerpo te negaba de esas tres formas, millones de síes mayúsculos y
mudos mordían con crueldad la boca de mi estómago.
Cada mañana la batalla comienza de nuevo entre
tú y yo. Me esperas, como un mártir que soportará un día más mi desplante. Me
esperas, sí, a dos pasos de donde yo voy a estar, tan cerca, mi amor, que si estirara
mi mano podría tocarte. Pero no sabes con qué sufrimiento me aguanto las ganas
hasta de mirarte. Y tú, que pareces implorarme con tu presencia dulce y leal
que te elija, quedándote el último de la fila, uniformado con tu ropa de
mezclilla, tu chaqueta ocre y crujiente, sin abandonar esa postura marcial de brazos
al frente. Como pidiéndome que te coja, que nos fundamos en un solo sabor, mi
saliva, tu carne.
Cada mañana la batalla comienza de nuevo
entre tú y yo. Tú aguantando estoicamente mi sobreactuada indiferencia. Yo
sintiendo que mi estómago se contrae con ese dolor tan conocido que no es más
que el acantilado de tu ausencia dentro de mí. Y vuelvo a negarte un rincón en
mi vida.
Cómo decirte que aunque yo no quiera ni verte,
te deseo como no he deseado otro cuerpo en toda mi vida. Cómo decirte, aunque
ya mi razón haya convencido a mi corazón de que puedo vivir sin ti, aunque ya
mi razón me haya convencido de que tu amor engorda mis problemas, mis curvas y
adelgaza mi autoestima, como decirte que mi boca se hace agua de lágrimas
cuando ese olor tan dulce, tan inconfundible por ser el tuyo, tan pegado para siempre a mi memoria y mis
entrañas, llega cada mañana hasta mí.
Y tan desesperada estoy que me muero de
ganas por besar las bocas que te han besado, buscando en ellas las migas y el
sabor que dejó atrás tu paso dulce.
Pero reprimiendo mis ganas de rendirme
ante ti, mis ganas de escogerte sobre el mundo entero, sí, cuando me preguntan:
¿Y para acompañar el café…? me tomo mi tiempo para contestar y trago saliva. Y
me escuecen en el alma mis ganas de jugar contigo y la mantequilla, me arañan
por dentro lascivos instintos que te pringarían todo entero de mermelada, para
después lamerte y lamerte, dejando resbalar traviesa mi lengua por cada arruga,
cada hueco que hallara en ti. Sí. Trago saliva.
Y al final reúno el valor de los suicidas
para contestar despacio y bien claro “Para acompañar el café, dos piezas de
fruta, sí”. Y otra vez un afilado escalofrío de pérdida me atraviesa hiriéndome
de muerte, sí, porque me muero de ganas de gritar: “Para acompañar al café, por
favor, este enorme y crujiente cruasán a la plancha”.
Mi querido, querido cruasán.
ãRocío Díaz Gómez
Bueno, cómo me has engañado. Yo aquí imaginando escenas supereróticas, de pasión sin límite y tu pensando en cruasanes. Magnífico, te mereces el premio. Déjate llevar, cómetelo a grandes bocados.
ResponderEliminarRocío, yo quiero ser como tú... No te haces a la idea de lo que me alegro, enhorabuena por este premio y por esa carta de amor en la que nos has engañado un poquito.
ResponderEliminarFelicidades, guapísima.
Un beso muy grande.
Perfecto, Rocío!! Lo he leído dos veces, la primera deleitándome con esa sensualidad tan delicada (es de las cosas más poéticas que te he leído), y la segunda, ya conocida la identidad de tu enamorado, de un modo más divertido, admirando la manera en que has mezclado lo que era y lo que parecía ser...
ResponderEliminarEnhorabuena y gracias por compartirlo. No, mejor aún, gracias por escribir.
Un admirador
Bravoooooooo ! un amor precioso para acompañar una tarde lluviosa !
ResponderEliminarUn abrazo .
Ibèria.
PD Si otra ves te encuentras en la situación de no poder recoger un premio en Catalunya, acuerdate de mi, que puedo ir delegada i lo haria con muchísssisimo gusto !! !!!!
Porfa, substituir la i por y.
ResponderEliminarGracias !
Me encanta el morbo que creas y en el que te recreas para engañarnos. Y me encanta también tu pasión por los cruasán. Ya recuerdo tu relato del certamen de mujeres donde también aparecía. Eres genial. Un beso grande.
ResponderEliminarhttp://lecturaalahoradelte.blogspot.com.es/
ResponderEliminar(Se me había olvidado)
Muchísimas gracias a todos por vuestros agradables comentarios. Me alegro mucho de que os haya gustado. Yo me divertí mucho escribiéndolo y además luego me reportó la ilusión de que le reconocieran en el certamen de Lleida. Que sí Iberia, es cierto, me acordaré de ti si tengo la suerte de que me vuelven a premiar en Cataluña y no puedo ir. Aunque siempre que puedo voy, porque éstas cosas se viven mucho asistiendo. Y es la mejor forma de viajar. De verdad que muchas gracias a todos por leerme, gracias, gracias. Un beso grande, Rocío
ResponderEliminarTe leía esperando una sorpresa después de tanto relamerme pensando en "aquel" que tanto vacío te creaba y, sólo habiendo compartido contigo merienditas de café y bollos he comprendido y sonreido con complicidad al descubrir a tu cruasán.No me extraña que ganaras, está fenomenal!!Enhorabuena!
ResponderEliminarMuchas gracias Paloma!!! Me alegro mucho de que te haya gustado. Un beeeso
ResponderEliminarMe encanta Ro. Esta fenomenal. Premio merecido, por supuesto, como siempre. Un beso
ResponderEliminarYolanda qué bien que te haya gustado. Muuuchas gracias amiga por leerme. Un beso bien grande mañica, Rocío
ResponderEliminarHola Rocío,
ResponderEliminartoda una alegría releer la joya que ganó el certamen literario de cartas de desamor el año pasado.
Eres muy generosa con tus palabras y te voy siguiendo.
Un abrazo muy fuerte!
Ay Maite qué alegría saber de ti. Y ya te digo yo que no, que no he sido más generosa de lo que vosotros merecíais, eso desde luego. Muchísimas gracias por seguir ahí y por decírmelo, de verdad que me ha alegrado mucho leerte. Un beso bien grande
ResponderEliminarEstupendo relato, consigue engañar hasta el final
ResponderEliminarMuchas gracias!! Me alegro de que te haya llegado. Un saludo
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