Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

jueves, 2 de mayo de 2024

De madrileños, gatos y sus areneros

 


2 de mayo, día de la Comunidad de Madrid. 

Podríamos decir también que es el día de los "gatos", como se nos suele llamar. Y podemos ver en las fotos de los aseos de un restaurante céntrico madrileño por la zona de Barquillo, que me parece de lo más original. "Gato y gata y areneros para gatos". Muy ocurrentes sí señor.

Yo soy madrileña porque nací en Madrid y porque me encanta mi ciudad. Pero, en cambio, no soy "gata" porque para tener el "título", además de haber nacido en la capital hay que tener tres generaciones de madrileños nacidos aquí, y ni mis padres y abuelos eran de Madrid. Ya sabemos que se nos llama "gatos" por la hazaña de un soldado del siglo XI que se lanzó a trepar la muralla que entonces rodeaba Madrid para permitir el avance las tropas cristianas de Alfonso VI que pretendían liberar a Mayrit (Madrid) del dominio árabe. Trepaba tan ágilmente muralla arriba que decían que lo hizo como un gato. Y nuestro soldado tan orgulloso, después se cambió el apellido e incluso el escudo de la familia representando la hazaña. 

Aprovecho para dejaros más fotos de aseos, e ir ampliando nuestra colección. ¡Un viva por los ocurrentes! 

Vaaaale, y también por los madrileños, sean gatos o no, que para eso es nuestro día. 








Las fotos de los aseos de arriba me los envió mi amigo Javier de Puerto Lápice. Y los de debajo también los encontré yo en otro restaurante italiano de Madrid, de la zona de Canillas.





miércoles, 1 de mayo de 2024

"Elogio de las manos" de Jesús Carrasco. Reseña Literaria.




 "¿Y qué haréis cuando construyan los apartamentos? Nos despediremos del lugar, agradecidos por lo vivido, y seguiremos nuestro camino. Así lo predicaba yo, como si fuéramos personajes de una parábola mística oriental. 

Pero mentía, me resistía a perder para siempre aquel espacio que ya estaba tan dentro de nosotros y de nuestra historia particular. Todo era un cuento. Yo me había apegado a aquella casa que no era nuestra y me resistía a dejarla marchar sin más. El discurso pertenecía al joven que fui y la verdad, al hombre que era. Y entonces sentí que todas esas parábolas de amor puro que incendiaron mi juventud también podían arder tranquilamente. Aquello que amo, me dije, lo quiero pegado a mi pecho. Quiero poder acariciarlo con mis manos. Quiero poder llorar su ausencia."


Y tú quieres hacer la reseña del último libro que has leído "Elogio de las manos" de Jesús Carrasco. Te gusta hacerlas porque pasado el tiempo las sensaciones que te deja la lectura se van diluyendo y uno se va olvidando de los matices. Además te gusta saber cuántos libros has leído en un año, siempre muchísimos menos de los que te gustaría, el tiempo libre es un bien escaso. 

Es el segundo libro de este autor que lees. "Llévame a casa" te gustó mucho. Y siempre que uno lee más obras del mismo autor se tiende a hacer algo que no se debe hacer: comparar. Pero lo haces. "Elogio de las manos" no te ha gustado tanto como "Llévame a casa", aunque también te ha gustado bastante. 

El argumento uno lo puede leer en cualquier sitio: En el año 2011 el narrador y su familia topan con una vieja casa de un pueblo del sur de España. Está previsto que la van a derribar para construir unos apartamentos turísticos. Sin embargo, el propietario les deja que pasen allí temporadas haciendo uso de ellas, mientras consigue la financiación necesaria para su proyecto de construcción. Y la familia comienza a frecuentarla, a vivirla, a hacerle las reparaciones necesarias, aún a sabiendas de que no van a durar, porque no es suya y la van a tirar. La casa se convierte en "su casa" porque la habitan, porque allí disfrutan con familia y amigos del ocio, porque allí viven el presente disfrutando del momento. 

 Tienes que decir en la reseña que te pareció un acierto mayúsculo el título. Porque toda la novela es un elogio. Por supuesto de las manos, de la labor que se hace con ellas, del trabajo artesanal, en primer lugar. Pero también es un elogio de lo doméstico, de la vida corriente y cotidiana. Un elogio de las pequeñas cosas. 

Tienes que decir también cómo te gusta la forma de escribir de Jesús Carrasco. Cuánto transmite con su prosa sencilla, ligera, íntima. 

Dirías que no ocurre nada extraordinario en esta obra, simplemente es la narración de un tiempo en familia, en el campo, con las personas cercanas, las que uno quiere más y las que aprende a querer porque viven cerca. Es un pedazo del tiempo de esa familia arrancado a la vida y plasmado en una obra.

Quizá haya quién opine que es un poco repetitiva, puede ser. Aunque a ti, mientras las leías, no te importaba. No buscabas el gran argumento, ni la sorpresa, ni que te atrapara. Buscabas un refugio. Y eso encontrabas cada noche cuando leías y te marchabas durante un rato a esa casa. Qué difícil vivir en un lugar del que tienes la certeza que no va a durar. Pero también es cierto lo que suele decir el autor, a propósito de su libro, cuando le preguntan: también la vida es así, la vives intensamente aunque sabes que se termina. Y te hace pensar...

60 breves capítulos muy bien rematados, con finales tan certeros que parecían un eco que te dejaba pensando en las palabras del autor. Un período de tiempo lineal, los diez años que pudieron disfrutar de esa casa. Es un libro muy profundo, aunque hable de lo más cercano. Cuántos párrafos habrás subrayado, piensas, imposible transcribirlos todos. Tendrás que elegir. Y en las elecciones siempre se pierde algo, concluyes. Pero seguro que tienes que incluir el del nombre ficticio de la niña pequeña. Te hizo mucha gracia. Aunque no tiene mucho humor esta obra, la verdad, la recorre como un río subterráneo cierta ironía a veces.

Pues habrá que ponerse manos a la obra, y nunca mejor dicho, y hacer la reseña. Siempre se te quedará corta, como te pasa con todas. Lo que te gustaría que quedara más claro es que tú, y en este abril de 2024, has disfrutado mucho con esta novela, medio autobiografía, medio ficción. Porque necesitabas esa lectura profunda y tranquila. Que quizá otros lectores no estarán en ese momento de contemplación que necesita esta lectura para vivirla como se merece. Pero que eso es lo bueno de los libros, que son pacientes, y que nos esperan para cuando seamos capaces de valorar lo que tienen que ofrecernos. Y esta novela, más que ninguna otra, destila paciencia. 


"Algo que no se debe hacer es pedirle a una niña de ocho años que escoja para sí misma un nombre ficticio. Cuando ya llevaba algunas semanas redactando este libro, le pedí a mi hija pequeña que por favor reconsiderara su primera elección y que, a ser posible, buscara un nuevo nombre que no fuera el de un droide astromecánico. Verás, le dije, no combina demasiado bien con Marie, ni con Anais, ni con Juanlu, ni siquiera con Beleña. Cada vez que escribo R2D2 me desconcentro, le expliqué. Me contestó que R2D2 era el que le gustaba pero buscaría otro nombre que pegara más. Noté cierta ironía en su tono. O quizá era decepción ante un padre que, por un lado, había comenzado un juego, y por otro, había decidido terminarlo unilateralmente. Tuve miedo de que se vengara de mí eligiendo el nombre de algún personaje de Star Wars que me complicara todavía más la vida: Biggs Darklighter, Jar Jar Binks o Lando Calrissian.

De nuevo se tomó su tiempo para comunicarse su decisión y, cuando la tuvo, se acercó a donde yo estaba, lo pronunció con claridad -Berta- y se marchó por donde había venido. Parecía resignada por haber tenido que rebajar su fantasía para adecuarla a mis intereses. Pero llegaría el momento en el que Anais daría a luz en las páginas del libro y la idea de seguir llamándola R2D2 generaba en mí una imagen inquietante."

domingo, 28 de abril de 2024

"Si ellos ya eran aire" Marina, Pablo y el viento

 



Si ellos ya eran aire

El viento se cuela entre los rizos de Marina y se esconde a mirar. 

Si dos bailan, un tercero está de más.

Pablo sabe de ese viento celoso,

pero sabe más de sus pies descalzos, sus dedos ligeros, 

su limpia complicidad.

"No dejes de mirarme Marina, no dejes, 

que se marchará."


El viento celoso trepa los rizos de Marina

asciende el ángulo perfecto de su brazo, 

alcanza las suaves yemas de sus dedos

Y con un ¡ay! roto de pena

se deja escapar.


Pandora espera,

espera con su caja de los vientos

y le abre una rendija nada más:

"¡Viento travieso! Si ellos ya eran aire,

¿A qué vas?"

Y mientras se cuela el viento en su caja,

otra vez bailan Pablo y Marina, 

bailan y bailan,

no dejarán de bailar. 


.


lunes, 22 de abril de 2024

Christina Ronsenvinge en La Feria del libro de Rivas Vaciamadrid

 

A veces uno sabe que irá a algún concierto siete meses antes, y otras lo descubre con un par de horas de antelación. Y si acaso.  

A veces uno va "un mucho" por la compañía, "un poco" por el día que es, y "otro poco" porque hacía tiempo que la cantante te gustaba y mucho. 

Sin embargo, esa tarde todo se conjugaría para que estuvieras ahí.  

Porque hay veces que la vida te sorprende. Y para bien.

A Christina Rosenvinge, hace muchos años, yo "creía la veía, cruzaba la pared y de pronto ¡zas! aparecía a mi lado". Yo no era, ni soy, nadie especial. Le pasaba a muchos. Pero me hacía gracia, la verdad. Por lo menos dos lustros después, me sentí totalmente de su lado cuando "mil pedazos de su corazón volaron por toda la habitación" y mucho más cuando "dejó solo un trocito de su corazón dentro de su bota para que le doliera si se iba con otra". Muy bien Christina, con un par. Y ahora resulta que la misma cantante, pero vamos por fuera la mismita, la mismita, que hay que ver que está igual que siempre, reaparece en mi vida y me cuenta de mitos que siempre me han gustado, como el de Eco y Narciso, o me desmiente la muerte de Safo, y tiene estribillos que se me cuelan dentro y me descubro a media mañana tarareando "una pajarita" que ¡Válgame Dios" si alguien me lo hubiera dicho...

A veces uno no lo sabe, pero al final la vida te sorprende. 

Y muchas de esas veces, toquemos madera, hasta es para bien. 








viernes, 19 de abril de 2024

"Casas consistoriales" de Madrid en primavera

 


Cuando sales pronto de casa, para ser un domingo y para ir a una visita guiada, piensas que vais a estar tres monos, porque a ver quién va a querer darse semejante madrugoncillo para ir de turista por su propia ciudad, a un lugar que siempre va a estar a tiro de piedra y cuando al día siguiente vas a seguir madrugando y madrugando, dale que te pego, otra larga semana... Vamos, que de primeras piensas: ¿¡Que yo me voy a levantar para ir dónde...!?

Pero luego resulta que llegas y sois un grupito de lo más numeroso. Y dice ¿ves? todos éstos también querían ver las Casas Consistoriales.Y tú creyéndote el único. Anda que... 

Porque gracias al programa de visitas gratuitas del Ayuntamiento de Madrid "Pasea Madrid" pues oye vas conociendo lugares a los que nunca habías accedido. Es verdad que hay que estar súper atento al día y la hora en que salen para apuntarse, porque todos los millones de madrileños que nos gusta conocer la ciudad estamos ahí con los dedos sobrevolando las teclas y la mirada clavada en la pantalla, con el ansia viva, esperando el pistoletazo de salida para inscribirnos. Y en cinco minutos ¡zas! todo el pescado vendido, como se suele decir. Así que cuando consigues plaza para alguna es casi como si a uno le hubiera tocado la lotería. Y de verdad, que sin exagerar ni una pizquita así. 

Y por eso un domingo te ves visitando "Las casas consistoriales" de Madrid que no se suele poder visitar. El primer Ayuntamiento de Madrid porque era la sede del Concejo de la Villa (también fue prisión municipal), inaugurándose en el XVII, y donde estuvo el Alcalde hasta el año 2007. Típico edificio de la arquitectura de Los Austrias. 

Y te cuesta levantarte y dices ¡¿En que hora?! Pero al final pues merece mucho la pena, como siempre. Porque normalmente uno pasa por la Plaza de la Villa y no entra a estos edificios donde mirando a la calle Mayor está el llamado balcón de la Reina. Y ves la Venus original nada más entrar, y algo después la Custodia del Corpus. Y ves el patio con esa vidriera impresionante, o el del original artesonado de madera del ultimo salón; ves la sala de Plenos donde se reunían y tuvieron que dejar de hacerlo porque hacía un frío o un calor inaguantable y donde dejan que te sientes en la tribuna, ves la escalera de cerámica de Talavera, ves las galerías con todos los cuadros de los Alcaldes que hemos tenido, desde los más oscuros hasta el colorido total de Manuela Carmena... Pasas por dentro, por encima del puente, de uno al otro, y, mientras te van enseñando los dos edificios: La Casa de la Villa y la Casa de Cisneros. Los vas recorriendo, hasta terminar en el patio interior de la de Cisneros. 

Estuvo chula la visita, y la guía la verdad es que lo explicaba muy bien, amena pero dando mucha información. 

Total que a las once y pico de la mañana de un domingo soleado resulta que tú ya has hecho tu visita para instruirte y luego pues te tiras en plancha a unas crujientes porras con un café con leche que te entonan el cuerpo del madrugoncillo, los enlazas con unos paseítos por el Rastro y para terminar te sienta divinamente un vermú rojo en una típica y oscura tasca madrileña y ¡tan ricamente! 

Y te sale un domingo bien completo, ¡vamos!, uno para chuparte los dedos.












"Estaciones de regreso" de Jacobo Bergareche. Reseña Literaria

 



Mientras mi padre nos contaba por teléfono que habían asesinado a mi hermano pequeño, se podía ver desde el balcón, tras los setos de mirto y laurel donde termina el jardín, a una pequeña cierva comer bellotas de una encina. No era urgente llorar, ni tratar de comprender lo que había pasado, ni comunicarle a nadie nada. Tendríamos el resto de la vida para eso.”

Confieso que me costó entrar en este libro. En un principio no sabía muy bien dónde quería llevarnos el autor. Confieso también que, de pronto, no sé dónde, en qué momento, me atrapó. Y tras ese destello lo he leído con verdadera devoción. 

Un montón de veces mientras lo leía pensaba "Jo, pero qué bien ha contado esto, o cómo le comprendo, o qué chulo lo que dice, qué bien escribe.". 

Se titula "Estaciones de regreso", de Jacobo Bergareche, un autor de quién yo no había leído nada, y brujuleando por internet leí varias buenas críticas. Así que me entró mucha curiosidad. Ahora ya soy fan total de Bergareche.

No es largo, tiene unas doscientas páginas y no es una novela, sino una suerte de autobiografía cuyo núcleo es la pérdida y el duelo. 

Al autor le asesinaron al hermano pequeño, Roque Bergareche, de 29 años, en Angola en el año 2012 y su madre en el AVE de vuelta a Madrid, nada más saber la noticia, le dijo: "¡Escribe! ¡Escribe algo!". Y le costó mucho tiempo, pero al final de aquel dolor, de la muerte y de aferrarse a reconocer lo que la vida merece la pena, nació este libro seis años después: "Estaciones de regreso", una elegía. 

Tiene quince capítulos, de los que justo los que menos me han gustado son el primero y el último. El resto sí, mucho. Pero cada lector es un mundo y, además, no siempre nos apetece leer lo mismo.

Este es un libro intimista, un libro sobre saber mirar a la vida, a sus detalles, a las personas. Tiene capítulos que me han encantado, como el dedicado a su profesora Pura y cómo encaró el momento en que supo que se moría. Nos habla de sus amores, de su tiempo viviendo en Austin, de sus colegios, de sus trabajo, de la naturaleza, de escribir, de los libros, de la música... de lo bueno que es vivir. 

"Publiqué un libro de poesía que no me hizo poeta, hice una exposición de fotografía que no me hizo fotógrafo, escribí cientos de guiones de series prescindibles que no me hicieron dramaturgo, publiqué los suficientes artículos como comprobar que no era un filósofo, y tampoco fui capaz de pintar lo suficiente como para ponerme a prueba como artista. Pienso que el adolescente que fui me miraría con cierta indulgencia y con el respeto que se le debe a un resistente, pero no sentiría por mí admiración alguna."

Tengo casi todo el libro subrayado, no he dejado de hacerlo. Creo que ahora puedo ver mejor lo que no he subrayado que lo que tengo marcado. No he hecho más que marcar párrafos enormes que me encantaba leerlos, solo por el placer de disfrutar cómo lo contaba.

El título está extraído de unos versos del poeta Luis Rosales:

«...quiero deciros que el dolor es un largo viaje, es un largo viaje que nos acerca siempre vayas a donde vayas, es un largo viaje, con estaciones de regreso, con estaciones que no volverás nunca a visitar» Luis Rosales

Me ha parecido un libro muy de verdad, tan bien escrito que transmite.  

 "Así lector, soy yo mismo la materia de mi libro; no es razonable que emplees tu tiempo en un asunto tan frívolo y tan vano.

Sin embargo, esperas que quién lea ahora estas líneas y haya llegado hasta aquí no haya desperdiciado del todo su tiempo. Te gustaría creer, y no solo llevado por esa vanidad limpia tan tuya, que también ese él o esa ella han podido viajar a sus primeras veces y reconstruir algo de ese legado que les pertenece y que no ha terminado de hundirse del todo en la oscuridad, que les ha devuelto a su primer amor, al primer disco con el que comprendieron que la música es un espacio emocional de hoja perenne, que les ha recordado la primera obra de arte donde pudieron correr las cortinas que nos ocultan nuestra fragilidad, nuestros deseos oscuros, nuestro terror a la muerte..."

Volveremos a encontrarnos Jacobo Bergareche. 


domingo, 14 de abril de 2024

Quique González en La Riviera. Abril 2024

 




Qué gusto sentirse parte de este inmenso coro de voces.

Desenvolver, al fin, el último de los regalos de cumpleaños que quedaron por disfrutar. La ilusión de recibirlo, la paciencia de guardarlo durante meses, esperar, y ver que no es lo que habías pensado, pero como llega se recoloca.  

Vivirlo tan cerca del escenario, tan pegados a un montón de desconocidos, estar juntos y compartir la misma ilusión de tantas caras de todas las edades, a la justa distancia, expectantes.

Qué gusto toda esta gente bailando a un tiempo, alegrándose a la vez de que toque ésta y aquella, revoloteando entre todos las mismas canciones que fueron y son de siempre.

Cantar y cantar y cantar como si no las hubiéramos entonado nunca, pero cómo si las hubiéramos ensayado a la vez.

Qué gusto vivirlo y sentirse música.

Quique González otra vez. 

La Riviera otra vez. 

Abril 2024.

Gracias, gracias, gracias.