Hay una plaza en Madrid, la plaza de San Juan de la Cruz, por donde acostumbro a pasar muy a menudo. Una plaza que relaciono con situaciones agradables porque acostumbro a estar en ella en mi tiempo de "amigos". Por esas casualidades buenas de la vida también es la plaza donde vivió Ángel González, el poeta, uno de "mis poetas".
Ya que ayer recordé uno de sus poemas con motivo del día de la madre, hoy siguiendo con él me gustaba hacer una entrada con su casa para nuestra colección de Las casas de los escritores.
Ángel González fue un poeta de la llamada Generación de los 50. Escribió una poesía muy sencilla, nostálgica, social, y con un punto de ironía que me encanta. Nació en Oviedo en 1925. Estudio Derecho y periodismo y fue funcionario público en el Ministerio de Obras Públicas. Vivió en Sevilla, en Madrid, y en los setenta se trasladó a dar clases a la Universidad de Alburquerque donde impartió clases de literatura hasta 1990. Y a partir de ese momento vivía a caballo entre las dos ciudades Alburquerque y Madrid. Aquí os dejo cómo hablaba de ello, entresacado de una entrevista:
“Estados Unidos es el país de las mil caras, y no
todas son hermosas. En cualquier caso, nunca me sentí fuera de España, a donde
vuelvo con frecuencia y por largas temporadas, como hice siempre. En Nuevo
Méjico vivo gustosamente bastante aislado y un tanto aburrido, pero eso tiene
un lado positivo: me obliga a trabajar y allí hago lo poco que hago. En España,
en cambio, me divierto mucho pero no sé hacer otra cosa. Necesito los dos
espacios, ir y volver. Creo que ya no podría quedarme en uno de ellos para
siempre”.
Para despedir esta breve entrada sobre Ángel González y sus casas, se me hace dificil elegir algún poema suyo con el que ilustrar esta entrada. Pondría cualquiera de los del disco que musicó Pedro Guerra que me encanta "La palabra en el aire". Pondría "Me basta así" o "Mientras tú existas" seguro. Pero claro siempre pongo los mismos. Así que hoy elegiré, un poco al azar, algún otro:
TODO AMOR ES EFÍMERO
Ninguna era tan bella como tú
durante aquel fugaz momento en que te amaba:
mi vida entera.
INMORTALIDAD DE LA NADA
Todo lo consumado en el amor
no será nunca gesta de gusanos.
Los despojos del mar roen apenas
los ojos que jamás
—porque te vieron—,
jamás
se comerá la tierra al fin del todo.
Yo he devorado tú
me has devorado
en un único incendio.
Abandona cuidados:
lo que ha ardido
ya nada tiene que temer del tiempo.
ESTOS POEMAS
Estos poemas los desencadenaste tú,
como se desencadena el viento,
sin saber hacia dónde ni por qué.
Son dones del azar o del destino,
que a veces
la soledad arremolina o barre;
nada más que palabras que se encuentran,
que se atraen y se juntan
irremediablemente,
y hacen un ruido melodioso o triste,
lo mismo que dos cuerpos que se aman.
Todos de Ángel González