En mayo salí corriendo y no paré hasta que llegué a Málaga.
Allí repartí mi tiempo entre mirar el mar, airearme por fuera y enriquecerme por dentro con tanta opción cultural como me tenía reservada y yo me moría por disfrutar.
Al Museo de Jorge Rando no pensaba ir, no sabía ni de su existencia, si tengo que ser sincera. Y menuda lista de larga de objetivos culturales llevaba yo... Pero el azar me llevó hasta allí y me encantó.
Sus esculturas, sus cuadros, sus textos. Los colores con que pinta las realidades que toca. La intensidad con que los trata. Cómo lo cuenta. Me sorprendió muy gratamente este museo de arte contemporáneo espacioso y tranquilo con un patio interior que invita a detenerse y disfrutar.
Aviso que cualquier día salgo corriendo de nuevo a esa ciudad. Tiene tanto que ofrecerme. Y el que avisa...
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