Hoy os dejo con mi aportación a la exposición "Poesario: Huesos y Literatura". Actualmente expuesta en la Casa de la Juventud de Colmenar Viejo.
También ha sido mi última lectura en público.
Es un relato con aires de poema, de ahí que lo haya bautizado como "poelato". Y como veis de fondo escogí el retrato de una mujer de espaldas. El poelato lo escribí sobre su piel... Debajo de la piel, sus huesos en la radiografía. ¿Dónde queda el alma? ¿Dónde el corazón?
Enfadarme contigo
Hoy he pedido permiso a mi piel para enfadarme contigo.
No le ha gustado mucho la idea. Pero yo he insistido.
Más
 que pedirle permiso para enfadarme contigo, en realidad le estaba 
pidiendo a mi piel que no me contradijera. Como ese padre que de alguna 
forma le dice a la madre que no le contradiga a la hora de regañar a un 
hijo.Eso me pasa a mí con mi piel.
Cómo
 voy yo a enfadarme contigo, cómo voy a intentar demostrarte mi profundo
 malestar, mis dolidos sentimientos, mi herida interior, con caras 
largas y cortantes monosílabos y afilados silencios, tristes jirones de 
mi flaca autoestima, si luego viene mi piel y hace lo posible y lo 
posible y lo posible por rozar la tuya...
No.
 Eso no puede ser. Y así le gritan mis huecos, le grita mi conciencia, 
le gritan mis neuronas. No eso no puede ser. Tú vives también aquí, le 
gritan a mi piel. Y hay que convivir todos a una.
Pero
 a mi piel no le parece bien que me enfade. Nunca le parece bien. Ella 
quiere siempre aprovechar el momento que te tiene cerca para acortar 
distancias con la tuya. Ella es presente y es sensación. Ella es 
urgencia y ternura. Y cuando  no se lo permito siente que se le cortan 
los labios, que tiene escalofrios y una sensación húmeda de soledad le 
cae por los hombros, la baja por la espalda y termina colgándole de 
cualquier manera hasta las rodillas que castañean la una con la otra. 
No. Nunca le parece bien que me enfade.
Pero
 yo, con ella, tengo al enemigo dentro de mí. Le tengo en toda mi 
superficie, le tengo rodeándome y cercándome. Y si le hiciera caso 
siempre a ella. Si hiciera caso siempre a mi piel ¿Qué seria de mí? Me 
anularía sin remedio.
Por
 eso algunos días, tengo que pedirle permiso a mi piel para enfadarme 
contigo. Tengo que buscar un aliado en ella, porque sé que todos juntos,
 mis huesos y mi conciencia, mis neuronas y mi piel, todos juntos somos 
más fuertes que si vamos cada uno por separado.
A
 fuerza de pedírselo, de hacérselo ver, de demostrarle cuán herido 
estoy, hoy he conseguido que mi piel me hiciera caso. He conseguido que 
no se acercara a la tuya durante horas...

Bonito "poelato", Rocío. A ver si la que va a tener razón es la piel y no le hacemos el caso que se merece.
ResponderEliminarDe todas formas, ¿quién podría enfadarse contigo, Rocío?
Un beso. Enhorabuena.
Ay Iñaki, ya te digo yo que sí. Que sí que es la piel la que muchas veces tiene razón. No tengo ni la menor duda de eso. Aunque hay una frase que yo utilizo en uno de mis relatos y que me gusta mucho, que dice: Hay equivocaciones que nacen de sentir cuando hay que pensar, y de pensar cuando hay que sentir... En fin... ¿Quién sabe? Y ¡¡claro!! que cualquiera puede enfadarse conmigo, me equivoco tantas veces... Mil gracias por tu comentario. Y sobre todo por estar ahí, al otro lado. Un beso bien grande, Rocío
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