Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

domingo, 3 de noviembre de 2013

Puente de Todos los Santos: Panteón de Hombres Ilustres de la Sacramental de San Justo


 En este puente de Todos los Santos, como muchos de vosotros, he estado en algún que otro cementerio visitando a los míos.

Pero en lo que se refiere al blog, en uno de ellos, en la Sacramental de San Justo, he tomado algunas fotografías del Panteón de Hombres Ilustres al que todavía no le habíamos dedicado propiamente una entrada. Qué mejor época que éstos primeros días de noviembre para hacérsela.



La Asociación de Escritores y Artistas, fundada durante el reinado de Alfonso XIII, creó por iniciativa de D. Gaspar Nuñez de Arce, el Panteón de Hombres Ilustres en el año 1902. Está en el Patio de Santa Gertrudis, en la tercera sección.

En este Panteón hay diez sepulturas ocupadas por escritores y actores.
En la primera está Blanca de los Ríos (Sevilla 1862- Madrid1956) Novelista academicista. En la segunda está Carlos Latorre, actor. En la tercera Manuel Bretón de los Herreros (Quel 1796 - Madrid 1873): poeta muy fecundo, escritor de teatro y director de la Biblioteca Nacional en 1847 así como secretario de la Academia Española. En la tercera también está el escritor Francisco Villaespesa y Eduardo Marquina, menos conocidos.



En la cuarta está Mariano José de Larra (Madrid 1809- 1813). De sobra conocido también por su seudónimo Fígaro y por su producción literaria. Ya sabemos también que se suicidó a raíz de que Dolores Armijo diera por terminada su relación. Primero se le enterró en el cementerio de Fuencarral y en 1902 se trasladan aquí sus restos.

También aquí está el escritor Ramón Gómez de la Serna (1888-1963). Personalidad muy interesante en el Madrid de antes a la guerra civil. Ingenioso y brillante en sus conferencias, presidente de la tertulia literaria de el Café del Pombo. Inventor de la gregeria: fusión del humorismo y la metáfora, según él mismo.



En la quinta lápida está José Espronceda (Almendralejo de los Barros 1808- Madrid 1842).Poeta también de sobra conocido murió a causa de una cabalgada fatal. Tenía relaciones con una señorita llamada Doña Bernarda de Beruete a la que un día de mayo fue a ver a Aranjuez donde residía en verano. Pero tuvo que volver a Madrid para tomar parte de una votación del Congreso pues también era diputado esparterista. Dicen que la cabalgada bajo el sol le puso enfermo y murió poco después. Le enterraron en el cementerio de San Nicolás donde dicen que durante años no faltó una corona de Bernarda que no se casó jamás... En el año 1902 le trasladaron a este Panteón.
 

En la sexta lápida está Eduardo Rosales (Madrid 1836-1873). Un pintor con muchísimo talento que también murió jóven.

En la séptima está Gaspar Nuñez de Arce. Escritor y político, fue Presidente de la Asociación de Escritores y Artistas. También está aquí Manuel de Palacio, poeta y Juan Eugenio Hartzenbusch, escritor romántico muy prolífico conocido entre otros por su drama Los amantes de Teruel. También fue director de la Biblioteca Nacional.

En la octava lápida está Antonio Vico (Jerez de la Frontera 1840-Madrid 1902) actor que tuvo grandes exitos en la compañía del Teatro Español de Madrid. Murió en Cuba pero se le trasladó aquí en 1907. También aquí está Rafael Calvo (Sevida 1942-Cádiz 1888). También actor, en Madrid hay una calle que lleva su nombre porque vivió en ella.


En la novela lápida está Joaquín Arjona, también actor y profesor del Conservatorio de Madrid.

En la décima: Fernando Ossorio, autor y sobre todo actor también que murió jóven. Además está Antonio Guzmán, actor cómico, y Jerónima Llorente, actriz muy conocida del siglo XIX. Se les trasladó a este Panteón en 1934.
 

 Tambien cerca, tenemos las tumbas de más escritores famosos. Como las de los Hermanos Alvarez Quintero, creadores del teatro costumbrista andaluz y académicos de la Real Academia Española: creadores de comedias, sainetes y obras diversas con diálogos agudos.


 


Muy cerca también tenemos la tumba del poeta Ramón de Campoamor.
 

En otro Patio, en el de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, en el tercero exactamente, en un nicho con una lápida bastante sencilla de marmol está el poeta Manuel Altolaguirre. Poeta intimista y director de revistas tan conocidas como Litoral (1927-29) y Caballo Verde para la poetisa (1936). Emigró tras la guerra civil a México.

No sé ve ya muy bien pero dice el epitafio:

MANUEL ALTOLAGUIRRE BOLIN
POETA
MCMV-MCMLIX
QUE MI ALMA NO PRECISA SEPULTURA
NI EL TIEMPO QUIERE LIMITACIONES
HORAS Y MUROS PARA MI ACABARON

sábado, 2 de noviembre de 2013

"Una semana... nada más" en el teatro La Strada



Ayer estuve en el teatro viendo la obra "Una semana... nada más".

El argumento cuenta la historia de una pareja formada por Pablo (Antonio Hortelano) y Sofia (María Castro) que llevan cuatro meses viviendo juntos. Pero ahora Pablo quiere romper con ella porque cree que ya no la quiere, no la aguanta. Para ello, como es un cobarde y no se atreve a decírselo y ya está, decide romper la relación invitando a su amigo Martín (Cesar Camino) que se vaya a vivir una semana a su casa (de ahí el título) porque como ha dicho su novia en un momento dado con tres viviendo juntos al final uno no lo aguanta (Sofía según Pablo) y se termina yendo de casa...

A mí me gustó. No es que piense que es la gran obra de teatro, pero tampoco lo pretende en absoluto. No es una obra sesuda sino distendida, fácil. Yo la verdad es que estuve muy entretenida toda la obra y me reí en muchas ocasiones. Es una comedia ligera que progresa en espiral con varios giros que hacen que la atención no decaiga.

Los actores no lo hacen mal. En mi opinión Cesar Camino, el actor que encarna a Martín, es el que lo hace más natural, a mí es el que más me gustó. Interpreta sobresaliendo sobre los otros dos. Aunque éstos últimos tampoco es que lo hagan mal.Yo les había visto en otros papeles sobre todo a María Castro más serios y la verdad es que no lo hace nada mal en un papel mucho más de comedia, más bobalicona e ingenua. A los tres los conocía ya de series de televisión y me gustaban como actores. También es verdad que el papel más agradecido lo tiene Cesar Camino, y eso hace que llegues a tener más empatía con él porque interpreta a un amigo un poco débil, que se deja llevar, mientras que el papel de Antonio Hortelado es mucho más egocéntrico y manipulado, bueno, hace una interpretación correcta. Los tres hacen muchísimos gestos, la comunicación no verbal está muy lograda y en muchas ocasiones te lleva a la risa, incluso la carcajada.

Está bien la trama, es original, porque la historia ya os digo que va girando y girando en redondo hasta un desenlace brusco, efectivo. Es del dramaturgo Clément Michel, es su cuarta obra de teatro.

Toda la historia se desenvielve en un único escenario, una sala de estar de un piso. Los actores entran y salen de forma agil y con soltura. Y los juegos de luces ayudan mucho a que el espectador se sitúe y se crea más los cambios de tiempo. La historia se desarrolla en una semana. La escenografía destaca, es moderna, colorista.

Pues eso, que es una obra ligera, dinámica, ágil, fresca en la que pasas un rato entretenido.

Me gustó que el público de la obra fuera jóven. Eso está muy bien para el teatro que normalmente le suele gustar a personas más mayores. No, en ésta obra predominaban los treintañeros.

Lo que menos me gustó de todo fue mi butaca. Un poco incómoda la verdad y encima tenía que andar sorteando la cabeza del de delante. Una pena, porque estaba en la fila 7, una buena fila.

Estuvimos en el Teatro La Strada, que es el antiguo Teatro Arlequín. Lo iban a cerrar y ha vuelto con éste nuevo nombre gracias a la gestión del grupo teatral Jamming. He leído que se dedican a la improvisación. Está muy bien que hayan hecho porque no se cerrara un teatro. Y se ve que lo han pintado y le han lavado la cara un poco. Pero las butacas... por lo menos la mía es un poco incómoda.

De todos modos este teatro nunca fue de mis preferidos porque está demasiado profundo y hay que bajar escaleras y salir haciendo unos recovecos que no me gusta mucho. Pero bueno también es cierto que no nos salió nada cara la entrada.

En fin que si queréis pasar un rato distendido viendo en el teatro una obra desenfadada ya sabéis que tenéis esta opción, creo que hasta finales de noviembre.

martes, 29 de octubre de 2013

La autoría de una imagen



En mi entrada del día 28 de junio, que dediqué a los 50 años de la aparición de Rayuela de Cortazar, yo busqué una ilustración en internet para acompañar un texto de Cortazar y mi reseña del día que era (la misma ilustración que vuelve a encabezar esta entrada):


En dicha ilustración no se decía su procedencia y no lo indiqué. Pero la semana pasada me han dejado un comentario en esa entrada señalándome la autoría del collage. Por supuesto no quiero dejar pasar la oportunidad de decirlo de forma pública, y para ello vuelvo a reproducir aquí el comentario que me han dejado:

rocio
agradecería mención:
la imagen que ilustra tu post es un fragmento de mi collage de la serie CORTAZAR NUNCA LEIDO
Desde ya gracias.


Sergio
http://relampagosobrelagua.blogspot.com.es/

Muchas gracias Sergio, a ti, por prestárnosla. Me gustó mucho, por eso la elegí.

domingo, 27 de octubre de 2013

LAS LECTORAS: Una foto de World Press Photo y un Artículo de Elvira Lindo



El otro día hablábamos de las bibliotecas, el jueves pasado día 24, y hoy quería que habláramos de los lectores, o mejor dicho, mucho mejor dicho, de LAS LECTORAS.

Y para ello quería dejaros con dos cosas. Una foto, la que encabeza esta entrada, que ha formado parte de la exposición Worl Press Photo 2013 que ha estado en octubre en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Preciosa ¿verdad?

Y con este artículo de Elvira Lindo que os copio debajo. Está bien, ya veréis (si es que no lo habéis leído ya):

Ellas nos mantienen vivos

Las novelas, ya lo ha dicho Ian McEwan, sobreviven gracias a la pasión femenina por la psicología humana

Por razones de corte estrictamente familiar, me he visto esta semana inmersa en la celebración de los Premios Príncipe de Asturias. Además de disfrutar de paseíllos plácidos por las calles que albergaron la pasión de Ana Ozores y de dar cuenta de su extensa y excelsa gastronomía, he asistido a algún que otro acto cultural, para que no se dijera. En uno de esos eventos, el público llenó un auditorio del actualmente polémico arquitecto Calatrava. Llenar un auditorio de Calatrava tiene un mérito enorme porque ya se sabe que los arquitectos estrella tienden a diseñar palacios de congresos en los que cabe más gente que habitantes tiene la propia ciudad en la que se construyen.

Este en cuestión tiene una estructura que a alguien no avisado como yo le provocó un escalofrío. Por suerte, una paisana me sacó de la estupefacción diciéndome que es que para percibir que el edificio tiene forma de cangrejo hay que subirse al Naranco y entonces ya. Ah. Para llenar un auditorio de Calatrava, digo, hace falta mucho personal, pero para llenarlo de lectores se necesita un milagro. El milagro se hizo. Mil lectores, perdón, lectoras, de los clubes de lectura de Asturias consiguieron humanizar lo que sin público es como una nave espacial que de un momento a otro emprenderá el regreso a su planeta. Mil lectoras, porque más de un 80% eran mujeres, acudieron a preguntarle curiosidades y dudas al novelista, después de haber leído sus libros y haber formado parte de intensas puestas en común sobre sus personajes.

¿Dónde estaban los hombres? ¿Dónde los compañeros, maridos o padres de todo ese batallón de aficionadas a la literatura? Las novelas, ya lo ha dicho Ian McEwan, sobreviven gracias a la pasión femenina por la psicología humana. De este puesto del mercado ellas son las principales clientas. No creo que haya que responderles con halagos, más bien con respeto intelectual, que debería comenzar por los propios novelistas que, en ocasiones, se avergüenzan, he dicho bien, se avergüenzan, de cultivar un público casi exclusivamente femenino. Me enternecieron algunas ancianas de más de noventa años, que sin pereza y con aquel espíritu del viejo de Goya del “todavía aprendo” acuden puntuales a sus citas con el club de lectura, y estaban allí esa tarde, en tan calatravesco lugar, para hacer ver que en el tercer acto de la vida la lectura puede provocar emociones que el tiempo dejó atrás.

Por razones de corte estrictamente familiar, mi suegra ha pasado un mes en casa. Me gusta más el término mother-in-law que utilizan los anglosajones, suena más neutro y parece que tiene menos connotaciones referidas al sainete familiar; aunque tal vez mother-in-law también suena a suegra para un angloparlante. El caso es que esta anciana a la que la guerra expulsó de la escuela regresó a los libros después de haberlo hecho casi todo en la vida: trabajar sin descanso (en la casa, en el campo, en las preciosas labores de ganchillo y bordado), parir hijos y no pensar en sí misma.

Para llenar un auditorio de Calatrava hace falta mucha gente. Y para llenarlo de lectores, un milagro
El cuerpo pasa factura y las mujeres que lo dieron todo padecen hoy dolores que, aun denominados por la medicina como artritis reumatoide o artrosis, habría que completar en su ficha médica con la narración de esas vidas: cuidar la casa, lavar a mano en aguas frías, cocinar, atender a los animales, recoger aceituna, parir hijos, hacer preciosas labores de ganchillo o bordado en los ratos libres. Nunca estar sin hacer nada. Cuidarse poco. Hoy, los huesos, las venas de esas madres han dicho hasta aquí hemos llegado. Pero sus mentes se resisten a la jubilación.

Todas las tardes, después de la “novela” televisiva, ella se ha sentado a la mesa del comedor, con un aire algo escolar, como queriendo regresar a la escuela que le fue arrebatada, y ha tomado un libro apoyando los codos sobre la mesa, en la posición de quien quiere cumplir con sus deberes. Por sus manos han caído: Cinco horas con Mario, de Delibes; Patrimonio, de Philip Roth; Recuerdos de una mujer de la generación del 98, de Carmen Baroja y Nessi, y Juan Belmonte: matador de toros, de Chaves Nogales. Tras las dos o tres horas de entrega a un libro en las que se podía escuchar el tenue sonido seseante que surgía de su boca leyendo en voz baja para ayudarse en la comprensión lectora, iniciábamos nuestro íntimo club literario a la hora de la cena. Cómo conseguía que la vida de los personajes o de los autores tuviera algún grado de identificación con la suya propia es un ejemplo del poder simbólico de la narración: la mujer que queda viuda y monologa sobre el muerto; el hombre que se entrega al cuidado del padre (si Philip Roth escuchara la descripción que hace mi suegra de él no se reconocería); la necesidad de ser escuchada de la hermana de don Pío o el mundo de ayer del torero Belmonte. Todas esas experiencias amoldadas a la lectura de una mujer que goza hoy en la vejez de lo que hubiera deseado disfrutar de joven: tiempo para el esparcimiento, conversación y, sobre todo, personas que dan valor a lo que dice y a lo que hace.

Una vez escuché a un escritor, al que no he de nombrar para no avergonzarlo, que quería tener lectores a su altura. Qué pena ser escritor y no saber nada de la vida; ni estar agradecido a quien de verdad te mantiene.


Y está en su blog:
 


ESCRITORA, PERIODISTA Y GUIONISTA
Elvira Lindo (Cádiz, 1962) comenzó su carrera como locutora en RNE. Su personaje Manolito Gafotas la popularizó entre el público infantil para el que ha escrito varias obras. Es, también, autora de novelas para adultos, como Algo más inesperado que la muerte, o Lo que me queda por vivir, y guionista de Manolito Gafotas y Plenilunio. Reside en Nueva York desde 2004.


Información sobre la foto, que me encanta:

Una mujer sentada en unas bolsas de basura. Para ella, leer -aunque sea un catálogo de maquinaria- es un respiro en su tarea de buscar en la basura. Este es el vertedero más grande de África. Las personas que viven en sus alrededores presentan elevados niveles de plomo en sangre, por lo que son frecuentes los casos de problemas renales y cáncer, así como los problemas respiratorios debido a las altas concentraciones de gases de descomposición. Abierto en 1975, las autoridades medioambientales internacionales ordenaron su cierre hace 15 años, pero sigue en uso, a pesar de que en 2001 llegó al máximo de su capacidad/ Título: Mujer leyendo en el vertedero municipal de Dandora, Nairobi, Kenya/ Fotografía: Micah Albert

sábado, 26 de octubre de 2013

"Muertos de papel" de Alicia Giménez Barlett


Tenemos que poner orden en la reseña de los libros leídos, que tenemos fila ya…  Así que vamos a ello.
En las últimas vacaciones que he tenido, una semanita que me fui el mes pasado a la playa, me leí el cuarto libro de las andanzas de Petra Delicado “Muertos de papel”.  Ya sabéis que se trata de una pareja de policías inventada por Alicia Giménez Barlett que me gustan mucho: La investigadora Petra Delicado y el subinspector Félix Garzón. De vez en cuando me gusta alternar alguno de esta serie con otras lecturas. Me parecen muy entretenidos y amenos.
Ya me había leído los otros tres: “Ritos de muerte” que hablaba de los malos fondos y los violadores, “Día de perros” donde se trataban las peleas de perros clandestinas y “Mensajeros de la oscuridad” el tercero donde se hablaba de las sectas. En este caso, en “Muertos de papel” se trata el tema del mundo rosa. El argumento parte del asesinato de un conocido periodista del corazón que se había especializado en airear lo peor de los famosos.
Me lo leí muy rápido, aunque no es de los que más me gustaron.
La novedad es que en éste aparecen otros personajes. Aparece Amanda la hermana de Petra, que no había aparecido todavía. Y también aparecen más policías, como Moliner. También sobresale el hecho de que se le ha dado más protagonismo al comisario Coronas, que pasa toda la novela en un estado de enervación continua.
Bueno, pues a mí me gusta mucho esta serie policíaca de Alicia Giménez Barlett. No es que sea el colmo de la originalidad en tramas policíacas, ni mucho menos. Ni tanto en la trama ni en el modo de contarlo que es bastante lineal: conflicto, investigación y esclarecimiento. Pero me gustan porque son muy amenas. Me gusta cómo la autora enfoca la relación entre los dos protagonistas salpicada de diálogos ingeniosos. La trama tiene su suspense y su ritmo, es ágil en su desarrollo. Y supongo que los personajes me caen bien, que quieras que no eso influye bastante. Son casi de casa y me gusta saber que es de ellos. Además me gustan las reflexiones de Petra.
Sí. Me gusta volver a estas novelas de vez en cuando, cuando necesito solo entretenerme con mayúsculas y pasarlo bien con una novela policíaca que no será la octava maravilla literariamente hablando pero está bien escrita.

En nada volveré con ellos, no puedo dejar de saber de Petra y Garzón en mucho tiempo.

jueves, 24 de octubre de 2013

24 de Octubre de 2013 - Día de la Biblioteca





Hoy es el Día de la Biblioteca: 24 de octubre de 2013.

Desde el año 1997 la Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil, con apoyo del Ministerio de Cultura, promueve esta celebración en recuerdo del incendio de la Biblioteca de Sarajevo durante el conflicto de los Balcanes en 1992. El médico e historiador croata Mirko D. Grmek acuñó el término memoricidio para definir la destrucción de la memoria y el tesoro cultural del “otro”, del adversario, del enemigo.



Destruir las bibliotecas es un memoricidio. Porque se trata de una institución cultural básica e imprescindible donde se fomenta el conocimiento y el intercambio de ideas de forma gratuita y libre.
Este año el cartel ha sido diseñado por Andrés Rábago “El Roto” y el texto que lo acompaña es de la escritora Laura Gallego:

Pregón. Relato de Laura Gallego:
Érase una vez un viajero que llegó desde un lugar lejano a un pueblo en el que no había libros. Se sentó a descansar en la plaza mayor y sacó de su morral un viejo volumen de cuentos. Cuando empezó a leer en voz alta, los niños, que nunca habían visto nada semejante, se sentaron a su alrededor para escucharlo.
El visitante relató historias que fascinaron a sus oyentes y les hicieron soñar con fantásticas aventuras en reinos maravillosos. Cuando terminó, cerró el libro para volver a guardarlo en su morral. Nadie se percató de que, al hacerlo, escapaban de entre sus páginas algunas palabras sueltas que cayeron al suelo.

El viajero se marchó por donde había venido; tiempo después, los habitantes del pueblo descubrieron el pequeño brote que elevaba sus temblorosas hojitas hacia el sol, en el lugar en el que habían caído las palabras perdidas.

Todos asistieron asombrados al crecimiento de un árbol como no se había visto otro. Cuando llegó la primavera, el árbol exhibió con orgullo unas hermosas flores de pétalos de papel. Y, con los primeros compases del verano, dio fruto por primera vez.

Y sus ramas se cuajaron de libros de todas clases. Libros de aventuras, de misterio, de terror, de historias de tiempos pasados, presentes y futuros. Algunos se atrevieron a coger esos frutos, y había un sabio en el lugar que les enseñó a leer para poder disfrutarlos.

A veces, la brisa soplaba y sacudía las ramas del árbol. Las hojas de los libros se agitaban y dejaban caer nuevas palabras. Y pronto hubo más brotes por todo el pueblo; y en apenas un par de años, los árboles-libro estaban por todas partes.

Se corrió la voz; muchos investigadores, curiosos y turistas pasaron por allí para conocer el lugar donde los libros crecían en los árboles. Los habitantes del pueblo leían sus páginas con fruición, y cuidaban cada brote con gran mimo. Y así iban recogiendo más y más historias con cada nueva cosecha de libros.

Un día, los más sabios del lugar se reunieron y acordaron compartir su tesoro con el resto del mundo. Eligieron a un grupo de jóvenes y los animaron a escoger un libro del primer árbol que había crecido en el pueblo. Después, los enviaron a recorrer los caminos.

Ellos se repartieron por el mundo, buscando un hogar para su preciada carga, y así, con el tiempo, cada uno dejó su libro en una biblioteca diferente.

Y cuenta la historia que allí siguen todavía. Que hay algunas bibliotecas que guardan entre sus estantes un libro especial que deja caer palabras-semilla. Y que, si aterrizan en el lugar adecuado, cada una de esas palabras crecerá hasta convertirse en un árbol que dará como fruto nuevos libros.

Nadie sabe en qué bibliotecas se encuentran estos libros maravillosos. Se desconoce también cuáles, de entre todos sus volúmenes, son los que proceden del pueblo donde los libros crecen en los árboles. Podría ser cualquiera, y podría estar escondido en cualquier rincón de cualquier biblioteca del planeta.

Animaos a entrar en ellas y a explorar sus estanterías, viajeros; porque quizá deis por casualidad con un libro cuyas palabras echen raíces en vuestro corazón y hagan crecer un magnífico árbol de historias cuyas semillas puedan llegar a cambiar el mundo.
¡Feliz día de la biblioteca!

Laura Gallego

(14 de octubre de 2013)