Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

martes, 13 de enero de 2015

Trezidavomartiofobia ¡Menuda palabrota eh!



Hoy vamos a hablar de una palabreja que se las trae: TREZIDAVOMARTIOFOBIA. 

¿¡No me digais que no la usais constantemente!?  20 letras tiene, ni más ni menos, la palabrita.

En fin... supongo que no, que no acostumbrais a decirla mucho. Pero, aunque no lo hagais, cómo en este blog nos gustan mucho las palabras, he pensado que ésta es la palabra del día. Trezidavomartiofobia, o lo que es lo mismo fobia al martes y trece. 

Hoy es martes y trece, día supersticioso donde los haya. Está "gafado", cómo se suele decir, por dos motivos, por ser martes, y por el número 13.

Supersticioso y de mal agüero solo en algunas culturas, como la nuestra, la griega, la chilena, la argentina... En otras culturas, como la anglosajona, el día malo es el viernes, ya lo sabéis.

Vamos a hablar un poquito de ello.

¿Vosotros sabéis por qué a los martes se los considera de los peores días de la semana? Bueno pues para empezar ya en su nombre, cómo se suele decir, lleva la penitencia... El martes estaba consagrado a Marte, sí el dios de la guerra en la mitología latina. Por lo tanto ya se consideraba día de mal agüero para emprender algo importante. Acordaos de todos los refranes que hay a este respecto: "En martes ni te cases, ni te embarques (ni de tu casa te apartes, ni tu puerco mates... además tiene distintas versiones para su tercera parte)", "Para un hombre desgraciado todos los días son martes", "En todas partes tiene cada semana su martes", "El martes ni hijo cases, ni cochino mates"... Será por refranes "crucificando" al martes.
 ¿Y lo del 13? Pues también hay distintas versiones. En la última cena, Jesucristo era el número 13. Además la cábala enumera a trece espíritus malignos, y en Tarot el 13 hace referencia a la muerte... O que en el capítulo 13 del Apocalipsis llega el Anticristo.

Y ya si juntamos los dos términos: el acábose. Vemos que se cuentan que muchas desgracias ocurrieron en esos días fatídicos. En concreto se habla del martes 13 de junio de 1276, día en el que Don García Ortiz de Azagra cayó abatido, junto a la mayoría de la población de Játiva (Valencia), contra los musulmanes. También que la caída de la ciudad de Constantinopla fue en un día martes en 1453. Y por último y más atrás se dice que un martes 13 se produjo la llamada confusión de lenguas en la Torre de Babel...

En fin... que hay explicaciones muy variadas sobre la fobia en cuestión.

Esa fobia cuya divertida denominación ¡Trezidavomartiofobia! nos ha traído hasta esta entrada.

A ver repetid conmigo: Trezi-davo-martio-fobia.




Fotos de letreros en tiendas de arreglos de ropa



 Comenzamos el año con esta afición nuestra de fijarnos en los letreros con los que nos vamos tropezando a nuestro paso, observando el ingenio con el que han sido pensados. 

Hoy os traigo una pequeña selección de letreros de tiendas de arreglos de ropa. Son curiosos.

La foto de arriba es de una tienda que tenía en su cartel ¡incluso una sentencia!: "Porque todo en esta vida tiene arreglo..." Ahí queda eso. Me hizo sonreír nada más verla. Es de Madrid y está ubicada dentro de un mercado muy típico con puestos de todo tipo, porque además de los de alimentación tienen éste de arreglos de ropa, y hasta una librería...



La foto de aquí encima me la mandó uno de mis hermanos de su San Fermín en Pamplona. Como veis muy típica... "Descosidos: arreglos de ropa". La tenía ahí guardada y nunca le llegaba su turno, pues bien ya le llegó.

Y nos queda una última foto, la de aquí debajo, también de Madrid, "Arreglos Bueno`s". ¿Para qué decir más no?

Están bien ¿verdad?

¡Pues hala para nuestra colección!

Espero que os hayan gustado.




domingo, 11 de enero de 2015

"Los días preservan su ternura..." Ángel Gabilondo



"Los días preservan su ternura 
si alguien nos apaga la luz."

Ángel Gabilondo
Por si acaso

jueves, 8 de enero de 2015

25 años que murió Gil de Biedma


 

"Yo, de cuando era chico y adolescente, recuerdo que en mi casa se hablaba mucho y bien, 
se hablaba para entretener y de una manera deliberada, 
para producir un efecto estético" 
Gil de Biedma.

Hace 25 años que murió el poeta Jaime Gil de Biedma. 

"Yo creía que quería ser poeta, pero en el fondo quería ser poema" 
Gil de Biedma

Jaime Gil de Biedma nació en 1929 en Barcelona, en el seno de una familia acomodada e ilustrada. Escritor importante de la llamada Generación del 50. Os dejo con un par de poemas suyos para recordarle. 

Os animo a que visiteis otras entradas del blog con otros poemas del poeta, además de la dedicada a "Rosas de Papel" la obra de teatro que se representó en el Lara de Madrid sobre el autor, que estuvo muy bien. 




CONTRA JAIME GIL DE BIEDMA

De qué sirve, quisiera yo saber, cambiar de piso,
dejar atrás un sótano más negro
que mi reputación —y ya es decir—,
poner visillos blancos
y tomar criada,
renunciar a la vida de bohemio,
si vienes luego tú, pelmazo,
embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes,
zángano de colemena, inútil, cacaseno,
con tus manos lavadas,
a comer en mi plato y a ensuciar la casa?
Te acompañan las barras de los bares
últimos de la noche, los chulos, las floristas,
las calles muertas de la madrugada
y los ascensores de luz amarilla
cuando llegas, borracho,
y te paras a verte en el espejo
la cara destruida,
con ojos todavía violentos
que no quieres cerrar. Y si te increpo,
te ríes, me recuerdas el pasado
y dices que envejezco.
Podría recordarte que ya no tienes gracia.
Que tu estilo casual y que tu desenfado
resultan truculentos
cuando se tienen más de treinta años,
y que tu encantadora
sonrisa de muchacho soñoliento
—seguro de gustar— es un resto penoso,
un intento patético.
Mientras que tú me miras con tus ojos
de verdadero huérfano, y me lloras
y me prometes ya no hacerlo.
Si no fueses tan puta!
Y si yo supiese, hace ya tiempo,
que tú eres fuerte cuando yo soy débil
y que eres débil cuando me enfurezco...
De tus regresos guardo una impresión confusa
de pánico, de pena y descontento,
y la desesperanza
y la impaciencia y el resentimiento
de volver a sufrir, otra vez más,
la humillación imperdonable
de la excesiva intimidad.
A duras penas te llevaré a la cama,
como quien va al infierno
para dormir contigo.
Muriendo a cada paso de impotencia,
tropezando con muebles
a tientas, cruzaremos el piso
torpemente abrazados, vacilando
de alcohol y de sollozos reprimidos.
Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
y la más innoble
que es amarse a sí mismo!


 Canción de aniversario

Porque son ya seis años desde entonces,
porque no hay en la tierra, todavía,
nada que sea tan dulce como una habitación
para dos, si es tuya y mía;
porque hasta el tiempo, ese pariente pobre
que conoció mejores días,
parece hoy partidario de la felicidad,
cantemos, alegría!

Y luego levantémonos más tarde,
como domingo. Que la mañana plena
se nos vaya en hacer otra vez el amor,
pero mejor: de otra manera
que la noche no puede imaginarse,
mientras el cuarto se nos puebla
de sol y vecindad tranquila, igual que el tiempo,
y de historia serena.

El eco de los días de placer,
el deseo, la música acordada
dentro del corazón, y que yo he puesto apenas
en mis poemas, por romántica;
todo el perfume, todo el pasado infiel,
lo que fue dulce y da nostalgia,
¿no ves cómo se sume en la realidad que entonces
soñabas y soñaba?

La realidad -no demasiado hermosa-
con sus inconvenientes de ser dos,
sus vergonzosas noches de amor sin deseo
y de deseo sin amor,
que ni en seis siglos de dormir a solas
las pagaríamos. Y con
sus transiciones vagas, de la traición al tedio,
del tedio a la traición.

La vida no es un sueño, tú ya sabes
que tenemos tendencia a olvidarlo.
Pero un poco de sueño, no más, un si es no es
por esta vez, callándonos
el resto de la historia, y un instante
-mientras que tú y yo nos deseamos
feliz y larga vida en común-, estoy seguro
que no puede hacer daño.

miércoles, 7 de enero de 2015

7 de enero: Día de Jugar con nuestros juguetes


Hoy es 7 de enero. El día por excelencia para jugar. 

Yo he tenido que volver al trabajo (afortunadamente claro que sí) así que he pensado que, para darle una alegría a la niña que fui, hoy la entrada del blog la dedicaría a los juguetes.

Y para ello os quería dejar con las fotos que he hecho en estos días navideños en una exposición que he visitado por casualidad en un Centro Comercial en Madrid, el Centro Comercial Gran Vía de Hortaleza.

La exposición se titulaba "Juguetes de nuestro pasado: V edición de la Muestra del Juguete Antiguo". Y he encontrado en ella los juguetes de mi niñez: la batería de cocina de acero inoxidable que me trajeron una vez los Reyes, la Nancy rubia que tuve... y algunos muy parecidos a los que tenían mis hermanos.

La verdad es que es una exposición que se ve en nada, y te trae muy buenos recuerdos. ¿No os parece que no hay mejor entrada para un 7 de enero?

Las fotos no son muy allá porque las hice con el móvil, pero bueno para abandonarse a los recuerdos yo creo que valen...

Hala a disfrutarlas...





domingo, 4 de enero de 2015

"Las mujeres son más jóvenes" Artículo de Javier Marías



Acabo de leer este artículo de Javier Marías sobre las mujeres y me ha encantado. Tenía que compartirlo con vosotros. Tengo que dar las gracias a mi amigo Xosé por compartirlo y darlo a conocer. Ha salido en el periódico El País de hoy, día 4 de enero.

No os lo perdáis.

http://elpais.com/elpais/2015/01/02/eps/1420214957_651529.html

Las mujeres son más jóvenes

Por casualidad las oí disfrutar con las amigas, compartir diversión y charla, con una especie de juvenilismo natural, no forzado ni impostado, irreductible


Es tanta la gente que hoy va por la calle con los oídos tapados por ­auriculares o por la voz que les chilla desde su móvil, que se pierden una de las cosas que a mí siempre me han gustado: frases sueltas o retazos mínimos de conversaciones que uno escucha involuntariamente a su paso. Si uno no pega el oído a propósito ni acompasa su andar al de los transeúntes locuaces –y eso no me parece bien hacerlo: es cotilleo–, le llega en verdad muy poco: en un diálogo escrito daría tan sólo para dos o tres líneas. Para alguien dado a imaginar tonterías, resulta sin embargo suficiente para hacerse una composición de lugar de la relación entre los hablantes, o figurarse un esbozo de cuento o historia. Hace unos días, al subir por Postigo de San Martín, oí una de esas ráfagas voladoras que me hizo sonreír y se me quedó en la cabeza. Pasé junto a tres mujeres que quizá estaban ya despidiéndose, paradas junto a una chocolatería, si mal no recuerdo. Eran de mediana edad, sin duda habían dejado atrás los cincuenta, aunque no me dio tiempo a reparar en su aspecto. Reían con ganas, se las notaba de excelente humor y contentas. Una de ellas dijo: “Qué bien estamos las mujeres”. Otra contestó rápida: “Ay, y que lo digas”. Y la tercera apostilló: “Y nos lo pasamos genial”. Yo continué mi marcha, eso fue todo. Pero capté bien el tono, y no era voluntarioso, sino ufano; no era que trataran de convencerse de lo que decían, sino que estaban plenamente convencidas y lo celebraban, como si pusieran una rúbrica verbal a lo bien que se lo habían pasado el rato que habían permanecido juntas. No sé muy bien por qué, me animaron y me hicieron gracia.
Han sido siempre en gran medida el elemento civilizatorio, las que han hecho la vida más amable
Sería difícil escuchar estos tres mismos comentarios en boca de hombres, y aún más en varones de edad parecida. Sería raro que se ensalzaran en tanto que sexo (“Qué bien estamos los hombres”), incluso que se rieran tan abiertamente y tan de buena gana como aquellas tres señoras simpáticas y tan conscientes de su enorme suerte. La suerte de disfrutar con las amigas, de compartir diversión y charla, con una especie de juvenilismo natural, no forzado ni impostado, irreductible. Llevo toda la vida observando que no hay demasiadas mujeres amargadas ni excesivamente melancólicas. Claro que las hay odiosas, y en la política abundan. Las hay que se esfuerzan por perder todo vestigio de humor y mostrarse duras; las hay de colmillo retorcido, venenosas y malvadas (legión las televisivas); tiránicas o brutas, zafias o de una antipatía que hiela la sangre; también las hay insoportablemente lánguidas, que han optado por andar por la vida como sufrientes heroínas románticas. Lejos de mi intención hacer una loa indiscriminada y aduladora, las hay de una crueldad extrema y las hay tan idiotas como el varón más imbécil. Pero, con todo, y pese a que hoy tiende a proliferar el tipo serio y severo, la mayoría posee un buen carácter, cuando no uno risueño. Cada vez que veo a matrimonios de cierta edad, pienso que más valdrá que muera antes el marido, porque conozco a bastantes viudos desolados y que no levantan cabeza nunca, que se apean del mundo y se descuidan y abotargan, que pierden la curiosidad y las ganas de seguir aprendiendo, que se convierten sólo en eso, en “pobres viudos” desganados y desconcertados. Y en cambio casi nunca he visto a sus equivalentes en mujeres. Apenas si hay “pobres viudas”, es decir, señoras o incluso ancianas que decidan recluirse, que no superen la pena, que pasen a un estado cuasi vegetativo, de pasividad e indiferencia. Por mucho que les duela la pérdida, suelen disponer de mayores recursos vitales, mayor resistencia, mayor capacidad para sobreponerse y encontrarle alicientes nuevos a la existencia.

De todos es sabido que las mujeres leen más, desde hace muchos años; pero también van más al cine, al teatro, a los conciertos y exposiciones, y las conferencias están llenas de ellas. Salen a pasear, a curiosear, quedan con sus amigas y viajan con ellas. He conocido a varias mujeres que ya habían cumplido los noventa (recuerdo sobre todo a María Rosa Alonso, estudiosa canaria amiga de mis padres, que aún me escribía con letra firme y mente clara e inquieta a los cien años) y se quejaban de que les faltaba tiempo para todo lo que querían hacer, o estudiar, o averiguar. Hablaban con la misma impaciencia por aumentar sus conocimientos que se percibe en los jóvenes despiertos, mantenían intactos su entusiasmo, su sentido del humor, su capacidad de indignación ante lo que encontraban injusto, su calidez, su risa pronta, su afectuosidad sin cursilería. Las mujeres han sido siempre en gran medida el elemento civilizatorio, las que han hecho la vida más alegre y más amable, y también más cariñosa, y también más compasiva. No hace falta recordar que son las que educan a todo el mundo en primera instancia y las que atienden y ayudan más a las personas cuando su final está cerca. En esas mujeres generosas (las hay que no lo son en absoluto), la generosidad no tiene límites. Pero, por encima de todo, mantienen en gran medida la juventud a la que muchos varones renunciamos en cuanto la edad nos lo reclama. Somos pocos los que no tenemos plena conciencia de los años que vamos cumpliendo, para atenernos a ellos. A numerosas mujeres les trae eso sin cuidado, para su suerte: están tan poseídas por sus energías de antaño que no hay manera de que las abandonen. “Y nos lo pasamos genial”. Cuán duradera es ya la sonrisa que me provocó esa frase celebratoria que cacé al vuelo.
elpaissemanal@elpais.es

jueves, 1 de enero de 2015

365 más...


Pues vamos al nuevo año con este pensamiento positivo. 

Nos esperan como dicen nuestros amigos de arriba 365 oportunidades de ser más: más lectores, más escritores, más viajeros, más cercanos, más cariñosos, más sabios, más de todo aquello que deséis, y por encima de cualquier cosa más felices. 

Vamos a por ellas.

¡Feliz año nuevo a todos!