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sábado, 31 de agosto de 2024

Adiós

 


Esta tarde pasó por casa para despedirse. 

Tiene buen color, está moreno. Por sus ademanes indolentes, podría parecer perezoso, pero en el fondo es la pura imagen del despiste propio de estos tiempos veraniegos. Luce la pinta que uno tiene tras una siesta, tras una tarde tirado sobre una toalla, tras un tiempo sin tiempo dedicándose a cualquier afición sin prisa. Es encantador. Tú lo sabes, yo lo sé, y sobre todo lo sabe él.

Aunque me ha confesado que se va cansadillo. Dice que con el calor que trajo no descansó bien. Dice que si madrugas para ir al trabajo, por la tarde quieres aprovechar para ir a la piscina y por la noche estás tan a gusto en las terracitas, las horas de sueño por muchas cuentas que hagas no salen. Que por eso había ido acortando los días, necesitaba tener más horas de noche. 

Como confesión con confesión se paga, por mi parte le confié, en voz baja, que no quiero que se vaya. Que vale, que sí, que lo comprendo, pero no quiero. 

Que me encantan las calles medio vacías y las verjas echadas de mi ciudad cuando él está por aquí. Que también me gusta más la oficina, la siento más silenciosa, más habitable. Que me gustan sus mañanas tibias para pasear y esos atardeceres suyos que prometen más fresco. Que no se vaya. Venga, no. Total, que al final le regalé una declaración de amor. 

Él ha intentado convencerme de que así es mejor, recordándome que en otoño los medios de transporte son más frecuentes, que la vuelta a la rutina es buena para escribir, que habrá más gente querida ya de vuelta por la ciudad.

Yo iba asintiendo a todo. Era verdad. Pero... él también era verdad.  E insistí: Que sí, que lo comprendo, pero no quiero. No quiero echarlo de menos. 

Y como en todas las despedidas que ya no tienen remedio, Agosto no dijo más, suspiró, se encogió de hombros, me dio un beso donde no os pienso decir y, comenzó a alejarse de puntillas. 

"Pues que sepas que a lo mejor te insulto, le he gritado, porque me has malacostumbrado y ahora ¿qué?" Y también a gritos, él me ha contestado: "Pues sí, insúltame, que desahoga mucho".

Maldito Agosto. Era encantador. 












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