Ayer caminaba todavía, una posibilidad entre nosotros
hoy es tan tarde, quizás lo fue siempre.
Las aguas que nos unieron eran quimeras,
flores de un día
como el deseo caprichoso, navega mientras el placer embriaga.
Después se olvida con la velocidad de otros dedos que acarician
los mismos lugares que buscábamos juntos
Necesito parar un tiempo que jamás se detiene
quiero seguir soñando y pensar que permaneces.
Despierto y la vulgaridad se hace paso
todo brilla menos
el reloj no me lleva a tu encuentro
la pesadilla me trae el periódico
desayuno la era del desamparo
Menos mal que aún quedan locos
que hablan de poesía y mueren por un verso.
Aquí, en la foto, estamos en el Café Gijón. Íbamos a una conferencia de Juan José Millás en la Biblioteca Nacional. Recuerdo hasta retazos de la conversación de aquella tarde. Estábamos con unos poquitos compañeros, también Javier Díaz Gil, de nuestra tertulia. Muy poquitos, por eso charlábamos tranquilamente disfrutando del lugar, de la conversación, de esa complicidad que da el conocernos desde hacía un montón de años, y seguir compartiendo momentos siempre en torno a la literatura y a nuestro taller de creación literaria.
Fue una buena tarde.
Hoy Sagrario hubiera cumplido un año más.
Un beso allá donde estés.