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sábado, 2 de agosto de 2025

"Abierto por restauración" - La portada del Museo de Historia de Madrid

 


Dentro del programa “Abierto por Restauración” del Ayuntamiento de Madrid, te dan la oportunidad de visitar lugares que están siendo objeto de restauración y poder verlo muy de cerca mientras te están explicando en qué va a consistir la intervención.

En este caso están restaurando la portada del Museo de Historia de Madrid, lo que era el antiguo hospicio del Ave María y San Fernando.

Fue una visita de lo más curiosa porque primero te explican abajo la historia del edificio y sus avatares a lo largo del tiempo, anticipándote algo del trabajo que están realizando. Y luego te pasan el casco y así ataviada puedes subir 16 metros por el andamio para ver muy de cerca como lo hacen.

Fue en el puente de Santiago, tres días que se quedó Madrid medio vacío, y éramos seis personas en el grupo, en familia total. Nos tocó una guía que iban explicando de forma muy amena, y con mucho detalle.

La portada del Museo de Historia de Madrid es lo único que se conserva del antiguo edificio que a principios del siglo XX estaba prácticamente abandonado. Ha sufrido muchos cambios, pero la portada original de Pedro de Ribera se conserva, aunque con sus "sufrimientos".

Que si las palomas anidan por detrás de las figuras
y hay que esperar a que los nidos estén vacíos y luego llamar a un halconero para que deje al halcón unos días y así no vuelvan y puedan intervenir. Que es un retablo que está totalmente expuesto al clima de Madrid (“nueve meses de invierno y tres de infierno”), que si las burradas que se han hecho en algunas restauraciones anteriores…

En fin, que fue muy curiosa y muy instructiva la visita. Mereció mucho la pena.


 

 








 




martes, 22 de julio de 2025

Julio en Madrid

 



Alhajitas, tengo una pena... Entre unos y otros me tienen mi Madrid rotito del todo. Que vayas por donde vayas si no hay una zanja hay una valla y si no un socavón. Que esto es un no parar de obstáculos. Que parece que nos estamos entrenando para alguna prueba maratoniana. Que quieres coger el tren para llegar más rápido, toca arreglar la estación de Sol. Pero ¿arreglarla de qué, señores míos...?  si está muy centradita y muy bien. Que quieres bajar desde la Almudena a la calle Segovia por el camino más plano, pues no, porque te han colocado muy estratégicamente un par de vallas que a ver quién es el guapo que se las salta por el césped con todos los aspersores escupiendo agua en todas direcciones como si no hubiera un mañana. Que se te puede poner el pelo de churretoso y la ropa empapucha del todo, y eso si no te mata porque buena de resbalosa se pone la hierba con esa humedá... Total que te das media vuelta y pitando enfilas por la cuesta empinada y rompepiernas, sujetando con las puntitas de los dedos, las sandalias en esos diminutos escalones, que llegas abajo ya, de hacer fuerza para no caerte ni quedarte descalza, baldada del todo. Y como no puedes más con la vida, te dices, con los brazos en jarras, que hasta aquí llegué y ahora mismito, me pillo el primer bus, que a freír monas el calvario ese de andar nosecuántos pasos. Y ole. Pues de eso nada monada que te dice el luminoso que más de veinte minutos. Y chitón y a seguir caminando como está mandado. Un paso y otro paso y otro paso... hasta que se va viendo tu edificio cada vez más grande, más grande, que llego, que llego. Pero por si no fuera poco, además de los ademases, llegas a la oficina y solo un ascensor para todas las heroicas almas que hemos sido capaces de alcanzar la ansiada meta. ¡Un ascensor para todos los pobrecitos que conseguimos llegar a los tornos! porque debía ser que también tocaba arreglo ¿no? Que si me ponen delante al que ha mandado arreglar entero a Madrid en este mes juro que no sé ni que le hago, que no soy dueña ni de mis actos ni de mis pobres pies, esos trocitos de carne magullados con los que terminan mis piernas a esas alturas del día que acaba casi de comenzar.

 Así que, jasmíos, más no me puede cundir la odisea de ganarme el pan todos los santos días. Que no sé ni como me queda resuello para largar a los cuatro vientos lo que me ha costado, física y moralmente, llegar. Que no me dormí ¿eh? Que si hubiera sido eso, al menos mi cuerpo eso se llevaría. Que no, que encima de la madrugona y la caminata, fueron los saltos de vallas, las carreras para esquivar los aspersores, los cambios imprevistos de ruta sorteando los pájaros que te cagan encima y el google maps que no deja de dar vueltas medio loco y no responde. Y ya la guinda, los desaparecidos buses que dormitan en las cocheras en vez de estar por las calles recogiendo a todas las pobres princesas madrileñas que languidecen de pie derecho en las paradas. 

Tan derrotaíta estoy que no me da la vida ni para el blog ni para el bla. Así que un beso alhajitas. ¡Y abrigaos! Que los aires difíciles de los lugares cerrados son muy traicioneros. Claro que el de los lugares abiertos... Entre las moscas, mejor dicho, las hordas de moscas que hay para aburrir, que se ponen de pesaditas en verano... Y ¡los moscones! No sé ya ni que prefiero. 

¡Jasmíos! qué difícil es sobrevivir en Madrid en julio. Y mirad que yo por mi ciudad mato, como decía aquella... Pero que va a ser que ahora más que matar, como me descuide, caigo en el harakiri... Porque si todavía se hubieran ido ya todos, más holgaditos andaríamos, pero que no, que en julio aun están por aquí, aplastándote en el metro, colándose en las escaleras mecánicas, dando más calor. Por si no tuviéramos bastante. Y de otras cosas vale, pero de la calor aquello de "más vale que zozobre, que no fafalte", pues como que no.

¡Ay que penita! ¿Qué tendrá julio de bueno en Madrid? que no lo encuentro.