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viernes, 13 de junio de 2025

Murales. Vida. El Hierro


Yo creo que son ellos los que me buscan a mí.

Tropiezan conmigo, se hacen los encontradizos, y terminan posando. 

Pero todos jugamos al despiste, porque al final es eso: Un juego. Otro.

El juego de coleccionar murales, traer al presente colores nuevos, imágenes diferentes, otros personajes en otros paisajes que espantan a la rutina y la obligan, solo por un rato, a quedarse quietecita en un rincón, callada, sin opacarlo todo, cubriéndolo de ese velo invisible de falsa normalidad.

Esta vez me salieron al paso en El Hierro. Esa isla menuda e inmensa, ese descubrimiento para mis sentidos que ya se me quedó dentro. 

Sus murales también se vinieron conmigo, no les convencí, salió de ellos. Pegaron un salto y se me colaron en la misma caja que sus iguales, los presenté y no hizo falta más invitación: se hicieron inseparables. 

En las tardes de viernes están traviesos y les dejo que salgan por casa, que me animen, que me recuerden que a veces soy otra, una que viaja, que ríe, que vive. Otra, más real.






 

















lunes, 9 de junio de 2025

El Faro de Orchilla en El Hierro

 




Todos somos islas. 

Y faros.

Y luz. 


No descansaré hasta encontrar aquella,

cuyos golfos y cabos, encajen perfectamente en 

mis aristas y paisajes. 

Solo habré de seguir la luz del faro

de cualquier isla.


Y seguir intentándolo. 


Faro de Orchilla. Detrás de los volcanes. Donde una vez estuvo el Meridiano.

El Hierro. Junio 2025.

Donde una vez estuve yo.














jueves, 1 de mayo de 2025

Gabinete de curiosidades. Otzi, caimán, Juanita...

 



¡Niños y niñas! ¡Damas, caballeros y elles! Están todos invitados a este Gabinete de Curiosidades donde podrán deleitarse en la contemplación de esta colección de seres exóticos llegados de todos los rincones del mundo, al mas propio estilo de los antiguos Gabinetes de Maravillas de los siglos pasados. 

Será porque comienza mayo y mi alma viajera se inquieta y pide conocer mundo y seres especiales. O será que muchos de los que conocí en algunos viajes fueron tan curiosos que no he podido olvidarlos. Pero aquí podrán encontrar desde el caimán disecado que habita en el atrio del Real Colegio Seminario del Patriarca de Valencia desde el año 1600, y me obliga a mirar hacia arriba en todas las Iglesias que visito. O quizá se topen con todas aquellas momias que, sobre todo en los días de apagón, me visitan desde que las conocí un día. Juanita, la pobre niña inca que con trece o catorce años seguramente fue sacrificada para hacer honor a algún dios, Otzi que tenía de todo: artritis, caries, parásitos intestinales, intolerancia a la lactosa y no sé cuantas enfermedades más, pero resiste el paso del tiempo en Bolzano esperándote si visitas su Museo Arqueológico. Las filas y filas de monjes capuchinos y allegados que conservan en Palermo, en las catacumbas, colgando de las paredes, vestiditos de arriba abajo como si estuvieran a punto de salir a la calle. ¿Y las líneas de Nazca? Lo lejos que estaban y hasta que allá que fui para preguntarme de nuevo: ¿Quién las dibujó y por qué? Y ni tan lejos porque ¿Y las brujas del curioso y elegante Museo de Zugarramundi?

¡Acérquense, no sean tímidos! Tenemos para todos los gustos. Seres que no les dejarán indiferentes. ¡Vamos! ¡No se los pierdan! 

Que será que comienza mayo y mi alma se inquieta y pide, como una cría insistente, viajar otra vez, viajar y viajar. Y ¿Qué podré hacer yo con tanta insistencia?












sábado, 1 de febrero de 2025

"F" de febrero, de Festejar la derrota de los días

 



Comienza febrero y quizá sea por su "f" inicial, por su horizonte sin una sola fiesta, con otra "f", o por esta necesidad que tengo de festejar, también por "f", la simple y necesaria rutina. 

Comienza febrero y necesito un Faro, con esa "f" mayúscula, para que me ilumine, me ayude a disfrutar, indispensable "f" la del gozoso vocablo,  disfrutar, decía, la derrota de los días.

"Derrota", qué palabra tan bella cuando nos detenemos en el significado que la Real Academia nos muestra:

Camino, vereda o senda de tierra. 

O mucho más bello aún: Rumbo o dirección que llevan en su navegación las embarcaciones o aeronaves.

Por eso acudo al último faro que descubrí, que atrapé para mi colección, que me traje a Madrid: El faro de La Gomera. El hijo único de la Isla de las mil curvas. 

Sé que los faros de las islas vecinas le habían ido con el cuento de que iría en su busca una loca de los faros que, de vez en cuando, se escapa de Madrid para atraparlos. Y lo sé porque sentí que me esperaba. Solitario, silencioso, posando en su lugar privilegiado. 

Necesito que mi último faro alumbre la derrota de los días de este febrero que comienza.

Que no me deje perder el rumbo, que me indique la dirección y me devuelva el corto febrero lleno de palabras, de cariño, de vida. 










sábado, 25 de enero de 2025

La Gomera 1

 



Entre un "Lo que pase en La Gomera, se queda en La Gomera" y un "La Gomera me mata" fueron deslizándose siete días impregnados de sonidos y paisajes, olores y voces a los que tendré que encontrar su justo hueco dentro de mí para volver con ánimo a la rutina. 

Abrazada a la "biodramina" he malviajado curva a curva de cada desfiladero de su difícil orografía. Después la isla me compensaba con su interminable océano refrescándome del vértigo y el asombro. Me compensaban también sus crujientes caminos, helechos y laurisilvas, donde pretendimos escapar de la diosa lluvia. Pero ¿Qué nos creíamos? Ay, pobres mortales... Logró alcanzarnos hasta empaparnos de fuera adentro sin remedio. Así nos presentó sus credenciales la dueña de aquel vergel.

Pronto nos dimos cuenta de que una historia de amor tenía La Gomera con el Teide que andaban cuchicheando sobre nosotros mientras carantoñas iban y travesuras venían desde cada rincón de la isla. Vaya dos... La montaña es cómplice, y aunque la isla haya permitido a unos pocos diseminar sus casitas de colores, bañarse en sus ruinas, cultivar sus terrazas, juega con nosotros, atontados forasteros. Sabedora de su poder, haciéndole guiños al vecino Teide, ella es la verdadera dueña de la naturaleza y el clima, de todas las nubes y sus alisios, y anda zarandeándonos de cuándo en cuándo.

Al menos cada noche nos prestan la acogedora Casa Lili, espaciosa, bella, silenciosa, tan canaria ella, para que, descansando, hagamos el consabido cónclave del destino a descubrir el día siguiente. 

Si hiciera sol, si no lloviera... Barajamos cábalas por la noche que se traducirán en la mañana en un montón de "porsicasos" que apenas nos caben en los brazos camino del coche. 

Diminutos mortales. 

Pero si al final la isla mandaba. 

Siempre mandaba.




























sábado, 19 de octubre de 2024

La Cerdeña de Interior: Nuoro, Orgosolo... y un perfecto día de pastores

 


 

Abrí la nevera con la ingenuidad de Caperucita y ahí dentro estaba el lobo disfrazado de salchichón, preparado para saltar sobre mis recuerdos, hacerles la zancadilla y empujarme por un precipicio de nostalgia. 

El nuevo salchichón trajo otro. Hacía solo un mes pero parecían tres. Un salchichón sabroso cortado en rodajas y acompañado de aquel queso que se deshacía en la boca, aquel crujiente pan de pueblo y el vino tinto de un almuerzo típico de pastores que hicimos cerca de Orgosolo, el pueblo de los murales. Qué chulos eran ¿verdad? Chulísimos.

Aunque eso había sido después del Museo Sardo de Nuoro donde aquella guía buenísima nos lo iba explicando todo con tanto detalle y tanta naturalidad. Daba gusto escuchar. Quédate con nosotros todo el viaje, anda, quédate. 

Pero con una sonrisa más nos llevó solo hasta el salchichón. 

Y volvió aquella bandeja de madera sobre las rodillas, podéis repetir cuántas veces queráis: el embutido, el queso, la carne, todo regado por aquel vino, una vez y otra, y ahora el melón antes del dulce. Oh, qué rico todo. Volvieron aquellos bancos corridos en pleno pinar donde nos hicimos hueco, unos a la sombra y otros al sol, volvió aquella sorpresa que supuso nuestra redención tras tanta pasta, comida y cena, comida y cena. Volvió aquel sabor a tradición, a sol, a pino, a canción. Volvieron nuestras risas espontáneas y la complicidad de un día de campo en Cerdeña, un día perfecto de viaje en Cerdeña. 

Maldito salchichón, bendito lobo. Maldita nevera, benditos los recuerdos conservados al frío que te sacan de la templada rutina.

Pura nostalgia de la Cerdeña de interior.














viernes, 11 de octubre de 2024

Hay un faro esperándome en algún lugar. Cabo Caccia, Gruta de Neptuno, Faro (Cerdeña)

 



Hay un faro esperándome en algún lugar. 

Me guarda un pedazo inmenso de mar 

y un sol a la medida del hueco de mis manos. 

¿Cómo sabré que eres tú? 

La pregunta viva, traviesa, terca,

salió de mis labios sin permiso.


Hay un faro en algún lugar

que me prometió tiempo y serenidad. 

Yo le creí, juro que lo hice, pero quizá solo fuera 

terca necesidad.

Quiero mi mar y mi sol. 

¿Cómo sabré...?

Mis labios nunca recibieron contestación 

y yo tampoco. 














Alghero (Cerdeña)

Faro del Cabo Caccia (Cerdeña)

Cuevas de Neptuno/Grotta di Neptuno