Tengo pendientes varias entradas, y no veo el momento de sentarme
tranquila a contároslas. A ver si voy poniendo remedio y la fila va
menguando. Aquí en Madrid estamos acostumbrados a ponernos a hacer fila a la primera de cambio (a
veces ya hasta sin preguntar si la tienes que hacer o no), es lo que tiene ser tantos, pero no me gusta mucho cuando
el blog se me contagia de esta fiebre del lugar. Así que, como aquí depende de mí, voy a poner remedio. Ya.
Tenía que contaros que el pasado 30 de marzo, miércoles, se presentó en Madrid el poemario "Cielo Líquido" de Lola Andrés.
El último poemario de esta poeta valenciana podríamos decir que es una búsqueda. Búsqueda del verso más depurado, búsqueda de la luz, de la certeza, del fragmento, para finalmente llevar a cabo una búsqueda de la identidad. Para ello hay diferentes tipos de poemas en este libro, poemas más intimistas, poemas de compromiso como los tres sobre Nómadas, o también hay poemas con reminiscencias familiares (más adelante os copiaré uno que a mí me gustó mucho) entre otros.
Este poemario de Lola Andrés, que vino desde su tierra a Madrid a presentárnoslo está estructurado en dos partes, a las que anteceden un poema. Y se cierra con otro poema epílogo.
La presentación del día 30 de marzo corrió a cargo del poeta Javier Díaz Gil, también coordinador de nuestra tertulia Rascaman. En su blog podéis leer la presentación que hizo:
La portada del libro es de la artista Eva Hiernaux:
Y la presentación se llevó a cabo en la Champanería Pandora, una champanería librería, un lugar mágico para los que gustamos de los libros, en pleno centro de Madrid, en Las Vistillas. En éste vídeo la autora habla del sitio de la presentación, que tampoco conocía ella porque como no es de Madrid... Nos había confesado antes de comenzar la lectura que le asustaba un poco el público que vendría porque, según ella, en Madrid tenemos tanta oferta cultural... Y es cierto que la hay, como también es verdad que yo estuve en una presentación anterior suya en Madrid, y hubo poco público. Pero en esta ocasión, el pasado día 30 de marzo, sí que acompañamos a la poeta un grupito considerable de personas. Y eso que hacía una tarde primaveral preciosa en Madrid, que invitaba a estar en la calle. Pero no, allí estuvimos acompañándola y desde luego que no nos defraudó.
Vivimos una tarde muy agradable en este lugar que podéis admirar en las fotos, escuchando a Lola recitar sus poemas. La autora leyó durante treinta minutos que se pasaron volando. Como se nos hizo poco el presentador Javier Díaz Gil le pidió que leyera un par de poemas más. También desde el público le indicaron que nos leyera uno sobre una enfermedad reciente. La autora no quería leer mucho más, porque piensa que mejor en poesía leer de menos, que de más. Sabia consideración, en poesía y en narrativa.
Lola lee sus poemas despacio, cada verso libre, cada palabra parece caer goteando desde el grifo de la poesía, dándote tiempo a que lo asimiles. Los poemas de Lola, muchos en primera persona, parecen tener textura. Están salpicados de sensaciones y de materiales, de elementos de la naturaleza, de árboles, de frutas, de insectos, de colores, también de luz y de sombra. Son instantes que te dejan meditando.
También entre poema y poema la autora nos introducía en la atmósfera que le había llevado a ella a escribir esos poemas. Por ejemplo nos habló de Melilla y sus vallas a propósito de uno de ellos.
Pero mejor que tratar yo de contároslo, es dejaros con algunos momentos de esta presentación, para que también vosotros podías escuchar de la mano de sus protagonistas un poco de aquella velada poética.
Este poema del vídeo anterior a este párrafo me gustó mucho.
Poema de Lola Andrés
Gestos que me enseñarami abuela en los frutales:
los labios pronunciados
abiertos a la pulpa del melocotón
el paso perforando
la tierra no desoigas la hondura de la vida
el puño hacia las nubes
como la rama viva del cerezo de sangre
allí desayunaba,
sentada
en el ribazo
de su halda blanca,
el libre corazón de lo nacido.
Digo afecto, no amor.
El afecto de un perro que se anuda a la siesta.
El afecto de un perro que se anuda a la siesta.
Llegar a cualquier índice perdido. La sed
fractura el cuerpo pero ordena la búsqueda.
Sueño la lejanía.
En mí palpo la fragua de los años.
Con el ansia, sueño, de limpiarme
los ecos de la intranquilidad.
Esta aspereza inmunda que siempre me avergüenza.
El afecto de un perro llagado a la intemperie.
Digo voces de mí.
Digo ya basta.