Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

domingo, 6 de julio de 2014

Efemerides Literarias de la primera semana de Julio



En una semana cómo ésta, la primera de julio, celebramos varias efemérides literarias importantes:

- 1 de julio de 1909 nace JUAN CARLOS ONETTI. Premio Cervantes 1980. Pero un 1 de julio de 1896 muere HARRIET BEECHER la escritora de "La cabaña del tío Tom"

- 2 de julio de 1923 nace WISLAWA SZYMBORSKA, poeta premio NOBEL EN 1996. Pero también un 2 de julio de 1961 ERNEST HEMINGWAY se suicida en su casa de Idaho tras sobrevivir a dos accidentes aéreos consecutivos.

- 3 de julio de 1888 nace RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA. Desde 1914 hasta 1936 funcionó su tertulia de la cripta del Café de Pombo. Y también había nacido un 3 de julio, pero del año 1883 FRANZ KAFKA

- 4 de julio de 1862 LEWIS CARROL lleva a las hermans Liddell de excursión e improvisa una historia que por una de ellas, Alice, tomaría su nombre.Pero también un 4 de julio de 1804 de muere NATHANIEL HAWTHORNE, autor de "La letra escarlata" entre otras.

- 6 de julio de 1914 nace JOSÉ GARCÍA NIETO, poeta y narrador español, académico de la Real Academia de la Lengua. Premio Cervantes 1996.Y también un 6 de julio pero de 1962 muere WILLIAM FAULKNER. Fue cartero de la Universidad de Misisipi, de donde le echaron por leerse las revistas antes de entregarlas.

- 7 de julio  de 1901 muere JOHANA SPYRI, escritora suiza conocida mundialmente por su relato infantil “Heidi”. Y otro 7 de julio de 1930 muere ARTHUR CONAN DOYLE. Estudió medicina en Edimburgo donde conocería al forense Joseph Bell, que le inspiraría su personaje de Sherlock Holmes.


No está mal recordarles a todos. 

No sé el autor de la imagen, aunque lo he buscado, pero es preciosa ¿verdad?

jueves, 3 de julio de 2014

El tiempo que nos une - Alejandro Palomas






"Tengo noventa y tres años, y si tuviera que hacer una lista con los seres queridos que me quedan y los que ya no están, te aseguro que con los que se fueron podría llenar una playa entera. Pero ¿sabes una cosa? No les echo de menos porque no los vivo como una pérdida. Y es que, aunque tarde, los viejos aprendemos rápido. Llega una edad en la que nos damos cuenta de que vivir restando es vivir al revés porque hace daño, y la vida no es eso. Hay que aprender a sumar, hija, a sumarlo todo: el dolor, la pena, la angustia, lo vivido, lo que esperas vivir, lo que ya no..., los que se marcharon. Todo eso eres tú."

El último libro que me he terminado de leer ha sido “El tiempo que nos une” de Alejandro Palomas. No había leído ningún libro de este autor, y llegué a él por pura casualidad. Buscando información sobre Menorca leí que uno de los ambientes en los que se desarrolla la acción de este libro era allí así que me pareció una lectura muy adecuada mientras pasaba unos días en la isla.
 
En esta novela además, hay un faro, el faro de la Isla del Aire, en Menorca. Me gustan mucho los faros, y claro las historias con faros me tientan mucho...

Me ha gustado la novela. Aunque no es una lectura que yo recomendaría a todo el mundo.  Porque es un tipo de novela muy intimista, muy reflexiva, muy de sentimientos y en alguna de sus partes bastante dramático. Y no creo que fuera a gustar a todo el mundo, ni tan siquiera que se pueda leer en cualquier momento vital, desde luego si estás atravesando una época de tristeza aléjate de esta novela, a no ser que te gusten mucho este tipo de lecturas, claro.

A mí la verdad es que sí me ha gustado, pero ya os digo que con ciertas reservas, porque no es ligera ni alegre. Pero me gustan las historias sentimentales. Y sobre todo me ha gustado por la prosa del autor, su forma de narrar me ha parecido delicada, cuidada, casi poética en ocasiones. Eso me ha gustado bastante.

Es una historia de mujeres, el personaje principal es Mencía, una abuela de noventa y pocos años, y salvo un par de personajes (un yerno, y el novio de una nieta) también son personajes femeninos. Tienen el peso de la historia.

El argumento es el de esta abuela Mencía, que está empeñada en salvar a su familia. Digo salvar “emocionalmente” hablando. Salvar a su hija Lía del espiral de pena en la que vive envuelta de forma silenciosa desde que murió su hija mayor. Salvar a su otra hija, Flavia, para que busque la felicidad. O salvar a sus nietas también de sus propias penas. Busca dejar atado todo, y bien atado, antes de morir.
Se podrían hablar de varios temas en esta novela: El duelo por la pérdida de un ser querido, la búsqueda de la felicidad, las elecciones en la vida… Una novela sobre las ausencias y cómo se aceptan, sobre la muerte, sobre la vida, la vida cotidiana donde no pasa nada pero mientras tanto estás triste o alegre. Estás viviendo.

Desde que murió tu abuelo para mí el tiempo no existe -suelta de pronto, como hablándole a nadie-. Se marchó y me rompió los minutos y las horas como quien rompe una pecera y se queda ahí viendo morir a los peces que cuidó durante años. El día que el abuelo se me fue, enterré en mis plantas todos los relojes de la casa. Dejé de contar porque el miedo a vivir en el descuento era demasiado para una mujer tan vieja. Menos mal que os tenía a vosotras.

Los personajes, ya os comento, que son la mayoría mujeres. Es una novela coral, una novela de personajes. Y yo creo que están bastante logrados. Tenemos a la abuela Mencía, la protagonista, de carácter fuerte y arisca, disparatada e indisciplinada, pero sabia. Un personaje que te encanta y te desencanta a partes iguales. Tenemos a sus dos hijas: una dulce y callada Lía y otra con el carácter mucho más fuerte Flavia. Y tenemos a las tres nietas, hijas de Lía, Helena, Irene y Bea que también tienen su peso en la historia, mucho peso. Y luego tenemos algunos personajes masculinos, los menos: Su pequeño bisnieto, su yerno, el novio de su nieta.

“Es como una especie de Yoda con pañales, abrigo y dentadura postiza”.

Es una novela que está dividida en siete libros. Y está escrita en primera persona. Pero con distintas voces porque lo van contando distintos personajes. Luego el autor ha utilizado la técnica multiperspectivista, las distintas voces nos permiten contemplar la misma historia, la de la familia, pero desde distintas perspectivas, la de cada personaje femenino. Además al estar contado en primera persona nos da una mayor cercanía al lector a la hora de conocer la trama. 

En cuanto al espacio y al tiempo. La historia abarca varios años, y los lugares son distintos: Menorca, Barcelona, Madrid, Copenhague.

A mí lo que más me ha gustado de esta novela es la prosa del autor. Es una prosa rica, poética, con unas buenas imágenes visuales que salpican su narración otorgándole una dosis extra de calidad. Qué bonito sabe contar las cosas este autor, cómo describe los sentimientos, qué comparaciones, qué metáforas utiliza... Porque como ya os comentaba es una historia intimista, con mucha reflexión. Tiene una parte bastante dramática, pero también hay bastantes momentos en los que sonríes, sobre todo con las ocurrencias de Mencia:

“-¿No preferirías llevarte el visón nuevo, mamá? – le he preguntado en un inútil intento por hacerle cambiar de idea. Ella ha sacado los dientes del pañuelo y se los ha colocado.-Sí, claro. Por eso me llevo éste. Porque prefiero el otro”

Tiene esas pinceladas de humor que consiguen que los personajes se te hagan entrañables. Es una novela con muy poca acción, tiene mucho sentimiento. Una novela de personajes. Personajes femeninos.



Alejandro Palomas (Barcelona, 1967) es licenciado en Filología Inglesa y Master in Poetics por el New College de San Francisco. Ha compaginado sus incursiones en el mundo del periodismo con la traducción de importantes autores. Entre otras, ha publicado las novelas Agua cerrada (Siruela, 2012), El tiempo del corazón (publicada en Siruela y por la que fue nombrado Nuevo Talento Fnac),Tanta vida, El secreto de los Hoffman (finalista del Premio de Novela Ciudad de Torrevieja2008 y adaptada al teatro en 2009),El alma del mundo (finalista del Premio Primavera 2011) y El tiempo que nos une. Su obra ha sido traducida a ocho lenguas.

martes, 1 de julio de 2014

"Selfie o Selfy": La palabra.


¿Cómo no iba a dedicar una entrada de este blog a la palabra "selfie o selfy"? 

Se está extendiendo como una plaga, está claro. 

Esta palabra, que fue elegida como palabra del año 2013 por los diccionarios de lengua inglesa "Oxford" debido a su popularidad, supongo que a estas alturas ya todos sabemos que es un término de la lengua inglesa que significa "autofoto", y que ha crecido vertiginosamente gracias al uso de los modernos dispositivos móviles y sobre todo al de las redes sociales donde posteriormente se cuelga para mandarla de acá para allá. Procede de la voz inglesa "self": uno mismo.

Pues que nos quedamos el anglicismo. Si no tiempo al tiempo. ¿Lo sabéis verdad? ¿No estáis de acuerdo conmigo? Imagino que dentro de nada la veremos adoptada por la Real Academia para el diccionario. Igual que adoptamos en su día sandwich, por poner un ejemplo de entre tantos.

Nosotros teníamos "autofoto" y "autorretrato". ¿Pero os imaginais a alguien diciendo "¡Vamos a hacernos un autorretrato chicos!"? Vamos, para empezar le mirarían con cara de ¿Cómo dices?, inmediatamente le harían un movimiento con la mano hacia abajo de "¡Hala vete" y seguirían cada uno a lo suyo...  Igualito que si les dice "¡Vamos a hacernos un "selfi!"... Nos falta tiempo para amontonarnos delante de la pantallita para ver cómo cabemos mejor y que se nos vea a todos... Porque además terminamos riéndonos todos, en nuestra afán por apretujarnos y caber... Eso es cierto. Como que es cierto también, que gana la economía del lenguaje. 

Sí, puede decir alguien, "la economía del lenguaje" y que nos gusta mucho ser "modernos"... Pero bueno no nos vamos a detener ahora en lo que conlleva esta práctica de hacerse "selfies" de buena dosis de "narcisismo" (no puedo evitar acordarme en este momento de ese mito que me gusta tanto del amor de Eco por Narciso), o de patologías varias asociadas a las redes sociales, por no hablar de la velocidad de las modas o de mil cosas más. Claro que sí, pero aquí solo vamos a detenernos en la palabra, en el lenguaje.

Y sí. Me temo que no hay nada que hacer. El lenguaje esta vivo. Vivo del todo. Y la era digital es fuente inagotable de nuevas palabras que terminaremos adoptando: Empezamos con "Flashmob" (actos colectivos donde varias personas hacen algo todos a la vez como una coreografía), seguimos con mucha más fuerza invasiva con "selfi" y lo mismo luego acaba imponiéndose (cómo he leído por ahí) la palabra "belfie": "Se deriva de 'selfie’ y se refiere a una foto donde las personas se enfocan en fotografiar su espalda baja y su trasero, de ahí que se integra la palabra ‘but’ (pompas en inglés). El término se empezó a emplear -sobre todo en Instagram- después de que famosas como Nicki Minaj y Kim Kardashian lo usaran en sugerentes imágenes que compartieron con sus seguidores..." 

Esperemos que no, que "belfie" no... 

Peeeero ya veremos.




domingo, 29 de junio de 2014

"Con nieve hasta el ombligo" un relato de Rocío Díaz



 "Sobre el asfalto parecían haber desaparecido para siempre las huellas del invierno". Esta es la primera frase que debía aparecer en el relato para poder participar en el  I Concurso Literario de cuento corto "Madrid Sky". Las bases también decían que tenía que tener una extensión de un folio como mínimo a doble espacio y dos como máximo. 

Bueno pues participé yo y otros 234 autores con sus relatos. Y al final quedamos diez finalistas. El pasado jueves día 26 de junio de 2014 nos reunieron a todos para decidir el ganador y dos finalistas. Fue un evento organizado por el grupo literario Primaduroverales del Taller de Creación Literaria de la Casa del Reloj de Madrid. Leímos en público los diez relatos, el jurado los comentó, hubo un audiovisual sobre este grupo y finalmente se leyo el acta. Después de todo quedé como segundo finalista.

Pero sobre todo lo que quiero contar es que los organizadores lo prepararon todo con mucho mimo, con sumo detalle. Fue un certamen donde el dinero del premio procedía de los beneficios de la venta de un libro que habían publicado con cuentos de los integrantes del taller, querían devolver a la literatura lo que ésta les había dado, nos contaron. Qué buena idea. También fue un certamen donde el jurado nos comentaba a los finalistas por qué había elegido como finalista a tu relato en ese momento en el que se leía en público (la primera vez en mi vida que veo algo así), donde los organizadores te hacían sentir bien y donde consiguieron que la literatura se volviera una celebración. No se puede pedir más. 

 
Aquí os dejo con mi relato. 


Con nieve hasta el ombligo

Rocío Díaz Gómez




Sobre el asfalto parecían haber desaparecido para siempre las huellas del invierno. Y yo, por más que buscaba, no conseguía ver ya nieve en el arcén de aquella carretera que nos devolvía a nuestra casa. 


La nieve… Blancos montones en los que mi hermana y yo, días antes, hundíamos los pies para comprobar su espesor. A los catorce y descarados años de mi hermana la nieve le cubrió por encima de las rodillas, pero a mis inocentes y regordetes ocho años ¿Nos tapaba el ombligo? Increíble. Fantástico. Y qué risas andar por la nieve, que no puedes y no puedes por mucho que lo intentes, y te caes y te tiras bolas y todas te aciertan en la cabeza porque no puedes ni moverte un milímetro. Qué divertido. Nunca habíamos pisado tanta nieve. Pero sabíamos que a la vuelta, empapados cómo estábamos, mamá se enfadaría. Por lo de resfriarnos y todo eso. Así que durante el camino ideamos un plan: Le recordaríamos todas esas veces que dijo cuánto nos iba a gustar la nieve, lo blanca y lo blanda que era, cómo brillaba a la luz de la luna. Con cara angelical admitiríamos que era verdad cuánto dijo para convencernos, porque no queríamos trasladarnos al pueblo de su novio, tan lejos de nuestra vida de antes. Sí mamá, diríamos, todo era cómo nos decías: la nieve, tu novio, la felicidad. Y riendo nos abrazaría aún empapados y todo. Sería genial, no reía mucho últimamente. Mi hermana tampoco. Aunque en la nieve, volví a escucharle esas carcajadas suyas tan fuertes que parecía que su cuerpo iba a partirse por la mitad, o que la boca saldría volando… Pero cuando llegamos a casa mamá, quizás atareada, no nos regañó aunque dejáramos un camino de enormes gotas por el suelo a nuestro paso. Aún así, nosotros nos fuimos a quitar la ropa, como dijo mi hermana, que a veces manda más que mi madre, y entonces yo le recordé nuestro plan de contarle lo de la nieve a mamá. Pero ella me contestó: “Canijo, otro día, para la cena tengo otro plan más divertido…” Tenía que haber hecho caso a mi hermana y contárselo a mamá al día siguiente, no en la cena. Pero me moría de ganas de contárselo, estaba tan callada, quería verla reír… Lo malo fue que nada más comenzar, mi hermana preguntó al novio de mama “Y hablando de nieve, dentro de un par de inviernos que complicado ¿no? ¿Con quién jugarás a tirarte bolas: con mi hermano o con otro niño, por ejemplo, el mío? ¿O debo decir el nuestro?” A mi madre se le cayó la cuchara. Y tan blanca como la nieve miró por encima de los platos a su novio que gritó: ¡Eso es mentira! Yo no entendía nada. Pero ya no sé si fue mi madre o mi hermana quién gritó: ¡Eres un cerdo! Yo seguía sin entender nada. Pero comenzó un lío de gritos, ¡mentira!, y lloros, ¡cerdo!, y sillas que se caen y platos que vuelan. Increíble. Nunca había visto nada igual… ¡Vaya día!, pensaba esa noche en la cama, primero la nieve, y luego esa cena. No será nada aburrido vivir aquí, concluí antes de dormirme. Qué engañado estaba. 


Porque diez días después los tres volvemos a nuestra casa en el coche. Mamá me ha dicho que a los lados de la carretera aún quedará nieve, que aunque hayan pasado días, si no hace sol, tanta nieve no se deshace… Pero por más que miro y miro por los cristales, a un lado del coche y al otro, apenas queda nieve en el arcén. Brilla el sol sobre el asfalto. Mi madre me mira por el retrovisor. No sé dónde hay más decepción, si en sus ojos o en los míos, y dice en voz alta “Parecen haber desaparecido para siempre las huellas del invierno…”. “Mejor” contesta veloz mi hermana, bailando los pies sobre el salpicadero al son de la música. Mi descarada, mi cruel hermana, que descubrió el alcance de una bien interpretada mentira en la cena del día que nos hundimos en la nieve, hasta las rodillas ella, y yo casi hasta el ombligo. 

Rocío Díaz Gómez




ACTA DEL FALLO DEL I CONCUSO LITERARIO DE CUENTO CORTO
“MADRID SKY”
En Madrid, a las 21 horas del día 25 de Junio de 2014, se reúne el Jurado, que previamente seleccionó a los diez finalistas del concurso mencionado, para fallar los premios.
El Jurado ha estado compuesto por:
Dª Isabel Martín Cordero.
Dª Juan Mª Muñoz Cano.
Dª Carmen Marzo Calleja.
El Jurado deja constancia de:
1º Que de los 235 cuentos cortos presentados a concurso procedentes de todas las Comunidades Autónomas del Estado Español y de países hispanoamericanos, seleccionó previamente los siguientes cuentos finalistas, un total de diez, que cumplen todos los requisitos de las bases del concurso:
- “Esquimales en New York” de Diego de la Fuente Alcocer
– “Incongruencia” de Gisela Martínez Ortiz
– “Un buen plan” de María Gracia Morales Jiménez
– “Polillas” de Luis Gabriel Casado Gómez
– “La habitación de pensar” de Alicia Pérez Gil
– “En un viaje” de Julia Viejo Sánchez
– “Desfasados” de Ángel Pontones Moreno
– “La calle de la Alegría” de Alejandro Sueiras Hernández
– “De estrellas y nubes rojas” de Patricia Jiménez López
– “Con nieve hasta el ombligo” de Rocío Díaz Gómez

2º Que, tras acuerdo unánime, el jurado establece, siguiendo las pautas de las bases del concurso, que el
2º FINALISTA DEL CONCURSO es el cuento:
“Con nieve hasta el ombligo” de Rocío Díaz Gómez,
que el
1º FINALISTA DEL CONCURSO es el cuento
“Incongruencia” de Gisela Martínez Ortiz,
y que se concede el
1º PREMIO al cuento
“En un viaje” de Julia Viejo Sánchez
Finalizada la reunión, se levanta acta con la conformidad de los presentes. El fallo se dará a conocer el día 26 de Junio de 2014, en el acto de entrega de premios, en presencia de los finalistas y los convocantes del premio: el grupo de escritores PRIMADUROVERALES.

sábado, 28 de junio de 2014

"En este tiempo que te aleja..." Un relato de Rocío Díaz




Hoy celebramos el Día Internacional del Orgullo LGBT (lesbiana, gay, bisexual y transexual) también conocido como el Día del Orgullo Gay o simplemente Orgullo Gay. 

El primer relato que me premiaron, allá por el año 2002 en León, tenía esta temática. Me ha parecido un buen día para volver a releerlo.

Aquí os lo dejo. Espero que os guste.


En este tiempo que te aleja...

Rocío Díaz Gómez


El tiempo no es
sino el espacio entre nuestros recuerdos.
Enrique F. Amiel


En este tiempo que te aleja van macerándose las moras... he leído hoy en una de tus cartas. Sí, fíjate lo que son las cosas, ahora cuando ando triste me da por releerlas, con el poco caso que les hice nunca... “Quien no es agradecíu es mal nacíu...” decía mi madre y yo tengo tanto que agradecerte, compañeruco... Escribiste aquello una de tantas veces que estuvimos lejos... Yo también te echaba de menos, ¡qué coño! Toda la vida me la he pasao echando de menos tantas cosas... No pongas esa cara, sí he dicho ¡coño!, “Tacu bien echau, vale más que Padrenuestro mal rezau...”

...Van macerándose las moras..., escribiste, las moras...  “Coge solo las negras, las mas gorditas ya verás qué dulces se deshacen en la boca...” Pero... ¿te acuerdas? yo no tenía paciencia, siempre acababa pinchándome. “Con cuidado, me decías, con cuidado...” y yo veía como conseguías coger las moras más lejanas,  las más oscuras sin hacerte nunca daño, metiendo y sacando con maña los dedos entre las zarzas, llenándose poco a poco las bolsas que llevábamos... Qué mal se me daba a mí coger moras, qué mal se me han dado a mí coger tantas cosas, no se me iban a dar mal las moras... ¡Pero qué buenas están... !  Me han gustado siempre tanto que no paraba hasta que te convencía para que fuéramos a por ellas... Bajábamos hacía el río por aquellos caminucos de tierra, aquellos caminucos estrechos entre los árboles, sí, sí,  aquellos en los que después..., ¡Anda picarón cómo no me iba a acordar también de eso... ! ¡Ay...  cuánto más vieju más pelleju...! Bajábamos, y nos deteníamos cada dos por tres a enredar entre las zarzas, “Mira, mira cuántas...” se me hacía la boca agua solo de verlas, allí tan cerca y tu enseguida ibas a por ellas mientras yo andaba cogiendo ramas de los eucaliptos, “para que huela bien la casuca...” te decía,  pero sobre todo eran para los resfriaos... para que respiraras mejor... ¡Ay abueluco que tienes razón...! que esto ha sido ahora, a la vuelta... Es verdad... Entonces yo no me daba cuenta de los eucaliptos, antes no trasteábamos con resfríaos... no trasteábamos con doctores, ni medicinas, por aquel entonces solo éramos unos chavalucos... 

Como en aquel tiempo maceraban las moras, ahora van macerándose los recuerdos, y se me enredan unos con otros y ya no sé si hablo de antesdeayer o de aquel tiempu...  Hoy he bajado a San Vicente, ayer los gatus ronroneaban y se estiraban contentos y me dije mañana hará bueno... Y preparé todo para bajarme... ¿A qué va a ser...? al mercadillo. ¿O no ves que hoy es sábado? Me ha bajado el de la Carmen, la del mesón cuando iba a por el pan, yo por un ver ya iba por mitá el camino, por un ver si la pierna ya me aguanta... Maldita artrosis... “La necesidad hace al vieju, más que correr, trotar...” pero ¡Ay compañeruco! Menos mal que pasaba éste porque yo ya no podía mas, he ido bien hasta Muño... ¿No te acuerdas...? Muñorodero... Pero al ratu... ya iba a trancas y barrancas y veía que no adelantaba nada. Ya, ya sé que podía habérselo pedido antes... Pero del buenu se abusa... Y el de la Carmen al final siempre anda subiendo y bajando con algún vecino... Y estos vecinos ya no son como los de antes... Siempre los pasiegos hemos sido muy nuestros, que te voy a contar, pero antes éramos pocus y conocíos... todos del terruño... ahora cada vez hay más de fuera, hay menos trato y no es que no sean buena gentuca, que no he de reconocer yo las cosas, pero... Ya sé, ya sé, “detrás vendrá quien buenu te hará...” tienes razón,  tienes razón, éramos pocus y conocíos pero muy estrechos de miras, mucho, con lo que hemos pasao tú y yo... Tienes razón... Pero es que nosotros acuérdate, siempre fuimos como mosca en leche... como mosca en leche.

Ahora, ¿sabes? Ya no es igual... ahora ya no se ve tan mal... Aunque esto sigue siendo  pequeñuco, ya no es como antes... “Estu nuestro es mas vieju que mear contra la pared...” acuérdate cómo tu me lo decías... Claro que no me lo decías así, tu siempre tan letrado y tan fino, el maestro de la escuela. Don José Eduardo te llamaban, Don José Eduardo Sánchez te llamabas, tan serio y ahora con todas estas canas que ya peinamos, veo que eras tan joven... Sí, tú me lo decías, pero a mi me costaba creerlo, que sí, que los pasiegos somos recelosos... ¿Te lo he negado yo alguna vez...? Pero yo no había salido de Luey como tu, no había estudiao... Para mí la vida era sencilla y dos y dos suman cuatro:  Si las vacucas se acuestan todas del mismo lao va a llover, y si el perro aúlla un ratu largo barrunta muerte segura... Tan sencillo como eso. Para mí el futuro era procurarse “buen ganau, buena tierra y buena mujer... ¿Qué más se puede apetecer...?” ¡Ay quién me lo iba a decir...! Eso debía ser la vida,  lo que mi padre me había enseñao y poco más. Ahora ya sé que p`al amor no hay fronteras ni parentelas. Y cuánto dolor costó aprenderlo... cuánto tiempu... Porque yo quise no, compañeruco, porque quise no, yo también quería ser feliz pero es que nosotros dos juntos éramos como mosca en leche, como mosca en leche... 

A ti no solo te conocía  todo el pueblo sino también  los de los alrededores, todos tenían que recorrer los kilómetros que hicieran falta si querían aprender, ahora los chavalucos ya no caminan tanto como entonces para ir a la escuela... Claro que ahora hay pocos por aquí, solo ves correr más p`al buen tiempu, ya sabes que en veranu esto se llena... Ahora muchos han arreglau las casucas y las alquilan... Los vecinos han de aprovechar... las llaman con un nombre muy rimbombante “casas rurales” les dicen, y oye, con salú y la bolsa colmá no hay penas ni ná... Hacen bien... andaban la mitá de las casucas cayéndose desde hace una pila de años y ahora da gusto pasear por el puebluco... No, nada que ver con el de entonces, nada que ver... Pero... era el mío de chavaluco... el mío... Tú llegaste y me cambiaste la vida. Al principio eras solo mi maestro, el señor maestro, qué importante... ¡Anda que no se te cuidaba a ti bien por aquí...! Íbamos los chavalucos siempre con el almuerzo para Don José Eduardo, la lechera con la leche recién ordeñada, y el día de la semana que tocaba hacer el pan, caliente te llegaba, y los que venían de los pueblucos de cerca de Unquera traían corbatas crujientes, recién hechas... Nunca se sabía si en Val de San Vicente alcanzaría para pagarte el jornal pero que la manduca no te faltase... Con el tiempo ya no pareció tanta nuestra diferencia de edad, pero claro al principio los años se notaban... Tú eras delgau y largiruchu, pero te alcancé... ¡Vaya si te alcancé y te pasé...!. Eras tan amable... Siempre te gustó hablar con nosotros, te hacían gracia nuestros juegos en los que siempre acabábamos tarifando ¿te acuerdas? Los chavalucos solíamos atrapar sapulatus, murciélagos decías tu, y los clavábamos a las puertas o a los troncos de los árboles haciendo que fumaran, éramos tan ingenuos que creíamos que al repeler el humo terminarían maldiciendo... nunca pudimos ver ese fenómeno, les teníamos tanta manía que siempre andábamos persiguiéndolos; otras veces nos íbamos a las cuevas a orinar para que salieran los grillos... la verdad es que no parábamos, pequeñucos y atolondrados. Cuando no estábamos en clase te gustaba jugar con nosotros a los bolos que se estila tanto por aquí, o te entretenías mirándonos con algún pequeñuco subido a cuchas... Qué cosas, qué habrá sido de algunos... Muchos se fueron para la Capital buscando mejor vida... Sí yo también me fui... No vuelvas otra vez con eso... Ha llovido tanto desde entonces... ¡qué digo llovido! jarreado, con la pila de años que nos han caído encima... Sí también yo busqué otra vida, me escapaba de ti, fue duro tú lo sabes, muy duro... ¿Por qué cuesta tanto encontrarse? ¿Por qué...? En fin... “mas males cura el tiempu que el ungüentu...” ¡Cuántas veces invoqué la ayuda de las Anjanas! ¡Cuántas...! siempre te gustó que te habláramos de nuestras leyendas y nuestros duendes,  las Anjanas, esas hermosas y dulces ninfas de medio metro, con sus pequeñas alitas casi transparentes... Esos seres bondadosos que lo único que no pueden hacer es enamorarse de un mortal, con lo que renunciarían a su esencia... Y eso me pasó a mí,  me enamoré de un mortal...  Y eso en el terruño es como ser mosca en leche, mosca en leche...

Oh... pero no cariñu, basura se escribe con be no con uve... Te hablo y te hablo, ando pa`tras y pa`lante en el tiempo recordando, pero no me he dado cuenta de que, como siempre, andabas con tu cuaderno encima, andabas en tus hojas escribiendo... Basura con be, cariñu, no con uve... “tengo que tirar la vasura, tengo que tirar la vasura, tengo que tirar la vasura...” Esto no hace falta, ya te lo he dicho,  no te preocupes, si no te acuerdas ya te lo recordaré yo... Con las frases tan bonitas que tu escribías, se me parte el alma compañeruco, de verte ahora en lo que te entretienes... se me parte el alma... tú que hacías aquellas poesías: “En este tiempo que te aleja van macerándose las moras...”,  tú haciendo esas faltas... Yo era el de las faltas ¿O no te acuerdas?...  Crecí silvestre contigo a mi lado, tú me enseñabas las cuatro reglas por las mañanas y por las tardes disfrutabas con nosotros... Eras mayor pero no tanto, algo más de dos lustros es una diferencia que con el tiempo apenas se nota...  Debía andar yo por los diecisiete cuando aquella mañana de San Juan. Como es costumbre tal día acudimos los vecinos al monte a buscar tréboles... Otra de esas historias que a ti te gustaba tanto escuchar: En Cantabria es tradición en esa mañana ir al monte a por tréboles de cuatro hojas, es muy difícil encontrarlos porque la noche anterior los caballitos del diablo se han dedicado a destruir todos. Los “caballucos del diablo” son otros de esos animales imposibles en los que creemos. Son siete y parecen grandes libélulas, tienen unas alas larguísimas y transparentes con las que vuelan velozmente por el cielo de las noches cántabras. Siempre van juntos y son cabalgados por siete demonios. Son muy malos para los montañeses porque queman y pisotean los campos de mieses. Pero si alguien a pesar de todo consigue encontrar uno de esos raros tréboles, le serán concedidas las gracias de la vida: vivirá cien años, no sufrirá dolores en toda su vida, no pasará hambre y resistirá con ánimo sereno cualquier contrariedad. Tú también te acuerdas de esa mañana, ¿verdad? Cómo no, allí fuimos todos a por los tréboles, y como siempre no los encontramos. Pues no es difícil ni na lo de los tréboles... Pero tu y yo encontramos otra cosa, tropezamos con el roce de nuestra piel, el vértigo de sentirnos cerca... Y tú y yo cerca era lo mejor y lo peor... Éramos como mosca en leche, como mosca en leche...

“Quien primero nace, primero pace...”,  a ti no era la primera vez que algo parecido te ocurría, más tarde supe que hubo una razón para que te marcharas tan lejos de tu casa a trabajar, ¡Ay mi maestruco que se vino al terruño huyendo de si mismo! Pero “a onde irá el güey que no are...”. Después de aquella mañana de San Juan nos buscábamos con las miradas, con las manos, entre los árboles, en aquellos caminucos de tierra... Y no hubo moras suficientes entre las zarzas que perdonaran tanta salida juntos... Yo ya había crecido, ya no era aquel chavaluco, ya no tenía a qué andar tanto con el señor maestro... Y por mucho que tú me dijeras... Por mucho que tú quisieras “hacerme el ver” de que esto nuestru era mas vieju que mear contra la pared... A mí tampoco me cabía en la mollera...

“¿Qué mas podía un hombre apetecer? Que buen ganau, buena tierra y buena mujer...” Buena mujer, compañeruco, buena mujer...  ¿Por qué mis manos escapaban hasta tu piel sin darme cuenta? Me marché, me marché de mi puebluco y de ti. Me escapé huyendo de lo que más quería... huyendo de mí mismo. Tú prometiste que esperarías... Desde luego que ahora estas cosas no se ven tan mal,  ahora salen por la televisión, y van juntos por la calle de las manos, y tienen un día para ellos en que salen todos juntos a celebrarlo... ¿Qué quieres que te diga compañeruco? Yo soy de otra época, soy vieju ya para esos alardes...  Ya no me importan vecinos, pero gritarlo a los cuatros vientos...  eso ya es harina de otro costal. Entonces no, entonces dos hombres siempre solos, siempre juntos, destacaban mucho, “pa lo que está a la vista, no hace falta candil...” Entonces...  éramos como mosca en leche, como mosca en leche...

Me sentí obligau a marcharme y me busque una buena mujer: “Melón y casamientu es cosa de acertamientu” y se puede decir que yo acerté. Ella era una buena tudanca, de fuertes carnes que preparaba unas rabas que te chupabas los dedos, sí, gloria bendita eran esas rabas… Ella me tenía siempre la casuca soleada y limpia, ella me quería y yo... me dejé querer. Y así nos fueron cayendo los años encima...  Dios no nos mandó chavalucos así que ellos no llegaron... Lo que sí me llegaban eran tus cartas, compañeruco, tus cartas con tus poemas... Y mientras las leía se me humedecían los ojos como los ojucos de los sapulatus cuando les hacíamos fumar... Pero una vez repasadas las guardaba en su sobre para no verlas más y seguía dejándome querer...

A ver, enséñame qué andas escribiendo ahora en ese cuaderno, toda la vida escribiendo y escribiendo... “Tengo que lavarme los dientes a mediodía y por la noche, tengo que lavarme los dientes a mediodía y por la noche...” ¡Ay vieju... no te castigues tanto!. Dijo el médicu que “el problema no era que no supieras dónde dejaste las llaves, sino que a veces no sabrías para que sirven las llaves...”. Y con aquella frase ya no necesité más explicaciones de tu mal, de esta enfermedad... Con las cosas tan bonitas que tú me escribías, con aquella letra tan igualita y tan perfecta, y ahora... Hasta en aquel lugar tan conocido para ti que era la ortografía esa dichosa, te pierdes... Haces faltas, no consigues encontrar las palabras... Te castigas tú mismo como hacías con nosotros cuando éramos pequeñucos y nos mandabas copiar mil veces... Te castigas tu mismo para que no se te olvide por lo menos cuidar de ti mismo... Pero yo ya estoy aquí, cariñu, ya estoy aquí...

Necesité que ella se muriera para que mi conciencia me dejara volver, necesitaba saber que había cumplido como un hombre, como un buen marido,  para intentar ser feliz... Me prometiste que me esperarías y aquí estabas... Dicen que “en nidos de antaño, no busques pájaros hogaño”, pero mi nido seguía en Luey... Y mis manos, ya arrugaducas y curtidas por el tiempu, seguían escapando hasta tu piel sin yo darme ni cuenta... Ahora me releo y releo todas esas hojas que me escribiste y nunca llegaste a enviarme, releo y releo las que mandaste, todas, fíjate lo que son las cosas, con el poco caso que las hice nunca... Ahora nos ganamos la vida con este arte que nunca supe que tenía para moldear duendes y personajes, animales imposibles y personajillos de nuestra mitología que te gustaba tanto escuchar, y gusta tanto comprar a los de fuera... Y en Santillana por la cerámica se paga bien... no nos va a faltar entre tu pensión y lo mío nunca la manduca... Tú maestru de letrucas y yo de leyendas y brujas... “A tos nos hizo Dios de barru, pero unos valemos pa orinal y otro pa jarru...”. 

Mira el cielo,  está poniéndose de color panza de burra allá por el sur, norte claru, sur oscuru, chaparrón seguru... Venga, cariñu, recoge los cuadernos y los lápices que habrá que irse pa la casuca... Esperemos que escampe pronto,  acuérdate que a la otra semana vienen tus sobrinos, alquilaron una de esas casas rurales cerca de Potes y han dicho que se acercarán algún día a ver a “las locas...” Ya sabes cómo son estos chavalucos de hoy en día, “las locas” nos llaman, que nos llamen como quieran... ¿Verdad compañerucu? Que vengan que aquí estaremos, tu escribiendo tus deberes y yo recordándote la vida, para que en este tiempu que te aleja no se te olviden las cosas. 
No se te olviden...


Rocío Díaz Gómez

jueves, 26 de junio de 2014

Se nos fue la Matute...




“San Juan dijo: ‘El que no ama está muerto’ 
y yo me atrevo a decir: ‘El que no inventa, no vive”. 

Con estas palabras Ana María Matute comenzó su discurso de aceptación del Premio Cervantes. 

Se nos fue ayer, 25 de junio de 2014, esta autora que inventó a aquel Trasgo de "Olvidado Rey Gudú" que para mí fue todo un descubrimiento y a pesar de todos los libros que he leído después no he olvidado... 

Era mayor, sí, y una sabe que somos finitos, pero daba gusto escuchar a esta mujer y sobre todo leerla. Qué penilla, se nos fue la Matute.


"-Ay, querida niña- dijo el Trasgo-, ¿qué son unos cuantos años más o menos para quien vive inmerso en los siglos de los siglos? Nada, querida niña, nada- Y bebió con fruición, no exenta de temblores, un buen trago de cierto vinillo sonrosado que guardaba para las grandes ocasiones. Pues el temor que le inspiraba la Vieja Dama sólo era comparable al cariño que sentía por la Reina Ardid."

martes, 24 de junio de 2014

Frases hechas con un tono ¿peyorativo...?









 Bueno hoy va la entrada de frases hechas. Que hacía mucho tiempo que no las repasábamos. Esas frases con las que decimos mucho más de lo que parece...

Empezamos por:

- No dar un palo al agua

 Cuando alguien "no da un palo al agua" sin decir más, todos entendemos que es un holgazán ¿verdad? uno que no hace nada, un vago...

¿Pero sabéis de dónde viene esta expresión? ¿Cual es su origen? 
Pues sí, claro, hablando del agua, podemos ya imaginarnos que viene del lenguaje marinero. Cuando se dice "palo" nos referimos a un objeto de madera alargado, cómo se llamaba también a los "remos". Entonces, aquel que no daba un palo al agua, era aquel que no remaba junto a los demás de la tripulación para que la embarcación pudiera avanzar. Y de ahí pues nos llegó que "el que no da un palo al agua" no colabora con los demás, es un vago, un holgazán...
 Y tenemos otra expresión con tintes también un poco negativos:

Corte de mangas.  

Bueno cuando nos hacen "un corte de mangas" pues está claro lo que nos quieren decir ¿no? Es un gesto despectivo, soez, con el que nos indican malestar, disconformidad con nosotros o algo nuestro.

Parece ser que su origen está en la Antigua Roma. Los prostitutos hacían este gesto para dar a entender a sus clientes que estaban ocupados trabajando. De ahí pasó a ser un insulto pues del mismo modo quería decir que ese cliente frecuentaba prostitutos. Y de ahí al lenguaje coloquial como un insulto.  

 Y ya que estamos con la palabra corte vemos que con un significado bien diferente tenemos también la expresión:

Hacer la corte

Que proviene del latín "cohors, cohortis". Que evolucionó pasando al lenguaje del ejército como la tropa que rodea a un mando. De ahí también al séquito que rodea al Monarca y que trata de agasajarle, a presentarle sus respetos. Y de ahí un paso para que coloquialmente signifique agasajar o halagar a alguien con ánimo de enamorarla o seducirla, "hacerle la corte" vamos... 




Referencia:
http://etimologias.dechile.net/
http://www.chistesbromasytonteras.cl/curioso.htm