¿Cómo se llamaba aquel pueblo?
Sí, te tienes que acordar, el único que visitamos por la noche.
Que sí, aquel en el que nos alojamos justo al ladito de la Catedral, donde había un horreo... Es verdad, era un poco raro, pero enorme. Te acuerdas ¿verdad?
Donde nos dieron salmón para cenar. ¡Por fin algo que no era pollo! ¡Ni tan siguiera carne! Sí estaba rico.
Tenía una catedral chula en una plaza donde había muchas pelotas de colores colgando. Alguien dijo que eran globos y otro se apresuró a desmentirlo: "Si fueran globos ya no estaban ahí..."
No sé por qué recuerdo incluso las conversaciones y sin embargo del nombre del pueblo... Era tranquilo, limpio, ordenado.
Estábamos deseando salir por la noche, pasear la cena. Y por fin un pueblo dónde poder hacerlo. Y todos nos fuimos reencontrando por aquellas callecitas medievales de piedra. El grupo se iba ampliando y acabamos volviendo juntos todos al hotel. No teníamos remedio.
Al día siguiente, temprano, lo visitamos. Esperamos a que nos abrieran aquella iglesia donde había un señor vendiendo flores. Y mientras, fuimos a visitar las ruinas de un teatro romano. Bueno eso decían, que eran romanas, y un teatro. Era un acto de fe. Aquellas ruinas podían ser de cualquier cosa... En fin. Pero mientras tanto la iglesia abrió. Y estaba bien.
Lo mejor de aquel pueblo era su catedral, las callecitas de piedra de alrededor, los colores.
Eso... y el salmón, no se te olvide. Nos iban a salir alas con tanto pollo. Y mira que yo no soy mucho de pescado, pero lo estaba. Muy rico.
Hay que ver las dichosas palabras... Cómo les gusta jugar al escondite.
¿Cómo se llamaría?
Sabes que te digo que total ¿Qué mas da?
Nos hicieron felices. Siempre será aquel pueblo donde comimos salmón.