Caminas por el centro de Madrid y topas por casualidad con una de esas placas doradas en forma de rombo que salpican tu ciudad y que llaman la atención. Una de esas que te gusta encontrar porque sabes te va descubrir un pedazo de su historia.
No llevas las gafas y la ves algo borrosa pero no lo suficiente como para poder leerla: "En torno a este lugar estuvo la casa donde nació y vivió Ramón de Mesonero Romanos (1803-1882).
Te alejas y contemplas el edificio que la contiene y la contemplas entre dos ventanas que dejan ver un piso bajo cerrado, semiabandonado, que paradójicamente parece la mejor compañía para esa indefinición de la placa: "En torno a este lugar estuvo la casa..."
Qué pena te dices. Más de una vez y de dos has leído por aquí y por allá que este periodista, sobradamente conocido como el Primer Cronista de Madrid de su época, protagonizó un episodio relacionado con otra famosa casa de otro escritor, la que hay en el núm. 61 de la calle Mayor de Madrid, la casa de Calderón de la Barca.
Ramón de Mesonero Romanos se presentó un día en dicha casa para evitar que la demolieran. Para ello no solo les obligó a marcharse sino que permaneció de guardia toda la noche. A la mañana siguiente solicitó ante el Ayuntamiento que se detuviera la demolición por mandato judicial. Y su petición fue atendida.
Ahí sigue en pie, en el núm. 61 de la calle Mayor y señalada con otra placa, la casa de Calderón de la Barca. Casa que además tiene la peculiaridad de estar considerada como la casa más estrecha de Madrid.
Sin embargo, de la casa de Mesonero Romanos solo sabemos, gracias a otro Cronista y su biógrafo, D. Luis Prados de la Plaza, más o menos dónde estuvo...
El considerado como primer Cronista de Madrid, D. Ramón de Mesonero Romanos, nació en la calle del Olivo, número 10, el 19 de julio de 1803. Pero tanto la calle como la casa desaparecieron al hacerse la Gran Via.
Qué triste paradoja, te dices.
"Hijo de Matías Mesonero, de origen salmantino y de Teresa Romanos, de
ascendencia zaragozana, el que será reconocido como primer Cronista
Oficial de la Villa de Madrid, vivió en la casa familiar más de treinta
años.
Ramón de Mesonero Romanos, periodista y fundador de publicaciones como el “Semanario Pintoresco Español”, fue designado cronista oficial de Madrid a partir del 15 de julio de 1864. Antes había redactado, junto con Esteban Calderón, el periódico “Cartas Españolas” y firmado gran número de artículos y crónicas sobre la ciudad. Entre 1845 y 1850 fue concejal del Ayuntamiento de Madrid, periodo en el elaboró unas reformas urgentes, necesarias y útiles, que presentó en la sesión plenaria del 23 de mayo de 1846, así como un proyecto de Ordenanzas Municipales, que recibió los elogios de la calle y de la prensa periódica. En 1847 ingresa como miembro de número en la Real Academia Española y es ya un reconocido articulista que colabora con numerosas publicaciones. Es también autor de obras de referencia sobre el Madrid de su tiempo como, entre otras, “Mis ratos perdidos o ligero bosquejo de Madrid entre 1820 y 1821” (1822), “Escenas matritenses” (1845), “El antiguo Madrid” (1861) o las significativas “Memorias de un setentón” (1881), que, en opinión de Prados de la Plaza, “son, de largo, la mejor herencia que nos ha dejado el primer Cronista Oficial de la Villa.”"
Ramón de Mesonero Romanos, periodista y fundador de publicaciones como el “Semanario Pintoresco Español”, fue designado cronista oficial de Madrid a partir del 15 de julio de 1864. Antes había redactado, junto con Esteban Calderón, el periódico “Cartas Españolas” y firmado gran número de artículos y crónicas sobre la ciudad. Entre 1845 y 1850 fue concejal del Ayuntamiento de Madrid, periodo en el elaboró unas reformas urgentes, necesarias y útiles, que presentó en la sesión plenaria del 23 de mayo de 1846, así como un proyecto de Ordenanzas Municipales, que recibió los elogios de la calle y de la prensa periódica. En 1847 ingresa como miembro de número en la Real Academia Española y es ya un reconocido articulista que colabora con numerosas publicaciones. Es también autor de obras de referencia sobre el Madrid de su tiempo como, entre otras, “Mis ratos perdidos o ligero bosquejo de Madrid entre 1820 y 1821” (1822), “Escenas matritenses” (1845), “El antiguo Madrid” (1861) o las significativas “Memorias de un setentón” (1881), que, en opinión de Prados de la Plaza, “son, de largo, la mejor herencia que nos ha dejado el primer Cronista Oficial de la Villa.”"
"La crítica ha sido en
este sentido unánime, añadiendo a sus dotes de pintor y retratista de
una realidad social unas cualidades humanas poco comunes. Todo ello
propiciará una serie de nombramientos y honores que nunca actuarán en
detrimento de su invariable
personalidad. Su fallecimiento, 30 de abril de 1882, supuso un auténtico
acontecimiento en la villa y corte de Madrid, una manifestación de
duelo poco frecuente en este periodo histórico. Su legado se proyectará
siempre como un copioso caudal de noticias de su época, imprescindible
para todo aquel que quiera adentrarse en la pequeña historia de una
España abrumada por los hechos y acontecimientos sociales.
"