Sagrario
Tenía
que contarte que te están haciendo un homenaje. Uno de esos recitales
que tanto te gustaban a ti, con un revoltijo de poetas elegidos aquí y
allá, de esos que atesoran en los bolsillos muchos versos para, en el
aire, hacer malabares con ellos. Cuánto lo hubieras disfrutado.
Porque
se nos hace difícil creer que no volverás cualquier día. Con tu vestido
de colores y tu pelo rojo, con esos oscuros ojos tuyos y tus labios aún
más rojos.
Qué
diferente de aquella primera Sagrario que yo conocí hace quince años.
Vistiendo un jersey de ganchillo blanco cuando aún eras morena, cuando
lucías el pelo y la sonrisa mucho más corta. Todavía te recuerdo en
aquel tiempo, tu seriedad, tu belleza. Una Sagrario tan diferente de la
que luego tantas veces vería después. Nos acostumbraste a tus idas y
venidas sin previo aviso y sin reloj. Nos acostumbraste a no esperarte.
La disciplina y los horarios no lograban calzarse a tu acelerado paso.
Pero nunca lograste domesticar a la tristeza.
Como
nunca tampoco, dejaste de pertenecernos. Aunque fueras una piedra de
colores caída en el centro de la poesía y tus ondas crecieran y
crecieran abarcando mil y uno recitales, mil y uno. Daba gusto verte
contenta. Que llamaras para que te dejara un libro para poder
prestárselo tú a quién más te importaba. Daba gusto verte reír y
decirme: Rocío otra foto, hazme otra foto. Te encantaba posar y salir
con unos y otros en todas esas fotos que cada poco volvías a mirar y a
enseñar.
Pero
nunca lograste domesticar del todo a la tristeza. Le colocabas un bozal
de energía y risas intentando mantenerla a raya. Jugabas con ella al
escondite. Y mientras ella contaba de cara a la pared, te transformabas
en un puro exceso, en un delirio de vitalidad, una explosión.
Y
aunque nos acostumbraste a no esperarte, aunque seguro que ahora corres
por algún lugar lejano y romántico, inventando recitales junto a todos
esos poetas malditos que te gustaban tanto, sigues aquí también. Con tu
seriedad y tu fragilidad, con tu alegría y tu belleza.
Porque nunca dejaste de pertenecernos.
Rocío Díaz Gómez
El pasado diez de agosto perdíamos a Sagrario del Peral. Compañera de siempre de letras.
Escritores, poetas, cantautores, compañeros, amigos de Sagrario nos juntaremos este sábado,
19 de octubre, a las 18 horas, en la Sala Triángulo, C/ Zurita, 20 en Lavapiés (se ha cambiado el lugar por la alta probabilidad de lluvia), para recitar sus versos, contarle, cantarle, ver sus fotos y
escucharla en alguno de sus recitales.
Además
de las personas a las que se nombran en el cartel, Ángel Petisme, David
Llosa (Gatoperro) e Íñigo Coppel tocarán sus acordes.
Los poetas Jesús Malia, Javier Díaz Gil y Fernando Sabido han coordinado este acto.