Me gusta encontrar un sentido a las fotos que, en principio, borraría.
Me detengo a pensar que quizá sean las más verdaderas. Las que no son perfectas. Las que atraparon todo, lo que está quieto y lo que está en movimiento. Las que atraparon las prisas.
Vivimos a contra reloj. Y más en las ciudades grandes, con muchas distancias, donde empleamos tanto tiempo en desplazarnos. Vivimos con prisas.
Y eso somos. Los que corremos. Los que andamos deprisa. Los que salimos borrosos. Los que estamos borrosos. Los borrosos.
Siempre pienso que me habría encantado tener el don de la ubicuidad. Estar en dos sitios al mismo tiempo, no perderme nada, vivirlo todo.
Sin embargo, en estos días santos rezaré por alcanzar algún día el don que tienen los que no salen borrosos en las fotos, el maravilloso don de la serenidad.
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