Hace tanto calor en Madrid en este Mayo 2015 que hasta mis cuentos se resienten...
Cuento de
verano
Yo quería
escribir un cuento de verano.
Un cuento de
tergal, ligero, fresco, con párrafos cortos y líneas más cortas todavía. Frases
de tirantes, un principio escotado sin cuello, un argumento cien por cien
algodón. Un cuento con un desenlace estampado que, por encima de la rodilla, dejara
a los lectores con ganas de leer y leer, más y más.
Yo quería
escribir un cuento de verano por el que se colara el murmullo del viento
moviendo las páginas de los álamos hasta que lo interrumpiera, de vez en cuando,
el sonido seco y vertiginoso de un húmedo chapuzón, que refrescara la piel de
la historia.
Un cuento con
personajes indolentes que se estiraran bajo el sol con vocación reptiliana.
Uno en el que
la acción solo fuera existir boca arriba y existir boca abajo, hasta que el
conflicto estallara de calma y esos personajes se refrescaran, se secaran, se
tostaran, para terminar adormilándose muy despacio otra vez bajo el sopor del sol.
Yo quería
escribir un cuento calmo y relajante. Uno corto de verano. Sí.
Pero los
personajes, aún no sé por qué, se rebelaron y la abuela del cuento de verano de
pronto bajándose el bañador hasta la cintura, hizo top less, y volaron al aire
sus pechos pálidos de setenta y tantos, desafiando al decoro y la gravedad,
dándose vuelta el argumento como un calcetín. No, no sé por qué el abuelo del
cuento encerrándose en el cuarto de baño, escribió con un dedo en el vaho del
espejo: “Odio el verano, el calor y el pescaíto frito y no quiero volver nunca
más a Benidorm” dejando a la mujer, la nuera y los nietos con el cubo y la pala
ya en las manos, sentados en el coche a punto de arrancar pensando ¿Y quién clavará
la sombrilla en primera línea del argumento del mar?
Y si la abuela
hacía top less y el abuelo no madrugaba para clavar la sombrilla, y si los
nietos crecían, y en vez de hacer castillos en la arena, se morían por acariciar
con sus dedos el camino que una gota de mar, imparable, vertiginosa, tras
tirarse de cabeza desde el pelo chorreante de su amiga, iba dibujando sobre la
piel hasta alcanzar y perderse en el misterioso desfiladero que formaban sus recién
descubiertos pechos. Aquel desfiladero que los hipnotizaba, aquel por donde
ellos, quién fuera gota, también se tirarían de cabeza improvisando una voltereta
mortal…
Y si todos,
todos mis personajes se rebelaban ¿Qué cuento de verano podría yo inventar?
Sin embargo,
yo era disciplinada y tozuda. Yo era de letras y párrafos y argumentos. Yo
quería escribir un cuento de verano, sí. Un cuento de tergal, ligero, fresco,
con párrafos cortos y líneas más cortas todavía. Y no paré hasta que conseguí
escribir el más corto, el más cálido, el más soleado cuento de verano. Y
escribí despacio dos palabras, dos, pero que encerraban todas las historias
veraniegas posibles, que podrían decir todos los personajes, en traje de baño o
no, dos palabras:
Qué calor.
©Rocío Díaz Gómez
Rocío Díaz
Gómez
La preciosa Ilustración es de Gurbuz Dogan Eksioglu.
Qué bueno, qué bueno. Magnífico. me encanta tu cuento de verano, tan mágico y cotidiano al mismo tiempo, con un ritmo como de brisa de mar, entrañable, cercano... Se me acaban las palabras. me ha encantado. Voy a leerlo otra vez.
ResponderEliminar¡¡Mil gracias Amparo!! Cada vez me cuesta más colgar algún relato mío... Muchas gracias. Un beso, Rocío
ResponderEliminar👍 Muy fresco Rocío. Me ha encantado. Un beso. Y que calor 🌞!!!!
ResponderEliminarAnda !!!! Habia puesto emoticonos y se han transformado en interrogaciones
ResponderEliminar???
Me temo Yolan que el blog no entiende de emoticonos, pero no importa, yo te los agradezco igualmente. Muchas gracias por tu comentario, con emoticonos incluídos!! Un beso grande, Rocío
ResponderEliminarQué bueno, Rocío. Está muy en tu línea, lo cual ya es un elogio en sí mismo. Creo que ya conocía a esa abuela amante del top less, aunque todavía puede dar mucho juego. Una abuela así es indestructible, tanto como tu talento.
ResponderEliminarMe quedo esperando el siguiente. Enhorabuena.
Sí Iñaki es muy mío... lo sé. Y está mi abuela la que tú conoces, y está mi abuelo que no lo conocerás pero llegó antes que mi abuela, y están los adolescentes a los que guardo en otro relato... Relato de relatos. Muchas gracias por tu comentario. ¡Cuánto se agradecen estos comentarios vuestros que llegan desde distintos puntos de España! Un beso grande, Rocío
ResponderEliminarGenial Rocio, nos aportas la frescura que tanto necesitamos estos días calurosos de mayo, y nos adelantas los días de playa veraniegos. Muuuchas gracias.
ResponderEliminarGracias Roberto!! muuuchas gracias, es que en éstos días apetecía darse un chapuzón ¿verdad? y poco más. Muchas gracias por estar ahí. Un beeso, Rocío
ResponderEliminarMe ha encantado. ¡Viva Nápoles¡
ResponderEliminarGraciaaassss!! Yo te entiendo, claro que sí, viva Nápoles y que volvamos a disfrutarlo!!
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