Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

viernes, 8 de febrero de 2019

El abuelo Emiliano y la vida



El abuelo Emiliano me invitaba a comer algunos sábados, y siempre me preparaba chuletitas de cordero lechal "muy hechas", porque sabía que me encantan.

Cuando llegaba a su casa, le encontraba agachado sobre el fogón trajinando afanoso, con un paño de cocina en el hombro como un orgulloso chef, porque no solo ya sabía cocinarse algunos platos sino que hasta podía invitar. "Si me viera tu abuela..." me decía mientras poníamos la mesa, porque mi madre le había enseñado a defenderse entre los pucheros, después de morir ella.

El abuelo Emiliano dejó de invitarme a comer cuando de pronto mi madre enfermó. Como una pieza de dominó que va empujando a las demás, todos en casa sufrimos aquel revés, aquella enfermedad que dió vuelta a nuestra vida como a un calcetín dejándonos a la intemperie. Incluso él, que se sintió tan vulnerable, tan acobardado, tan necesitado no sé si de cuidados o compañía, que quiso venir a vivir también con nosotros, él que tanto se había resistido. A partir de ese momento vivió muy deprisa el tiempo que le quedaba por vivir, y en apenas unos meses aquella Navidad nos dejó.

El abuelo Emiliano hoy, 8 de febrero, hubiera cumplido 107 años.

Con su gorra y su bastón, y bien derecho, habría comprado en la pastelería de siempre, una tarta de nata y almendras para celebrarlo.

Y en algún momento después de un par de refranes, también como siempre, el abuelo Emiliano habría dicho: "La vida es maravillosa".


Rocío Díaz

lunes, 4 de febrero de 2019

"Puerto Street Art". Puerto de la Cruz. Murales

Si puedes soñarlo puedes crearlo de Juliana Serrano

Los domingos por la mañana del invierno, si hacía sol, me escapaba hasta el Puerto de la Cruz.

Un rato tomaba el sol en su playa de arenas negras, y al siguiente me refrescaba paseando por las estrechas calles del antiguo barrio de los pescadores (La Ranilla) donde los murales salpicaban las viejas paredes encaladas.

Me encantaba redescubrirlos a la vuelta de cualquier esquina, o mirar a lo lejos y encontrarme con cualquier otro alegrando alguna fachada.

No me cansaba de verlos. Unos más surrealistas, otros más realistas, unos con motivos aborígenes, otros con autorretratos, motivos mágicos, recuerdos o jirones de sueños.

Era como pasear un Museo al Aire Libre.

Museo y aire libre, qué mejor combinación.



Urban Warriors, de Pichi&Avo
Ritual, de Sabotaje al montaje

La rebelión de los soñadores, de Sebas Velasco

La fuerza está en las raíces, de Sex, el niño de las pinturas

"Navíos volátiles de Feoflip"

Anfora voladora by Liken


Roa

#Puerto de la Cruz
#Tenerife
#Murales

viernes, 1 de febrero de 2019

La Casa del Agua en Los Realejos (Tenerife)




Él tenía alma de investigador y yo, ya estaba herida por las palabras.

Nos conocimos de chavales, en aquella isla en la que el tiempo estaba aún más loco que nosotros y según la recorrieras tan pronto te zarandeaba el viento como te llovía o te apremiaba con su calor a ir quitándote capas. Nos hicimos amigos en aquella isla de playas de arena negra y un enorme volcán que, a diferencia de otros, velaba sobre un mar de nubes nuestro ir y venir de pequeños mortales. 

Un día mi amigo me propuso ir a bañarnos a la cala de la Fajana, una playa virgen de arenas oscuras y frondosa vegetación. Sabía cuánto me gustaba el mar, sabía que me encantaría la idea de conocer otro pequeño paraíso de olas y sal. Y le dije que sí. Lo que yo no sabía es que en realidad quería mostrarme La casa del agua. Unas ruinas que se alzaban en lo alto de un acantilado, frente al mar, desafiando al tiempo y a la erosión. 

No la llamó La Gordejuela como después sabría que también se llamaba, no, la llamó La casa del agua porque sabía que con ese nombre tan literario yo, herida sin remedio por la magia de las palabras, le prestaría más atención. 

Nos encantaban las ruinas. A él porque le empujaban a investigar su origen y su historia, a mí porque despertaban mi imaginación y podía inventar dentro de ellas personajes entrañables envueltos en historias inolvidables.

Yo te cuento la verdad que he descubierto y después tú te inventas lo que quieras ¿vale? me dijo.

Y yo asentí.



Dicen que la estación de bombeo de La Gordejuela, o La casa del agua, fue toda una revolución en la Isla cuando se contruyó. Era una construcción complicada por dos cuestiones, por un lado el terreno formado por acantilados originados por las diferentes coladas y por otro porque dentro de ella se instalaría la primera máquina a vapor de la isla.

La familia Hamilton tenía una empresa comercial que en 1898 constituyó la Sociedad de Aguas de la Gordejuela. Entre los años 1904 y 1906 construyó la estación de bombeo de la que solo queda la parte de abajo, que es lo que se ve en el acantilado de la Rambla de Castro en el término de Los Realejos.

La estación en un principio tenía dos partes. En la parte superior había un almacén, la casa de los medianeros, y otra casa con una chimenea de 50 metros de altura, donde estaba la máquina de vapor, que generaba la energía para que funcionaran las bombas. En la parte inferior estaba el edificio cuyas ruinas aún se conservan, y que tenía cinco niveles, y se elevaba sobre el acantilado. Entre ambas las escaleras que las comunicaban ascendiendo haciendo eses por el acantilado.

Su objetivo era utilizar las aguas de los manantiales de Gordejuela para elevarlas y así llevarlas hasta las zonas de cultivo del platano en los terrenos de Realejo de Arriba y Realejo de Abajo, que en aquel entonces eran dos municipios diferentes.

Dicen que la construcción de la estación de bombeo les costó lo que ahora llamariamos "una millonada". Exactamente fue eso, una inversión de un millón de las antiguas pesetas. Toda una señora inversión. Las obras terminaron en 1907.





Yo te cuento la verdad que he descubierto y después tú te inventas lo que quieras ¿vale? me dijo.

Y yo asentí.






#Tenerife
#La casa del agua o Estación de bombeo de La Gordejuela


Fuentes:
Loquelaspiedrascuentan.blogspot.com
https://www.escapadarural.com/que-hacer/los-realejos/elevador-de-aguas-de-gordejuela
https://es.wikipedia.org/wiki/Paisaje_protegido_de_la_Rambla_de_Castro

jueves, 31 de enero de 2019

"Más de veinte maneras de lavarse las manos" de Carmen Ramos



"No pueden devolvernos al infierno. Eso dijo ella. Quiero lavarme las manos, dijo también, y quitarles todo el polvo acumulado de tantos años. Ahora todo queda tan lejos, dijo. Y musitó una oración que cuando era chica había aprendido de su abuela, que la había aprendido de la abuela de su abuela. Yo me mordía los labios, tenía sed y todo sabía a sal.

Me había quedado dormido y me despertaron las voces y el ruido de los motores. nos pusimos muy nerviosos. Solo ella guardó la calma, y cuando el policía iba a agarrarle el brazo para ayudarla a bajar de la patera, la vi cerrar los ojos y lanzarse al mar."

Pág. 51
Más de veinte maneras de lavarse las manos de Carmen Ramos


"Más de veinte maneras de lavarse las manos" es un libro prestado que yo no pedí, pues desconocía de su existencia. Un libro prestado que mi amigo me ofreció diciéndome: "Te he traido un libro para que te lo leas". Un libro prestado que así de primeras con esa foto de una chica dentro de dos hojas de lechuga solo traía perplejidad. 

Pero lo siguiente fue que me contaran que estaba formado por microrrelatos, muchos más de veinte por mucho que el título nos hable de ese número. Hilados de tal manera que cada uno empieza por la frase que termina el anterior. Aunque sus contenidos no tengan nada que ver. Pero además en todos, cada uno en torno a las cien palabras, se lavan las manos.

Sonreí, tanta premisa sí, eso ya picaba mi curiosidad.

Me los he leído y releído todos más de una vez. Y varios de ellos me han gustado mucho. 
Cuánto cabe en apenas cien palabras, cuántas historias. Y cuántos temas: cotidianidad, inmigración, maltrato, locura, amor, identidad de género, alzheimer, creación literaria... 


“No sorbas Álex…qué manía ha cogido este niño. No corras que sudas y luego te enfrías. No saltes en el charco que te vas a poner perdido. No te acerques a los perros o volverá a darte alergia. No te subas en los bancos que te abrirás la cabeza. No cojas nada del suelo que está lleno de microbios. No hables con desconocidos ni aceptes nada de extraños. No te pongas al sol. No te pongas a la sombra. No bebas agua de las fuentes. No te laves las manos sin remangarte. Mamá, ¿alguna vez has dicho la palabra sí?”.  

 Pág 64
Más de veinte maneras de lavarse las manos de Carmen Ramos



Relatos encadenados que cuentan mucho con pocas palabras. Cada uno dejándonos un anzuelo para invitarnos a seguirle, a seguir leyendo. Aunque la autora en sus instrucciones preliminares para lavarnos las manos nos diga que no hace falta que nos los leemos todos seguidos, sino que nos bajemos las mangas y sigamos en nuestro lugar favorito todo el tiempo que queramos... 

Es un libro muy original, eso es cierto. 

Y las historias no acaban en las cien palabras que ocupan sino que algunas de ellas te las vuelves a encontrar pasadas unas páginas, contadas desde otro punto de vista o en otro tiempo. Historias profundas pero contadas con una prosa sencilla y sin embargo, contundente.

Este libro es como un cubo de rubik que tiene muchas caras, y eso dice mucho del nivel de la escritura de esta autora Carmen Ramos. 

Qué buen prestamo me hicieron aunque yo no lo pidiera, eso también dice mucho de mis amigos.

Por mi parte, yo seguiré investigando qué más ha escrito esta autora. 

Por la vuestra, si podéis, echar un vistazo a "Más de veinte maneras de lavarse las manos". De Carmen Ramos. Públicada por la Editorial Lastura, en la colección Narrativa Alquisa.



"Ya nunca más sería mi niña. Había salido por fin del quirófano tras más de cinco horas y todos esperábamos a la puerta. Mientras el cirujano se lavaba las manos, una enfermera nos iba explicando cómo había sido la operación y cómo tendría que transcurrir el postoperatorio y nos dio un montón de papeles, a los que ninguno prestamos mucha atención, y nos dijo algo del Registro Civil, pero tampoco eso nos preocupaba mucho. ¿En qué momento se le ocurrió a esta chiquilla convertirse en Alejandro? ¿Qué hariamos con los peluches de su habitación? ¿Tendría que llevarmela al fútbol? ¿Cómo sería ahora su voz?"

Pág.23
Más de veinte maneras de lavarse las manos de Carmen Ramos 





Carmen Ramos, de profesión Economista, nació en Gibraleón, provincia de Huelva, en 1968. Se inició en el mundo de la literatura con una primera publicación de título Mudanza Interior, plaquette editada por Ediciones en Huida, en 2010. Le siguieron los libros de poemas: Poliédrica (Ediciones en Huida, 2011) y Las estrellas han hallado otra forma de morir (Guadalturia Ediciones, 2013) Por este libro fue candidata al Premio Andalucía de la Crítica 2013. Publica en 2016, Pequeño Tratado de Etología (Lastura Ediciones) Le sigue la colección de haikus Utsugi to wasabi (Las hojas del baobab, 2017) Y en octubre de 2018 salen a la luz estos microrrelatos, Más de veinte maneras de lavarse las manos (Lastura Ediciones) Ha sido incluida en las antologías En legítima defensa. Poetas en tiempo de crisis (Bartleby Ediciones, 2014) y ha sido responsable junto al poeta Iván Onia de la antología, La pirotecnia peligrosa, 11 poetas para el siglo XXI (Ediciones en Huida, 2015). Desde 2016 coordina el Taller de iniciación a la poesía “Completamente viernes” junto a la Concejalía de Juventud y Cultura del Ayuntamiento de Gibraleón, intentando, además, mantener vivo su blog Poliédrica.

#Mas de veinte maneras de lavarse las manos
#Carmen Ramos
#Microrrelatos

lunes, 28 de enero de 2019

De veletas y los días





Cuando los días eran fotocopias grises, una, otra, otra, escupidas por una impresora cuadrada llamada rutina.
Cuando las responsabilidades nos tenían secuestrada la imaginación.
Cuando el cansancio nos dejaba derrotados en el sofá todas las noches
sin mas horizonte que la televisión, sin más piel que el hombro del otro.


Al fin llegaba un día que nos obligábamos
a salir a la calle
sin más cometido
que disfrutar del viento moviendo nuestro flequillo
sin más rumbo
que el que nos indicaran las veletas.


Dublín











#Veletas
#Viajes
#Dublín
#Francia



domingo, 27 de enero de 2019

"Trovadorescas". Que no nos falten cuentos.


¿Quién no se acuerda de los cuentos que le enseñaron de niño?




Yo recuerdo perfectamente a mi madre contándome aquel del lobo que se enharinó la pata para engañar a los cabritillos cuando le pidieron que la asomara y comprobar que era su madre, como también atesoro su voz diciendo "Garbancito ¿Dónde estás? En la tripa del buey...", entre otros. Y son parte de mis recuerdos más preciados.

Nos gusta que nos cuenten historias. Escuchar, imaginar, despegar los pies del suelo y volar tras un cuento. Pocos placeres son tan intensos y duraderos.

Y algunos, los que más los disfrutamos, además nos gusta contarlos.

De este ansia por contar, por transmitir, por compartir historias, nació "Trovadorescas", un grupo de cuatro mujeres contadoras: Carolina, Susana, Carmina y Piluca.

"Contar bellas historias es cosa de trovadoras" dicen de ellas mismas en este espectáculo con el que recorren algunas de las salas de Madrid.



El pasado 12 de enero estuvieron en "Vergüenza ajena" ese bonito café librería, donde tienen cabida tanto las historias quietas en el papel como las historias volando gracias a las voces de las personas. No os perdáis ese tranquilo rincón de Chamberí donde se degusta la literatura y el arte salpica sus paredes con diversas exposiciones. Vergüenza Ajena en la calle Galileo núm. 56.

Qué mejor lugar para escuchar a las Trovadorescas. Para volar con sus cuentos, para sonreír con sus historias picantes y compartir su brindis. Para disfrutar de su forma de revivir a los antiguos juglares, su forma de entender la narración oral.









Le ponen imaginación e ilusión, mucha ilusión y sobre todo tiempo y trabajo. Estas chicas quieren hacer diferentes espectáculos, quieren contar cada vez mejor, quieren que disfrutemos con ellas y su manera de contar.


Que no nos falten los cuentos. Cuánto hay que agradecer que haya quién vele por ello.


Porque me gusta la gente que se toma muy en serio la tarea de contar, brindemos con ellas por la literatura.






Por las "Trovadorescas". No dejéis de ir a verlas si te tenéis ocasión.























Siento no haber podido subir más vídeos, porque son demasiados grandes y el blog no me deja colgarlos. Una lástima...



#Trovadorescas
#Cuentacuentos
#Vergüenza Ajena Café Librería


viernes, 25 de enero de 2019

"30 maneras de quitarse el sombrero" de Elvira Lindo



“Dicen que me he vuelto más seria escribiendo. Se equivocan. Me he vuelto más libre. Ya no intento hacer gracia, porque hay cosas que quiero contar en otros tonos”. Elvira Lindo


 
“30 maneras de quitarse el sombrero” de Elvira Lindo

Terminé de leer el último libro de Elvira Lindo “30 maneras de quitarse el sombrero”. Uno de esos libros que a mí me gusta tener en papel porque tiene fotografías encabezando cada capítulo y se me hace más fácil abrirlo al azar y releer alguno de ellos.
Me ha parecido muy interesante.

Además de que la prosa de Elvira Lindo me resulta muy atractiva por su entusiasmo y su desenfado, su naturalidad y en ocasiones su humor, al mismo tiempo encuentro que siempre es profunda y llena de conocimiento sobre lo que cuenta.
Supongo que ya sabéis que en los años 20 Margarita Manso, Maruja Mallo y Concha Mendez, mujeres de la Generación del 27 que durante años pasaron desapercibidas, desafiaron a la época quitándose el sombrero en plena Puerta del Sol, y fueron apedreadas por ello. Un gesto provocador, un acto de rebeldía contra las normas de la época que Elvira toma prestado para contar en sus ensayos la vida de 29 mujeres que también desafiaron al mundo que les tocó vivir.

Son textos que ya habían sido publicados en el periódico o que había escrito para distintas conferencias, pero que ahora se recogen en este libro. Y finalmente, el último se refiere a ella misma. “Autorretrato, una mujer inconveniente” es un retrato que hace la autora de sí misma. Me ha llamado mucho la atención la peripecia de “Manolito Gafotas” al ser traducido, por ejemplo, o como cuenta lo sola que se sentía en el primer año de su vida en Nueva York: “Es difícil hablar de lo solo que se ha estado”.
El prólogo es de Elena Poniatowska que subraya la veracidad de los retratos de la autora.

Muchas mujeres escritoras, e incluso personajes femeninos, dignas de traer a la actualidad y, en su caso, leer o releer con detenimiento son las que nos trae Elvira Lindo. Desde nuestra querida Pipi Langstrum que nos enseñó lo que era ser libre cuando aún éramos pequeños, pasando por Ana Frank cuya voz nos llegó desde aquel cuaderno rescatado y publicado por su padre, hasta la valentía de Concha Méndez, la mujer brava que fue María Guerrero, mi adorada Gloria Fuertes, Elena Fortún, Adelaida García Morales que llevó Víctor Erice a “El Sur”.

También nos detenemos en autoras que no son españolas, como la de Mujercitas Louise May Alcott, Carson McCullers, Alice Munro, Mary Beard, Edna O`Brien… Y así hasta 29 mujeres dignas de ocupar un espacio en este libro, españolas y no. Pero todas muy recomendables.
Se reconoce la autora como una coleccionista de infancias y se detiene en la de algunos escritores muy famosos como Harper Lee y Truman Capote.

A mí me ha llamado mucho la atención Vivian Gornick y me apetece leer su libro “Apegos feroces”. También me ha interesado la figura de Victoria Kent, que ya conocía pero no tanto. En fin que hay que tomar nota de muchos detalles de este libro porque con cada ensayo te pica la curiosidad o aprendes mucho, al menos yo, cada capítulo trae varias recomendaciones que te invitan a sumergirte más en la autora que sea.

Terminé de leer este libro y después he estado releyendo algunos de sus capítulos de nuevo, me merecía la pena volver a hacerlo. Y me molesta muchísimo no recordarlos más, pero la memoria ya no es lo que era.

“30 maneras de quitarse el sombrero” de Elvira Lindo son 29 homenajes y un autorretrato. Un libro entretenido e instructivo. ¿Qué más se puede pedir?
Merece la pena su lectura.
 

“Todos los días, se conoce una persona nueva, una puesta de sol nueva. Todos los días pasan cosas hermosas” Grace Paley de la mano de Elvira Lindo.

#Elvira Lindo
#30 maneras de quitarse el sombrero