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martes, 21 de mayo de 2024

"Todo lo que crece. Naturaleza y escritura" de Clara Obligado

 


"Vivir es reescribirnos.

Y el verbo se hizo tiempo, desafió a la muerte y a la desesperación"


Me leí volando "Todo lo que crece. Naturaleza y escritura" de Clara Obligado. Se juntó que tenía unas 100 páginas, relativamente pocas, con unos días libres, también pocos, que ya me hubiera gustado a mí que también fueran 100, impensable y maravilloso hubiera sido, de levitar, pero nooo, fueron poquísimos, aunque sin embargo me ayudaron a leerlo muy rápido. 

Éste es uno de esos libros que no se pueden contar porque no son una historia, sino un texto híbrido a caballo entre el ensayo, la biografía, la reflexión, poesía y qué se yo. En cualquier caso son un artefacto literario donde se indaga en la creación literaria y con eso ya me tienen ganada. Pero entiendo que no a cualquiera les gustará.

"Todo lo que crece: Naturaleza y escritura" es un libro corto dividido en dos partes. En el Sur se aborda su tiempo en Argentina. Clara Obligado nació en 1950 en Buenos Aires, y tuvo que exiliarse en tiempos de la dictadura. Así que llegó a España en 1976 y aquí se quedó. En esa primera parte entonces se aborda su infancia y juventud en su tierra de origen. Mientras que en la segunda parte, el Norte, habla de su llegada a España, su sentimiento de no pertenencia, y lo duro que fue ir haciéndose a la nueva tierra, un poco su vida privada, su despegar en los cursos de escritura creativa, sus múltiples madrugadas escribiendo... 

Por tanto el tema de esta obra es la identidad, la pertenencia, el cambio, el arraigo. Y para ello va imbricando su vida con la naturaleza. Aparentemente podría parece una digresión tras otra, pero hay como un río que fluye bajo todo lo que va contando. Se sigue el hilo de su vida, de su crecimiento. Me gusta mucho cuando habla de su maternidad, por ejemplo, o de su primer amor, que no coinciden pero me gustó como lo narraba. Y aunque nos va diciendo asuntos de su vida particular, mientras tanto la autora va salpicando el texto de referencias literarias, de etimología, de historia, de botánica, de ciencia... Lo va haciendo universal. Y de este modo nos habla de el dónde habitamos y qué nos habita. Trata el tema del paso del tiempo, sobre todo. El exilio, la pérdida, la vida, el paisaje... Tantos temas se abordan ahora que lo pienso... Supongo que también se podría decir que es una larga reflexión sobre la vida. 

"Termino una historia, la repaso, me queda la mitad. Voy por buen camino. Podo todo lo que se pueda podar, me desenamoro de las ideas decorativas, me alejo de mí. El mejor adjetivo es un buen sustantivo. Dejo que las ideas emerjan sin que se nombren. Me gustaría que me lean, como quería Lispector, en los renglones vacíos."

A mí me gustan estos libros donde se nos habla de escribir relacionándolo con la vida. Me gustan mucho. Comprendo que haya quién prefiera una novela, algo más de ficción, más entretenido o de evasión. También es cierto que hay momentos en que te apetece más una lectura que otra. De vez en cuando yo prefiero ir salpicando mi tiempo de lectura con estos ensayos, algo más sesudos, donde me parece que aprendo más. Aunque así, a poquitos, entre novela y novela. Y este es uno de esos libros, esos en los que he releído muchas frases, esos que subrayo mucho, y que en cuánto lo termino me digo que me lo debería volver a leer porque no me acuerdo y me gustaban mucho algunas frases y no me acuerdo. Qué rabia. Y me tengo que consolar pensando que ahí están, anotadas, esperándome para cuando quiera volver. 

Volver, eso es. 

Lo que está claro es que volveré a Clara Obligado, eso seguro, tiene mucho que enseñarme. 

"¿Qué raíces me representan? Me decanto por las epífitas o aéreas, que no necesitan un origen en tierra y solo se posan en algo que se puede perder: un árbol, una patria."

jueves, 28 de enero de 2021

"Emocionarte. La doble vida de los cuadros" de Carlos del Amor. Reseña

 

 

Pues ya terminé "Emocionarte" de Carlos del Amor.

Cada vez me gusta más leer libros que enseñan. O libros que te hacen recordar. O ambas cosas.

Por otra parte, procuro no dejar de leer "en papel". Es una sensación que no quiero olvidar. El libro como objeto que puedes acariciar. Me cuesta recordar más los libros que leo en el libro electrónico porque no estoy viendo siempre la portada. ¿A vosotros no os ocurre eso?

Y además de la contemplación, está el gesto de acariciar su portada, hojearlo despacio leyendo pedacitos al azar, cometer el pecado de doblar la esquinita superior de la página para señalar por donde voy leyendo, como hacía de pequeña... Todo eso es un ritual que sigue siendo también un placer para mí. De un tiempo a esta parte, para el ebook solo dejo las novelas, o los libros más gordos que me pesan muchísimo para acarrearlos en el metro.  

"Emocionarte" tenía que leerlo en papel, porque sabía que con él iba a aprender, y porque era preciso mirar los cuadros despacio, en papel, de los que hablaba.

Me ha encantado este ensayo que ha escrito Carlos del Amor, donde habla de 35 cuadros.

Se trata de obras que abarcan un período de tiempo desde el siglo XVI hasta el siglo XX. Cinco siglos. Aunque hay bastantes más de los siglos XIX y XX. Obras de muchos artistas españoles, y entre ellos varias mujeres.

Son capítulos breves, que comienzan con un texto en ficción donde el autor imagina sobre la obra o el pintor o pintora, seguido por datos reales que ha aprendido él en los Museos acerca de ellos. Hay muchas anécdotas, curiosidades, que impregnan toda la prosa de un tono ameno que lo hace muy agradable. Además, como siempre nombra otros cuadros del mismo artista, te "obliga" a acudir a internet a buscarlos. Es un libro con el que se despierta la curiosidad, con el que aprendes.

El primer cuadro del que nos habla es el de una mujer. 'Un mundo' de Ángeles Santos (1929). Uno de esos cuadros que podrías contemplar durante horas por la cantidad de detalles curiosos que encierra si te fijas con detenimiento. 

 


Y termina con el famoso cuadro "El abrazo" de Juan Genoves (1976), el cuadro que después de tantos años está expuesto en el Congreso de los Diputados. Qué buena elección comenzar y terminar este ensayo con ambas obras. 

Además nos cuenta de Goya, de Rembrandt,de Clara Peeters, de Maria Blanchard, Dali, Vermeer, Suzanne Valadon, Arcimboldo, Hopper... entre otros. 

El periodista Carlos del Amor, cuyas pequeñas piezas del telediario disfruto tanto, ha ganado con este "Emocionarte. La doble vida de los cuadros" el premio España 2020. 

Yo ya había leído de este autor su libro de relatos "La vida a veces", que me encantó. Y su novela "El año sin verano". Y ha sido un reencuentro muy especial, gracias a este ensayo, volver a su prosa sencilla, íntima, emotiva. 

Sé que tendré que releerlo de vez en cuando. Porque la memoria cada vez es más frágil y porque merece la pena. No dejéis de leerlo.


martes, 15 de septiembre de 2020

"El futuro recordado" de Irene Vallejo. Reseña Literaria



"...Los ojos, la frente, los pómulos saben hablar quedamente y así se expresa el carácter, porque cada persona guarda silencio a su manera -tensa, quejosa, exigente, comprensiva o relajada-. También hay formas de callar con un corazón hospitalario. Una antigua leyenda cuenta que, cuando un nuevo ser humano va a llegar al mundo, Dios le pone el índice sobre los labios para animarlo al sigilo. Así se explica el pequeño surco que tenemos entre la nariz y el labio: es la impronta dejada por esa primera iniciación al silencio, mientras esperamos nacer."

Pág. 74
El futuro recordado
Irene Vallejo


Uno de mis mejores descubrimientos de este año raro, por no decir terrible, ha sido descubrir la escritura de Irene Vallejo.

Ya os conté en otra entrada que me había leido "El infinito en un junco" de esta autora (Premio El Ojo Crítico de Narrativa 2019 y Premio Las Librerías Recomiendan de No Ficción2020) y me encantó. Yo, que soy de novelas, de historias, resulta que me vi atrapada por ese ensayo sobre libros y escritura. Cuánto se aprende con ese libro, y de qué forma más amena.


Pues bien, me he leído también de esta autora "El futuro recordado". Son muchas menos páginas, ciento y pico, pero igualmente de instructivas y entretenidas. Aunque por supuesto si tuviera que elegir me quedaría con las cuatrocientas de "El infinito en un junco".

"El futuro recordado" es una recopilación de columnas que la autora ha escrito y publicado en el periódico "Heraldo de Aragón". En ellas volvemos de su mano a los clásicos, paradójicamente tan actuales. 

En cada página encontramos una reflexión, un pedacito de conocimiento, donde une el pasado y el presente más actual, del cual se sirve para comenzar y para mostrarnos como siempre estamos dando vueltas a los mismos temas. Por el libro vemos desfilar a Safo, Tucídides, Séneca, Montesquieu, Wilde... por nombrar a algunos, que son muchos más.

Nos cuenta de mitos, leyendas, en definitiva, historias clásicas más modernas que nunca y que todavía nos pueden enseñar tanto. Y tal y como os comentaba, su estilo es ameno, a veces ensayo, a veces narrativa, e incluso algo de poesía, de lirismo, de imágenes varias. Es un estilo muy atractivo.

Está incluído también, en este libro, el discurso que dió en el año 2019 para inaugurar la Feria del Libro de Zaragoza, y la verdad es que me ha resultado de lo más interesante:

“Tengo que zambullirme a diario en el océano de las palabras, vagar por los anchos campos de la mente, escalar las montañas de la imaginación”.
 
Venga, no tienes por qué leerte este pequeño pero importante libro de un tirón, sino que se puede degustar como es, a sorbos de cultura. 

Yo os lo recomiendo. Merece la pena.




Atraída desde la infancia por las leyendas de Grecia y Roma y por el luminoso mundo mediterráneo, Irene Vallejo Moreu (Zaragoza, 1979) estudió Filología Clásica y obtuvo el Doctorado Europeo por las Universidades de Zaragoza y Florencia. Fruto de su labor investigadora y periodística son un ensayo dedicado al poeta Marcial y dos recopilaciones de las columnas que publica en el periódico Heraldo de Aragón, muestra de un singular periodismo filosófico que trenza los temas del presente y las enseñanzas del mundo antiguo: El pasado que te espera (2010) y Alguien habló de nosotros (Contraseña, 2017). Ha publicado hasta la fecha dos novelas: La luz sepultada (2011), en la que relata la irrupción de la guerra en las vidas particulares y cómo vuelve irreconocible lo cotidiano, y El silbido del arquero (Contraseña, 2015), una peculiar novela histórica con ecos homéricos y virgilianos. También ha publicado dos libros infantiles (en 2014, El inventor de viajes, con ilustraciones de José Luis Cano, y en 2015, La leyenda de las mareas mansas, con ilustraciones de Lina Vila) y, en colaboración con la poeta Inés Ramón, La mañana descalza (2018), en el que se ofrece una mirada actual sobre el mundo de la mitología clásica. En 2019 se publicó su ensayo El infinito en un junco (Premio El Ojo Crítico de Narrativa 2019 y Premio Las Librerías Recomiendan de No Ficción 2020). Actualmente es columnista de Heraldo de Aragón y de El País Semanal.

domingo, 7 de junio de 2020

"El infinito en un junco" de Irene Vallejo





"Siempre me asusta escribir las primeras líneas, cruzar el umbral de un nuevo libro. Cuando he recorrido todas las bibliotecas, cuando los cuadernos revientan de notas enfebrecidas, cuando ya no se me ocurren más pretextos razonables, ni siquiera insensatos, para seguir esperando, lo retraso aún varios dias durante los cuales entiendo en qué consiste ser cobarde. Sencillamente, no me siento capaz. Todo debería estar ahí -el tono, el sentido del humor, la poesía, el ritmo, las promesas-. Los capítulos todavía sin escribir deberían adivinarse ya, pugnando por nacer, en el semillero de las palabras elegidas para empezar. Pero ¿Cómo se hace eso? Mi bagaje ahora mismo son las dudas. Con cada libro vuelvo al punto de partida y al corazón agitado de todas las primeras veces. Escribir es intentar descubrir lo que escribiríamos si escribiésamos, así lo expresa Marguerite Duras, pasando del infinitivo al condicional y luego al subujuntivo, como si sintiese el suelo resquebrajarse bajo sus pies.
En el fondo, no es tan diferente de todas esas cosas que empezamos a hacer antes de saber hacerlas: hablar otro idioma, conducir, ser madre. Vivir."


Hoy os quería hablar de un regalo.

Un regalo que me he hecho a mí misma durante el confinamiento. Mi libro estrella de lo que va de año en mis lecturas. Lo que va de año y lo que irá, porque sé que lo será durante mucho tiempo. Me va a ser díficil terminar con otro con la sensación con la que he terminado la lectura de éste.

Pocas veces leo ensayo, pero de vez en cuando intercalo este tipo de lectura con las novelas. Me gusta leerlos en papel, para subrayarlos y anotar en los márgenes, mientras que para la novela suelo utilizar el kindle.

Pues bien, durante esta pandemia me ha acompañado "El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo" de la filóloga Irene Vallejo. En cuánto podía escaparme un ratito al patio a leer después de comer, ahí iba cargada con él y un lapicero.

Lo había pedido en la carta a los Reyes Magos y ahí lo tenía, esperando pacientemente su turno. Hasta que alguien me habló de él, y dije ¡Pero si yo lo tengo! Y fue cogerlo y ya no soltarlo.

Premio el Ojo Crítico de Narrativa 2019. Premio Las Librerías Recomiendan de No Ficción 2020. Premio Búho al Mejor Libro de 2019, que otorga la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro. EL ENSAYO REVELACIÓN DE LA TEMPORADA...

Me ha encantado.

Desde uno de esos juncos del Nilo que se utilizaron para empezar a escribir, ahora tengo 400 páginas que me han enseñado un montón de cosas sobre el libro y la escritura, su evolución y su historia.

Está escrito con un tono cercano que transmite mucho. Didáctico pero nada empalagoso, ni tedioso, ni pedante, nada de eso. La autora te va contando pequeños relatos que orbitan en torno a la escritura, la historia del libro, la lectura. 

Es también un libro de viajes, el viaje del libro y de todo cuánto hay a su alrededor. Un libro que habla de biliotecas y de librerías. Un libro que habla de la tradición oral y de la escrita. Un libro que habla de ritos y de costumbres. Habla de los benshis y de las hetairas, habla de dioses y mitos. De autores, de escritores de todos los tiempos, de las mujeres, de películas, de oficios, de mil y una cosas.

Es un libro que transmite el entusiasmo que la autora siente por este mundo, y con el que yo me siento muy identificada. 

"En la sociedad judia medieval se celebraba con una ceremonia solemne el momento del aprendizaje, cuando los libros hacían partícipes a los chiquillos de la memoria comunitaria y del pasado compartido. Durante la fiesta de Pentecostés, el maestro sentaba en su regazo al niño al que iba a iniciar. Le enseñaba en una pizarra en la que estaban escritos los signos del alfabeto hebreo y a continuación un pasaje de las Escrituras. El maestro leía en voz alta, y el alumno repetía. Luego se untaba con miel la pizarra y el iniciado la lamía, para que las palabras penetrasen simbólicamente en su cuerpo. También se escribían letras en huevos duros ya pelados o en pasteles. El alfabeto se volvía dulce y salado, se masticaba y se asimilaba. Entraba a formar parte de uno mismo. "

Partiendo de la mítica Biblioteca de Alejandría, la autora va a ir contándonos, centrándose más en los griegos y después en los romanos. Pero todo ello salpicado de aventuras, de vivencias, de viajes. Después hablará de la Edad Media, de sus monjes, y hasta nuestros días.

Tiene una estructura lineal en lo principal, pero al mismo tiempo es digresiva y va dando saltos constantes en el tiempo, atras y adelante, adelante y atras, sin hacer nada monótona la lectura.

El tono es ameno, didáctico cómo os decía, pero sin ser tostón en ningún momento. Son pequeños relatos hilados donde tan pronto te cuenta historias como anécdotas, con una atmósfera cercana, alegre, a ratos con humor y muy bien escrito. La autora ha sido aquí narradora, cronista, periodista, con tintes autobiográficos incluso, sin perder la frescura en ningún momento.


Ana María Moix me contó una vez que en los años setenta, un mediodía quedó a comer con la prodigiosa camana del boom latinoamericano: Vargas Llosa, Gabriel García Marque, Bryce Echenique, José Donoso, Jorge Edwards... Entraron en un restaurante de Barcelona donde había que apuntar el pedido y entregárselo por escrito al camarero. Pero ellos bebiendo y conversando, se desentendieron del menú y de las aproximaciones interrogativas de los camareros. Al final tuvo que interrumpir el maitre. Irritado por tanta cháchara apasionada y tan poco interés gastronómico. Se les acercó y, sin reconocerlos, preguntó con voz enojada: "¿Es que nadie sabe escribir en esta mesa?".
Hoy asuminos que, a nuestro alrededor, la inmensa mayoría de la gente lee y escribe. Detrás de esta situación hay una larguísima ruta de siglos. (...)
(...)
 Somos seres económicos y simbólicos. Empezamos escribiendo inventarios, y después invenciones (primero las cuentas: a continuación los cuentos).


Los libros, y la escritura, que siempre estuvieron y siempre estarán, a pesar de todas las invasiones, de los bárbaros, de los saqueos, los incendios, las catástrofes. A pesar de las nuevas tecnologías, de internet, ahí están y estarán.
 

"Es seguro que en la época más temprana de los poemas y las narraciones escritas, no hubo una forma única de nombrarlos. Las listas de libros de las primeras bibliotecas de la historia, en el Oriente antiguo, mencionan las obras por su tema. "Para rogar al DIos-Tempestad" se lee en una tablilla de arcilla encontrada Hamusa. La siguiente entrada del listado dice: "Sobre la purificación de un asesinato". Con todo, el método más habitual fue usar las primera palabras del texto: Enuma Elish (en acadio: "Cuando en lo alto..." (...)
Es hermoso el viejo modo de nombrar las historias por el comienzo, como si, sin querer, arrastrados por su hechizo, empezásemos ya a narrarlas. Italo Calvino restacó ese antiguo procedimiento cuando tituló una de sus más fascinantes novelas: "Si una noche de invierno un viajero".
Los primeros títulos fijos, únicos e inamovibles pertenecieron a las otras teatrales. Los dramaturgos atenienteses fueron pioneros en titular sus piezas, con las que competían en certámenes públicos y debían quedar a salvo de toda confusión al anunciarlas, promocionarlas o declararlas ganadoras. Prometeo encadenado, Edipo Rey o las Troyanas nunca tuvieron otro nombre o apellido. La prosa, en cambio, tardó más en adquirir títulos duraderos..."


Éste es un libro para estudiarlo, más que para leerlo. Un libro donde he subrayado y subrayado, donde he escrito en los márgenes y al final también. Un libro que debería volver a empezar esta tarde, cuando lo terminé esta mañana. Un libro que consultaré muchas veces y releeré muchas más. Qué pena me está dando ya de que se me olviden muchas de las cosas que he leído en él. 

Este libro es un homenaje. Es pasión.

Por favor si os gusta leer tanto o más que comer, si os gusta escribir, si os gusta que os cuenten cosas, si os gusta aprender, leed este libro. 
 
«Somos los únicos animales que fabulan, que ahuyentan la oscuridad con cuentos, que gracias a los relatos aprenden a convivir con el caos, que avivan los rescoldos de las hogueras con el aire de sus palabras, que recorren largas distancias para llevar sus historias a los extraños. Y cuando compartimos los mismos relatos, dejamos de ser extraños.»






Irene Vallejo (Zaragoza, 1979) se doctoró en Filología Clásica por las universidades de Zaragoza y Florencia. En la actualidad lleva a cabo una intensa labor de divulgación del mundo clásico impartiendo conferencias y a través de su columna semanal en el diario Heraldo de Aragón. De su obra literaria destacan las novelas "La luz sepultada" (2011) y "El silbido del arquero" (2015), la antología periodística "Alguen habló de nosotros" (2017) y los libros infantiles "El inventor de viajes" (2014) y "La leyenda de las mareas mansas" (2015).



#Irene Vallejo
#Ensayo
#Libros

miércoles, 28 de marzo de 2018

"Gerda Taro, la sombra de una fotógrafa" de Francois Maspero



"...todo en ella es política. Su vida, su comportamiento, sus fotos. Política en el sentido más amplio y más justo, que es sentirse concernido por su tiempo. De vivirse como sujeto y no sólo como objeto. Sujeto de la Historia y sujeto de su propia historia". -
Maspero



En un mercadillo veraniego y virtual de Ediciones La Fábrica encontré este libro de escasas cien páginas por un módico precio.

No me pude resistir.

Siempre me ha atraído la figura de esta fotógrafa Gerda Taro. Murió pocos días antes de cumplir 27 años aquí en España, durante nuestra Guerra Civil, en el frente de Brunete donde estaba como reportera gráfica. Durante un ataque de la aviación franquista, en la confusión de la retirada republicada, sufrió un accidente y la atropelló un tanque. Aunque fue trasladada a un hospital en El Escorial, murió a las pocas horas. Ha sido considerada como la primera fotógrafa de guerra en primera línea de fuego, y también la primera en morir como tal.

En este libro el escritor y editor francés Francois Maspero combina varios géneros: la ficción, el ensayo y hasta la investigación fotográfica.

Está dividido el libro en tres partes:
-En el primer capítulo, que me sorprendió muy gratamente, está la parte de ficción. Se trata de una entrevista entre el autor y la fotógrafa, imaginando que ella no murió, y por tanto inventando la vida que podría llevar cuando ya fuera una señora mayor. Es original la verdad.
El segundo capítulo está dedicado ya a la vida de la fotógrafa: a los inicios de Gerda en la fotografía, cuando conoce a Robert Capa, sus viajes... Cómo fue desarrollándose su relación.
Y el tercer capítulo ya trata de analizar su figura tras su muerte.

Además en el libro hay unas veinte fotografías tanto de Gerda Taro, como de Robert Capa, como de Stein.

Como os decía me gustó el arranque de este ensayo, esa primera parte donde está la ficción. Maspero comienza el libro imaginando cómo habría sido la vida de esta fotógrafa si no hubiera muerto en la contienda. Se imagina que va a verla y habla con ella. Es original.

En la segunda parte se centra más en su vida. En sus orígenes, su salida de Alemania, su paso por Francia, y su llegada a España. También por supuesto trata su relación con André Friedman, o más conocido como Robert Capa, que fue su pareja tanto en lo personal como en lo profesional. Tampoco Gerda Taro era el verdadero nombre de la fotógrafa, se llamaba Gerta Pohorylle y había nacido en Stuttgart el 1 de agosto de 1910, en una familia judía de origen polaco.

Capa y ella se conocieron en 1934 en París. Y a partir de aquí ya fueron creciendo en paralelo. Fue éste quién la inició en la fotografía. En el año 36, cuando nuestra Guerra Civil, ambos viajan a Barcelona y empiezan a hacer fotografías en distintos lugares. También ambos cambiaron sus nombres originales y firman juntos algunas fotografías, naciendo como un solo fotógrafo ficticio, un americano elegante con un nombre sonoro Robert Capa que eran en realidad los dos. Al principio ellos fotografiaban las mismas situaciones, los mismos lugares pero con cámaras diferentes. Ella utilizaba  una Rolleiflex y él una Leica. Ambos fotografiaron juntos en nuestra Guerra Civil, aunque también viajaban. Eran una pareja moderna, según el ensayo.

La carrera de esta fotógrafa desgraciadamente fue muy corta, pero fue ganando poco a poco en autonomía y llega a firmar algunas fotografías como Taro. Se centró exclusivamente en la Guerra Civil Española.

Una vez que falleció su figura se fue difuminando y muchas de sus fotografías acabaron mezcladas con las de Robert Capa. Y cuando terminó la 2ª Guerra Mundial ya casi su nombre había desaparecido porque sus fotos eran normalmente atribuidas a Capa que la había eclipsado.

Sin embargo de un tiempo a esta parte ha sido recuperada tanto su biografía como su obra. Quien abordó de un modo ejemplar esta tarea fue la investigadora alemana Irme Schaber a principios de los años noventa. Porque en 1994 publicó el libro Gerda Taro. Una fotógrafa revolucionaria en la guerra de España, una exhaustiva biografía. Después se han hecho algunas exposición, en Nueva York, en Cataluña...

De este libro me han entretenido mucho sus dos primera partes, pero según iba avanzando se me ha hecho un poquito cuesta arriba, la verdad. Y eso que es muy corto. Pero bueno para el objetivo que yo pretendía, que era indagar más en la vida de esta fotógrafa me ha venido muy bien.