Y vas por la calle por un ciudad del norte y de pronto te encuentras con ¡El nido de Robin!
¿Cómo no sonreír? ¿Cómo no volver sobre tus pasos para atraparlo?
Si ¡zas! nada más leerlo ese nombre ha tenido la virtud de llevarte en volandas a otro tiempo mágico. Finales de los años setenta, cuando eras adolescente y aún vivias en tu casa con tu madre y tus hermanos. Y te ves en tu comedor, con aquella estufa que de pronto bufaba, y todos sentados en los sofás viendo la misma serie sin parar de reír.
"Un hombre en casa", "Los Ropper", "El nido del Robin" salian en el televisor mientras crecías.
Y resulta que pasaron los años pero siguen dentro de ti, a poco que escarbes.
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