Cada vez me gusta más ser turista por mi propia ciudad. Bueno más que turista, creo que debería decir viajera. Me gusta conocer cualquier barrio, que me lo cuenten, saber de su historia, su pasado y su presente. Y para eso vivir en Madrid es una suerte, Madrid no termina nunca.
Terminé este abril conociendo un poco más el distrito de Arganzuela. No es la primera visita que hago por allí, porque conocerlo de la mano de "Miguitas" es todo un placer. "Miguitas" es un programa de recorridos urbanos por ese distrito que te ofrecen visitas de dos horas explicandote con detalle el entorno gracías a guías muy preparados y bien documentados.
Terminé abril con la visita titulada "Al calor de la industria", donde nos contaron el nacimiento del barrio, hablándonos del patrimonio industrial que fue creciendo en torno a la estación de tren de Delicias y Atocha.
La visita comenzó, como todas, en la antigua fábrica de cervezas y hielo El Águila, sede ahora de la Biblioteca y Archivo Regional de la Comunidad de Madrid. Está muy bien conservada en su conjunto alternando los edificios antiguos con los nuevos.
Nos lo contaba un guia que era arquitecto así que nos hablaba de un montón de detalles que claro una, tan de letras, ni idea... Daba gusto. Ojalá mi memoria no estuviera tan llena para haber almacenado cada frase que decía. En la fábrica de El Águila nos detallaba dónde estaba el edificio del grano y la chimenea, dónde las oficinas... En fin que te hacía fijarte bien en sus partes, su estética, lo que se había conservado, lo que no, muchos detallitos que de otra forma, te podrían pasar desapercibidos.
De ahí saltamos en la explicación deteniéndonos en frente de la antigua fábrica de Standard Eléctrica, proveedora de la Compañía Telefónica de España. Nos señalaba sus enormes ventanas cuadradas tan americanas, como todo el edificio, ya a simple vista tan diferente de la estética neomudejar de El Águila. Hoy este edificio también es de la Comunidad de Madrid.
Después nos fijamos en los antiguos almacenes de la Compañía Arrendataria de Tabacos en la calle General Lacy. Hoy es de Repsol. Y muy cerca nos detuvimos en los edificios de viviendas para trabajadores que se iban haciendo cerca de las fábricas. Ya hemos hablado en otras entradas del blog de las colonias de los ferroviarios de Tomás Bretón, o la Colonia del Pañuelo, pues bien estas viviendas son anteriores.
Nos detuvimos también en ese edificio de vecinos, el único del recorrido, que hay en la misma calle Delicias que es muy curioso, y me enteré de que era una antigua harinera, la antigua harinera La Estrella. No tenía ni idea. La entrada sigue siendo tal cual era.
No quiero extenderme mucho, porque tampoco es plan. Así que de forma somera os diré que después estuvimos parados delante de la Central Telefónica de Delicias, una de las primera centrales del país donde había trabajado la abuela del guía como telefonista y que tuvo que dejar cuando comenzó a tener hijos, nos contó. Las mismas ventanas cuadradas de la estética americana, salvo que este arquitecto siempre colocaba algún detalle del lugar dónde estaba, en este caso el rosetón del frontón. De ahí al antiguo Mercado de Frutas en Santa María de la Cabeza, y de ahí a la antigua fábrica de lámparas Osram, de la que solo se conserva la parte central y ahora es la Empresa Municipal de Vivienda y Suelo, y al antiguo Laboratorio central de Sanidad Militar que ocupa toda una manzana y que ahora mismo creo que no tiene ninguna función, pero que se contruyó en 1920. Un siglo, ahí es nada, y ahí sigue.
No puedo extenderme más. Pero da gusto advertir el rastro de la gran industralización de la zona como consecuencia de la cercanía de las estaciones de tren. Muchos de los grandes edificios que ahora conocemos han sido importantes fábricas construídas a finales del siglo XIX o en el primer tercio del siglo XX, antes de la guerra civil. Fueron importantes entonces y siguen siéndolo ahora, aunque están dedicadas a otros menesteres y siguen siendo parte de la fisonomía de ese barrio.
Fue una visita muy instructiva, donde nos contaron muchas cosas en dos horas largas. Hablamos de importantes arquitectos como Antonio Palacios, Pedro Muguruza o Cárdenas entre otros, gracias a los cuales tenemos estos edificios y otros muchos de Madrid.
En conjunto fue una visita muy entretenida, donde aprendimos mucho, se pasó volando. Mientras no llegue el momento de viajar más lejos, viajar por la ciudad de una misma y seguir conociéndola, es muy enriquecedor.