Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

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martes, 22 de julio de 2025

Julio en Madrid

 



Alhajitas, tengo una pena... Entre unos y otros me tienen mi Madrid rotito del todo. Que vayas por donde vayas si no hay una zanja hay una valla y si no un socavón. Que esto es un no parar de obstáculos. Que parece que nos estamos entrenando para alguna prueba maratoniana. Que quieres coger el tren para llegar más rápido, toca arreglar la estación de Sol. Pero ¿arreglarla de qué, señores míos...?  si está muy centradita y muy bien. Que quieres bajar desde la Almudena a la calle Segovia por el camino más plano, pues no, porque te han colocado muy estratégicamente un par de vallas que a ver quién es el guapo que se las salta por el césped con todos los aspersores escupiendo agua en todas direcciones como si no hubiera un mañana. Que se te puede poner el pelo de churretoso y la ropa empapucha del todo, y eso si no te mata porque buena de resbalosa se pone la hierba con esa humedá... Total que te das media vuelta y pitando enfilas por la cuesta empinada y rompepiernas, sujetando con las puntitas de los dedos, las sandalias en esos diminutos escalones, que llegas abajo ya, de hacer fuerza para no caerte ni quedarte descalza, baldada del todo. Y como no puedes más con la vida, te dices, con los brazos en jarras, que hasta aquí llegué y ahora mismito, me pillo el primer bus, que a freír monas el calvario ese de andar nosecuántos pasos. Y ole. Pues de eso nada monada que te dice el luminoso que más de veinte minutos. Y chitón y a seguir caminando como está mandado. Un paso y otro paso y otro paso... hasta que se va viendo tu edificio cada vez más grande, más grande, que llego, que llego. Pero por si no fuera poco, además de los ademases, llegas a la oficina y solo un ascensor para todas las heroicas almas que hemos sido capaces de alcanzar la ansiada meta. ¡Un ascensor para todos los pobrecitos que conseguimos llegar a los tornos! porque debía ser que también tocaba arreglo ¿no? Que si me ponen delante al que ha mandado arreglar entero a Madrid en este mes juro que no sé ni que le hago, que no soy dueña ni de mis actos ni de mis pobres pies, esos trocitos de carne magullados con los que terminan mis piernas a esas alturas del día que acaba casi de comenzar.

 Así que, jasmíos, más no me puede cundir la odisea de ganarme el pan todos los santos días. Que no sé ni como me queda resuello para largar a los cuatro vientos lo que me ha costado, física y moralmente, llegar. Que no me dormí ¿eh? Que si hubiera sido eso, al menos mi cuerpo eso se llevaría. Que no, que encima de la madrugona y la caminata, fueron los saltos de vallas, las carreras para esquivar los aspersores, los cambios imprevistos de ruta sorteando los pájaros que te cagan encima y el google maps que no deja de dar vueltas medio loco y no responde. Y ya la guinda, los desaparecidos buses que dormitan en las cocheras en vez de estar por las calles recogiendo a todas las pobres princesas madrileñas que languidecen de pie derecho en las paradas. 

Tan derrotaíta estoy que no me da la vida ni para el blog ni para el bla. Así que un beso alhajitas. ¡Y abrigaos! Que los aires difíciles de los lugares cerrados son muy traicioneros. Claro que el de los lugares abiertos... Entre las moscas, mejor dicho, las hordas de moscas que hay para aburrir, que se ponen de pesaditas en verano... Y ¡los moscones! No sé ya ni que prefiero. 

¡Jasmíos! qué difícil es sobrevivir en Madrid en julio. Y mirad que yo por mi ciudad mato, como decía aquella... Pero que va a ser que ahora más que matar, como me descuide, caigo en el harakiri... Porque si todavía se hubieran ido ya todos, más holgaditos andaríamos, pero que no, que en julio aun están por aquí, aplastándote en el metro, colándose en las escaleras mecánicas, dando más calor. Por si no tuviéramos bastante. Y de otras cosas vale, pero de la calor aquello de "más vale que zozobre, que no fafalte", pues como que no.

¡Ay que penita! ¿Qué tendrá julio de bueno en Madrid? que no lo encuentro. 


domingo, 13 de julio de 2025

El anticiclón de las Azores

 



Yo soy de los que crecieron escuchando como se acercaba el anticiclón de las Azores. No había demasiadas opciones en la televisión y, aunque tú no prestaras atención, de fondo sonaba una voz contando el tiempo que se te colaba dentro. 

Vete tú a saber dónde estarían Las Azores. Un lugar muy lejano en medio de un océano. Un destino casi tan mítico con la muralla China o las pirámides de Egipto. 

Qué mal se me dio siempre la asignatura de geografía. Pero de algo sí estabas segura: de allí siempre llegaba el anticiclón. 

Lo bueno de crecer, algo bueno tenía que tener, es que vas colocando chinchetas en el mapa mundi de tu interior. Querrías llegar hasta todos aquellos lugares que tu mente infantil sintió tan remotos como mágicos. 

Lo bueno de crecer es darte cuenta de que la geografía no es tan difícil si posas los pies en el mapa. Si lo caminas hasta arrugarlo. Hasta que, como decía aquella preciosa canción, "ya no queden islas para naufragar".

Ah y no siempre hace un tiempo seco y soleado en Las Azores. 

Quizá lo del mítico anticiclón también era un poco mentira. 











lunes, 16 de junio de 2025

Los lunes y su voluntad de indolencia

 



Tienen los lunes voluntad de indolencia. 

Nunca tuviste más ganas de ser un bicho bola, mimetizarte como un camaleón hasta volverte color silla, color mesa del despacho, de pc. Convertirte en ¡chas! la mujer invisible. 

Vale, si yo trabajo... pero no me hables, no me hagas contestar, solo me quedaron fuerzas para convertirme en un eslabón más de esta cadena de montaje. 

¿Ser persona? ¿Para qué?

Si después habré de trabajar ni sé las horas... 

Es más duro siendo persona. 


Un día lejano yo me perdí en un bosque húmedo, me disolví en agua salada, me recosté entre los renglones del aquel libro que me atrapó. 

Un día sí, 

un día fui,

fui persona. 









viernes, 30 de mayo de 2025

¡Vierneeesss!

 



¡Hoy es viernes!


Me lo ha chivado el pato, mientras salía por patas porque había quedao el muy animal y ya no llegaba...

Y yo que le veo, pues detrás salí pitando del trabajo.

¡¡Y con la frente bien alta que eran las mil y quinientas!!


Así que: ¡Empatados!

¡Feliz fin de semana!



domingo, 25 de mayo de 2025

Encuentro anual con la tertulia Fernando Borlán de Guadalajara

 



Decía aquella canción de Sabina que tanto me gusta: "Sentados en corro merendábamos besos y porros". También nosotros nos sentamos en corro, aunque desayunamos cruasancitos y palabras. No es lo mismo, vale, pero os aseguro que tampoco está nada mal. 

Me habían puesto falta dos años seguidos, porque el tiempo es escaso y las agendas complicadas, pero ayer volví al encuentro que hacemos anualmente con compañeros de letras de Guadalajara, de la tertulia Fernando Borlán.

Qué agradables son estas citas en las que nos contamos cuanto de literario y personal le ocurrió a cada tertulia durante el curso y lo compartimos. Después hacemos un par de rondas leyendo textos. Te reencuentras con compañeros de allí que ya conocías y a los que da gusto reconocer y volver a ver, y conoces a otros nuevos. Tienen en Guadalajara una biblioteca preciosa que ya os he enseñado en alguna ocasión, pero además la reunión fue en su jardín interior donde se estaba de lujo. 

Se ha convertido es una tradición literaria que terminamos en torno a una mesa donde ya charlamos de todo, como nos gusta a todos hacer cuando nos reunimos. 

Este sábado, 24 de mayo, sentados en corro desayunábamos cruasancitos y palabras en Guadalajara, y fue de esas veces que te dices: ¿Ves? con tan poco y qué bien ¿no? qué relajante y enriquecedor. 

Y cuando todo sale tan bien, ya solo te queda dar las gracias a todos los compañeros de ambas tertulias. Un placer.   

















viernes, 16 de mayo de 2025

15 de mayo en Madrid

 


"¡Buf! ¿Gallinejas...?" dudé cuando los compis propusieron la Pradera. 
“¡Anda la chulapa! ¡Habrá mil cosas!” contestó la catacaldos relamiéndose. 
Repensándolo apostillé: "Pues a una oreja tostadita ascos no le hacía..."

 Y del bracete enfilamos tan pichis para la famosa Verbena próxima al río y a ese trabajo nuestro, del Metro desamparao, pero que en mayo ¡mira tú! lo bien qué caía…

 Faltaron el clavel rojo y tu parpusa, por no pisparse a tiempo...

 Pero sobrando gallinejas y césped y tonteando rosquillas, cómo mejora el compañerismo.

 Llegamos siete, quedamos tres, y nos despedíamos dos, más que requetebién aveníos.


                                                                                                                            @https://www.instagram.com/rocio_diazgomez/#




martes, 6 de mayo de 2025

Del tiempo escaso, de los relojes, de mi blog... Exposición "La tiranía de Cronos" del Banco de España

 




Dice mi blog que qué pasa, que si la última exposición que le he tatuado es del 20 abril (al menos del 25, no del 90) que vamos un poquito atrasados ¿no? Con los contenidos, apostilla... Y lo dice así, en plural, como si él hiciera algo... Y además, con retintín en esa voz de blog madurito que gasta, con "las entradas" en jarras, y moviendo "el piececillo de página" de arriba a abajo enfatizando que ya estoy tardando...

Mi blog es un poco chulito, que para eso es ma-dri-le-ño y en nada estamos bailando chotis. 

Y ya solo me faltaba eso, le digo. Que lo primero es vivir y luego contar. Y el blog que me replica que si no digo siempre que recordar es volver a vivir y yo le digo que sí, pero que la vida ¡no me da!, que también digo eso siempre, que si no se acuerda, ya que se sabe tan sú-per-bien mis frases. Que ¡hay que ver! me cago en la mar salá, lo que una tiene que aguantar. 

Pero mientras él se queda mascullando que no pienso en él, que se aburre, que le hago el vacío y no sé cuántos lamentos más, yo empiezo a pensar que efectivamente tengo varias exposiciones que recomendar y dos novelas que reseñar y un teatro y algunas entradas de las calles de Madrid y de los aseos y de un montón de cosillas haciendo fila, pero que ¿¡de dónde saco el tiempo!? ¡¿De dónde?!

Y como ya me va ha visto un poco enfurruñá y otro poco agobiá además de con el ánimo derrotaíto, pues se ha acercado a mí y dándome con sus "etiquetas" en el hombro, me ha susurrado: "Ya, ya pasó, ya pasó... Que no hay prisa mujer... " Y yo incluso le haría burla repitiendo su frase con sorna porque me lo dice con la boca pequeña, que nos conocemos.

Y aquí me tenéis escribiéndole unas frases para que se calme él y ya de paso apaciguar a mis ansias de escritura, que podamos saltar el bache del martes. Que ya los miércoles, a mitad de semana, se ve un poquito la luz al final del túnel y va uno levantando, aunque solo sea las cejas. 

La foto se titula "Lugar imaginado" de Ángel Poyón, extraída de la exposición que hay ahora en el Banco de España titulada "La tiranía de Cronos", qué bueno el título ¿verdad?

Es una metáfora que me encantó, una metáfora de que paralelamente al tiempo moderno, aún existe la vida natural representada en el vuelo de esas aves, aludiendo también a la migración. Él os lo cuenta mucho mejor en la foto. 



domingo, 4 de mayo de 2025

Primer domingo de mayo. Mamá.

 



Ya en las civilizaciones antiguas había celebraciones para honrar a Rea o a Cibeles, las diosas que se consideraban madres de todos los dioses. En Estados Unidos se comenzó a celebrar a principios del  siglo XX, Anna Jarvis luchó por instaurar un día para honrar a las madres a raíz de la muerte de la suya. En España tendríamos que esperar a que un poeta y funcionario valenciano, Julio Martínez, en 1925 escribiera el "Himno a la madre" con el que pidió a la Iglesia y a los Gobiernos que se conmemorara este día. 

Bien entendido, no está mal detenerse un día a pensar en el amor más incondicional que existe y reconocer y agradecerlo, aunque solo sea con un beso. Sea la Madre, el Padre, o quién sea el que haya velado por nosotros. Cada uno sabrá a quién le debe ese sentimiento de amor y deuda impagable. 

El día que murió mi madre yo sentí que se me iba la persona que más me había querido y querría en el mundo. Mi madre era el refugio, la mercromina, la palabra. Están mis hermanos, por supuesto, mi tesoro. Y mis otros amores, claro, los que mueven mi corazón. Pero sin mi madre quedé a la intemperie.  

A medida que pasan los años, algunos más, otros menos, terminamos yendo por la vida como un colador, llenos de huecos. Tienes que volver a aprender a vivir con cada ausencia, con mayor o menos fortuna. El hueco que dejó mi madre lo lleno todos los días con mil y una conversaciones. Las tonterías o planes que le contaría, las dudas que le consultaría, las quejas o pequeños éxitos que compartiría con ella. Mil y una veces me viene a la mente una frase suya, un recuerdo. De la fuerza gravitacional de ese agujero negro, como de los astronómicos, no podré escapar nunca. 

Se llamaba Julia Gómez Gómez, nació un 8 de octubre, en el 37. Y tuve la inmensa suerte de que fuera mi madre. Feliz día mama. 



domingo, 27 de abril de 2025

Dícese de un Día del Libro perfecto: Comida, libros, Judit Neddermann y torrijas en la mejor compañía

 


Un día del Libro al que no falta detalle es el que lleva una comida al solecito con la gente del trabajo, ración semanal de literatura, música de lujo, familia y amigos. Y como recordar es volverlo a vivir y no quiero olvidarme, tenía que escribirlo en voz alta.  

Fue una suerte que cayera en miércoles, día de tertulia, y más suerte aún porque a continuación me fui a ver un concierto de Judit Neddermann y Pau Figueres a la guitarra, y al final ¡hasta comimos torrijas! encima de la moto de B., como si estuviéramos en casa.

Qué bonito canta Judit pensaba mientras estábamos en el concierto y eso repienso al recordarlo. Aunque llegamos tarde!! Qué nervios!! No nos sirvieron a tiempo y luego ahí como los pavos. Creo que es la primera vez en mi vida que me pasa. Yo, con mi habitual talante positivo, me decía: "Ya verás como no nos dejen entrar..." Pero qué maja la chica del Lara que nos metió entre la primera y la segunda canción entre susurros y con una complicidad de quitarse el sombrero. Y sobre todo qué simpática Judit, que a la pobre se le rompió el micro, ya es mala suerte, y lo encajó de primera. Fue un concierto muy relajante, de esos que solo hay que dejar que la música te vaya llevando muy lejos, a un tiempo sin tiempo, donde simplemente disfrutas. 

Cuando escucho catalán, la lengua de mi infancia, siento un poco que estoy en casa. Me da igual que se me escapen frases. Como decimos con la poesía, te llega o no te llega. Y si al acento catalán le sumas ese dominio de la guitarra de Pau, la simpatía y la preciosa voz de Judit pues ya está. A disfrutarlo todo. Y además, qué detalle, nos trajo rosas a todos!! És molt maca.

Después, sin preaviso, Alberto sacó de la mochila, como un mago de su chistera, los tuppers con las torrijas. E "hicimos la vida" encima de la moto. Por favor... qué ricas. La vida es bella. 











martes, 15 de abril de 2025

Los borrosos

 


Me gusta encontrar un sentido a las fotos que, en principio, borraría. 

Me detengo a pensar que quizá sean las más verdaderas. Las que no son perfectas. Las que atraparon todo, lo que está quieto y lo que está en movimiento. Las que atraparon las prisas. 

Vivimos a contra reloj. Y más en las ciudades grandes, con muchas distancias, donde empleamos tanto tiempo en desplazarnos. Vivimos con prisas. 

Y eso somos. Los que corremos. Los que andamos deprisa. Los que salimos borrosos. Los que estamos borrosos. Los borrosos. 


Siempre pienso que me habría encantado tener el don de la ubicuidad. Estar en dos sitios al mismo tiempo, no perderme nada, vivirlo todo.

Sin embargo, en estos días santos rezaré por alcanzar algún día el don que tienen los que no salen borrosos en las fotos, el maravilloso don de la serenidad. 


jueves, 3 de abril de 2025

En los días lluviosos

 


Mi ánimo es cien por cien algodón y cuando llueve se me encoge sin remedio. Debería dejarlo en casa los días lluviosos. Pero me he hecho cómoda y llevo el bolso lleno de porsiacasos.  

Esas dos que me habitan también discuten los días lluviosos. Sobre todo discuten los puñeteros días lluviosos. La fuerte se empeña en admirar el mundo bello y sugerente que nos muestran los charcos, las aceras espejadas, los cielos del color de la mina de los lapiceros. La frágil se relaja echando la vista atrás mientras hace picadillo jugoso de nostalgias y ausencias. 

Esas dos que me habitan nunca se pondrán de acuerdo, eso ya lo aprendí con los años, pero en los días lluviosos se vuelven francamente insoportables y juegan a la comba con mi ánimo.

Los días lluviosos, mi ánimo cien por cien algodón y las dos que me habitan no son buena compañía. 

Yo lo sé.

Y también lo sabe esta lluvia mansa e incansable de hoy.

Pero como quién oye llover... 

 

 





viernes, 14 de marzo de 2025

Pasear con "pa" de pájaro

 



Pasear Madrid, temprano, es un regalo para los sentidos. 

Sentir el viento en la cara y, bajo los pies, las aceras casi vacías, despejadas. 

Caminar deprisa pero tan en silencio que ni los pájaros se inquieten cuando pasas por su lado. Pidiéndoles casi permiso por invadir su hora y su paz.


Pasear. 

Sentir como los alborotados pensamientos van posándose despacio dentro de la cabeza, livianas hojas, frágiles plumas, notas de música que, al fin, encuentran su melodía. 

Pasear. Pensar en ti. Encontrarle a todo un sentido. 

Con esa "pa" de pájaro, de paciencia, de pausa y paz.

Pasear.










viernes, 7 de marzo de 2025

Noé en Madrid

 


"Noé era un hombre bueno en un mundo donde la gente se había vuelto muy mala. Dios decidió enviar un gran diluvio para limpiar la Tierra, pero eligió a Noé y su familia para salvarse por su bondad. Le pidió construir un arca grande y llevar en ella a su familia y una pareja de cada tipo de animal.

Cuando el arca estuvo lista, empezó a llover durante 40 días y 40 noches. El agua cubrió toda la tierra, pero el arca flotó segura. Cuando la lluvia paró, Noé soltó una paloma para ver si la tierra estaba seca. Al final, la paloma no volvió, lo que significaba que ya podían salir.

Dios prometió que nunca más enviaría un diluvio así y puso un arcoíris en el cielo como señal de esa promesa."







sábado, 1 de marzo de 2025

"La hermana de" y Liberty Valance

 



E
n ese grupo donde yo soy "la hermana de" hasta mi nombre está ya pillado. 

Pero, lejos de importarme, disfruto mucho del título.  

Porque cuando una es de papelitos secundarios o incluso, desde aquellas lejanas funciones del cole, es feliz con ser solo voz, hasta lo agradeces. Así que cuando me toca ejercer de "hermana de", que es a menudo porque en casa teníamos aquel carné de familia numerosa, no solo estoy cómoda sino que me siento arropada y sobre todo orgullosa. Yo sería mucho peor si no hubiera tenido los hermanos que tengo. Pero en ese grupo, decía, donde ejerzo de añadida, nos juntamos hijos, padres, hermanos, amigos de los amigos del que nació detrás de mí. Y cuando ocurre, miro a mi alrededor y admiro la variedad armoniosa de edades, parentescos, querencias, y me sonrío. Es bonito, imagino que lo sabrán, el logro de juntarnos a tantos diferentes para algo lúdico. 

Esta vez nos apretujamos en una pequeña sala de cine. Ya en otra ocasión había disfrutado con ellos de "Atraco a las 3". Qué buena. "Fernando Galindo, ¡Un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo!"

Pero ahora tocaba una del oeste. El bueno de James Stewart y el mítico John Wayne luciendo esas posturitas suyas de vaquero de pocas palabras pero valiente hasta morir, apoyándose sobre una pierna mientras humea el cigarro entre sus dedos. "El hombre que mató a Liberty Valance". Un clásico que, sin embargo, yo no había visto, qué infeliz, y disfruté un montón. 

Cuando comenzaron las citas cinéfilas solo eran para los del grupo, se trataba de que los hijos conocieran y valoraran pelis antiguas. Afortunadamente, y con el tiempo, pensaron lo de la sala pequeña de cine y engordaron el grupo con la familia, los amigos... Y ya sabes: Al principio parece que se va a quedar la sala medio vacía y al final hay que recortar que no cabemos. Y que si yo llevo a éste y tú a aquel, total 43 butacas pero espera que hay que sumar un montoncito de sillas plegables. 

¿Y esa suerte de acabar en un cine solo para los "de casa"? Todas caras conocidas, familiares o casi familia, asistiendo juntos y expectantes, en la oscuridad, al triste destino del hombre que mató a Liberty Valance. 

En ese grupo de amigos donde yo solo soy "la hermana del que nació detrás de mí", supieron encontrar el secreto para seguir juntos a pesar de tantos vaivenes, el paso del tiempo y los trabajos, las bodas y los hijos, los azares de la vida. Qué ejemplo de amistad y saber vivir. 

Qué mérito. Ole.






viernes, 21 de febrero de 2025

Las cañitas de los viernes

 


Eran aquellos tiempos en los que, aún, todos íbamos de lunes a viernes a trabajar a la oficina. ¿Teletrabajo? aquello era ciencia ficción. Aunque, en realidad, para algunos lo sigue siendo... Pero ¿para qué desviarnos con cuestiones amargas? si lo cierto es que hablábamos de entonces, cuando nos veíamos a diario, cuando coincidíamos al menos ocho horas compartiendo "penas y madrugones" de la vida laborable. 

Quizá poco tuvieran que ver una interesante Jefa de Pagaduría con la champiñona de Información y Registro, el atractivo conductor del Parque Móvil con el simpático y reivindicativo ordenanza, y el enrolladillo chaval del pendiente de Habilitación con el pibón de los ojos azules de Seguridad. 

No compartíamos ni labores, ni vidas pero ¡bendita coincidencia! lo de vivir todos de aquel río con un nombre tan paradójicamente similar a "trabajo". Íbamos al "Tajo", pero no hubo receta mágica, salvo el trato y la conversación, las risas y los viernes. Sobre todo ¿os acordáis? esas cañitas antes de irnos de fin de semana. ¡Benditas cañas!

Pronto las cañitas de los viernes se convirtieron en la comida de esos viernes, y luego la copita, y después cenar y ya total: lo que sigue. Y terminábamos viendo amanecer y saltando juntos abrazados mientras cantábamos aquello de ¡nos queremos! La pura y etílica exaltación de la amistad con nadie la he vivido como con ellos. 

Me atrevería a decir que ninguno de nosotros pensaba que treinta años después seguiríamos buscando fechas para coincidir. En taytantos años ocurren muchas peripecias vitales. Las casadas se separan, los solteros se casan y algunos nos enamoramos y desenamoramos y volvemos a enamorar sin dar demasiadas explicaciones salvo a quién importa. 

Y ellos me importan tanto...

Aquellas frases de "Aquí va a pasar algo bonito" o "Muy mal se nos tiene que dar para que esta noche..." de haber sido ciertas fue con ellos. "Iba Lobo López tragando saliva" o "Que gustito pa mis orejas". Hemos bailado, cantado, reído... Guardan memoria tantas fotos de nuestra alegría.

La vida nos ha zarandeado de acá para allá a su santa voluntad mientas nos hemos ido curtiendo. Y perdimos cabellos y ganamos canas, perdimos cañas y ganamos fiestas de agosto, perdimos amaneceres, pero ganamos atardeceres tras todo un día juntos reordenando y recontándonos qué pasó desde que lo aparcamos. Hasta la próxima. Que tenemos que repetir ¿eh?

Y todo para continuar con esta certeza de que, aunque siga compartiendo con ellos mi vida a saltos, aunque la vida nos haya juntado a otros, aunque ya alguna viva el júbilo del jubilado, los demás estemos en otros trabajos mucho mejores, ole, y algún despistado se nos distrajera, aunque hayan pasado diez trienios os prometo que yo seguiría saltando abrazada a ellos, vaya si seguiría, como cuando éramos locos y gritábamos ¡Nos queremos!



jueves, 13 de febrero de 2025

Día Mundial de la Radio. 13 de febrero.

 



Radio Hora diciendo el tiempo minuto a minuto: Y mientras escuchábamos a pedacitos el cuento corto del día, mojábamos las galletas con la precisión exacta para que quedaran blanditas, pero sin llegar a perder un solo trozo ni dentro de la leche ni camino de la boca. La radionovela de Lucecita sonando de fondo mientras mamá así planchaba, así, así, mientras el aroma a limpio la envolvía. La sintonía de cabecera del programa de Garci con la canción "Luna de miel" de Gloria Lasso, mientras nos poníamos el pijama e íbamos acostándonos cada uno en su habitación. La tertulia de "La Tarántula" de Antonio Herrero, con Carrillo, Ernest Lluch y Rodríguez de Miñón en mis oídos entreteniéndome tanto mientras tecleaba frenéticamente en aquel trabajo de grabadora. Cuando llamó ¡Jordi Barcia! de "El ojo crítico" para decir que había ganado aquel lote de libros por mi relato de una insolación. Aquellas mañanas en las que escuchábamos, antes de desayunar juntos, la misma emisora y luego comentábamos las noticias, estirando a coro la letra "r" de la palabra "mieeeercoles" como aquel locutor. Lo que aprendí de poesía escuchando "La estación azul" cada domingo. La compañía de Pepa Fernández desde hace tantísimos años mientras se van ordenando la casa y mi cabeza. Cuantos programas de Documentos, descargados y escuchados, mientras me mataba en la elíptica del gimnasio. Lo que echo de menos a Carles Mesa y "los suyos" desde que se le llevaron a Radio 4. ¿Te acuerdas de aquellas gratas excursiones para leer nuestros textos en Radio Morata y Radio Círculo en el Círculo de Bellas Artes? La sonrisa que me regala cada domingo la Tertulia de los Maduritos interesantes con Aberasturi y Garci. ¡No os perdáis ese nuevo programa de historia de los fines de semana en RNE de dos y media a tres en el que te cuenta cualquier día de cualquier año pasado como si ocurriera en ese momento...!

Cuánta vida, toda, trenzada a mis emisoras y programas favoritos.

Podría vivir sin la tele, pero sin la radio no, sin la radio no podría.

13 de febrero. Día Mundial de la Radio.


viernes, 7 de febrero de 2025

La tarde del viernes.

 



Alguien debería levantar un monumento a la tarde del viernes. Ponerlo en el centro de una plaza con árboles y bancos en los que sentarse al sol. Se merece un monumento, al menos una placa que rezara: "A la tarde del viernes, la mejor de toda la semana". 

Déjate de monumentos y pamplinas, y aprovéchala, te dices. Es fin de semana. Te espera una alfombra roja de tiempo y planes, descanso y disfrute. Vamos, tira, puedes empezar ya a desplegarla, sin prisa, sin Cronos azuzándote. Una alfombra mágica que se desenrolle por delante ti, despacio, despacio, poniendo a tus pies mil y una bondades para el fin de semana.

Respira. Deja que el blando silencio se haga hueco entre tus neuronas, deja que vaya deteniendo el atropello que aún corre vertiginoso por dentro de tu cabeza, no se te olvidó nada, deja que se despegue la prisa de las yemas de tus dedos y de tus pensamientos, que calme, calme. Ya quedaron las tareas hechas, el reloj de fichar te hizo una reverencia al salir entre las voces alegres que te desearon "Buen finde". Y tú te fuiste paseando, a tu paso, ni alegre, ni triste, dejando que la lluvia te empapara sin prisa. Solo era lluvia, lluvia mansa tras el chaparrón. 

Quédate tranquila. Que la actividad vaya posándose despacio, que encuentre mullido acomodo en el suelo de este atardecer plácido. La semana laboral fue intensa, volvieron caras del pasado y otras se dieron a conocer para que pudieras pegarlas a un nombre escrito, a una voz. Si lo piensas, es bonito que te quieran conocer, cuando no hay un por qué que urja. Semana llena, llenísima de malo, de regular, de bueno, la vida. 

Pero contenta de haber conseguido que no te arrastrara del todo su atolondramiento laboral y urgente, contenta de estirar un poco más el tiempo de vida para nuevas exposiciones, leer bastante, reseñar e inventar otra historia que vivir en el papel. Contenta de haber sacado la cabeza por encima de la vorágine para lograr hacer biografía, que diría David. ¡Eh! ¡Alto! que yo soy más que una tarjeta de fichar.

Alguien debería levantar un monumento a la tarde del viernes. 


martes, 28 de enero de 2025

Cuarenta y tantos años

 



V y A

 

Nos unió el orden alfabético y después el puro y bendito azar. 

Nacidos en el mismo año de la década que más críos engendró nuestro país y seleccionados entre la A y la H de los matriculados aquel lejano curso, fuimos a coincidir en aquella clase de pupitres diminutos, ¿eran verdes?, y grandes ventanales. 

Recién empezaban los 80 en un Instituto de barrio, trece y catorce años, las caras salpicadas de granos y casi todo aún por vivir. 

Ya no recuerdo quién se sentó primero. A nosotras, la timidez nos aplastó al fondo y contra la pared mal pintada de esa clase de 1º A donde los conocimos.  El pelo más oscuro, la cara más redonda, dos adolescentes del montón en el último pupitre de la fila de en medio. 

Ellos, dos flacos chavales, todavía a medio hacer, se sentaron en el pupitre de delante. Al más moreno le comenzamos a llamar por el apellido, era corto y sonoro, y así se quedó para la vida entera, al segundo le acortamos el nombre por la mitad más elegante y victoriosa. Y comenzaron a ser dos con una y griega en medio. Llegábamos de colegios distintos que tampoco estaban cercanos, no nos habíamos cruzado por el barrio, no nos conocíamos de nada, pero por alguna extraña razón ya toda la vida cuando pensara en ellos no podría evitar una sonrisa espontánea de sincero cariño. 

No éramos su tipo y ni ellos los nuestros, qué gran suerte es eso a ciertas edades. Durante dos años cada día de lunes a viernes vimos más sus espaldas que sus caras, pero la espontaneidad y la risa campó a sus anchas en ambas direcciones. “¡Pero tía ¿tú le has oído? ¡Que me ha llamado mandril!” Desde el pupitre de detrás los vimos aterrizar con la voz más grave tras el primer verano, también fuimos testigos mudos de sus azoramientos torpes de amor. Crecíamos. 

Pero aquel lejano 3º de BUP llegó para partir el mundo entre las Ciencias y las Letras. Y unas tempranas decisiones académicas, más o menos acertadas, nos sacaron de la clase con la primera letra del alfabeto. Nuestro destino se ensanchó, se pobló de más caras, de más idas y venidas con otros protagonistas que probablemente nos llenaron o dolieron más y la vida nos dispersó. 

Cómo iba a imaginar yo que tantos años después, se iban a dar las circunstancias para que, junto a más amigos, volviéramos a sentarnos juntos. El pelo más claro en virtud del paso del tiempo o los beatíficos tintes, las arrugas bien salpicadas disimulando aquellos granos que dejaron marcas fuera y dentro, pero intactas las risas que encontraron su camino y otra vez iban y venían entre retazos de conversaciones. Cómo imaginar que volveríamos a compartir una tarde que ni era de Ciencias ni de Letras, mientras descontábamos la vida. 

A veces la vida te echa el brazo por encima de los hombros, te acerca cariñosa a ella, y sientes que vale la pena revivirla. Seguían ahí, detrás de su mirada y su voz. Y tú que no puedes evitar sonreír, sonreír sin más, porque ni tan siquiera necesitas recordar. Simplemente, están, están ahí mismo, como si no hubieran pasado cuarenta y un años.


@Rocío Díaz Gómez


 

 


viernes, 24 de enero de 2025

Tus pendientes. 24 de enero.

 


Si supieras la de veces que te he escrito... Pero nunca me gustan mis palabras, se quedan cortas, flacas, escasas, y acabo dejándolas volar, volar solas, ya llegarán donde estés.

Pero otra vez es 24 de enero y te habrías tomado el día libre como siempre hacías y pienso que te habría comprado unos pendientes, de esos que cuelgan, geométricos, de plata, con algo turquesa, unos bien bonitos que pegaran con tus ojos. Con los pendientes siempre podía acertar. O con un pañuelo. Y había que ir a lo seguro o corría el riesgo de naufragar con el regalo de cumple. Ya lo sabes, te tocó una cuñada muy pesada con que existieran regalos. Todo lo contrario que tú. 

Sería muy infantil volver a si la vida es justa o injusta. Quizá tomemos cada vez menos azúcar con el café para ir acostumbrándonos a su amargor. Bah. Esta vida es como es. Una pastilla bien gorda que uno aprende a tragar.

Otro 24, pero déjame volver a pensar que te fuiste muy, muy, a destiempo. No te tocaba. No. Me quedaban muchos regalos por comprarte. Muchos. 

Si supieras la de cosas que te contaría... Que aun te cuento. Sintiendo que me contestas con ese sentido del humor socarrón tan tuyo. Tan de todos nosotros. 

El mundo es más feo sin ti, Rosa. 

Pero ahí vamos. 

Queriéndote igual.