Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

jueves, 16 de noviembre de 2017

Ruta literaria por el barrio Salamanca de Madrid - 1ª parte





De vez en cuando hay que ser turista en la propia ciudad. Pararnos y darnos cuenta otra vez de que tenemos la suerte de vivir todos los días del año en un lugar que otros quieren conocer y visitar. 

En una de esas ocasiones que decido ser turista en Madrid he revisitado el barrio de Salamanca aunando mis dos pasiones: El viaje y la literatura. 

Y ahí me veis reconociendo el paso de los grandes escritores por ese barrio tan señorial.

Porque fue aquí, en la calle Claudio Coello, en el núm. 25, donde murió Gustavo Adolfo Becquer (Gustavo Adolfo Domínguez Bastida; Sevilla, 1836 - Madrid, 1870) en el año 1870. Uno de los últimos representantes del Romanticismo, del Postromanticismo, no sería hasta después de muerto cuando se hiciera famoso tanto por su prosa como por sus versos. Rasgos distintivos la temática intimista y una aparente sencillez expresiva, alejada de la retórica vehemencia del romanticismo.

C/ Claudio Coello, 25 La casa donde murio Becquer

Y muy cerca de allí en una calle paralela, la calle Velazquez núm. 4, encontramos que estuvo el torreón de Ramón Gómez de la Serna (Madrid, 1888-Buenos Aires, 1963). Animador indiscutible de la vida literaria madrileña, en 1914 creó una de las tertulias más frecuentadas y famosas con que ha contado Madrid, la del Café Pombo. Su particular visión de la literatura, concebida dentro de los presupuestos del arte por el arte, sin ningún intento de reflexión ideológica, dio lugar a un género inventado por él, las greguerías, definidas por el propio autor como «metáfora más humor».


En la C/ Velazquez, 4 el torreón de Ramón Gómez de la Serna



Y en la misma calle pero un poquito más hacia delante, en la misma Velazquez núm. 27 está la casa donde vivió un Premio Nobel cuando fue Vicecónsul de Yugoslavia en el 1929: Ivo Andric. Novelista yugoslavo de origen bosnio, premio Nobel de literatura en 1961 y uno de los más grandes escritores de su país. Ivo Andric permaneció apartado en la capital serbia durante la ocupación nazi, período en el que escribió las tres novelas que le harían famoso, Crónica de Travnik, El puente sobre el Drina y La señorita.





Y solo nos desviamos un poquito para coger una bocacalle a la derecha según subimos Velazquez para entrar en la calle Hermosilla y muy cerca en el núm. 34 vemos otra de las casas donde vivió el escritor y académico Armando Palacio Valdés (Entralgo, 1853-Madrid, 1938). Tras pasar su infancia en Asturias, se estableció en Madrid a partir de 1870. En su obra se distinguen tres etapas. La primera, marcada por su amistad con Clarín y por la adopción de posturas democráticas. La segunda etapa, durante la que publicó sus mejores obras, se inició con la dedicación a la novela y culminó a mediados de los años noventa. A partir de 1896, año de la publicación de Los majos de Cádiz, se produjo un giro ideológico en su obra hacia posturas más conservadoras




Y volvemos otra vez a la calle Velazquez porque si seguimos subiendo nos encontramos con otras dos casas que no hay que perderse.

En el núm. 57 de la calle Velazquez tenemos la casa donde vivió Pedro Muñoz Seca (Puerto de Santa María, 1881 - Paracuellos del Jarama, 1936). Dramaturgo español. Practicó la abogacía y fue profesor particular, pero su verdadero oficio fue el de autor teatral. Máximo representante del teatro humorístico de principios del siglo XX, sus obras gozan aún de una gran popularidad. Su habilidad para versificar y para los juegos de palabras, junto a la distorsión grotesca de la realidad que presentaba en sus piezas, crearon el llamado "astracán", una variante del género chico.







Y en la otra acera de la misma calle Velazquez tenemos la casa donde vivieron y murieron los Hermanos Álvarez Quintero. Serafín Álvarez Quintero (Utrera, 1871 - Madrid, 1938) y Joaquín Álvarez Quintero (Utrera, 1873 - Madrid, 1944) Populares dramaturgos españoles conocidos a menudo como los hermanos Quintero o Álvarez Quintero. Autores de obras teatrales que transmiten una visión bondadosa y amable de la vida, son la encarnación perfecta del costumbrismo andaluz llevado al teatro.



Pero para no hacer tan larga esta entrada, vamos a continuar este paseo literario por el barrio de Salamanca en otra entrada. ¿Vale?

 No os despisteis que ¡no hemos terminado!

lunes, 13 de noviembre de 2017

De concierto con Rozalén en el Teatro Circo Price


Entre la foto que encabeza esta entrada y las dos que la terminan, no solo están todas las butacas ocupadas. 

Hay también  dos horas muy largas de algo parecido a la felicidad. 
Hay mucho de música y mucho de emoción, mucho de alegría y mucho de sentimiento.

Y hay sobre todo las ganas de repetir un concierto como el del pasado 9 de noviembre de 2017 en el Teatro Circo Price con la música de Rozalén. 

Todo eso y seguramente más, hay entre la foto que encabeza esta entrada y las dos que la clausuran.

Cuando yo sea viejecita, más viejecita, quiero seguir yendo de concierto. 



 








sábado, 11 de noviembre de 2017

Javier Díaz Gil y su Poesía.- "Desconfiad de mí"





Desconfiad de mí

No tengo móvil.

Ni siquiera he tenido tentación de comprarme uno.
Leo libros en papel y sonrío
y saludo a la gente con la que me cruzo,
aunque sólo me contestan
los que, como yo,
no llevan el rostro iluminado
por la pantalla que no dejan de mirar.

El espectáculo del otoño y de la lluvia
está delante de mi, son un regalo.
No son vídeos ni fotos repetidas,
iguales para todos, un uniforme del que huyo.

Hablar, acariciarse, pensar...
es un signo de resistencia.

La soledad, un espacio donde encontrarte
y mirar el cielo cada noche,
un firme testimonio de la vida.

Desconfían de mí.
Dicen que estoy loco.
Que vivo en un mundo perdido.
Un mundo que ya no existe.

Seguid mirando vuestras pantallas.
Ahora está amaneciendo.

Javier Díaz Gil
31 de octubre de 2017


domingo, 5 de noviembre de 2017

De letreros en las Iglesias

La Coruña 2016

Lo de su fijación con los letreros venía de largo. No lo podía evitar. 

Como los faros iluminan a los barcos, a ella le hacían destellos algunas frases. 
Cuando era niña saltaba a la comba con ellas, cuando se hizo mayor se inventó un blog para coleccionarlas.

En el trabajo y la calle, en las tiendas y en las iglesias siempre había una frase que le llamaba la atención. Y tenía que adoptarla.

En aquella ocasión juntó dos frases del norte con olor a humedad y rodeadas de líquenes. Las dos venían de dos Iglesias muy cercanas al mar. La una estaba en un pueblecito de La Coruña, la otra en uno de Asturias. 
Pero ambas le hicieron darse la vuelta y detenerse a leerlas otra vez. 
La de arriba de esta entrada le hizo subir las cejas "¿De verdad hay alguien que entre con su perro hasta el atrio?". La de debajo le hizo sonreír "Tiene sentido del humor el párroco...".

Ambas le gustaron tanto que desde el norte de España se las trajo hasta este blog. Ese mismo que se inventó cuando ya no podía jugar a la comba con las frases, y tuvo que comenzar a coleccionarlas.


Asturias 2017

miércoles, 1 de noviembre de 2017

Tumbas en los arrozales de Vietnam



Los campesinos vietnamitas viven rodeados de arroz. 

Vas por la carretera hacia el delta del Mekong, miras hacia un lado y hacia el otro, y hasta donde alcanza la vista todo es un enorme arrozal: parcelas cubiertas de agua alternándose con cuadriculados campos coloreados de distintas tonalidades de verde. Y más cuadrículas, más agua, y más verde. Un infinito arrozal.

Pero si te fijas bien descubrirás que salpicando ese océano de arroz se diseminan pequeños sombreros cónicos, santo y seña de campesinos agachados, siempre trabajando, siempre hoz en mano. Y si aún te detienes más distinguirás pequeñas construcciones, pequeñas islas rodeadas de arroz, cuidadas y adornadas de distintos colores, solitarias y en grupito.

¿Y esas construcciones que se ven en los arrozales? ¿Qué son?
Tumbas, son las tumbas de los antepasados de los agricultores.

Los campesinos vietnamitas viven y mueren rodeados de arroz. 

Miras hacia un lado y hacia otro, y se repiten las tumbas de los campesinos que un día lejano trabajaron esas tierras. Sus hijos, sus nietos los entierran cerca de ellos, en la misma tierra que araron con sus búfalos de agua. Los muertos permanecen así cerca de sus familias y sus tumbas están cuidadas con respeto, mimo y cariño.

Como los campesinos vietnamitas yo también quiero que mis seres queridos se queden cerca, a mi lado siempre. Y aunque aún me cuesta porque duele la ausencia, estoy aprendiendo a recordarles con una sonrisa. Una sonrisa húmeda y cálida como las tierras de los vietnamitas, una sonrisa que vaya empapando de calidez de fuera hacia dentro.











Siempre a primeros de noviembre me gusta hacer una entrada relacionada con el día de Todos los Santos y el de los Difuntos. En el blog ya hay unas cuántas entradas relacionadas con este día donde hemos visitado varios cementerios especiales o curiosos. Por si queréis echarle un vistazo os dejo con el enlace:





lunes, 30 de octubre de 2017

Finalista en RNE Nómadas. IV Concurso de Diarios de Viaje

Diploma Rocío Díaz. Programa RNE Nómadas. Octubre 2017



Estimada Rocío:

Te comunicamos que tu relato sobre Pekín ha quedado finalista en el IV Concurso de Diarios de Viaje de 'Nómadas' y la Oficina Nacional de Turismo de China.

A lo largo de la próxima semana nos pondremos en contacto contigo por vía telefónica para darte...

Hasta la emisión del programa te rogamos mantengas discreción, especialmente de cara a las redes sociales.

Te damos la enhorabuena por llegar tan lejos; este año hemos recibido 1.008 textos, así que puedes estar más que satisfecha con el resultado.

Un saludo cordial,



RTVE




En este mes de octubre que se acaba he tenido una alegría literaria. 

En este año escasito en alegrías literarias hay que dejar de memoria de cada una de ellas. Sobre todo si pienso, tal y como me dijeron, que mi relato era uno de los 1008 que se habían presentado. ¡1008! Qué barbaridad... Pobre Jurado qué difícil.

Así que me dió mucha pena no ganar el viaje a China, porque aunque ya estuve en el año 2007, volvería una y mil veces y más si es porque me lo he ganado escribiendo. Hubiera sido perfecto.

Pero tengo que estar contenta porque quedar entre los diez finalistas entre 1008, también es estar muy, muy cerca. Habrá que pensar eso ¿Verdad? y seguir escribiendo, escribiendo siempre.


Y cómo lo que importa aquí es eso os dejo con mi texto. Ahora ya sí que os lo puedo dejar leer. Se trataba de narrar una jornada de viaje sin superar las 150 palabras. Se titula "De papel de arroz" y dice así:




De papel de arroz

 

22 de julio de 2007

Sin conocerte creía que serías un viaje más pinchado con dos alfileres invisibles a un verano y mi frágil memoria. Nada más llegar supe que aquella China Milenaria que prometía mi folleto perduraría, intacta y delicada, sobre cuantos viajes viviera después.

Día 1º Llegada a Pekín, capital de la República Popular de China. Traslado al hotel. Tarde libre. Mentía el itinerario del folleto. Desde el aeropuerto nos llevaron a la primera visita sin trasladarnos al hotel. Tras un vuelo tan regular como su nombre, tras la noche a bordo y sin dormir, me presenté ante ti con quejas y cansancio por toda credencial. Pero atravesamos una de las puertas del Tiantan Park y apareció el Templo del Cielo. Inmediatamente humedeciste mi piel pero dilataron mis pupilas el azul de los tres tejados del Salón de la Oración por la Buena Cosecha. Era tan insoportablemente vistoso que dolía. Elevándose sobre sus tres terrazas de mármol su planta circular, envuelto de granates y dorados, coronado del azul más puro y oscuro que vi jamás. Me tragué el cansancio, mastiqué las quejas y enmudecí. Si los emperadores cada otoño daban aquí las gracias al cielo por la cosecha, yo también daría mil gracias por verme allí.

Qué me importaba llevar la misma ropa de las últimas 24 horas y que tu aliento húmedo resbalara caudaloso por mi piel, si ya quería estar bajo la sombrilla de cualquier mujer china, suplicando una sombra y más tiempo para admirar cuánto veía. Del Salón de la Oración a la Bóveda Imperial y el Altar Circular. Un recinto sagrado espectacular e inolvidable.

En el parque que lo rodeaba, los pequeños corrían con sus culos al aire, mientras los jubilados danzaban. Las bicicletas nos adelantaban y los pájaros dentro de sus jaulas colgaban de los árboles. Las mujeres de los puestos, sin dejar de trabajar, comían deprisa de un cuenco de arroz. Los hombres arremangaban sus camisetas bajo las axilas jugando en corro. Pirotecnia de costumbres. Extrañeza de culturas.

Tras comer nos llevaron a tu Palacio de Verano. No hay yuanes suficientes para que mis sentidos paguen por aquel primer día. Donde los emperadores de la dinastía Quing escapaban de las altas temperaturas, nos refugiamos nosotros. Una gama completa de verdes se desplegó ante nuestros ojos mientras una refrescante brisa nos alivió del calor húmedo y pegajoso. Generosa, nos descubres tu Jardín del Gusto Armonioso mientras se reflejan en el agua del lago Kumming las edificaciones chinas. Y otra vez me rindo para pasear contigo por esos jardines de bonsáis y estanques, de puentes de bambú y flores de loto. Me rindo navegando por esos canales flanqueados de casas de madera, adornados de farolillos rojos.

Cuando esa primera noche me acosté por fin, sabedora de los días que me quedaban en China, sonreí feliz. Siempre estará seis horas por delante, palpitando al menos a quince horas de distancia, pero ya me había secuestrado. Sin marcharme ya quería volver.

 

 Rocío Díaz Gómez




sábado, 28 de octubre de 2017

"Un lugar a dónde ir" Segunda novela de María Oruña





Ya sabéis que de vez en cuando me gusta volver a las novelas de intriga, o a la novela negra. Y además si son “de casa” mejor que mejor. Nosotros tenemos unos novelistas en estos géneros tan buenos o mejores que los de fuera.

La última novela que he terminado ha sido “Un lugar a donde ir” de María Oruña. Me ha resultado muy entretenida.

Tenía ganas de leerlo porque ya me había leído el primero de esta autora “Un puerto escondido” donde habíamos conocido a sus principales protagonistas y había sido un buen descubrimiento. No es que esta novela sea continuación de la anterior, ambas se pueden leer de forma independiente. Pero los principales protagonistas sí son los mismos. Es como con Amaia Salazar del Guardián invisible, sigue la trama de la teniente pero es otro caso.

El argumento nos cuenta que han pasado varios meses desde los acontecimientos que ocurrieron en Puerto escondido y cuando ya todo parecía haber vuelto a la normalidad, aparece el cadáver de una joven en La Mota de Trespalacios, que es el lugar donde se encuentran las ruinas de una inusual construcción medieval. La joven va vestida de princesa de la Edad Media. Valentina empezará a investigarlo mientras Oliver Gordon (con el que continúa su relación sentimental) sigue buscando a su hermano desaparecido.

Podríamos decir que el tema de esta novela es la importancia que tienen en nuestras acciones nuestra motivación, nuestra “pasión”, ese interés que nos empuja interiormente hacia algo, esa búsqueda de “conocimiento”. Incluso hasta casi perder la razón.  Aquí hay una serie de personajes cuya pasión es la ciencia: la espeleología, la historia, la arqueología… Y por otro lado también están los integrantes de una ONG unidos también por un acicate común.

Los personajes están bien perfilados. Tenemos a nuestros protagonistas que ya conocemos. Por un lado Valentina, una teniente de la guardia civil con sus dos ojos de distinto color, y Oliver, el inglés que se queda a vivir en Suances en la casa heredada. En esta novela vemos como siguen enamorados y tratan de asentar su relación. También aparecerán Michael, su amigo, y su ex mujer Anna. Paralelamente iremos conociendo a los personajes que forman un grupo de espeleólogos y arqueólogos: tres compañeros de aventuras y una bella polaca afincada en Alemania: Wanda. A todos ellos les une la pasión por la Ciencia.

La ambientación de estas novelas está muy conseguida. Como ya sabemos desde la novela anterior la acción se desarrolla en Cantabria. Los principales personajes viven en Suances, pero nos movemos por toda la zona: Comillas, Puente Viesgo... Supone un buen repaso para los que gustamos de viajar por esos parajes tan recomendables. Además en esta novela sobre todo vamos a interesarnos por las cuevas de Cantabria que son muchísimas además de la de Altamira, puesto que como ya hemos dichos son espeleólogos los demás personajes. Muy interesante, la verdad, todo lo que nos va contando la autora de las cuevas de la zona y el arte rupestre: Las Cuevas del Monte del Castillo (en Puente Viesgo), la Cueva de Las Monedas, las de Cullalvera... Dan ganas de ir a conocerlas porque varias son Patrimonio de la Humanidad. Además visitaremos dos lugares fuera de nuestro país, una ciudad medieval Nordlingen construida en el interior de un cráter en Baviera, y otra cueva espectacular la que se llama El Sotano de las Golondrinas en Méjico. Estas curiosidades geográficas y otras históricas añaden más atractivo a esta novela.
En lo que se refiere al manejo del tiempo la autora imprime un ritmo rápido a la narración al mezclar pasado y presente. El romper la linealidad del tiempo dota de mucha agilidad a la lectura.

En cuanto a la estructura de la novela, la autora ha creado tres líneas argumentales. Por un lado están nuestros protagonistas (Valentina y Oliver) con sus pesquisas y sus investigaciones en el presente. Y por otro lado están el grupo de espeleólogos, cuya relación se inicia mucho antes del momento en el que comienza la novela, momentos del pasado donde tenemos que acudir para entender su presente. Estas dos líneas tienen un narrador omnisciente en tercera persona. Y por último hay otra línea argumental, la de las reflexiones de un personaje que no sabemos quién es pero a quién conocemos como El Viajero del Sótano de las golondrinas y que nos habla en primera persona.
La prosa es sencilla y el ritmo ágil puesto que hay mucho diálogo. Está bien estructurada la novela, más elaborada quizá en cuanto a la creación literaria que la primera al utilizar más voces alternándose como narradores.

Yo le pondría un “pero” a esta novela y es que me ha parecido que al final hay demasiadas explicaciones en bloque para contarnos el por qué, el desenlace. Creo que deberían haber estado más dosificadas según íbamos descubriendo lo que ocurría. En este sentido me convenció más la primera novela. Pero bueno esto no deja de ser una apreciación personal, quizás a otro lector no le parezca así.

Lo cierto es que en general me ha parecido desde el principio muy entretenida, creo que la intriga está bien dosificada, su mimo y detalle en la ambientación me parece muy positivo y hay un punto de giro casi al final de la novela muy, muy conseguido.

Me alegro de que todavía en un futuro podamos disfrutar más del binomio Valentina-Oliver.