No es mala forma de comenzar un mes, yendo al teatro ¿Verdad? Ojalá todos los comenzáramos así, aunque os confieso que sigo fiel al propósito de que no me falte ni uno solo sin mi dosis teatral, es justo y necesario, es mi deber y salvación. Imagino que cuando llegue el verano será más complicado, más que nada porque escasean las obras, pero bueno, despacito que todo se andará.
En este mes el comienzo lo ha marcado un Musical, y ¡menudo
Musical!
En el Teatro Calderón viendo “The book of Mormon” no veáis qué
diferente se ve un día lluvioso.
Solo por ver a esos dos protagonistas tan diferentes interactuar, a ese cuerpo de baile tan maravilloso danzar por el escenario, o escuchar a esa orquesta metidita en el foso de debajo del escenario y a sus solistas entonar que no veáis, merecería la pena. El protagonista bajito y gracioso (Alejandro Mesa) me encantaba. Pero, además, ese humor absolutamente irreverente al final te hace reír, quieras o no quieras y eso que a veces... se pasan pero bien.
Es un delirio, un delirio religioso basado en la religión de los Mormones. Todos hemos visto a esas parejitas de jóvenes apuestos, trajeados, con sus camisas blancas, bien peinados y armados con su libro por las calles. Pues de pronto estamos ahí con ellos en plena Uganda intentando bautizar a unos pobres que ya tienen bastante con lo que les ha tocado.
Pero lo cierto es que, en conjunto, es todo un espectáculo, uno de esos Musicales, que una no va a olvidar fácilmente.