Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

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domingo, 24 de noviembre de 2024

Paseando Madrid: Carabanchel.

 



Yo sé que Madrid tiene mucha gente y muchas filas, tiene muchos coches y muchas escaleras, tiene las calles estrechas y a menudo sucias, tiene líneas de metros a las que solo le faltan los "empujadores" como en Japón, y tiene distancias tan largas que una siente que nos está sisando tiempo de vida todos los días. No lo voy a saber... 

Sin embargo, aún a sabiendas de todo ello, entono un mea culpa y pido perdón, porque a mí me gusta mucho mi Madrid. Y lo camino y lo visito siempre que puedo porque es interminable. Supongo que sí, que algo de masoquismo debo de tener. O síndrome de Estocolmadrid. O qué sé yo. 

El otro día me lo atravesé para descubrir un barrio que me pilla a años luz del mío, pero que tenía ganas de patear. 

Carabanchel. 

Fue gracias a una de esas visitas que organiza la Comunidad de Madrid, por las que tienes que pelear un día concreto y a una hora fijada para pillar plaza para tres meses después, armándote de paciencia. Pero que si lo consigues, a mí me suelen gustar, porque como las de Arganzuela, las guías vienen de un colectivo que se llama La Liminal que lo enseña muy bien porque te hace mirar al pasado y al presente de los lugares y te ofrecen una explicación en la que también los visitantes nos volvemos protagonistas. Nos hacen preguntarnos un sinfín de cuestiones relacionadas con los movimientos sociales y después vecinales, la geografía, la economía, la historia, y vas encajándolo todo, y al final te llevas a casa una visión del lugar bastante completa. 

Sería muy largo contaros toda la visita, pero así a grandes rasgos deciros que en esta visita, comenzamos recordando a los dos Carabancheles que se anexionaron a Madrid en los años 40. Carabanchel Alto y Carabanchel Bajo eran dos municipios pegados a la capital que se anexionaron en 1948. De ahí viene este distrito que tiene varios barrios y una extensión considerable más allá del Manzanares, atravesando el Puente de Toledo, el Puente de Segovia hacia Toledo y Extremadura.

Lo primero que visitamos fue la Finca de Vista Alegre, ese lugar histórico fundado como Casa de Baños en 1824, muy visitado por la regente María Cristina, y que llegó a ser un sitio de recreo de las clases altas a donde escapaban para ocio y evasión. Lleva abierto ahora como tres años, tras las movilizaciones vecinales del 2018 y 2021 en las que lograron el reconocimiento patrimonial de sus jardines y el uso público. Se ha rehabilitado bastante la Quinta con su Palacio Viejo y su Palacio Nuevo, y donde aún se conservan ruinas de la antigua fábrica de jabón. Merece mucho la pena. 

Y de ahí fuimos paseando por el barrio para conocer un poco el antiguo Carabanchel Bajo, con su Plaza rebosante de vida un sábado por la mañana, y de ahí a la plaza donde estaba la antigua Plaza de Toros de Vista Alegre, lugar de encuentro y ocio. Ahora está ahí el famoso Arena donde hay tantos conciertos. 

Fue una visita muy instructiva, muy amena, en la que pudimos ver de primera mano como Carabanchel había crecido desde los Palacios hasta las fábricas, como dice el título de la visita. 

Y no os voy a engañar, si luego una lo remata tomándose en una tasca típica unas patatas revolconas con unos torreznos acompañándolo de un rico vermú, se te queda un sábado bien, bien redondito. 









jueves, 14 de noviembre de 2024

Instituto Enseñanza Secundaria Cervantes. Instituto Histórico de Madrid

 



El martes de esta semana estuve visitando el Instituto histórico Cervantes de enseñanza secundaria. 

Ya sabéis que la Comunidad de Madrid tiene seis Institutos Históricos que se siguen utilizando para la enseñanza secundaria pero que tienen un enorme valor histórico por su antigüedad, su patrimonio, las personalidades que han pasado por ellos como alumnos o profesor... Me refiero al San Isidro, Cardenal Cisneros, Cervantes, Lope de Vega, Isabel la Católica y Ramiro de Maeztu

Gracias a la Semana de la Ciencia que organiza la Comunidad de Madrid se pueden visitar algunos de ellos. El año pasado tuve la suerte de conseguir plaza en el Instituto Cardenal Cisneros que está por Noviciado, muy cerca de la Plaza de España y que me gustó mucho. Y este año cuando salieron todas las plazas libres, conseguí un hueco para visitar el Cervantes, que es el tercero más antiguo. Desde el año 60 y hasta la actualidad está en Embajadores, en lo que era la antigua Escuela de Veterinaria. La institución nació en el año 1929 siendo solo femenino, pero además de ir cambiando el género de su alumnado, ha pasado por diversos edificios desde el primer palacete que ocupó y que pronto se les quedó pequeño por la zona de Chamberí.

Mi impresión es que el Cervantes quizá sea un poco más modesto que el Cardenal Cisneros, sí, pero a también me pareció muy interesante. Y eso que después de todo el día trabajando, más el gimnasio, más la carrera que me tuve que dar para llegar a la hora de la visita, no es que fuera yo de lo más fresca... Pero al final siempre te alegras mucho del esfuerzo. Merece la pena. 

Primero porque la guía que nos lo estuvo enseñando nos dio una disertación muy detallada y completa sobre el Instituto, su historia, su periplo, y demás. Se notaba que sabía bastante y te lo explicaba de forma muy clara. Disfrutaba y eso se contagia. 

Y también porque hay que conocer ese patrimonio que tenemos en nuestra Ciudad. Los laboratorios de ciencias naturales, química y física son muy curiosos. Nos enseñaron las piezas que conservan desde los primeros tiempos que se impartía enseñanza. Todas se van poco a poco restaurando porque tienen un enorme valor pedagógico y artístico y son bien chulas. Me gustan un montón. En los años treinta y cuarenta rezaba aquello de "Aprender de las cosas", por eso compraban material de exposición de fuera, de calidad, pero aquí en España muy desconocido. En la foto podéis ver una figura del cuerpo humano que está hecha de papel maché y que se ha restaurado hace nada, que data del 1830. Se puede ver por fuera y se abre y también se puede ver por dentro para aprender los órganos internos. Nos decía que faltaban los genitales como ocurre con la figura que hay en el Instituto San Isidro. Eso nos lo contaron también en el Cardenal Cisneros. No se sabe dónde han ido a parar. 

Y por último la biblioteca que tiene me encantó. Por su amplitud, por su luz, por su disposición, por las láminas antiguas que guarda que también nos las estuvo enseñando ( una de Roma antigua, otra de los planetas, otra de cómo entra la luz en el ojo...) Y sobre todo ese sabor añejo que conserva. 

Por aquí pasaron figuras tan importantes como Machado, de quién nos dijo que le habían hecho como a otros compañeros un expediente de depuración, pero que resulta que al poeta se lo hicieron un poco después de que hubiera fallecido porque ya sabéis la historia. Y también pasó por el Cervantes la filósofa María Zambrano que fue profesora, lo podéis ver en una de las fotos. 

Bueno, no me quiero extender mucho más. Pero quería dejar constancia de lo interesante que me pareció esta visita. 














domingo, 2 de junio de 2024

La Imprenta Sur de Prados y Altolaguirre en Málaga

 



Os podría contar que, a veces, una tiene suerte y se puede medio colar en un grupo que ya estaba previsto que visitara la mítica "Imprenta Sur". La que fundaron el tándem Emilio Prados y Manuel Altolaguirre en Málaga en los lejanos años 20 del siglo pasado. La misma imprenta de la que salieron libros de los entonces jóvenes pero después importantes autores de la Generación del 27, así como varios números de la famosa revista literaria Litoral. Menuda trayectoria larga la de la emblemática imprenta, gracias a cuyas antiguas máquinas, aún en la actualidad, salen editados libros de poesía de forma artesanal.

Pero os contaba que, a veces, una tiene suerte y se acerca al Centro Cultural donde ahora está instalada, un poco a probar suerte y otro poco a ver qué pasa, porque estar en Málaga y no intentar verla... Y, tal y como en el fondo esperaba, te dicen que, claro, así de pronto, pues no se puede visitar. Pero ¡atención! que si al día siguiente vuelves a eso de las 11 justo te podrás unir a un grupo que ya tiene la visita apalabrada. ¡Ole! ¿Y cómo no vas a ir? Con la importancia que tiene. Haces cambalache de planes y ahí estás al día siguiente como un clavo. 

Lo curioso fue que, no nos lo habían dicho, pero era un grupo de discapacitados intelectuales el que tenía la reserva. Si algo me ha enseñado cuidar en exámenes donde se pueden presentar estas personas, es que bajo la etiqueta de discapacitados intelectuales cabe un sinfín de síndromes y patologías con resultados muy, muy diferentes. Qué interés tenían algunos en ver todo, en qué se lo explicaran bien, en hacer preguntas, en demostrar que ellos sabían ya de lo que les hablaban. Digno de admiración.

Hay momentos que no se pueden reseñar en dos palabras. Caras, frases, ruido, entusiasmo. No creo que se nos olvide fácil aquella visita. 

Lo que está claro es que en esa soleada mañana en Málaga se unió la significación de la imprenta que estábamos visitando, con el enriquecimiento personal que supuso que el grupo que tenía la reserva nos permitiera visitarla con ellos. Doble lujo.













lunes, 7 de junio de 2021

De compras por las tiendas centenarias de Madrid

 



Tienda de sombreros La Favorita

 

Algunos sábados nos vamos de compras.

Que aburrido es comprar en este siglo y en las mismas tiendas enormes e impersonales donde todo es parecido. ¿No te parece? 

Pero si, por arte de birlibirloque, nos agachamos un poco para impulsarnos y pegamos un enorme salto, podemos situarnos delante de las tiendas de hace cien años. 

No pongas esa cara, y ten fe, porque no es nada dificil encontrarlas. Solo tienes que darte un paseito por los alrededores de la Plaza Mayor de Madrid, mirar al suelo, y distingir esa placa que desde el año 2006 figura delante de alguna de ellas. Las placas son de bronce, fueron diseñadas por Mingote, tienen los símbolos de la Puerta de Alcalá y el Oso y el Madroño. Además en cada una te dicen la tienda que es y cuando se inauguró. 

Ya solo tienes que imaginarte vestido de principios del siglo XX, dar un paso y entrar. 

El trato suele ser, siempre hay excepciones que confirman la regla, exquisito, personalizado, al detalle. Un placer volver al pasado de su mano.

Entre las que se conservan sus antiguos letreros vemos también como las distinguían: las de color granate eran de hostelería, las de color verde eran mercerías... Aunque ya muchos no los conservan.

 

Y comenzamos el día de compras probándonos unos cuántos sombreros en La Favorita, que data del 1894, que está en los mismos soportales de la Plaza Mayor. Aún la regenta la familia Enguita, ya en su cuarta generación.


Muy cerquita, también en los soportales, sigue existiendo Casa Yustas. Esta se inauguró en el 1886. Tiene muchos objetos militares. Aquí se ha vestido la Casa Real. 

 

Casa Yustas



Después nos acercamos hasta la antigua Relojería de la calle de La Sal, que está bajando desde la Plaza Mayor hasta la Puerta del Sol. Es de 1880. Aquí recordaremos como evolucionaron los relojes, desde aquellos que llevaban las damas colgadas del cuello hasta los de pulsera. Sin olvidar los de pared que se llevarán toda la vida. Tiene un taller en su interior donde los reparan.

Antigua Relojería de la calle La Sal 2


¿Y cómo no pararse en los Sobrinos de Pérez? Con esa placa historica que nos recuerda que Galdós habló de esta tienda de tejidos en Fortunata y Jacinta.

Tejidos Sobrinos de Pérez



Pastelería La Mallorquina

Llegado este punto del centro de Madrid, lo mejor es dejarse llevar, como ratones, por el olor. Pero no del queso, no, de algo mucho más azucarado. Es imposible si pasas cerca, que el olor no te lleve hasta La Mallorquina, en plena Puerta del Sol, con esas típicas napolitanas de crema que se te deshacen en la boca... Ay por favor, yo no tengo voluntad para lo dulce. Aunque si la crema no te va mucho, aunque con la de aquí se puede hacer alguna excepción, siempre están esos torteles o tantos bollitos y dulces que no defraudan. 

También La Mallorquina es centenaria, por supuesto, y visita obligada si te vas de compras a principios del siglo XX por la zona y ya quieres hacer un descansito. Se llama así porque la familia que la fundó era de Mallorca. 

 

 

Y ya con la tripa llena, muy cerca está Casa de Diego, con su espectacular escaparate llenito de abanicos, donde un letrerito te dice "Mañana lloverá" para que pases y te hagas con uno de sus paraguas que duran años y años y años, y donde, además, te los arreglan si te estropea. Y luego están sus mantones, sus peinetas, castañuelas, mantillas... ¿Te acuerdas de todo lo que nos enseñaron sobre el lenguaje del abanico? Qué amables son los dependientes de Casa de Diego.


Tienda de abanicos y paraguas Casa de Diego

 

 

Atraviesas la Puerta del Sol, y te vas hacia la Carrera de San Jerónimo, porque tienes que pasar sí o sí, por el Lhardy. El mítico Lhardy donde hay que comer cocido alguna vez, y que han frecuentado tantos famosos de todos los tiempos. Lo decoró el padre de la conocida María Guerrero, Rafael Guerrero. 

Galdós, Azorín, Gomez de la Serna, todos hablaron del Lhardy. Lo frecuentaba Primo de Rivera, y aquí se decidieron por Alcalá Zamora en tiempos de la República. Qué no habrán escuchado esas paredes... A punto han estado de cerrarlo, pero ha acudido en su ayuda el dueño de Pescaderías Coruñesas, que entre nosotros, no debe andar con una mano delante y otra detras...  Una suerte. Y ahí sigue el Lhardy.

Restaurante Lhardy

 

Después ¡unos caramelitos de violeta! Jacinto Benavente lo frecuentaba mucho. y la Reina Victoria Eugenia también, sí esa a la que tiraron un ramo con una bomba... Pero esa es otra historia.

Hasta Violeta Chamorro, que cómo no va a pedir de vez en cuando unos caramelos que llevan su nombre. 

Y mientras estamos delante del escaparate nos llega el sonido de la voz inconfundible de Sara Montiel: "Como aves precursoras de primavera, en Madrid aparecen las violeteras... Compreme usté este ramito para lucirlo en el ojal."

Tienda de caramelos La Violeta

 

 

Y caminando, caminando otra vez hacia la Puerta del Sol, llegamos a los establecimientos con la fachada o los rótulos de color verde, las mercerías. ¿Quién no ha ido alguna vez a Pontejos? La mercería más grande, la más famosa de todo Madrid, muy cerquita de la Puerta del Sol. Desde el año 1913 ofreciéndonos de todo.


Mercería Pontejos

Almacén de Mercería Comercial Amparo

 

Anoche cenó en la pastelería del Sobrino de Botín, en la calle de Cuchilleros…” Un clásico, entre los clásicos, que aparece en las novelas de Galdós, en las de Indalecio Prieto, en Las Greguerías de Ramón Gómez de la Serna:  "Botín parece que ha existido siempre y que Adán y Eva han comido allí el primer cochifrito que se guisó en el mundo.”. En las de Arturo Barea, Arniches, Hemingway... hasta en las de María Dueñas.

 Casa Botín, fundada en 1725, es el restaurante más antiguo del mundo según el Libro Guinness de los Records y uno de los referentes de la mejor cocina tradicional en Madrid.


Restaurante Sobrino de Botín

 

Y para finalizar podemos ir a rasurarnos a la barbería que dicen es la más antigua de Madrid: El Kinze de Cuchilleros. Porque precisamente está en el núm. 15 de esa calle.

Abrieron el 2 de enero del año 1900. Aunque comenzaron en una vivienda, donde existía lo que se llamaron las “igualas familiares”. Consistía en que por unas 30 pesetas al mes podían ir todos los hombres de una misma familia, una o dos veces a cortarse el pelo o afeitarse.

La barbería más antigua de Madrid está decorada también al modo clásico con las típicas franjas de colores rojo, azul y blanco, que indica que es una barbería: rojo para la sangre, blanco de los vendajes y azul para las venas. Herencia de cuando en las barberías, se hacía algo más que cortar el pelo, acordaos, también se hacía cirujía con las sanguijuelas... En fin, mejor no acordarse.


El Kince de Cuchilleros


Por supuesto éstos no son todos los establecimientos centenarios de Madrid, hay muchos más de todo tipo, donde aún hacemos colas para comprar en la calle Toledo las alpargatas, en doña Manolita el décimo premiado o en las confiterias el dulce que mejor preparen. 

 

Así que, ya sabes, si te aburres de comprar en este siglo y en los mismos centros comerciales e impersonales. Si te hartas de mirar a tu alrededor y ves que todo es parecido, hay muchísima gente y tienes que perseguir a alguna dependienta para que te atienda, te pegas un salto y a principios del 1900 tienes todo tipo de tiendas para elegir.

Solo tienes que dar un paso, empujar la puerta y entrar.

Lo que no sé es cómo les vas a pagar... la verdad. Porque eso de los euros o la tarjeta no se cómo se lo van a tomar. Pero todo es probar...




viernes, 30 de abril de 2021

Abril se va, con paseos literarios

 

Si la pandemia no acompaña, y el día lluvioso tampoco, puedes dibujarte una sonrisa en la cara y echarte a la calle con paraguas y botas para patearte Madrid, esa ciudad tuya que mojada brilla aún más.

Si además, lo haces detrás de una guía que te va contando de mujeres que vivieron en esta ciudad e hicieron historia por El Barrio de las Letras, qué más puedes pedir a un paseo instructivo y ameno.

Puedes comenzar en la Plaza Mayor y recordar a María Calderón, la actriz de la que se enamoró Felipe IV y a la que construyó un balconcito allí mismo, enfrente de la Casa de La Panadería para que tuviera un lugar privilegiado para vivir intensamente, y en primera línea pero no al lado de la Reina, los espectáculos de la Plaza.

Te bajas después hasta la Plaza de Santa Ana, donde más llovía, mientras la guía te hace un repaso por las actrices del siglo XVI al XIX, al mismo tiempo que contemplas el precioso Teatro Español. Después puedes acercarte a la Plaza del Ángel para fijarte en el Palacio del Conde de Tepa, el que hace esquina y mira a la calle Atocha y al jardín de la Iglesia de San Sebastián. Ese mismo que ahora es un hotel, pero donde estuvo el colegio donde estudió Concepción Arenal cuando recaló con su madre y su hermana en esta ciudad. 

Y una vez allí, no tendrás más remedio que comenzar a bajar por una calle Huertas solitaria y casi resbaladiza.

 



 No podrás dejar de pararte en esos pequeños homenajes que este barrio dedica, con frases en el suelo, a varias de nuestras notables escritoras.

  Rosalía de Castro (1837-1885), que viviría varios años en Madrid. Aquí conoció a su futuro marido, Manuel Murguía, con quien se casaría en la Iglesia de San Ildefonso. Y parece ser que vivió en la calle de la Ballesta. "Solo cantos de independencia y libertad han balbucido mis labios".

María de Zayas Sotomayor (Madrid, 12 de septiembre de 1590 - después de 1647), escritora del Siglo de Oro, novelista, reivindicativa de las mujeres. "Porque las almas ni son hombres ni mujeres, ¿qué razón hay para que ellos sean sabios y presuman que nosotras no podemos serlo?"

  Emilia Pardo Bazán (1851-1921) novelista, periodista, ensayista y conferenciante de enorme influencia para algunos intelectuales de su tiempo como Giner de los Ríos, Miguel de Unamuno o el editor José Lázaro Galdiano. Con Benito Pérez Galdós mantuvo una relación amorosa e intelectual. Ya hemos hablado de ellos más veces en este blog. Fue la primera mujer en presidir la sección de literatura del Ateneo de Madrid que también lo visitarás, aunque tres veces rechazaron su candidatura para la Real Academia Española. Qué fuerza la de esta mujer.  "Vivir es tener opiniones, aspiraciones, deberes, ideas".


Después de recordar en la calle Huertas a estas mujeres cuyas letras doradas compiten porque les prestes atención, entre tus pisadas, puedes seguir andando hasta el Convento de las Trinitarias donde tendrás que mentar a la hija de Lope de Vega, que estuvo aquí de Monja: Sor Marcela de San Félix (1605-1687), autora de poemas y dramas religiosos.

Sigue lloviendo y lloviendo en Madrid, mientras paseas el Barrio de las Letras rememorando a aquellas mujeres que de algún modo están ligadas a ese barrio, o a Madrid. 

La lluvia no da tregua a la cultura, pero aunque ya has dado un repaso a las actrices, y a algunas escritoras todavía te queda hablar de unas cuántas más. Entre ellas la periodista Carmen de Burgos (1867-1932), conocida como Colombine, a quién recordarás en la puerta del Ateneo, ese enclave cultural creado en 1835, que parece sobrevivir a todos los naufragios. De Carmen de Burgos, la primera periodista femenina podríais estar hablando largo tiempo, de su larga historia con Gomez de la Serna, de sus tertulias, de su trayectoria. Qué mujer.

 


También habrá tiempo para parar en estas estrechas calles y fijarte en dos casas con dos placas que te avisan de que allí vivieron dos mujeres también reseñables. 

¿Te acuerdas de Celia? Sí aquel personaje de Elena Fortún que se hizo tan famoso. Pues por estas calles aún corretea la infancia de la famosa escritora. 

Y también deberías hacer una parada para acordarte de Luisa Carnés, quizá no tan famosa como la anterior, aunque sí que oirás hablar de ella si atiendes a las mujeres de la Generación del 27. Esas escritoras que el tiempo ha silenciado, a las que inexplicablemente ha dejado un paso detras de sus compañeros hombres. Las sinsombrero sí. Pues Luisa Carnés era una de ellas.




 

Sabes que, aunque quisieras, no podrías contar todo lo que aquella guía te contó paseando bajo la lluvia por un Barrio de las Letras brillante y húmedo. 

De su mano recordaste a tantas mujeres que ya conocías, pero que siempre vale la pena rememorar, tantas escritoras que se hicieron un nombre en las letras a lo largo de los siglos, aunque ahora se las recuerde o no. 

También hubo tiempo, detrás de las actrices y las escritoras, para traer al presente a las políticas. Aquellas que lucharon por nosotras, a Victoria Kent, a Clara Campoamor, y a todas las que vinieron después. Allí te hablaron de ellas, allí fue, frente a un Congreso de los Diputados lavado por el aguacero.


 

Cuánto estuchaste aquella mañana no querrías que se te olvidara. Ni lo que ya sabías, ni lo que medio recordabas, ni lo que te descubrieron e hicieron más novedoso el paseo cultural. 

Solo te quedaba para tenerlo completo, dejar memoria de él, para refrescarlo, para ayudar a que permanezca en ti. Y cómo no hablar de esas ganas que te quedan de ahondar en algunas vidas, en algunos textos de aquellas que te precedieron y a quiénes les tocó vivir tiempos peores.

Abril languidece ya, quiere despedirse entre chaparrones. ¿Querrá dejar su inevitable rastro, hacer gala de su fama del mes más lluvioso?

Sin embargo abril ha sido bueno, y también ha dejado exposiciones, visitas guiadas, libros y buenos momentos literarios aquí y allí para los que, en cambio, hemos sido lo suficientemente permeables. Se lo merecían.

Has sido bueno Abril, buen viaje. 

 Y tú no lo olvides:

Si la pandemia no acompaña, y el día lluvioso tampoco, puedes dibujarte una sonrisa en la cara y echarte a la calle con paraguas y botas para patearte Madrid, esa ciudad tuya que mojada brilla.

No te arrepentirás.

 

lunes, 7 de diciembre de 2020

El Silo de Hortaleza. Madrid.

 

 

A un paseo de casa tienes un faro curioso. 

Un faro que no tiene mar ni barcos a los que indicar el camino a puerto.

Este faro distinto, con doce lados y una base de trece metros, ilumina un camino que abarca desde su pasado agrícola hasta su futuro cultural. 

 

Te gusta verlo, erguido y claro, defendiendo el ayer de un barrio, que aún no era Madrid, sino pueblo rodeado de hortalizas y cereales. 

El faro te mira desde sus 20 metros de altura y te cuenta de un pasado como silo de grano, construído en 1928, acompañado de un granero, un establo y un palomar, en un paraje que llamaron Huerta de la Salud. 

Pero el paso del tiempo, el "progreso" mal entendido, los fue arrinconando entre bloques de vecinos, condenándolos al olvido, dejando que la desidia los envejeciera sin cuidado, hasta que incluso las cigueñas los abandonaron, volando lejos de allí.


 

Pero aquel faro, antaño granero, siguió altivo, viendo como cambiaba la villa, y después el barrio, hasta conseguir atraer las miradas de los que pudieron rehabilitarlo. 

Años y años de rehabilitación hasta que viste como volvió a la vida este otoño.



A un paso de casa tienes otro tipo de faro.

Ahora tiene cerca una biblioteca y la histórica puerta de piedra del complejo de donde partió.

Ahora tiene un mirador en lo alto y siete plantas, una sala de lectura y alberga en su interior vistosas exposiciones. 

Ahora, el Silo está aún más vivo.