Me gusta encontrarme peces en mitad de la calle y casitas de muñecas de color rosa.
Tropezar con gallos silenciosos y cigueñas caminando sobre los adoquines.
Me gustan las murallas que se pueden abarcar con los brazos.
Todo eso ocurre en Silves.
Porque el interior del Algarve respira tranquilidad.
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