Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

domingo, 16 de julio de 2017

De los principios...




A mí me gustan mucho los principios. 

Los principios de cualquier historia, cualquier momento, cualquier cosa. Porque entonces es cuando todo puede ocurrir, todo, absolutamente todo.

Un universo está por inventar.

Y después, mucho tiempo después, con solo evocar ese principio sonreirás.


¿Recordais estos principios?

El amor en los tiempos del cólera de Gabriel García Márquez
Era inevitable: El olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados.


Don Quijote de la Mancha, de Cervantes. “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda..."


 Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez.
“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.”


La metamorfosis, de Franz Kafka.
“Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto.”


Lolita, de Vladimir Nabokov.
“Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar abajo hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta.”


 Historia de dos ciudades, de Charles Dickens.
“Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación.


 La regenta, de Leopoldo Alas Clarín.
“La heroica ciudad dormía la siesta. El viento sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el Norte.”


 Moby Dick, de Herman Melville.
“Llamadme Ismael. Hace unos años -no importa cuánto hace exactamente-, teniendo poco o ningún dinero en el bolsillo, y nada en particular que me interesara en tierra, pensé que me iría a navegar un poco por ahí, para ver la parte acuática del mundo.”


Rayuela, de Julio Cortázar.
¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua.


 El extranjero, de Camus
Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo: “Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias”. Pero no quiere decir nada. Quizá haya sido ayer.


La familia de Pascual Duarte, de Cela
Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo.


 El pájaro espino de Collen Mcullough
Hay una leyendo sobre un pájaro que canta solo una vez en su vida, y lo hace más dulcemente que cualquier otra criatura sobre la faz de la tierra.

viernes, 14 de julio de 2017

El Faro de Calella (Barcelona)


Había que seguir cazando faros.

Aunque se escondieran tras las palmeras. Aunque sus veletas les aconsejaran salir huyendo en la dirección contraria de dónde estaba la cámara que terminaría cazándolo.

Necesitábamos descubrirlos, necesitábamos que siguieran iluminando nuestro camino hacia delante, siempre adelante, hacia tierra.




El Faro de Calella se encuentra situado en la cima de un promontorio de unos 50 metros de altitud. En el lugar dónde ahora está el faro, había una antigua torre de vigilancia y defensa, que vigilaba y protegía las costas del peligro de los ataques de los piratas argelinos. Fue inaugurado el día 15 de diciembre de 1859.

 Hoy, la luz del faro llega a una distancia de unas 35 millas y es conocido en las cartas de navegación por sus destellos, 3 y 2, cada 30 segundos.




Otras entradas sobre faros y lugares mágicos literarios:
http://rociodiazgomez.blogspot.com.es/search/label/LUGARES%20M%C3%81GICOS%20LITERARIOS

martes, 11 de julio de 2017

Otra entrada de la colección "Los nombres de las tiendas"

Una frutería que se llama "La pera limonera"

 Esta entrada está hecha de regalos. Así soy de afortunada.

Una fruteria que se llama "La pera limonera", un establecimiento donde se hacen tatuajes que se llama "Tatoo Hadas" y un tienda de regalos en Conil que se llama "Caminito de Cai".

Mi familia y mis amigos cuando van por ahí y ven una tienda con nombre chulo o un letrero curioso, se acuerdan de mi blog, la cazan y me la mandan.

Qué buena idea.

Me da mucha alegría cuando de pronto me llega un "guasap" que dice "Roci para tu blog".

Mil gracias a todos. Mi blog tiene mucha suerte de teneros. ¡Y yo más!



Un establecimiento de tatuajes que se llama "Tatoo Hadas"

Una tienda de regalos que se llama "Caminito de Cai"

domingo, 9 de julio de 2017

De las palabras verano y estío





Yo creo que, a pesar de las tormentas, ya va tocando hablar de la palabra VERANO.


La palabra verano etimológicamente hablando procede de un adjetivo, el adjetivo latino: veranus, a, um.  

Porque la palabra que designaba al verano, tal y cómo ahora lo concebimos, era en latín “aestas, aestatis”, de dónde procede nuestra palabra “estío”.

En latín, se denominaba “verano” al tiempo entre mayo y junio, el período de calor suave que seguía a la primavera. Nuestra palabra “Primavera” vendría de la unión de las palabras “primer” “ver” que era cómo ellos llamaban a la primavera (“ver, veris”) o primera época de buen tiempo. Mientras que al período más caluroso, o de calor más álgido, que sería de julio a septiembre, lo denominaban estío. De ahí vendrían términos como “época estival”.

Luego lo que nosotros llamamos verano en realidad deberíamos llamarlo siempre “estío”. Sin embargo conservamos las formas cultas de “estio” o el adjetivo “estival” como formas más cultas que preferimos utilizar más en poesía.

De ahí también que muchos expertos piensen que las estaciones del año tendrían que llamarse: primavera, estío, otoño e invierno. Pero en algunos países prosperó más la palabra verano que la de estío quizás porque es más fácil de pronuncia.

El castellano, el portugués (verao), el rumano (vara) llaman también verano al estío. Mientras que en el francés, el italiano o el catalán se conservó la palabra estío: en francés se dice été, en italiano estate y en catalán estiu.  

Entonces ¿qué? ¿Veraneamos?

viernes, 7 de julio de 2017

Cruzándome con Mr. Greenwich



"El meridiano de Greenwich es la referencia usada para realizar el calculo de las diferencias horarias en los diferentes lugares de nuestro planeta"


El otro día en la autopista A2 viniendo de Barcelona, pero ya en Aragón entre Bajaraloz y Peñalba me crucé con Mr. Meridiano de Greenwich.

¡Qué sorpresa!

Toda la vida oyendo hablar de él, y me lo voy a cruzar un día que llevaba el pelo todo revuelto y las pintas propias de venir de la playa. Mira que me lo decía mi madre: "Rocío a la calle hay que ir siempre bien que no sabes con quién te vas a encontrar..."

Y efectivamente, voy y me encuentro con el Sr. Greenwich y yo sin alisarme el flequillo...

Que no es ninguna tontería, que Mr. Meridiano de Greenwich pasa por los siguientes países: Reino Unido, Francia, España, Argelia, Mali, Burkina Faso, Togo y Ghana. Y atravesarlo en el nuestro tampoco ocurre todos los días... Todos los días no pasa uno del hemisferio occidental del planeta al hemisferio oriental.

El Sr. Meridiano de Greenwich a esa altura de la autopista A2 tiene forma de arco con cuatro metros de anchura, y hay varios carteles que te van avisando de que lo vas a cruzar.

Y a mí ya no me daba tiempo a atusarme... 

¿Y sabéis por qué se llama Greenwich?

El meridiano de Greenwich desde hace 132 años es el meridiano cero o primer meridiano. Y se llama así porque su punto de referencia es el antiguo Real Observatorio de Greenwich, situado en la ribera sur del Támesis, a 15 kilómetros de Londres. Tras la Segunda Guerra Mundial fue trasladado el observatorio debido a su mala visibilidad, pero las viejas instalaciones se conservan y fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997. Se trata de una línea que une los polos dividiendo el mundo en dos partes. Discurre de norte a sur atravesando todos esos países que os he comentado.




Es lo que tiene el verano, y las vacaciones, y sobre todo zascandilear que no sabe uno con quién va a terminar encontrándose... 


martes, 4 de julio de 2017

La biblioteca del Palacio da Bolsa de Oporto





Se quedará en la memoria cómo la biblioteca que no nos enseñaron. Aquella de vitrinas altas de madera y paredes color siena. Aquella que tenía un techo precioso de pinturas y unas lamparas verdes en las mesas que solo pueden iluminar libros fantásticos. La misma que tuvimos que fotografíar desde la puerta y casi a oscuras.

Nos enseñaron muchas salas del Palacio de la Bolsa de Oporto. Ese edificio construido en estilo neoclásico en la segunda mitad del siglo XIX que ahora es sede de la Asociación Comercial de Porto.

La construcción del Palácio da Bolsa comenzó en 1842 y pasó casi medio siglo hasta su inauguración en el año 1891. Participaron en ella grandes nombres de la escultura, de la pintura, de la arquitectura y de las artes decorativas. 

En la actualidad está calificado como Monumento Nacional.

 
Recordaremos a aquel señor que no consiguió hacerse un café a la entrada por más que lo intentó. Recordaremos lo bien que comimos en el restaurante de su planta baja, lo rico que nos supo aquel sabroso bacalao. Nos veremos otra vez sobre ese suelo de colores, ese mosaico que pisamos en el patio central bajo tantos escudos. 


Y después subiendo las preciosas y nobles escaleras para ir recorriendo despacio la sucesión de señoriales salones.  Uno tras otro...
 


Recordaremos incluso el gabinete de Gustave Eiffel, aquel que ocupó cuando pasó por Oporto. Tan austero, tan desnudo pero con aquella máquina de escribir antigua que lo llenaba todo.

¡Y cómo olvidar esa maravillosa Sala Árabe o Arábiga inspirada en La Alhambra de Granada! Cómo no recordarlo: Una sala de más de 300 metros cuadrados, muy recargada con motivos islámicos, decorada según el gusto oriental característico del siglo XIX.




Pero  lo que será imposible de olvidar, sé que no lo conseguiremos, es que no nos enseñaran aquella biblioteca. 

Esa tan coqueta por la que pasamos nada más entrar, esa que no tenía una mota de polvo, esa que olía a libro y a siglos de estudio, esa que solemne e hipnótica, aletargada y a oscuras palpitaba tras una insignificante cuerda. 
 
Esa misma biblioteca que contenía más de ¡10.000 libros!

Esa que relucía intacta. Que nos esperaba.


Nos esperaba.

Y nunca nos enseñaron.

sábado, 1 de julio de 2017

Los letreros de las calles por Cataluña




Hoy vamos a dedicar la entrada a estos letreros que al paso nos roban la voluntad. Hay que estar muy atentos porque nos acechan desde cualquier esquina, cualquier escaparate, tablón o pared. 

Y son muy listos, hacedme caso, muy listos. 

Y a la que te descuidas ¡zas! te atrapan.


Encabeza la entrada uno que me gustó mucho y que me raptó en Vic (Barcelona). Estaba en una tienda de regalos y dice más o menos así: "A cierta edad a uno ya no se impresiona con cuerpos fantásticos, sino con almas cautivadoras". Y yo creo que es verdad.





Esta foto de aquí debajo también muestra uno de esos letreros que me hizo sonreír. Estaba en Sitges (Barcelona) en la puerta de una quesería muy agradable donde había muchas cosas ricas...




Y ya el último de esta tanda nos lo encontramos en Calella, en un café, y tampoco tenía desperdicio: "Nada está perdido mientras sigamos buscando".