Y ocurre que hay veces que los jueves dan una pirueta y parecen sábados. Se estira, se enreda y la última hora de la tarde brilla distinta, gracias a la música de la Coral Real Casino de Madrid que te regala una tarde mágica.
Por supuesto que antes tienes que poner de tu parte: guardarte el cansancio de la semana en el bolsillo, doparte contra el virus que se te sobrevuela, pedir permiso para salir antes y ¡correr! Correr al bus, correr por la acera, correr para conseguir alcanzar el principio de la fila y sobre todo, dar ¡las gracias! a todas las personas (la amiga de tu amiga, tu amiga, tu jefa...) que lograron que tú, de forma casi improvisada y acelerada, te veas allí.
Después toca sentirte un poco intrusa entre esos socios que se saludan y besan efusivos. Pero ¡vamos! ¡a la fila! Es la segunda vez que entras en el precioso y vetusto Casino, la primera vez por un recital de poesía en otra de las salas. Ahora es en otra planta, el Salón Real, más grande, más sobrecargado y llegará a llenarse. Cuánta cultura cabe en ese edificio. Pero ya, ya estás ahí. Te empeñas en estar cerca, con tanto que corriste al menos verlos bien, te dices. Y al fin, te obligas a estar quieta en tu silla, tranquilizarte, interiorizar donde estás y, agradecida, esperar con oídos bien atentos.
Y ya antes de comenzar vas sintiendo que estás donde tienes que estar. Una hora de concierto de voces increíbles en un marco único como es el edificio del Casino de Madrid. Una coral primero cantando algunos temas de Shubert, Salieri, Mozart... y después su fusión con una orquesta en lo que denominaron un "RoQuiem", mezcla de rock y requiem, que te encantó. El concierto va a más con cada una de las canciones, sube, sube, bien elegido no solo el repertorio sino el orden del mismo. La música os va atrapando, título a título, y os secuestra. Un Director Juan Vida Romeu. Tres solistas de lujo. Y sentir que te vas contagiando del entusiasmo y la pasión de los protagonistas por lo que hacen. Sin vender humo ni florituras. Con talento y alma. Un placer.
Un placer el concierto y un placer la compañía del "después del concierto". Gracias por la conversación, por la complicidad, por contar conmigo. Gracias por ese juernes de brindis y música.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tus comentarios me enriquecen, anímate y déjame uno