Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

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sábado, 19 de octubre de 2024

La Cerdeña de Interior: Nuoro, Orgosolo... y un perfecto día de pastores

 


 

Abrí la nevera con la ingenuidad de Caperucita y ahí dentro estaba el lobo disfrazado de salchichón, preparado para saltar sobre mis recuerdos, hacerles la zancadilla y empujarme por un precipicio de nostalgia. 

El nuevo salchichón trajo otro. Hacía solo un mes pero parecían tres. Un salchichón sabroso cortado en rodajas y acompañado de aquel queso que se deshacía en la boca, aquel crujiente pan de pueblo y el vino tinto de un almuerzo típico de pastores que hicimos cerca de Orgosolo, el pueblo de los murales. Qué chulos eran ¿verdad? Chulísimos.

Aunque eso había sido después del Museo Sardo de Nuoro donde aquella guía buenísima nos lo iba explicando todo con tanto detalle y tanta naturalidad. Daba gusto escuchar. Quédate con nosotros todo el viaje, anda, quédate. 

Pero con una sonrisa más nos llevó solo hasta el salchichón. 

Y volvió aquella bandeja de madera sobre las rodillas, podéis repetir cuántas veces queráis: el embutido, el queso, la carne, todo regado por aquel vino, una vez y otra, y ahora el melón antes del dulce. Oh, qué rico todo. Volvieron aquellos bancos corridos en pleno pinar donde nos hicimos hueco, unos a la sombra y otros al sol, volvió aquella sorpresa que supuso nuestra redención tras tanta pasta, comida y cena, comida y cena. Volvió aquel sabor a tradición, a sol, a pino, a canción. Volvieron nuestras risas espontáneas y la complicidad de un día de campo en Cerdeña, un día perfecto de viaje en Cerdeña. 

Maldito salchichón, bendito lobo. Maldita nevera, benditos los recuerdos conservados al frío que te sacan de la templada rutina.

Pura nostalgia de la Cerdeña de interior.














viernes, 11 de octubre de 2024

Hay un faro esperándome en algún lugar. Cabo Caccia, Gruta de Neptuno, Faro (Cerdeña)

 



Hay un faro esperándome en algún lugar. 

Me guarda un pedazo inmenso de mar 

y un sol a la medida del hueco de mis manos. 

¿Cómo sabré que eres tú? 

La pregunta viva, traviesa, terca,

salió de mis labios sin permiso.


Hay un faro en algún lugar

que me prometió tiempo y serenidad. 

Yo le creí, juro que lo hice, pero quizá solo fuera 

terca necesidad.

Quiero mi mar y mi sol. 

¿Cómo sabré...?

Mis labios nunca recibieron contestación 

y yo tampoco. 














Alghero (Cerdeña)

Faro del Cabo Caccia (Cerdeña)

Cuevas de Neptuno/Grotta di Neptuno



viernes, 27 de septiembre de 2024

Murales de Olbia

 



"Cerdeña es otra cosa. Más amplia, más normal, sin subibajas, alejándose progresivamente hacia el horizonte. Cordilleras muy normales, de cerros y parameras que se alejan, tal vez hacia un grupo de cumbres dramáticas por el suroeste. Se tiene esa clara sensación de espacio que en Italia siempre se echa en falta. Hay un espacio amable en derredor, y hay distancia en los viajes: nada esta acabado, nada es definitivo. Es como la libertad misma..."
D. H. Lawrence


Mi Cerdeña no tiene nada que ver con la del autor británico, mi Olbia no es su Terranova, separan cien años a los dos viajeros. Pero algo de mágico hubo en terminar durmiendo en Olbia varias noches por puro azar, recalar en una ciudad mucho más agradable de descubrir y pasear que la prometida, tropezar con este mural precioso con un fragmento del libro de viajes de este autor hablando de su Cerdeña, libro que yo desconocía y ahora ¿habría de leer?

Yo tengo ya mi propia isla, y nada que me cuenten cambiará el recuerdo de la Cerdeña turquesa y variable que interioricé, la que fui descubriendo faro a faro bañada por ese mar aterciopelado de mil colores que ya estoy añorando.









#cerdeña #olbia #murales #librosdeviajes

sábado, 21 de septiembre de 2024

Atardecer en Alghero

 


Si alguna vez no supieras qué regalarme, 

regálame un atardecer en Alghero. 








domingo, 8 de septiembre de 2024

De murales del mundo - Francia y Suiza

 



Hoy, mientras comíamos, les dijeron a mis sobrinas de volver a esquiar. Fue un retazo de conversación, uno de esos que se te cuela entre los silencios de la tuya propia. Apenas una frase. No escuché más. 

Pero ya mi caprichoso pensamiento se detuvo un segundo lo suficientemente largo en ella, como para que algo se activara, se impulsase y cogiera tal carrerilla por mi memoria que yo visualizara mi última vez en la nieve, los Alpes y aquellos alpinistas subiendo en frente de nosotros. De ahí me ha venido a la cabeza aquel mural tan precioso que había en Chamonix donde se les homenajeaba. Cuando he llegado a casa he sentido la necesidad de volver a mirarlo. Me pareció entonces tan llenito de detalles y color, tan cuidadosamente dibujado, tan bonito. 

Y ya, sin querer, he ido saltando de mural en mural, de ciudad en ciudad, Chamonix, Annecy, Lucerna, y he vuelto a Francia y a Suiza, he vuelto a viajar saltando de mural en mural.

Cuánto se descubre y se aprende viajando. Cómo se agranda y enriquece la vida. 











sábado, 17 de agosto de 2024

Sissí y más en Ginebra.

 



Yo no sabía de su obsesión por el físico, la dieta y el ejercicio, cuando de niña devoraba todos los libros de Sissi de la colección Historias Selección de Bruguera. Mientras mis hermanos leían a Julio Verne yo iba aprendiéndome la vida y milagros de aquella vistosa Emperatriz y Reina de Hungría. Pero no sabía de su vida desgraciada y su luto perpetuo, de su incansable viajar y de que en uno de esos viajes, cuando iba a tomar un ferry en Ginebra, tuvo la mala fortuna de cruzarse con un anarquista (¡abajo la aristocracia!) que le clavó un estilete muy fino en el costado. Ella apenas lo advirtió pero, al cabo de las horas, aquel estilete terminó por causarle la muerte. 

Todo esto, que no sabía, fui sabiéndolo después cuando a aquellos libros le sucedieron otros que, también hablaban de ella, aunque de forma más real. 

Por ello cuando fui a ver su escultura en la ciudad que la vio morir no me extrañó, tanto como a otros, que la hubieran hecho tan delgada y oscura. Y también por eso me gustó Ginebra. 

Me gustó, además de por su chorro de 140 metros de altura que divisé desde el avión cuando ya volvíamos a casa, de su concurrido y bullicioso lago, o de su muro de los Reformadores, con los personajes más famosos de la reforma Protestante.

Ginebra, entre Suiza y Francia, se me descubrió como una ciudad que se pasea muy bien y tiene un elegante casco histórico de callecitas empedradas y vetustos edificios con mucha historia, incluso literaria. Le presenté mis respetos al Sr. Ferdinand de Saussure, padre de la lingüística. Y a Borges que también murió en ella. Fui a conocer alguna que otra biblioteca y sus preciosas librerías. 

Pero, desde luego, no pude irme de Ginebra sin volver a su lago donde está la verdadera Sissí.

Mis viejos libros me habían dado muchos recuerdos para ella. 

A los libros no se les puede defraudar, y a quién de verdad fuimos mucho menos aún.  














sábado, 10 de agosto de 2024

Annecy (Francia)

 




Volveremos a Annecy ¿Verdad?

Prométeme que volveremos.

Un día también de mercadillo, aunque mejor si no es tan caluroso. Perderemos el tiempo otra vez entre sus bellos canales, paseando por su lago, o curioseando en aquella vetusta librería donde cada libro llevaba manuscrita una reseña. Perderemos el tiempo para ganarlo.

¿Cuántos más pueblecitos bonitos tiene Francia que desconocíamos?
Volveremos a Annecy, volveremos a tomar un café rico en aquella tranquila placita rodeada de murales, volveremos a probar los quesos y salchichones que una sonrisa nos ofrezca al vuelo.

Volveremos ¿verdad?