Os dejo este artículo sobre Emily Bronte que creo que es interesante.
EL CULTURAL, 27 de julio de 2018
Emily Bronte, 200 años de cumbres y versos
Indómita, casi salvaje, Emily Brontë nació el 30 de julio de 1818 en una época en la que ser escritora, libre y mujer parecía una ecuación imposible. Poeta y novelista, publicó sus versos con sus hermanas Charlotte y Anne bajo seudónimos masculinos (Currer, Ellis y Acton Bell), pero fue una novela, Cumbres borrascosas (1847), la que conquistó siglos y lectores. Ahora Alba Editorial reúne su Poesía Completa en edición bilingüe de Xandru Fernández.
NURIA AZANCOT
Nacida el 30 de julio de 1818 en Thornton (Yorkshire), Emily era
la quinta de los seis hermanos Brontë (Mary, Elizabeth, Charlotte y
Branwell eran los mayores, ella y Anne, las pequeñas). Su infancia estuvo
marcada por la temprana muerte de su madre en 1821, tras siete meses de agonía.
Como su hija mayor, Mary, tenía siete años y Anne, la menor, no había cumplido
dos, Patrick, el padre, un pastor anglicano, decidió enviar a las cuatro hijas mayores al
colegio Clergy Daughters, un lugar lúgubre y cruel que luego
retrataría Charlotte en el Lowood de Jane
Eyre. Mary y Elizabeth enfermaron de tisis y murieron meses
después, y Charlotte y Emily regresaron a la casa parroquial de Haworth en la
que vivían desde 1820.
Situada en un promontorio desde el que se dominaban las colinas
y los páramos circundantes, Haworth se
convirtió en el refugio de las Brontë. Allí crearon un mundo imaginario con
tres países, Angria, Gondal y Glass
Town. Mientras Charlotte y Branwell preferían Angria, Emily y Anne creaban
historias sobre Gondal, fabricando sus propios libritos, de los que apenas se
conservan algunos poemas de Emily. Con ellos se consagró, después de muerta, como una de las poetas
góticas más destacadas de su época.
Xandru Fernández, responsable de la edición
de las Poesías completas
que acaba de lanzar Alba, destaca cómo en estos poemas primerizos comenzó a forjarse además la
Brontë de Cumbres
borrascosas. “Sí -explica-, muchos
de sus versos funcionan como laboratorio en el que probó
combinaciones de imágenes, giros lingüísticos, temas procedentes del folclore
que luego en su novela se transformarán en aspectos y rasgos de carácter de
algunos de sus personajes. Sobre todo en sus poemas más épicos, los que tienen
como escenario el paisaje ficticio de Gondal, aparecen figuras que anticipan a
Heathcliff, a Catherine Earnshow o a Edgar
Linton”. La relación entre poesía y relato es tal que, como Harold Bloom
ha señalado, “resulta imposible distinguir muchos de los temas de sus versos de
los de la novela”.
Su influencia en la poesía y el relato más actuales también es
indiscutible, pero no por un poema determinado,
sino por su imaginería
poética, su temática, “su visión del paisaje y del paisanaje”,
que, en palabras de Xandru Fernández, “justifica que se pueda hablar de un
post-romanticismo o de una imaginación
gótica que se infiltra, a partir de mediados del siglo XX, en la cultura
popular europea”. De ahí su huella en autores como Flannery O'Connor y Graham Swift, pero también en Nick Cave o en PJ Harvey.
Algo que Emily Brontë estaba muy lejos de imaginar mientras
escribía a escondidas. En realidad, es posible que jamás hubiésemos leído nada
suyo si no hubiese sido por Charlotte, que descubrió sus poemas fisgando entre
sus papeles y le sugirió que los publicase. Emily se enfureció por adentrarse
en “los recovecos de mi mente y mis sentimientos”, pero acabó permitiendo que
apareciesen en un volumen junto a los de sus hermanas, todas con seudónimos
masculinos. Tras varios fracasos, las Brontë convencieron a una pequeña editorial
para que lo publicase, pagando ellas algo más de 31 libras, casi el sueldo
anual de una institutriz. Sólo vendieron dos ejemplares, pero se convirtieron
en lo que soñaban, en escritoras profesionales. El siguiente paso fue publicar Cumbres borrascosas. El resultado fue desolador.
Si nadie había leído los versos, la novela fue demolida. Su carácter, nunca
fácil, se fue agriando. Al mismo tiempo, pasó su vida cuidando de su hermano
Branwell, opiómano y borracho. Su muerte en 1848 aceleró la de Emily, que el 19
de diciembre de ese año moría de tuberculosis.
Está enterrada en la iglesia de Haworth, centro de peregrinación
de letraheridos de todo el mundo que buscan allí los fantasmas de Catherine y
Heathcliff, mientras resuena su lamento: “Si
me amabas, ¿en nombre de qué ley me abandonaste?”. Es el eco de
la pasión, oscura y feroz, de Emily Brontë, por vivir. Amar. Y morir.
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