Javier Díaz ha escrito este poema hace nada, y lo ha publicado en su blog. No me puedo resistir a publicarlo aquí también para que podáis disfrutarlo.
Es que cuánto más lo leo me parece cada vez más sugerente...
Leerlo despacio...
Arroja sobre mí tu red,
la transparencia de la trampa,
el fulgor del esfuerzo de tus manos y tu boca.
A este lado apenas queda
mi sed saciada
y un puñado de sombras.
Atrapa mi silencio,
el reflejo del agua en mis rodillas
y este barro que anuncia la noche.
Soy presa fácil ya
-nada temas-.
Cuando mires mis ojos asustados
-un último deseo-
sé valiente y generoso:
no me devuelvas al agua.
© Javier Díaz Gil
30 de agosto de 2011
Enhorabuena a Javier por este poema, es precioso. A veces hay un orgullo en la rendición que la hace especialmente hermosa, quizá afrontar con dignidad lo que ya no tiene remedio.
ResponderEliminarGracias por aportarlo, Rocío.