Entre los últimos libros que he leído en el 2012 está la última novela de Javier Cercas "Las leyes de la Frontera". Me ha gustado mucho, no he podido dejar de leerla en cuánto tenía un momento, hasta que la terminé.
Me gusta la forma de narrar de este autor, ya lo he comentado en otras ocasiones. Y esta vez he confirmado mi opinión.
Es una historia que me atrapó desde el primer momento, una historia muy realista, que arranca ambientada en los años 70 y que luego continúa unos treinta años más con la historia de los personajes a lo largo del tiempo. Se desarrolla en la ciudad de Girona. Cuando la leía me recordaba mucho a cómo era mi barrio cuando yo tenía diez u once años, los protagonistas de la novela son mayores que yo, pero yo todavía me acuerdo de unos billares que había frente a mi casa (que yo solo podía atisbar desde fuera porque claro no tenía edad para entrar...), pero que debían ser muy parecidos a los que salen en la novela, oscuros, cutres, con el olor a tabaco bien incrustado en todos los rincones. Creo que está muy bien ambientada la novela porque a mi no me costaba nada imaginar esos ambientes de barrio, de billares, de chavales, de quinquis adolescentes...
Es una historia amarga, dura a veces, pero también casi romántica en otros momentos debido a la relación amorosa entre dos de los personajes.
Aunque lo cierto es que el argumento es la relación entre tres personajes, tres adolescentes de la zona más suburbial de esa Girona de los 70: el Zarco, un quinqui atracador de
bancos que tiene su momento de esplendor en los años 70 y primeros 80 y luego termina toxicómano de carcel en carcel; el Gafitas, un
estudiante apocado que se acerca al Zarco en su adolescencia y luego,
cuarentones ambos, vuelve a reencontrarlo como abogado, y Tere, la joven
que está entre uno y otro, muy independiente, guapa y misteriosa
siempre.
Los personajes están muy bien perfilados, muy realistas.
Lo más curioso de este libro es la forma de narrar que ha buscado el autor para contar la historia. Porque está en forma de entrevistas. Cuatro entrevistas. Lo van contando algunos de sus personajes (el Gafitas, el director de la carcel y un policía) cuando les entrevistan para escribir un libro sobre el Zarco, uno de los personajes principales. Luego entonces siempre nos encontramos ante un narrador testigo, aunque éste varíe. Claro como nunca las entrevistas se las hicieron al Zarco o a Tere, sino que de los tres personajes solo habla el Gafitas, pues siempre conocemos su punto de vista. Es una visión subjetiva que se intenta contrastar de alguna forma con las demás entrevistas, para extraer algo más objetivo. Aunque nunca se sabe hasta que punto se consigue. Por eso mismo también Tere, la protagonista femenina, es un personaje muy misterioso hasta el final de la novela, nunca sabemos bien lo que piensa, sino solo que el Gafitas cuenta.
En una novela que intenta reflexionar sobre aquella generación de quinquis que hubo entre los setenta y los ochenta en España, en muchas de sus ciudades. Reflexiona sobre su destino. Aunque también de alguna forma aborda el tema de los medios sociales, de lo que pueden influir o no.También subyace el tema de los mitos, claro. En fin... muchas cosas, habla de muchas cosas.
Me ha gustado mucho.
He encontrado en algunas entrevistas que se le hicieron al autor cuando se publicó la novela el pasado otoño dónde nació la inspiración para que se decidiera a escribir esta historia. Os lo dejo por si os apetece saber más de ella:
“Poco después de la publicación de Anatomía de un instante –continúa– apareció el libro de Carles Monguilod Vint-i-cinc anys i un dia. Monguilod es un abogado a quien yo conocía, y en la obra rememora sus vivencias como abogado de Juan Moreno Cuenca, el Vaquilla, que de joven había pasado una temporada en los albergues, y ya de mayor en la cárcel de Girona. Me impactó mucho”.
La lectura coincidió con su visita a la exposición del CCCB barcelonés Quinquis de los 80.
En ella se revisaba la producción cultural que acompañó a esta
explosión de delincuencia lumpen, protagonizada a menudo por menores de
edad (el Jaro, el Trompetilla, el Fittipaldi, el Mini) que realizaban
golpes audaces. A ellos se consagraron las películas de José Antonio de
la Loma (Perros callejeros I, II y III), Eloy de la Iglesia o
Carlos Saura… “Por primera vez en mi vida encontré en un museo una
exposición que hablaba de mí mismo, de mi propia experiencia. Allí vi
maquinas del millón, carteles de películas, carátulas de discos de Los
Chichos o Los Chunguitos que formaban parte de mi adolescencia. Al final
había una sala con grandes retratos en blanco y negro de muchachos de
aquella época. Todos estaban muertos. Y me pregunté: ‘¿Cómo es que yo no
soy uno de ellos?’. Esta es la verdadera pregunta que está en el origen
de mi novela”.
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