Decía aquella canción de Sabina que tanto me gusta: "Sentados en corro merendábamos besos y porros". También nosotros nos sentamos en corro, aunque desayunamos cruasancitos y palabras. No es lo mismo, vale, pero os aseguro que tampoco está nada mal.
Me habían puesto falta dos años seguidos, porque el tiempo es escaso y las agendas complicadas, pero ayer volví al encuentro que hacemos anualmente con compañeros de letras de Guadalajara, de la tertulia Fernando Borlán.
Qué agradables son estas citas en las que nos contamos cuanto de literario y personal le ocurrió a cada tertulia durante el curso y lo compartimos. Después hacemos un par de rondas leyendo textos. Te reencuentras con compañeros de allí que ya conocías y a los que da gusto reconocer y volver a ver, y conoces a otros nuevos. Tienen en Guadalajara una biblioteca preciosa que ya os he enseñado en alguna ocasión, pero además la reunión fue en su jardín interior donde se estaba de lujo.
Se ha convertido es una tradición literaria que terminamos en torno a una mesa donde ya charlamos de todo, como nos gusta a todos hacer cuando nos reunimos.
Este sábado, 24 de mayo, sentados en corro desayunábamos cruasancitos y palabras en Guadalajara, y fue de esas veces que te dices: ¿Ves? con tan poco y qué bien ¿no? qué relajante y enriquecedor.
Y cuando todo sale tan bien, ya solo te queda dar las gracias a todos los compañeros de ambas tertulias. Un placer.