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jueves, 23 de junio de 2016

María Candelaria y los exámenes - Discapacidad


Hace unos días que conocí a María Candelaria. 

Yo cuidaba en una clase donde había exámenes a los que ella se presentaba. Unos exámenes para unas plazas para discapacitados intelectuales para entrar de laborales en la Administración.

Maria Candelaria se quedó la última de mi clase repasando una y otra otra vez las preguntas de su examen. Las contestaba, las tachaba, las volvía a contestar, y después me llamaba para que me acercara. No quería preguntarme nada del éxamen, solo si se veía bien que ella quería decir en esa pregunta "la b", "Se tiene que ver que yo quería decir la "b", a ver si con tanta corrección no se iba a saber"...

Maria Candelaria era veinteañera y delgadita, tenía el pelo largo y muchas, muchas ganas de hacerlo bien, tantas que se le salían entre las palabras.

"Yo ya me he presentado cinco veces, en el Estado, en la Junta, otra vez en el Estado, en mi pueblo... ¡Pero yo no me rindo!"

Seguramente no volveré a ver nunca más a María Candelaria firmando con todo su nombre entero, y su letra menuda detrás de ningún sobre. Ojalá por fin apruebe, se lo merece.

Solo la vi una hora, y sin embargo cuánto me enseñó. Ella y todos los compañeros que se examinaban, todos discapacitados intelectuales; en unos la discapacidad más visible que en los otros. Pero todos tan deseosos de hacerlo bien. Qué lección nos dieron.

No hay que rendirse.







sábado, 22 de marzo de 2014

Personas con discapacidad intelectual



Ayer 21 de marzo fue el día Mundial del Síndrome de Down. 

Hace unos días yo estuve "cuidando" en unas pruebas que ha hecho la Administración con el fin de que puedan ser ocupadas por personas con discapacidad intelectual unas plazas libres. 

Qué experiencia tan buena. Eran bastantes áulas las que se ocuparon por completo y en cada una de ellas estábamos cuatro personas.

Personas con Sindrome de Down en la clase que a mí me tocó había tres. Los demás no sé qué discapacidad tendrían, por supuesto más evidente en unos casos que en otros. Pero desde luego todos compartían la ilusión, las ganas por hacer bien las cosas. Y con qué educación se presentaban, se dejaban guiar, se sentaban, seguían las reglas que les dábamos y se prestaban a colaborar en la apertura y cierre de las cajas de exámenes. Qué actitud tan colaboradora. Teníais que haberlos visto.

Hay que quitarse el sombrero. Qué lección. Son personas dignas de admiración.

Toda una experiencia, pero de las buenas.