Por si acaso no lo habéis leído, tenéis que leer el artículo de Javier Marías que salió en el periodico El País este último domingo. 
Va sobre el lenguaje que se utiliza hoy en día. A mí me ha gustado mucho, qué bien escribe este hombre...
JAVIER MARÍAS LA ZONA FANTASMA
Tacañería y tosquedad y pereza
    JAVIER MARÍAS 24/07/2011             
            Creo haberlo contado alguna vez: cuando mis hermanos y yo  éramos adolescentes, teníamos la tendencia a contestar a mis padres con  monosílabos o poco más (reconozco que yo me llevaba la palma), como por  otra parte es y ha sido propio de casi todos los chicos en la edad  ingrata. No era sólo que no quisiéramos dar parte de nuestras andanzas  (ya saben: "¿Dónde vas?" "Por ahí". "¿De dónde vienes?" "De por ahí"),  sino que nos cansaba y aburría dar respuestas articuladas, así que las  reducíamos a "Bueno", "Vale", "Ya", "Que sí" o incluso a algún gruñido. Y  recuerdo que mi madre, ante tanta desgana, nos reprochaba: "No seáis  tacaños con la lengua, por favor. Es lo último. No seáis perezosos con  las palabras; ni que hablar bien costara dinero". La pobre tenía la  batalla perdida en aquella época, porque, en efecto, a esa edad los  chicos no sólo se convierten en holgazanes, sino que sienten que está  mal visto entre sus compañeros expresarse con propiedad, hacer uso de un  vocabulario preciso y amplio, y, aunque estén en posesión de él,  prescinden avergonzados, no los vayan a tomar por redichos o raros. En  la adolescencia el temor a la manada es enorme, hay pánico a ser  rechazado. Por eso los quinceañeros suelen ir vestidos igual, se  aficionan obedientemente a las mismas cosas, utilizan los mismos giros y  abrazan una especie de dialecto limitado, todo con el solo propósito de  que los demás oigan su grito: "Eh, ¿no veis que soy de los vuestros?"  En lo que se refiere a la lengua, se retrocede voluntariamente a una  fase cuasi gutural, inarticulada.
"Cada vez hay más gente adulta a la que le da reparo comunicarse  con claridad y exactitud
Por lo general esa fase terminaba al cabo de unos años. Hoy ya no es  así, y constituye una prueba más de la infantilización inducida o  deliberada del mundo. Cada vez hay más gente adulta a la que le da  reparo mostrar un buen dominio de la lengua, hacer gala de un léxico  rico, comunicarse con claridad y exactitud, lo cual lleva rápidamente a  que dé lo mismo lo que se diga, con el pretexto de que en todo  caso "se me ha entendido". También se entendían en lo fundamental los  prehistóricos que carecían de lenguaje. El desarrollo y  perfeccionamiento de éste, su progresiva sutileza, han sido sin embargo  el mayor logro de la humanidad, al que los actuales humanos -por lo  menos los españoles- parecen deseosísimos de renunciar. Hasta el punto  de que leí hace poco en una novela: "Fue incapaz de gesticular palabra".  No sé si era un escritor al que le sonaba "-ticular" para esa expresión  y tanto le daba el verbo que eligió como "articular", o bien uno ya  convencido de que, a este paso, las palabras serán pronto sustituidas  por los gestos y las señas, regresándose así a la noche de los tiempos.
Una  de las más claras muestras del deterioro de nuestra lengua es el  desconocimiento existente -entre políticos, periodistas, locutores de  telediarios, a los que se presupone cierta formación- de los verbos específicos  de cada cosa. Por algo los hay, pero están cada vez más barridos  del habla de nuestros contemporáneos. De la misma manera que un gato no  ladra ni un perro maúlla, que un elefante no croa ni una rana barrita,  hay sustantivos que necesitan un verbo determinado. Hoy, "dar" o sobre  todo "hacer" valen para todo. En español nunca se "da" un discurso, como  se hartan de decir en las noticias (en inglés sí, y probablemente de  ahí viene la plaga, de los millares de traductores pésimos en activo),  sino que se pronuncia, o coloquialmente se suelta o se larga. La  corresponsal de TVE en Londres se quedó tan ancha tras comunicarnos que  "Cameron ha hecho un mea culpa". ¿Ha hecho? Un mea culpa se  entona, o si acaso se expresa, pero jamás "se hace". He oído que  alguien "había hecho un buen polvo" (por "echado", se sobreentiende), y  pedir -posible catalanismo, en este caso-: "Anda, hazme un beso". Hay  una serie de verbos absurdos que se utilizan para todo y que han  eliminado a otros mejores. Todo el mundo hoy "traslada" lo que sea, su  malestar, su opinión, su postura, sus condolencias, un mensaje, cuando  ese verbo, justamente, implica más bien un desplazamiento físico. Nadie  comunica, ni transmite, ni hace partícipe, sino que sin cesar  "traslada". Otro tanto ocurre con "compartir": "Comparte con nosotros tu  experiencia", en vez de "Cuéntanosla"; o "No comparto el veredicto", en  vez de "No lo apruebo" o "No estoy de acuerdo". Lo de "escuchar" por  "oír" (esa catetada) ya clama al cielo. Cuando a Bisbal se le quebró la  voz en un concierto, la locutora dijo que "Se vino literalmente abajo", y  yo no lo vi por los suelos. Hay más ejemplos; hasta "Se quedó  literalmente muerto" he oído. ¿Qué creerán que significa "literalmente"?  Todo se mezcla: una redactora de TVE afirmó que tal ciclista "conoce  los Alpes como anillo al dedo", luego supongo que a ella un regalo  oportuno "le vendrá como la palma de su mano". Escritoras renombradas  confunde "éste" con "aquél". Y en el programa único de Tele 5 apareció  en pantalla esta pregunta para los espectadores: "¿El servicio ha  actuado de chivo expiatorio?" Se referían a los criados de alguien, que  por lo visto se habían dedicado a espiar, que no a expiar, al  señorito, y sin disfrazarse de cabras. Lejos aquellos tiempos en que,  como me recordaba hace poco Antonio Gasset, la gente se escandalizaba de  que el Doctor Cabeza, Presidente del Atleti, reaccionara indignado ante  la pregunta: "¿Se considera un chivo expiatorio?" "Alto ahí", contestó  el médico. "Por ahí no paso, por que me llame chivo". ¿Cómo va a  escandalizarse hoy nadie, si imperan la tacañería, la tosquedad y la  pereza lingüísticas que nos reprochaba nuestra pobre madre cuando nos  tocó ser mastuerzos? El mundo pertenece hoy a éstos, sólo que son  adultos.

Saludos para Rocío y sus lectores.
ResponderEliminarEstos días estoy leyendo su novela "Los enamoramientos", y Javier Marías tiene tanto dominio del lenguaje que su forma de escribir intimida un poco. Uno se da cuenta de lo mucho que le queda por aprender.
Totalmente de acuerdo con su artículo. A veces da la sensación de que por el mero hecho de escribir a través de facebook, por ejemplo, ya puedes hacerlo de cualquier manera.
Creo que deberíamos esforzarnos un poco más en expresarnos correctamente, aunque me temo que la tendencia no va precisamente por ahí...
Buenas tardes a todos.
Tienes toda la razón. Y entonces según lo que dices pues yo me tendré que leer "Los enamoramientos" ¿no? Porque seguro que está bien, con Javier Marías uno no falla. Muchas gracias Iñaki, por seguir cerca. Gracias. Un beso, Rocío
ResponderEliminarGracias a ti por tu dedicación. Últimamente he tomado la costumbre de hacerte una visita antes de apagar mi ordenador en la oficina. Después de tanto número (sobre todo este mes de julio) leer tus comentarios me ayuda a desconectar.
ResponderEliminarA mí me está gustando el libro (aunque el título de "los enamoramientos" es algo engañoso), pero quedamos en que primero te tocaba leer "Juegos de la edad tardía" ¿no? Es broma Rocío,ojalá todos tuviéramos el tiempo necesario para poder leer aquello que nos recomiendan ¿verdad?
Un beso para ti, y gracias de nuevo.
Sí todo aquello que nos recomiendan o nos recomendamos... Yo siempre tengo fila de libros esperándome, pero es que en el fondo me gusta, me gusta ver ese montoncito, promesa de buenos ratos... Un beso, Rocío
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