Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

sábado, 19 de marzo de 2016

Una de murales para el fin de semana: Lisboa y la calle



Vamos a dar una nota de color en el blog.

Os regalo un montoncito de murales callejeros y variados, de esos que nos gustan tanto en este blog, para nuestra colección. 

Son todos de Lisboa.

Espero que los disfruteis, a mí me gustaron mucho cuando me salieron al encuentro en esa decadente y preciosa ciudad.






viernes, 18 de marzo de 2016

"Aquel mágico proyector naranja" - Relato de Rocío Díaz



 

Hoy que es viernes, promesa de fin de semana, y ¡para más inri y nunca mejor dicho! promesa de vacaciones de Semana Santa, con lo cual habrá más tiempo para dedicarlo a la lectura, os voy a dejar uno de mis relatos.

Lo premiaron en el XXV Certamen Literario Frasquita Larrea. Espero que os guste.


Aquel mágico proyector naranja




Durante tres años seguidos en mi carta a los Reyes Magos pedí un Cinexin. Me trajeron la Nancy azafata, la cocinita completa con  batería de acero inoxidable y hasta la Magia Borrás, pero del Cinexin ni rastro. Ni tan siquiera con uno de aquellos fantásticos trucos de la Magia Borrás conseguí verlo. Mi frustración fue en aumento hasta que el tercer año solo anoté ese juguete en toda mi carta. En mayúsculas y en el centro del folio, remarcado con rotuladores de distintos colores y entre admiraciones. ¡QUERÍA UN SÚPER CINEXIN! Del mismo modo que en mi lista habían pasado tres años, para el objeto de mis deseos también había pasado el tiempo y se había modernizado. Ahora era más “Súper” que nunca.

Pero aquel año mis padres, por oscuras razones, decidieron contarme la verdad sobre la existencia de los Reyes Magos. Y en consecuencia hasta se sentaron a discutir conmigo la conveniencia o no de echarme el ansiado Cinexin: ¿No era ya un poco mayor para eso? ¿No era un poco masculino? ¿No sería mejor un set completo de maquillaje? Las actrices están muy guapas requetepintadas. O bueno quizás si mi timidez no me dejaba ser actriz podría dedicarme a ser maquilladora de películas, ya que ese mundo del celuloide parecía gustarme tanto.

Como aún no había conocido al entrañable ET,  juro que en ese momento vi a mis padres colorearse de verde, transformándose en auténticos extraterrestres.  ¿De qué me hablaban? ¿Qué tenía que ver un maquillaje con el Cinexin? No entendía nada de nada. ¿Cómo explicarles que yo no quería estar delante de aquel mágico proyector naranja sino detrás? Yo no quería salir en las películas, yo quería hacerlas avanzar, detener o congelar sus imágenes. Yo no quería salir en las películas, quería re-pro-du-cir-las: con ese verbo de cinco sílabas que decían en los anuncios de aquel juguete que nunca logré que me echaran los Reyes Magos.

Pero lo cierto es que, frustración de más o frustración de menos, una sigue creciendo.

Y llega un momento que piensas que quizás era verdad, que quizás te vendría mejor el set completo de maquillaje, y toda ayuda iba a ser poca, porque empiezan a gustarte los chicos y te parece ver en una excursión del Instituto a uno calcadito al Harrison Ford  de Indiana Jones ¿Cómo no querer estar más guapa para las aventuras que sin duda alguna viviremos juntos? O te cruzas en aquella discoteca de los viernes con el chulo Danny Zuko de turno haciéndose el dueño de la pista y no puedes despegar los ojos de sus piernas mientras rememoras aquella escena final en la que, de negro y adornado de una gran sonrisa, se acercaba y sacaba a bailar a la protagonista de Grease. Una protagonista con  la que coincides de sobra en ese aire arrebatador de chica modosita del montón que en cuánto él se acerque se va a transformar mágicamente, y ríete de aquella Magia Borrás, en la única a quién él quiere: “Ai cachú, ai guont chu player” cantábamos destrozando la canción en aquel espanglish imposible. Y así sucesivamente hasta que un buen día, mira qué suerte, te termina besando el Richard Gere del barrio. Ese desgarbado galán de cazadora de aviador y flequillo, a quién le haces repetir una y otra vez la secuencia del primer beso porque por más que lo intentas no consigues escuchar de fondo la banda sonora del que tendría que ser el gran amor de tu vida y que al final no lo fue tanto. Porque lo cierto es que ni él era Richard Gere ni yo Debra Winger por mucho que tuviera el pelo negro, largo y rizado.

Toda la vida me he empeñado en querer formar parte de una película, cuando lo que hacía no eran más que cameos. Casi sin darme cuenta, escena tras escena, he querido emular a Patricia Arquette en Amor a quemarropa, he querido vivir historias pasionales y violentas, y he elegido tan bien en el casting a los  protagonistas masculinos que he terminado interpretando Tesis o Te doy mis ojos. Quise hacer cine de autor y resulta que muchas veces he tenido una vida de serie B.  Más me valía haber aparcado el género romántico y haberme dedicado a Los Cazafantasmas, a juzgar por cuántos he conocido.  Hasta que la Thelma que había en mi interior decidió hacer un fundido en negro con su historia y escapar hacia delante sin mirar atrás. 

Porque ¿Qué les voy a contar que ustedes no sepan? La vida es una road movie. Y  lo cierto es que yo necesito dotar a la mía de efectos especiales porque si no la rutina me aplasta,  necesito imaginar el clac de una claqueta cerca para ponerle mi mejor perfil al destino, y tal y cómo está este país todos terminaremos con un papel en Full Monty. Por eso la voz en off de mi interior me dice que, mientras llega ese día, al menos haga lo que me gusta, me deje de argumentos inventados por otros y dirija yo mi propia historia.

Que a mí, señores Académicos, y ya, ya termino, lo que me gusta es el cine. Claro que sí. “Juro por Dios que nunca más volveré a pasar…” hambre de cine. Me muero de amor por él, por eso no pueden ni imaginar lo agradecida que me siento por este premio a la mejor dirección. Tanto, que no tengo ni tiempo para terminar de agradecérselo a todos lo que han hecho posible que esté hoy aquí recibiéndolo. Así que, perdónenme, pero utilizaré hasta los créditos de este discurso para seguir haciéndolo.

Pero por favor, antes de que suban a quitarme el micrófono, por favor déjenme que haga un flash back y se lo vuelva a agradecer sobre todo a aquella niña que fui, a aquella que bien pronto supo en qué lado de la cámara yo debía estar, a aquella que durante años apuntó el mismo regalo en su carta a los Reyes Magos. Ese regalo escrito en  mayúsculas en el centro del folio, remarcado con rotuladores de distintos colores y entre admiraciones, era el único regalo que quería, que quiso siempre y que aún quiere. Por ello, y se lo vuelvo a pedir por favor señores Académicos ¿No podrían ustedes cambiarme el Goya por un Cinexin? Que Goya ni que Goya… ¡Un Cinexin señores Académicos, un Cinexin de color naranja! Eso es lo que realmente le haría feliz a aquella niña que fui. ¿No creen ustedes que es hora ya de otorgárselo?


©Rocío Díaz Gómez

jueves, 17 de marzo de 2016

"A livraria máis antigua do mundo": La Librería Bertrand en Lisboa


He hecho una escapadita a Lisboa y quería compartir con vosotros un montón de entradas envueltas en papel de regalo y olor a letras de esas que nos gustan. Así que hay que ir poniéndose a ello que tenemos tarea.

La primera entrada de la serie Lisboa va a ser una librería para nuestra colección particular de "La vuelta al mundo en 80 librerías". 

Esta librería, la Librería Bertrand dicen que es "A livraria máis antigua do mundo". Pues sí, la librería más antigua del mundo. Y la verdad es que es bien chula. 

Está en pleno centro de Lisboa, en la rua Garrett, subiendo al barrio del Chiado.

Fue fundada en el año 1732. Ya veis... ayer mañana. Dos siglos y pico de historia en torno a los libros. Tiene origen francés y durante el siglo XIX se celebraban en su interior muchas tertulias literarias frecuentadas por los intelectuales lisboetas. He leído que no es que sea la primera librería que haya existido en el mundo entero, pero sí la primera de entre todas que aún está en funcionamiento, por ello en el 2010 entraron en el libro Guiness de los Records.  

Podeis ver en los fotos que hace esquina y todo el edificio está cubierto de los tipos azulejos azules de Portugal. En su interior es grande y espaciosa, y está decorada con esas estanterías de madera toscas y viejas que le dan ese aire decadente tan acogedor, junto a relojes y grandes paneles. 

En un principio estaba en otra calle, pero tras el terremoto de Lisboa se trasladó a su actual lugar. Muy cerca del Café Brasileira que frecuentaba Pessoa y que tiene la popular estatua de él delante de la fachada. Pero eso ya lo dejamos para otra entrada.











lunes, 14 de marzo de 2016

"Si amaestras una cabra, llevas mucho adelantado" de José Luis Cuerda



-Ya está.
-¿Qué?
-Todo.
-¿Lo que faltaba también?
-De eso es de lo que más hay.


Guardamos las risas pasadas en
toscos cajones de madera.
Y las penas en cofrecitos de nácar.
Estamos tontos y desnortados.


Llenos los bolsillos de altramuces,
garbanzos torraos, paloduz, chufas
e infancia, ando por la calle que parece
que voy a comerme el mundo.


Jose Luis Cuerda
Si amaestras una cabra, llevas mucho adelantado.


“Una cabra puede ser un disgusto, una obsesión, un objeto de deseo, un tesoro” dice el autor. “Tarde o temprano tendremos la necesidad de dialogar con la cabra que llevamos dentro y convencerla de que entre en vereda”. Cuerda piensa que el animalico se avendrá a caminar por la senda del diálogo “y cuando la cabra se aviene se producen en nuestras vidas momentos radiantes. De conformidad luminosa”.  

Unas te gustarán más, otras menos, pero estas breverías, o aforismos, o breves reflexiones entre la filosofía y el humor, a veces más profundas y a veces más simples, de José Luis Cuerda, a mí me gustan. Y sus diálogos, cómo el que encabeza la entrada, me gustan aún más.
Para degustar a sorbos y a ratos, para quedarse colgando de uno de estos pensamientos o simplemente esbozar una sonrisa ante algún chascarrillo. Pero indiferencia no, indiferencia al menos a mí, no me producen. Cualquier cosa menos eso.



Puestos a decir amén,  prefiero hacerlo sin la tilde.

Jose Luis Cuerda
Si amaestras una cabra, llevas mucho adelantado.



sábado, 12 de marzo de 2016

Letreros de las calles

Sierra de Ayllón


Hoy os traigo esos letreros que uno caza al vuelo cuando va por la calle e inmediatamente te llaman la atención. Pero en este caso no me llamaron la atención a mí sino a dos amigas mías. Lo mejor es que nada más verlo dijeron ¡Para el blog de Rocío!

Son majas mis amigas ¿verdad? Son amigas mías y del blog.

El que encabeza la entrada me lo regaló mi amiga Isabel.

La verdad es que es bien chulo ¿verdad? "Niños en libertad". Me gusta mucho. Estaba de senderismo y lo vió en un pueblecito de la Sierra de Ayllón. 

Muy ocurrente y da que pensar.


Y ésta foto de aquí arriba pues me la regaló mi amiga Marián. 

Y es de por el Sur, mi amiga y la foto. Creo que es de Cádiz, mi amiga seguro, y la foto del restaurante casi, casi que también. 

Bueno, pues eso, que da gusto que me den estas alegrías de vez en cuando. Porque hay que reconocer que las fotos son curiosas, están bien. Me gustan estas demostraciones de ingenio.

viernes, 11 de marzo de 2016

11 de marzo otra vez.... en Madrid



Siempre que llega el 11 de marzo no puedo evitar acordarme de aquel otro 11 de marzo, el del 2004 en Madrid. 

Íbamos todos en el metro y en el tren a trabajar. Era la hora. Y en Madrid somos muchos, sí, y anónimos, pero cada uno es ÚNICO y ESPECIAL.

Cada año llega el 11 de marzo y te acuerdas de dónde estabas en ese momento. Porque nos podía haber pasado a cualquiera de nosotros. Y te acuerdas de los ruidos de las megafonías, de las ambulancias, de todo. Qué tristeza.

En aquella ocasión escribí un texto. Solo eran sensaciones. Una compañera después me lo pidió y se llevó mi escrito para colgarlo con tantos otros en una de las estaciones de RENFE más afectadas, la de Santa Eugenia. No sé que fue de aquel escrito mío, dónde iría a parar.


Pero no lo he retocado, es como fue, un desahogo hecho palabras.

Va por aquellos que no se pueden acordar.



Cuando matar no es por supervivencia



Próximo tren procedente de Guadalajara con destino Atocha.
Hace paradas en todas las estaciones de su recorrido.

Porque te lo debemos.
Porque quizás hasta corriste para coger ese tren.
Porque fuiste una de las caras que alguien miró, mientras disimuladamente firmaba con tu nombre bajo el asiento.
Porque aún así, aún así, lo hizo.
Porque tu corazón estalló en millones de lágrimas que mojaron Madrid de impotencia. De rabia. De pena.


Suspendido el servicio en línea 1, entre Atocha y Pacífico
Suspendido el servicio en línea 1, entre Atocha y Pacífico


Porque alguien te está buscando de hospital en hospital.
Porque no te va a encontrar. No.


¿Quién irá a buscar a tu hijo a la guardería?
¿Quién recordará a tu madre que tiene que tomarse las pastillas?
¿Quién ahogará un “buenas noches” en tu lado de la almohada?


Porque solo tienen derecho a matar los animales. Y lo hacen cuerpo a cuerpo. Y lo hacen por supervivencia.
Porque todos lloramos por dentro. Todos. Lloramos.
Porque te lo debemos.
Porque vamos a tu lado, de pie y cogidos a la barra. A tu lado, apretados y aún con sueño.
Porque te lo debemos. Te lo debemos.


Atención viajeros: El servicio Cercanías RENFE está suspendido
Atención viajeros: El servicio Cercanías RENFE está suspendido

©Rocío Díaz Gómez
Marzo 2004

jueves, 10 de marzo de 2016

"Morir no es tan fácil" de Belinda Bauer



"¿Cómo puede un ser humano morir tan fácilmente, con lo que cuesta romperlo?"



Terminé de leerme este libro hace un par de días. Me lo había recomendado una amiga, y me ha gustado bastante la verdad.

Me ha parecido entretenido y muy original para ser novela negra en la elección de sus narradores. 

Pero vamos por partes.

El argumento: La novela arranca desde una doble visión. Por una parte Patrick Fort (un jóven de 18 años con síndrome de Asperger) está examinando en su clase de anatomía un cadáver, el Número 19, porque quiere respuestas a lo que pasa cuando alguien muere, preguntas que tiene a partir de la muerte de su padre. Y por otra parte tenemos a un enfermo en coma, Sam, que quiere comunicarse con el exterior porque ve, escucha y piensa, pero no puede comunicarse... Por supuesto todo se complica cuando Sam ve algo que no debería haber visto, y cuando por su parte, Patrick, descubre algo sobre la muerte de su cadáver.

La novela, aunque es negra, tarda un poco en arrancar con su misterio. El motivo es que tiene dos subtramas (o incluso podríamos hablar de tres, me refiero a la protagonizada por Tracy Evans, una enfermera de la Unidad de Neurología) que parten paralelas y cada una protagonizada por uno de los narradores de los que hemos hablado (Patrick y Sam). A medida que va avanzando la novela ambas subtramas principales convergen en una sola. De todos modos a mí me ha resultado muy entretenida sobre todo debido a ese punto de originalidad, del que os hablaba, y que aporta la elección de los narradores.

Enlazando con lo anterior podemos decir que me han gustado mucho los personajes principales de esta historia. Patrick, un jóven de 18 años con síndrome de Asperger, que te enseña cómo vive la vida una persona aquejada por este síndrome. Muy, muy interesante para mí: Sus "afirmaciones inútiles", sus obsesiones, su falta de afectividad, su afán por saber, su falta de humor..  Y por otra parte Sam, que está en coma, yo creo que también está muy perfilado dado el poco juego que te da un personaje en estas condiciones. También está muy presente la madre de Patrick, que te ofrece el punto de vista de la madre de una persona autista Asperger.

Por lo tanto si os interesa este tema del Autismo, del Síndrome de Asperger, o de los enfermos en coma, esta novela os resultará interesante. Por supuesto es ficción, pero toca bastaste el tema y puedes verlo incluso desde varias perspectivas porque la autora utiliza la técnica del multiperspectivismo en los dos casos: El chico de Asperger, su madre, su padre... O el enfermo en coma, las enfermeras, el marido, la hija... Muy curioso.

"Al principio perder a su padre le había provocado una confusión similar a perder un guante o un calcetín. Esas cosas no dejan de existir solo porque no se vean; siempre existen en alguna parte: debajo de la cama, en la lavadora, entremetidas en el sofá…, y siempre acaban apareciendo.
Tarde o temprano, dependiendo del empeño con que se busquen.
Y Patrick había puesto mucho empeño. Desde que la orientadora del colegio le dijera lo de la puerta de un solo sentido, había intentado encontrar alguna señal de dónde estaba y cómo se abría. Al principio, la buscó en los animales y los pájaros que recogía por los Beacons y llevaba a su casa, luego en las caras de los muertos que encontraba en las colecciones de postales macabras..."

La historia está dividida en cuatro partes y 58 capítulos cortos, lo que también agiliza la lectura, junto al cambio del narrador, una veces contado en primera persona por Sam y otras, en tercera persona, en todo lo relativo a Patrick. Cómo ya he comentado no es que sea una novela trepidante, ni mucho menos, no tiene un ritmo rápido, pero esta estructuración de la historia, los distintos narradores, la dosificación de los hallazgos de Patrick, ayuda a agilizarla. Además es que la trama es más compleja de lo que parece.

El tono de la novela es distendido, incluso tiene pinceladas de humor negro. La visión del mundo del protagonista Asperger, con sus características propias de poca afectividad y obsesivo con sus temas, le aporta situaciones algo cómicas. Y por supuesto las escenas de la disección tienen también su "aquel"...

Y el final está bien. 

A mí me ha gustado, yo os la recomiendo si queréis leer una novela negra con un toque diferente y original. Y desde luego si os atraen estos temas (El Asperger, el enfermo en coma, la anatomía...) yo creo que os puede resulta interesante. Yo leí en su día "El curioso incidente del perro a medianoche", cuyo protagonista también era autista, y me gustó, pero creo que ésta me ha gustado bastante más.





Belinda Bauer (Inglaterra, 1962) es una escritora y guionista británica que se ha especializado en tramas de novela de negra. Creció en Inglaterra y Suadáfrica, y actualmente ha fijado su residencia en Gales. Ha trabajado como periodista y guionista. Su guion de The Locker Room ganó el Premio Carl Foreman/Bafta a la mejor guionista joven. Ganó el prestigioso Premio Gold Dagger de la Crime Writers' Association con su primera novela, posicionándose como una de las autoras revelación del género en el Reino Unido y el Premio Theaktons Old Peculier a la mejor novela criminal de 2014 por Morir no es tan fácil, que el jurado calificó: “una novela totalmente absorbente y brillantemente escrita… un libro muy especial”.