"A Marifé no le sorprendió que su marido se hubiera enamorado de la muchacha joven. Al contrario, lo encontró de lo más natural. Si lo hubieran hablado, le habría dicho al marido que, aunque ese giro en su vida no era lo que ella habría esperado, tampoco podría decirse que fuese sorprendente. Era frustrante, sí, y descorazonador, y la hería en lo más profundo y en lo más superficial, pero no la sorprendía. El problema o uno de los problemas fue que nunca lo hablaron. El marido empezó a estar ausente por las tardes, y luego los fines de semana, y, finalmente, algunas noches, hasta que un día no vino nunca más. Cuando Álvaro le dijo que su padre se había ido a vivir a la casa de muchacha joven, Marifé sintió que podía dar el tema por zanjado.
Con la excepción de aquella tarde en que se los cruzó por la calle, Marifé no había vuelto a ver a su marido hasta el día del entierro. Pero ¿de verdad que nunca habían hablado de ruptura? La conversación nunca había ocurrido, sobre este punto no podía haber discusión alguna, pero Marifé la había recreado tantas veces en su cabeza que era como si de verdad hubiera pasado."
Buscaba una novela plácida y entretenida para mi semana de vacaciones, y la verdad es que fue lo que encontré, porque en cuánto comencé su lectura me enganchó y después me leí volando “La luz de mis días” de Alejandro Melero porque me sentía a gusto entre esas vecinas y sus cuitas.
Estructuralmente tiene una doble línea argumental que le imprime ritmo a la lectura y capítulos cortos que también lo favorece. Por un lado, tenemos la historia de dos vecinas, de clase media baja, ya entradas en años, que comparten bloque: Luisa y Marifé. Ninguna, nada más empezar la novela, parece tener una vida apasionante, ni siquiera entretenida y desde luego tampoco feliz. Y por otro lado tenemos la segunda historia que es el argumento de la serie de televisión que sigue una de ellas y le va contando, a su manera pero sin escatimar detalles, a la vecina. Ambas líneas argumentales están muy, muy bien diferenciadas. La ambientación está muy lograda en ambas, así como la elección del lenguaje del narrador que me ha parecido un acierto y es de lo que más me ha gustado. Me hacía mucha gracia cómo se veía la voz de la vecina en sus apreciaciones subjetivas de lo que va ocurriendo en la telenovela. Me la imaginaba perfectamente contándole el capítulo a la vecina con sus expresiones y chascarrillos. En la otra línea argumenta la narradora es Marifé, ella va contando su vida, aunque de forma un poco átona, con distancia, con una postura bastante resignada hacia lo que le toca vivir.
Seguiremos de cerca a Alejandro Melero.
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