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martes, 9 de julio de 2019

"El verano sin hombres" de Siri Hustvedt




Poco después de que él dijera la palabra pausa, enloquecí y aterricé en el hospital. Él no dijo ‘No quiero volver a verte’ ni ‘Hemos terminado’, pero, tras treinta años de matrimonio, bastó una ‘pausa’ para convertirme en una lunática (…) La Pausa era francesa, con escaso pero brillante cabello castaño. Tenía los pechos grandes, auténticos, no de esos retocados en quirófano, gafas marrones rectangulares y una mente brillante. Era joven, por supuesto, veinte años más joven que yo”.



Nunca había leído un libro de Siri Hustvedt, pero sí que me habían llegado muy buenas referencias, así que tenía ganas ya de hincarle el diente a alguno.

Y al fin tuve la posibilidad de hacerlo con "El verano sin hombres".

"Los viudos se casan de nuevo porque eso les facilita la vida. Las viudas no suelen hacerlo porque les hace la vida más dificil. Regina es un excepción. Supongo que necesita atención. Por eso coquetea con todos."

Es una novela que muchas veces me ha devuelto una sonrisa. Una novela creada desde el punto de vista de la mirada sobre el mundo de una mujer.

El argumento nos cuenta que Mia, una poeta de cincuenta y tantos, de pronto enloquece porque su marido, después de treinta años casados, ha decidido tomarse una Pausa. Pausa en mayúsculas porque tiene nombre y apellidos, es jóven, compañera de laboratorio y tiene más tetas que ella. No se lo esperaba, no se llevaban mal, no había habido ningún problema pero de pronto, inexplicablemente, se ve sola.

Ya tenemos el conflicto servido. Pero servido frío, porque ya la protagonista está en vías de superarlo, lentamente, pero superarlo.

La novela cuenta su resurrección, su curación, desde el ingreso en una clínica para trastornos neurológicos hasta su aterrizaje en su pueblo, el pueblo de la infancia, cerca de su madre y de las amigas octogenarias de ésta, los Cisnes. Allí va a dar clases de poesia a un grupo de adolescentes. 

Es una novela de mujeres donde los personajes femeninos brillan porque todos son singulares y están bien caracterizados. Desde la protagonista que va alejándose de su trauma, pasando por todas las que la rodean: Su vecina Lola con un marido violento, su hijita Flora, la anciana Abigail que cose obscenidades, su propia hija Daisy incondicional y moderna, y su madre entrañable, además del grupo de alumnas adolescentes de su taller, que van perfilandose en sus fobias y filias.

"Envejecer no está mal. El único problema es que se te va cayendo el cuerpo a pedazos".

Pero más que los personajes me ha llamado la atención su forma de escribir, donde se mezclan varios estilos: narrativa, diario, correos electrónicos... Escrito en primera persona tiene una prosa a veces irónica, y otras profunda, muy profunda, pero una buena prosa. Con muchísimas digresiones, que quizá son lo que menos me ha gustado de su escritura. Pero aún con eso, creo que este punto es lo que me ha sorprendido más gratamente de esta novela: su forma de estar escrita, original, algo caótica, salpicada de citas, irónica y profunda. Su virtuosismo escribiendo,  impregnando el texto, la historia, de reflexiones.

No es una novela que me haya atrapado por su argumento trepidante o sus giros en el argumento, no, aquí no va de eso. Pero sí lo ha hecho con su forma de contar, alternando la teoría sobre los hombres y las mujeres, sobre el cerebro, los nervios, la sexualidad con la propia trama. 

"Cuando flotamos en el mar amniótico de nuestra primera inconsciencia, todos nosotros tenemos gónadas. Si el cromosoma y no actuara sobre gónadas de algunos para gestar unos testículos, todos seríamos mujeres. La biología revierte la historia del Génesis: Adán es Adán a partir de Eva y no al revés. Los hombres son las costillas metafóricas de las mujeres, en lugar de ser las mujeres quiénes surjan de la costilla de un hombre. La mayoría de las veces XX = ovarios y XY = testículos. El afamado médico griego Galeano creía que los genitales femeninos eran los masculinos invertidos y viceversa, una opinión que se mantuvo durante siglos: "Si se sacan al exterior los órganos reproductores de las mujeres y se meten en el interior, por decirlo de alguna manera, y se pliegan los de los hombres, encontraremos que en  ambos casos serían iguales en todos los sentidos". Por supuesto, los que estaban en el exterior siempre triunfaban sobre los del interior. No sé exáctamente por qué. A mí me parece que los del exterior son bastante vulnerables. De hecho el miedo a la castración es algo lógicos. Si yo tuviera los órganos reproductores colgando fuera de mi cuerpo también estaría muy preocupada por ese paquetito tan delicado."

 
No es una novela, dada su forma de escribir, que tenga ritmo rápido. Simplemente va fluyendo. No puedo decir que es una novela que me haya encantado, no. Pero su forma de contar reflexiva me ha parecido muy atractiva. Esa forma de contar meditando, ofreciéndonos una mirada lúcida y serena sobre su propia historia y la de lo que le rodea.

He leído buenas críticas de "Todo cuánto amé", habrá que leerlo para acabar de formarnos una opinión sobre la narrativa de esta autora. Y algo me dice que será positiva.


 "La pareja envejece y cambia, y uno está tan acostumbrado a la presencia del otro que la vista deja de ser el sentido más importante. Si me despertaba un día y Boris no estaba a mi lado en la cama, usaba el oído para distinguir cuándo tiraba de la cadena del retrete o llenaba la tetera con agua. Sentía el tacto de sus huesos duros cuando ponía mis manos sobre sus hombros para saludarle en silencio mientras él leía el periódico antes de ir a trabajar en el laboratorio. No le miraba a la cara ni al resto del cuerpo; me bastaba sentir que estaba allí, oler su presencia en la oscuridad de la noche. ... La mía no era una ceguera voluntaria ante una nueva atracción, sino la que surge con la intimidad forjada a lo largo de los años de vida paralelas, con sus laceraciones y sus bálsamos." 


#Siri Hustvedt