Me leí hace nada "Todas las piezas rotas" que me encantó y cuya reseña ya tenéis en el blog. Y en este caso se trata de su novela "Mi hermano se llama Jessica".
Está contado desde el punto de vista de Sam, el pequeño de una familia. Sam no es muy popular, tiene problemas de aprendizaje y es solitario e inseguro. Es todo lo contrario de su hermano Jason que es encantador, estrella del equipo de futbol, exitoso con las chicas y en todos los ámbitos, también con él, con quién ejerce de hermano mayor solícito y majete. Los padres de estos chicos están metidos en política y por tanto bastante ajetreados y ensimismados con su vida profesional. Hasta el día en que Jason, el mayor, decide hacerles partícipe de un secreto íntimo suyo que inevitablemente afectará a toda la familia.
El tema de esta obra es el arduo camino hasta la aceptación del secreto de Jason. Cuestiones cómo el género, su visibilidad, la tolerancia, la unión familiar, los prejuicios, la valentía... se abordan a partir de entonces.
Está ambientada en la actualidad y es un libro que si te atrapa con su tema, se lee muy fácil, y muy rápido, no tiene demasiadas páginas, no sé si llega a las 200. Creo que está dirigido al público juvenil pero es igual de atractiva su lectura para los adultos.
Está bien que esté contado desde el punto de vista de Sam, es un narrador testigo muy fiable que nos va contando en primera persona cuánto va ocurriendo. Sabemos lo que va sabiendo Sam, y está bien ir descubriendo todo con sus ojos. Por eso, de los personajes yo elegiría a los hijos, ellos llevan todo el peso de la historia y están bien perfilados. Se desdibujan más los padres. El personaje de la tía Rose viene a poner el contrapunto entre ellos, muy oportuna su creación para introducir la mente más liberal que necesita la historia.
El autor tiene una prosa sencilla y emotiva con toques irónicos pero transmite mucha empatía sobre el asunto. Es una lectura amena que tiene sus momentos más divertidos y otros en los que se carga la emotividad.