Con la Catedral que tiene Burgos, que es preciosa la mires desde donde la mires y ya había visitado, y otras cuántas preciosidades más, como su Cartuja de Miraflores o su San Pedro de Cardeña, que sí pude conocer, evidentemente yo no iba a Burgos a ver sus murales.
Pero... Con los murales me pasa como con los faros que me roban la voluntad. Y si ya me entero de que los hay, ya no puedo resistir las ganas de acercarme hasta ellos y disfrutarlos. El arte urbano siempre merece un huequecito.
No tenía demasiado tiempo, y resulta que había unos cuántos, pero nos las arreglamos para meter algún que otro mural en los márgenes de esa agenda tan apretada que tenía el fin de semana.
Y valió la pena.
El mural de la pastelería "Los bizcochos de Carol", los de el callejón de las Brujas, o el que se pintó para conmemorar el VIII Centenario de la Catedral de Burgos. Muy diferentes entre sí pero muy elaborados, algunos con mucha simbología y otros quizá con menos, pero a todos daba gusto contemplarlos.
Porque bien chulos que son algunos de los murales de Burgos. ¿No os parece?
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